martes, 20 de octubre de 2009

YA ESTÁ VISTO: NO HAY INTERÉS POR LA CULTURA

Tal parece que el Director de Fomento Cultural del Municipio, Mario Rodríguez Zaragoza, se propuso acabar con el Consejo Municipal de Cultura, que la hacía sombra a sus aspiraciones de ser la máxima autoridad cultural de Acaponeta. Su actitud necia y retrógrada, ha dado al traste con el Consejo, pues su Coordinador Dr. Oscar Torrero, se vio en la necesidad de renunciar, ante la intransigencia del Sr. Rodríguez, que ahora enfrentará solito y su alma la organización del Festival Cultural, que voluntariamente le estaban ayudando a armar. Para tratar de arreglar las diferencias que ha provocado el Director de Fomento Cultural y que ha propiciado la renuncia del coordinador del Consejo Ciudadano de cultura, se planeó una reunión en la que estarían presentes, el propio Mario Rodríguez Zaragoza, titular de esa dependencia municipal y el Dr. Saulo Lora Aguilar, primer edil, con la esperanza de que no se deshiciera el mencionado organismo auxiliar de la presidencia municipal. El Consejo llegó puntualmente a las 19 horas -la hora pactada-, pero Saulo y Mario brillaron por su ausencia. No solo dejaron plantados a los consejeros, sino que a la cultura también.

BREVES PERO SUSTANCIOSAS


Hace algunos años, fui testigo de algo que sucedía en los almacenes de combustibles que a un costado de las vías ferrocarril existen aquí en Acaponeta. Había un chofer de pipa, si mal no recuerdo al servicio de la gasolinera del Dr. Castillo de aquel entonces, que a diario que llegaba a la planta a cargar diesel o gasolina, tenía que echarse en reversa e invariablemente, pegaba con el espejo retrovisor en un muro, rompiendo el cristal en pedazos. Esto era lo rutinario. El chofer risa y risa bromeaba con todo el mundo sobre el incidente que no fallaba. Espejo por viaje y yo pensaba que quizá lo hacía a propósito, pues aquello era demasiado. Finalmente, el Dr. Castillo supongo, le comenzó a cobrar los espejos y santo remedio, nunca más se quebró otro. Igual puede suceder con la actitud de algunos ciudadanos, aquí en Acaponeta o allá donde nos oye estimado radioescucha; los ejemplos son muchos: la basura que la gente inconsciente saca por las noches a la calle, con los taqueros de las esquinas que impiden totalmente el paso del transeúnte; con los negocios establecidos que sacan a ofertar su mercancía a la banqueta; del frutero que tiene estacionada una camioneta permanentemente con basura destilando hediondos jugos de verduras y frutas en el adoquinado; con las dueños de carnicerías que dejan rebosando los tambos con los restos de los productos cárnicos; de las camaroneras que no asean su espacio y tienen apestando el banquetón del lugar; con los que colocan sillas, jabas y hasta tinacos apartando espacios de estacionamiento y un sinfín de problemas que tiene nuestra sufrida ciudad; hasta que alguien, compadecido del pueblo les aplique una muy justificada multa o sanción administrativa a los infractores como marca el bando de policía y buen gobierno, se avanzaría mucho. Antes de eso, todo serán buenas intenciones como las que usa el diablo para adoquinar el infierno. Ya lo hemos dicho muchas veces, el principal problema del país es la impunidad y aquí, hay una libertad enorme para hacer cosas indebidas. A pesar de que ya no es tan fuerte y amenazadora la presencia de la CTM, la CNOP y otras organizaciones que amparaban bajo su manto protector a todo aquel que deseaba colocar en la calle, lo mismo un puesto de tacos, que un estanquillo de elotes o una mesa vendiendo ceviche de camarón y cueritos de puerco, hoy el ambulantaje en esta administración municipal, se ha elevado de manera significativa y alarmante. Muchos nos preguntamos si alguien se beneficia económica o políticamente con la repartición de espacios por toda la ciudad. Los negocios establecidos, siguen considerando que esto es una competencia desigual, pues los “informales” no pagan impuestos, ni arriesgan gran cosa con sus destartaladas carretas, vamos, nadie los molesta ni requieren con trámites y documentos engorrosos. Tratar de entrar y estacionarse en la zona alrededor del mercado Corona, es un verdad un suplicio para los conductores y potenciales clientes, pues no hay lugar de estacionamiento, ya que estos están ocupados por los vehículos de los mismos propietarios de los locales comerciales o por carretas con vendimias de todo tipo. No faltan los carritos de tacos que crecen y de tener unos cuatro metros cuadrados, se adueñan de banquetas y arroyos vehiculares con estorbosas bancas y hasta mesas con cuatro sillas, taponando el paso de los peatones y haciendo imposible el tránsito para las personas discapacitadas. Súmele a eso, hieleras, cilindros de gas, jabas de refrescos y lonas mugrosas y percudidas dizque para cubrirse del sol. Como nadie les dice nada, viven y laboran en la impunidad total, para molestia de toda la ciudadanía. Como el amigo del espejo, será su reinado hasta que les pasen una sanción que ya exige el pueblo se haga pronto. (PEPE MORALES)

NO PAGAN AGUA LOS RICOS: CATÓN

Por José Juan Arellano Olague
El administrador del OROAPA en Acaponeta, cada día pierde la noción de la realidad y suelta disparates cada vez más descabellados para cubrir las ineptitudes propias y las de su patrón, ahora pretende convertirse en moderno Robin Hood, para aseverar que: “No pagan agua los ricos de Acaponeta”, Juan Manuel Catón Quiñones, lamentó que los ricos sigan de morosos como siempre, negándose a pagar una cuota que ni siquiera puede calificarse como alta; por ello, hace un llamado a la clase pudiente de la Ciudad de las Gardenias, para que cubran sus adeudos, de otra manera, amenazó, “nos veremos obligados a cortarles el agua”. Tras este dislate, arremetió con otro desatino al asegurar que el servicio que presta el OROAPA es ¡Bueno! Incoherentemente unos segundos después, Catón Quiñones admitió, que no han podido regularizar la prestación del servicio en la zona donde introdujeron la nueva red de agua potable, ya que, subrayó, “desconocemos la instalación de las conexiones y por eso no hemos puesto a funcionar las tomas domiciliarias” y para justificar su incompetente desempeño, optó por echarle la culpa a la anterior administración municipal, destacando que no le dejaron el plano o croquis del proyecto para encontrar dichas conexiones; mencionó también que la empresa encargada del proyecto nunca permitió que le supervisaran la obra y, de igual forma, nunca presentó una copia del plano. Finalmente, señaló que la cloración anda en un 90 por ciento, sin precisar si el 10% restante constituye o no, un riesgo para la salud. No tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre.