viernes, 14 de agosto de 2009

DE CHILE, DE DULCE Y DE MANTECA

Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo En la antigua Grecia, cultura brillante e increíble, existían serios problemas políticos, territoriales y constantemente estaban en guerra las ciudades estados que conformaban el gran conglomerado panhelénico. Creadores de lo que hoy conocemos como juegos olímpicos, los griegos tenían como héroes auténticos, a los triunfadores de las distintas justas deportivas, en algunos casos casi los consideraban como deidades cercanos a los distinguidos habitantes del sagrado Monte Olimpo. Un poeta lírico de aquellos tiempos fue Píndaro, el cual precisamente componía odas y cantos a los ganadores de los juegos, destacando el triunfo de lo bello y lo bueno sobre la mediocridad. Seguramente, en medio de tantos pleitos, guerras y conflictos, los diferentes pueblos griegos se sentían cómodos y en paz, con la llegada de estos certámenes. Ayer jugó la selección mexicana de fútbol, contra el siempre odiado representativo gringo y, aunque no estuvo en juego la soberanía nacional, ni el orgullo tricolor, como pregonan los comentaristas de Televisa y TV Azteca, ni se apostaba Sonora por Texas, ni en ello nos iba nuestra dignidad como mexicanos, sí, y esto preocupa a varios millones, se corría el riesgo de quedar fuera del mundial de Sudáfrica. Gano el conjunto tricolor --ahora no les puedo decir los ratoncitos verdes-- y ganó bien por marcador de 2 goles contra uno. La alegría fue mayúscula y mientras duró el partido el mundo se detuvo en la geografía nacional. Millones atendieron las incidencias de los 22 monos siguiendo una pelota y nos olvidamos de todo. Coreamos los vivas, salieron los yupies de las gargantas, brincamos de los asientos, destapamos las cheves, sonamos las matracas y los tambores, aventamos el trabajo por la ventana --el juego fue prácticamente al mediodía--, aventamos cuetes al aire e imploramos a San Currutaco de las Papayas y a San Google, para que cayeran los goles sobre los trinches "primos del norte". Y es que el mexicano es un pueblo sumamente sufrido, históricamente perdedor y no me refiero a las vergüenzas futboleras, esas valen gorro, sino a las derrotas democráticas, sociales, religiosas, históricas, culturales y económicas en que nos hemos visto inmersos a lo largo de la historia. Hoy mismo para donde volteemos a ver, encontraremos puras derrotas y desgracias. Nos rodea como neblina del mal una crisis económica, que por más que nos la maquille el gobierno federal, nos aprieta la garganta desde el bolsillo. A nivel estatal, las noticias, son pésimas ya lo dijo Gerardo Gangoiti Ruiz, Secretario de Finanzas: a los presupuestos, más tijera. A nivel municipal, las cosas no se miran mejor, nunca hay billetes y pagar la nómina es cada día más difícil: no hay para gasolinas, cero apoyos para todos, los proveedores haciendo largas filas, funcionarios y empleados con los sueldos recortados, poca obra pública, etc. Si voltea uno para la seguridad, vemos la guerra contra el narco y sus 350 ó 400 muertos diarios en todo el país. El campo desvastado, la ecología aún peor, la justicia ciega, vendida e inicua. Los que debieran ser héroes: diputados, senadores, gobernadores, presidentes municipales, líderes síndicales, secretarios de estado, regidores y dirigentes de los partidos políticos, medrando con los dineros del pueblo. Nuestros familiares, amigos o conocidos, migrando al norte, donde hallaran, si no la muerte, si tristeza, soledad, discriminación, trabajo esclavizante y humillaciones al mil por ciento. Si mira uno el mercado laboral, solo hallaremos un inmenso desierto, desempleo, insatisfacción y decepción, ya que mientras en Estados Unidos un trabajador gana en promedio 7.25 dólares la hora, al tipo actual de cambio, unos 94.25 pesos; o en Brasil, país igual de jodido que el nuestro con 1.70 dólares por hora, o sea aproximadamente 22.10 pesos; en México, se ganan apenas, en esa misma hora, unos 50 centavos de dólar, algo así como seis pesos con 50 centavos. Mal, mal estamos, por ello el triunfo mexicano sobre los hijos del Tío Sam, nos cayó como agua fría en la plaza de Acaponeta a las 12 del día.......Sí, les "ganamos" a los gringos, pero ellos nos tienen cogidos del cogote y ni para dónde hacernos. Saben que teniendo dominada a la cúpula que gobierna el país, lo tienen todo. Continúan, sin empacho, ni rubor, siendo imperiales y no se les va a quitar. Una anécdota solamente que nos pone los pelos de punta: En 1924, el secretario de Estado norteamericano Richard Lansing envió una carta J.C. Hearst, magnate de la cadena periodística que quería imponer en la presidencia de México a un presidente gringo para acabar con la Revolución a la cual mucho temía el animal güero. Decía la carta entre otras cosas: "... México es un país extraordinariamente fácil de dominar, porque basta con controlar a un solo hombre: el presidente. Tenemos que abandonar la idea de poner en la presidencia mexicana a un ciudadano americano, ya que esto llevaría otra vez a la guerra. La solución necesita de más tiempo: debemos abrirles a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de nuestras universidades y hacer el esfuerzo de educarlos en el modo de vida americano, en nuestros valores y en el respeto al liderazgo de Estados Unidos". Continuó escribiendo el alto funcionario de la Casa Blanca al otro hijoepu: "México necesitará de administradores competentes. Con el tiempo, esos jóvenes llegarán a ocupar puestos importantes y eventualmente se adueñarán de la presidencia. Sin necesidad de que Estados Unidos gaste un centavo o dispare un tiro, harán lo que queremos. Y lo harán mejor y más radicalmente que nosotros”. No se equivocó Lansing, mire el amable lector: Miguel de La Madrid, hizo una maestría de administración pública en Harvard, pero tuvo un gobierno gris y entreguista. Carlos Salinas de Gortari, estuvo en Harvard y concluyó una maestría de economía y un doctorado, resultado: ¡Viva el TLC! Ernesto Zedillín Ponce de León, pasó por las aulas de la Universidad de Yale y "mundializó" a México. Fox estuvo en la Coca-Cola University, según él bruto ese lo presumía y tomó un curso de Harvard para ejecutivos de 2 semanas en Cuernavaca (nunca se le quitó lo rupestre), con los resultados que aún nos afectan. Calderón también fue alumno de Harvard y ahora es recuate de Obama y los megaempresarios con pecas....... Será por eso que los mexicanos, el pueblo pues, no tenemos en alta estima a los gringos y cuando se presenta la oportunidad les demostramos nuestro odio y animadversión y ojeriza, como sucedió antes, durante y después del partido de fútbol: le aventaron a los jugadores vasos y todo tipo de objetos desde la tribuna --que ninguna culpa tenían--, chiflaron y gritaron hasta que no se oyó el himno gringo; agredieron a turistas norteamericanos en los festejos en el Ángel de la Independencia --ninguna culpa tenían tampoco-- y hasta agresiones a la embajada se registraron. Por supuesto, esto no es más que vandalismo y poco tiene que ver con actos heroicos. Una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, dijo el filósofo: una cosa es Juan Escutia, salvando la bandera y otra un naco con la camiseta de las chivas arrojando orines a los turistas. Cultura y educación es lo que nos falta, sobre todo porque los triunfos del llamado "tri" son simples, efímeras y ocasionales y el resto de los problemas son para siempre. Cuídese allá afuera mi estimado lector.