martes, 18 de agosto de 2009

¡EL PUEBLO NO VOTÓ POR ELLA! QUE ALGUIEN SE LO DIGA

Nadie mira a la caja chica del presidente municipal: el DIF (Sistema de Desarrollo Integral de la Familia). El DIF municipal es tal vez uno de los organismos públicos descentralizados más opacos y con mayor elasticidad para que el alcalde y su familia lo utilicen para fines personales o electorales. Desde 1977, cuando por decreto presidencial se creó el DIF, cuando menos en Acaponeta se fue gestando un engendro polimorfo cuyo discurso caritativo dio lugar a que las esposas de los alcaldes se hicieran cargo de la asistencia social. Entregarlo a las primeras damas es una estrategia política aberrante, que no ha sido cuestionada por la sociedad Acaponetense. La falta de transparencia operativa, así como la desarticulada creación de programas a gusto de la primera dama en turno, cuyas credenciales “profesionales” nadie exige, abre la puerta a un manejo ineficaz de la política social, en el mejor de los casos, y electorera en el peor. No es poca cosa: el DIF de Acaponeta, no rinde cuentas al municipio, ni al cabildo, ni a la tesorería, es más ni al órgano de fiscalización superior como lo marca la ley de egresos. La Primera Dama y su equipo de Directores ni publican sus cuentas ni las hacen accesible para nadie. Los $1,920,000 pesos presupuestados para nuestro DIF en este 2009 y que se entregan en partidas de $80,000 pesos quincenales no han servido siquiera para acoger al numeroso grupo de indigentes que deambulan por las calles de Acaponeta. ¿En qué se gasta el presupuesto nuestra Sra. Presidenta del DIF? ¿Porque no se ha publicado su programa de gastos? El gasto se ejerce con gran discrecionalidad. El DIF gastó en un baile para festejar a los abuelitos; en la posada 2008 se derrocharon $100,000 pesos, y para el área de atención a la gente pobre invirtió solo $2,000 pesos. En las fiestas la primera dama entrega regalos y su marido es, a ojos de las y los convidados, quienes invierten en su bienestar y felicidad. En los actuales tiempos, estas primeras damas entregan cobertores, chocolates y galletas, casa por casa, suspirando por un puesto público en franca e ilegal precampaña electoral a costillas del dinero del pueblo que en todo caso no votó por Yesenia Herrera.