martes, 14 de julio de 2015

RESCATE ARQUEOLÓGICO PERMITE RECUPERAR URNAS FUNERARIAS DEL PERIODO CLÁSICO


 
 
En la costa central de Nayarit
 
* Recientes trabajos de rescate arqueológico en las tierras bajas noroccidentales de Nayarit aportaron valiosos datos sobre el periodo Clásico en la zona nuclear costera Aztatlán

 * Fueron recuperadas dos urnas funerarias asociadas a las principales estructuras del sitio, que contenían cremaciones rituales

Con motivo de la construcción del “Canal Centenario” en la planicie costera noroccidental de Nayarit, arqueólogos del Centro INAH Nayarit (INAH-CONACULTA) llevaron a cabo en el ejido de San Lorenzo del municipio de Ruiz un programa emergente de sondeo bajo la modalidad de rescate arqueológico, trabajos que permitieron recuperar información relevante sobre las poblaciones asentadas en las tierras bajas durante el Epiclásico (600-850/900 d.C.), periodo clave dentro de la secuencia regional de ocupación para explicar la eventual consolidación y expansión del complejo cultural Aztatlán (850/900-1350 d.C.) durante el Postclásico.
 
 

Lo anterior fue dado a conocer por el Arqlgo. Mauricio Garduño Ambriz, investigador del Centro INAH Nayarit y responsable del programa de rescate referido, quien comentó que los trabajos de desmonte en la parte baja del sitio dejaron al descubierto diversos materiales arqueológicos -principalmente cerámica y artefactos de molienda- fragmentados sobre el derecho de vía, por lo que fue necesario diseñar un programa emergente de reconocimiento, registro y excavación en la zona con la finalidad de determinar la viabilidad de la construcción de la obra en apego al proyecto original.


“San Lorenzo se ubica sobre un promontorio rocoso natural cuya topografía original fue modificada en época prehispánica por medio de un terraplén de relleno que sirvió para acondicionar una superficie nivelada horizontal sobre la que se desplantaron las principales estructuras del sitio”, comentó el arqueólogo, quien señaló además que este asentamiento tiene el valor excepcional de conservar en buen estado sus principales edificaciones debido a que en las prácticas agrícolas tradicionales realizadas por los propietarios de la parcela siempre se ha utilizado bastón plantador o coa para efectuar la tradicional siembra “a piquete”, práctica agrícola en la que tampoco interviene la tracción animal.
 

Por otro lado, el arqueólogo precisó que tanto la muestra de materiales arqueológicos de superficie como todos los artefactos recuperados en contextos controlados de excavación se ubican cronológicamente en la fase cultural Amapa (500-800/850 d.C.), periodo durante el cuál existió una densa población en las tierras bajas noroccidentales que colonizó tardíamente zonas como el sistema de lomeríos asociados a valles costeros donde se practicaba agricultura de temporal, enclaves geográficos considerados como marginales a las zonas agrícolas de alto rendimiento donde se llevaba a cabo agricultura intensiva de humedad.
 
“Entre otras cosas, nuestras exploraciones permitieron recuperar una ofrenda compuesta por un hacha votiva de piedra asociada a dos puntas de proyectil, así como dos urnas funerarias in situ, una olla y un tecomate, vasijas que se encontraban ritualmente selladas por medio de sendos cuencos que fueron colocados sobre su boca en posición invertida, a manera de tapa. La posterior microexcavación en el laboratorio de estas vasijas reveló que contenían huesos humanos y cenizas, materiales que fueron cuidadosamente acomodados al interior de estos recipientes, lo que sugiere que la cremación fue una práctica ritual de inhumación que probablemente estuvo reservada para los segmentos sociales de élite, considerando que ambas urnas aparecieron asociadas a las dos principales edificaciones del sitio”, precisó el especialista.
 
 

En este sentido el arqueólogo comentó que el Montículo 1, una estructura cuadrangular de 9.50 m. por lado que conservaba una rampa de acceso de sur a norte, se orientó de forma precisa hacia el norte astronómico y que la proyección de la línea visual trazada desde su centro hacia su esquina Noreste marcaba el punto de aparición del disco solar por el horizonte oriental de la sierra en el solsticio de verano, por lo que dicha edificación podría considerarse por sus dimensiones y configuración espacial como un templo comunal dedicado al culto solar, cuya planta arquitectónica probablemente replicaba el ideograma cósmico mesoamericano o quincunce.
 
 

“De hecho, dicha estructura es la de mayor tamaño relativo y ocupa una posición central dentro del núcleo arquitectónico del sitio, lo que refuerza la idea de que también cumplió una importante función simbólica y ritual como axis mundi, sirviendo como un espacio sacralizado donde probablemente eran llevadas a cabo importantes ceremonias de carácter propiciatorio”, apuntó.
 
 

En otro de los frentes de excavación se exploró una unidad habitacional donde aparecieron numerosos fragmentos de vasijas utilitarias de uso doméstico (ollas, tecomates, cazuelas y cuencos), asociados a malacates de barro y de piedra pulida, a puntas de proyectil en proceso de manufactura y a desechos de talla de obsidiana verde opaca -cuya fuente de obtención se localiza en el Volcán Las Navajas (San Luis de Lozada), en el altiplano meridional de Nayarit-, lo que sugiere que las actividades textiles vinculadas con el hilado de fibras vegetales y el procesamiento local de la obsidiana importada que era obtenida por intercambio eran llevadas a cabo dentro del ámbito doméstico.
 
 

Por su parte, el Arq. Othón Quiroga García, director del Centro INAH Nayarit, comentó que esta importante obra de infraestructura hidroagrícola conllevará la construcción en los próximos dos años de un canal principal de 30 km. de longitud, así como de una red de 320 km. de canales secundarios de distribución que serán construidos en la planicie aluvial de uso agrícola de los municipios de Tuxpan, Santiago Ixcuintla, Ruiz y Rosamorada, por lo que actualmente se están llevando a cabo los estudios arqueológicos de factibilidad que permitirán diseñar y ejecutar un proyecto integral de salvamento arqueológico en la zona, encaminado a investigar y proteger los monumentos arqueológicos susceptibles de destrucción.

Como parte del trabajo de gestión social con la comunidad local se encuentra en la etapa de diseño una exposición fotográfica permanente que será montada en la sede del comisariado ejidal de San Lorenzo, exposición que reseñará visualmente los trabajos de campo realizados en el sitio, cuyo contenido temático enfatizará la necesidad de conservar el patrimonio arqueológico regional.


Arqlgo. Mauricio Garduño Ambriz
Sección de Arqueología / Centro INAH Nayarit

miércoles, 11 de febrero de 2015

ACAPONETA: ¿PUEBLO MÁGICO, PUEBLO DIGNO O ECOMUSEO?



Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo

Uno de los conceptos de tipo cultural y que involucra en gran medida al turismo es el tema del programa federal “Pueblos Mágicos”, donde se tiene el objetivo --reza la publicidad oficial-- de estructurar una oferta turística complementaria y diversificada hacia el interior del país, basada fundamentalmente en los atributos histórico - culturales de localidades singulares.

Nadie podrá decir que Acaponeta o cualquier otra comunidad del Estado de Nayarit, no son “localidades singulares”, sin embargo, no todos los pueblos –incluyendo el resto de las poblaciones del país--, puede ser, de buenas a primeras, Pueblos Mágicos y veamos por qué, tomando el ejemplo de nuestra querida y “singular” ciudad de las gardenias.

En el país, existen registrados 83 pueblos mágicos, siendo Michoacán la entidad que más tiene con siete. Nayarit presume a Xala y hace tiempo la isla de Mexcaltitán perdió esa categoría por el descuido en que los habitantes y autoridades de ese minúsculo espacio geográfico hicieron a su histórico islote, hoy eso es un muladar. Lo curioso es que nuestro Estado se halla en medio de dos entidades federativas que tienen buen número de pueblos mágicos, Jalisco con 5 (Mazamitla, Tapalpa, Tequila, Lagos de Moreno y San Sebastián del Oeste), y Sinaloa con tres (El Fuerte, Cosalá y El Rosario), estando su servidor en el error de creer que Ajijic, en Jalisco, era también considerado Pueblo Mágico, pero no viene en el listado de la Secretaría de Turismo, aunque ellos así se autonombran, lo cual nos lleva a algo muy importante y determinante para ser considerados en esta calificación.
En diciembre del 2013 tuve la fortuna de visitar ese hermoso lugar: Ajijic, poblado que como ya dije, se considera asimismo un Pueblo Mágico, pues reúne todas las características para serlo, por ser una comunidad muy bien cuidada, limpia, una plaza donde se respira cultura y buen gusto, una arquitectura típica de las poblaciones alrededor del Lago de Chapala, todas ellas pintadas de manera atractiva y con mucho colorido, sin mencionar los muchos muros o fachadas con murales de artistas locales, profusamente arbolado Ajijic es el sueño de cientos de norteamericanos y canadienses jubilados o no, que han hecho de este hermoso lugar su residencia, lo que quizá explique ese cuidado extremo que se nota en cada esquina, en cada calle empedrada, en cada casa ornada con rica artesanía de ahí mismo, explican ellos que aparte del clima y la seguridad, es este un poblado muy cerca de Guadalajara, gran urbe extraordinaria y del aeropuerto internacional.

Quiero suponer que sus habitantes cuidan y se sienten orgullosos de su pueblo-casa y si no tienen la categoría de Pueblo Mágico, algún día no muy lejano, les llegará la sorpresa y con ella los recursos y beneficios que le otorga el gobierno federal.
Algunos piensan que Pueblo Mágico, es el rescate de la arquitectura de los centros históricos de los pueblos, pero la propia SECTUR explica: “…más que un rescate, es un reconocimiento a quienes habitan esos hermosos lugares de la geografía mexicana y han sabido guardar para todos, la riqueza cultural e histórica que encierran…”

Otros también piensan que Acaponeta jamás podrá ser considerado para ostentar esa digna calificación…sus motivos tendrán y no les falta razón en muchos casos, simplemente porque hay un serio deterioro en la arquitectura típica del lugar, han sido muy pocos los esfuerzos de la comunidad y de la autoridad para conservar un ya bien delimitado por el INAH centro histórico. Pienso que más que eso, hay una mala actitud de parte de la ciudadanía, como el inconveniente de la basura en esquinas y frentes de las casas, donde el único culpable es el ciudadano que no ha sabido o no ha querido mantener un espacio limpio y digno, pienso sea un terrible problema de conducta cívica, que es sin duda más dañina y perjudicial para llegar a ser, no ya un Pueblo Mágico, sino una pequeña ciudad digna, organizada y bella a la cual presumir al turismo nacional e internacional.
¿Qué piden para ser Pueblo Mágico, amén de tener una población de 20 mil habitantes y estar a 200 kms. de algún centro turístico reconocido?: Se requiere una localidad que tenga atributos simbólicos, leyendas, historia, hechos trascendentes y cotidianidad. Conceptos con los que en este municipio se cuentan: simplemente su historia es simbólica en el Estado de Nayarit, pues fue Acaponeta en el pasado un centro comercial sumamente importante del Señorío de Aztlán-Aztatlán, que abarcaba un territorio nada despreciable que iba desde el hoy municipio de Santiago Ixcuintla hasta Culiacán, ahora capital de Sinaloa. No son pocas sus leyendas y los hechos trascendentes, pues Acaponeta ha pasado por todas las etapas de la historia nacional, desde fechas inmemoriales que se pierden en el tiempo, la conquista, la colonia, la independencia, el imperio francés, la reforma, la revolución, la guerra cristera y la era contemporánea, aportando el lugar de nacimiento de Alí Chumacero, acciones con destellos apreciables y preclaros personajes que aquí enterraron el ombligo.

Para aquellas localidades con un número de población fuera de los rangos establecidos (20 mil ciudadanos), como es el caso de Acaponeta, el Comité Interinstitucional de Evaluación y Selección del programa Pueblos Mágicos, toma en cuenta los atributos de riqueza cultural y natural, y manifestaciones históricas, “atributos” todos que Acaponeta posee hasta para regalar: riqueza cultural, la cual es quizá el mayor de sus pasivos, cualidad que le reconocen en el resto del Estado de Nayarit, pues este municipio fue “bautizado” como la Atenas de Nayarit por el ex presidente Adolfo López Mateos, quien a donde quiera que se paró halló siempre un piano, un poeta, un orador o una pintura de algún artista local. No se diga de la riqueza natural del municipio, que tiene una rica y atractiva zona serrana, llena de poblaciones, ya de por sí mágicas, escarpadas serranías y profundas simas donde corren arroyos y ríos con riberas románticas y donde es profusa la diversidad animal y vegetal. Tierra que tiene como fronteras, a orillas de un fértil llano, productivas y fecundas marismas, todo alrededor de ojos de agua, algunos de ellos termales y curativos; selvas infranqueables y bosques con una inmensa variedad de árboles en diferentes climas, según la altura sobre el nivel del mar. De las manifestaciones históricas ya hablamos y de sus personajes en torno a la cultura y a los grandes hechos, como el ya mencionado Alí Chumacero, Héctor Gamboa Quintero, Abigaíl Villalobos, Guillermo Llanos Delgado y otros con la pluma; Vladimir Cora, Nicolás Contreras Sánchez, Tito Chávez Pérez con el pincel; Inocente Díaz Herrera, Genaro y Cecilio “Chilo” Morán, Felipe Espinoza Gallardo “Tanaka”, en la música; Manuel Sánchez Hidalgo, Martín y Rodolfo Antonio Sáizar, en el periodismo y muchos otros nombres de la historia como Francisco Pantécatl, el primer historiador de Nayarit, los aguerridos Corinca y Xaotame, o más contemporáneos como Juventino Espinosa Sánchez, oriundo de San Felipe Aztatán, en aquellos tiempos dentro de los límites acaponetenses o el guerrillero-bandolero Porfirio “Pillaco” Mayorquín, a quien no se debe satanizar.


Si bien a Acaponeta le hacen falta imanes turísticos importantes como la artesanía que en otros espacios brilla y son fuente inagotable de recursos económicos, sí tenemos, en cambio, una sabrosa y muy reconocida gastronomía que se ubica entre los pueblos con un sabor mágico sin duda alguna, edificios históricos que deben ser conservados y protegidos para darle el marco necesario al título, hoy al parecer inalcanzable de Pueblo Mágico. Hoy, con una nueva administración municipal, los alrededores de la plaza principal tienen otro aspecto y apenas el 12 de diciembre, comenzaron los trabajos para hacer otro tramo de la calle Puebla peatonal.

 Hay fiestas patronales, el Festival Cultural de Nayarit en Acaponeta, por cierto el más antiguo de la entidad y sus habitantes, amantes todos de la cultura, con sensibilidad y hospitalidad a toda prueba.

Somos los acaponetenses, sí no un pueblo culto, si una comunidad amante de la cultura, las bellas artes y la esperanza de un mejor lugar donde habitar, lo suficiente para ser un pueblo con honor y digno de ser habitado y visitado.

Ante este panorama, la Junta Vecinal Pro Conservación y Difusión del Patrimonio Artístico y Cultural de Acaponeta A.C., desde hace algún tiempo quiere implementar una idea sensacional que conjunta todo lo anterior que tienen los pueblos, con el concepto moderno de un museo; el Ecomuseo.

El proyecto “Ecomuseo, como comunidad educadora”, es una idea de uno de los promotores culturales más activos, entusiastas y sin compromisos de Nayarit –quizá de México--, el antropólogo Raúl Andrés Méndez Lugo, ex delegado del Centro INAH Nayarit y una de las personas que mejor entiende y practica la nueva museología mundial, en el país.

Miembro y en ratos directivo del Movimiento Internacional para una Nueva Museología (Minom-Icom-Unesco), Raúl promovió por muchos años las organizaciones vecinales y los museos comunitarios en la entidad, lo que redundó, en aquel tiempo, en un éxito total, pues de ahí nacieron las Juntas Vecinales como la de Acaponeta, creada en 1996 y refundada en 2011, por gente residente en las comunidades y que tenían deseos de proteger sus respectivos patrimonios y un cúmulo grande de museos comunitarios que en su momento fueron muy valiosos, bajo el concepto de que ya no eran factibles museos como aquel DIF-FONAPAS que tuvo Acaponeta asentado en lo que hoy es el OROMAPAS, espacio que servía para acumular polvo alrededor de una colección arqueológica que se ha ido perdiendo poco a poco. No funcionan los museos que nada producen, que a su alrededor no participan artistas, ni se promueva la actividad productiva del municipio, o generen cursos o talleres, conferencias y encuentros varios; la nueva museología exige que las puertas de esos espacios culturales se abran y salgan a las plazas, a las comunidades, a los centros educativos, que sean centros receptores de cultura, pero también emisores.


Por otro lado el proyecto de “Ecomuseo, como comunidad educadora”, entendiendo el prefijo “Eco”, del griego “Oikos” que quiere decir “casa”, es un concepto macro, por así decirlo, o sea, un museo tradicional como los que conocemos y del tamaño o calidad que se quiera, tiene tres sustentos básicos: el espacio, es decir, el edificio que contiene el segundo punto importante que es la colección o lo que exhibe el museo del tema que sea y finalmente el público que lo visita.
Al respecto, el antropólogo Méndez Lugo explica: “El Ecomuseo o Museo Comunitario Territorial como una comunidad educadora para la acción, está constituido por tres esferas íntimamente relacionadas que forman una intersección básica, de donde se deriva toda la concepción teórica y metodológica. Las tres esferas son: 1. El Territorio. 2. El Patrimonio y, 3. La Comunidad.”
Lo que venía diciendo, el espacio o edificio del museo que ahora llamaremos territorio, la colección del museo, que deviene en el Ecomuseo, en el patrimonio del pueblo; y el público asistente, que entonces es la comunidad.
Dicho de otro modo y es en lo que se aboca la Junta Vecinal de Acaponeta A.C., Acaponeta entera es el museo (el espacio-territorio) y la colección son el templo de la Asunción, la casa de la Cultura, la presidencia, el kiosco, el mercado Corona, las diferentes escuelas, las casas donde nacieron personajes relevantes del municipio, los parques y jardines que tienen su propia historia, y cualquier punto, edificio o mueble urbano que pueda ser considerado un patrimonio más de los acaponetenses.
Esta experiencia cultural ya ha sido implantada en Ixtlán del Río con resultados muy de tomarse en cuenta y donde ha participado toda la población del municipio más sureño de Nayarit. Vale la pena sumarse a ese esfuerzo colectivo que sin duda, aportará su granito de arena al deseo de muchos, residentes aquí o no, de tener un Acaponeta bello, en verdad culto, protector de su patrimonio histórico y cultural y acercarnos ¿por qué no? a la posibilidad de ser un pueblo mágico. Seguiremos comunicando los avances de este proyecto.

lunes, 9 de febrero de 2015

UN PERSONAJE OLVIDADO DE NAYARIT: DON FRANCISCO PANTÉCATL

 
 Esta es la ponencia que José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo, presentó el pasado sábado 7 de febrero de 2015, en el Museo Regional de Tepic, durante la celebración del Primer Aniversario de la Gaceta Cultural de la Fundación Tepic de Nervo A.C., que preside el Sr. Antonio de Jesús Muñoz Ramírez, y cuyo presidente honorífico es el Senador Manuel Humberto Cota; así como el 98 aniversario de la erección como Estado Libre y Soberano de Nayarit.
 


Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
Buenas tardes a todos, es un gusto estar aquí en este añejo y remodelado recinto del Museo Regional de Nayarit, que tan bien dirige nuestro buen amigo Miguel Ángel Delgado Ruiz.
Por supuesto agradecer la invitación que tan amablemente nos hizo Antonio de Jesús Muñoz Ramírez, a cuyo frente de la Fundación Tepic de Nervo A.C., ha venido a llenar junto con su Gaceta Cultural un espacio para los historiadores, cronistas de la entidad, o todos aquellos que como bien dice el amigo Pedro Luna, “clionáuticos” que navegan por esos tenebrosos océanos de la historia.
Felicitar al Senador Manuel Humberto Cota, por participar en esta iniciativa que viaja entre los municipios, rescatando un texto, un personaje, una fotografía, una canción, un hecho que pudiera parecer intrascendente, pero que en el fondo es muy valioso.
Estos encuentros, tienen otras ventajas para los que estamos de este lado, que aparte de que pagamos para que nos alquilen, tenemos la oportunidad de compartir espacio y experiencias con estimados amigos de afinidades comunes como Pedro Luna Jiménez, gran amigo de Acaponeta y acucioso investigador de la UAN; Pablito Torres Sánchez, cronista de Ixtlán, con quien hace un par de años entablamos una relación de hermandad entre municipios que incluyó a los compañeros de la Junta Vecinal de Acaponeta A.C., con los entusiastas amigos del Ecomuseo de Ixtlán del Río, la puerta norte y la puerta sur de la entidad, de la que hemos aprendido mucho, llevando a otro gran camarada: el Antropólogo Raúl Andrés Méndez Lugo, cabeza y genio de esa novedosa iniciativa educativa que esperamos implementar en Acaponeta. Así como con el Sr. Gabriel Ángel Pérez García, historiador distinguido de El Colomo, Bahía de Banderas.
Entrando en materia, se nos ha pedido que hagamos un recuento de personajes locales, en lo que a mí toca de Acaponeta, mismos que han trascendido en la historia y han sido colaboradores directos en la construcción de los municipios y en el prestigio de su fama a 98 años de formado el Estado de Nayarit.
Acaponeta, que ha sido un municipio que ha transitado por todos los períodos históricos de la patria mexicana. Ha dado a Nayarit, y por qué no decirlo, al mundo entero, hijos que demuestran que el lugar junto al río donde el frijol se enreda a la caña también “hace aire” y que, por azares de muchas circunstancias prodigiosas y venturosas, ha sido llamada la Atenas de Nayarit, descollando en diversas áreas del arte como son la poesía, a cuyo frente el Mago de las Letras Alí Chumacero Lora, la máxima gloria del panteón acaponetense que animó a deidades menores a explorar los campos y bosques metafóricos de la musa Erato, mismos que escalaron hasta alcanzar las alturas del monte Olimpo, poético y literario: Guillermo “Memo” Llanos Delgado, Héctor Gamboa Quintero, fiel escudero de Alí; Ana María Gutiérrez de Rentería, Abigail Villalobos Quintero, el cronista Néstor Chávez Gradilla, Don Pedro López Díaz, Roberto Delgadillo Gutiérrez y muchos otros que han engrosado la bibliografía de la también llamada Ciudad de las Gardenias.
En la música destacan los apasionados y vanguardistas Genaro y Cecilio “Chilo” Morán, el percusionista de renombre internacional Felipe Espinosa Gallardo “Tanaka”, el compositor de bellas joyas locales Prof. Inocente Díaz Herrera, la maestra de pianistas Agapita Jordán Gama, la también pianista Yolanda Alduenda, mencionando con justicia a su señor padre Francisco Ricardo Alduenda, fundador de un tradicional y recordado quinteto; el popular Aurelio “Calandrio” Rodríguez Sarmiento y muchos más de apelativos como Segovia, los propios Rodríguez, Orante, etc. que hicieron del oficio filarmónico una suerte de dinastía que aún subsiste y que pasa de padres a hijos. Y hasta tengo la teoría de que Pedro Infante fue procreado en Acaponeta, ya que siendo hijo del acaponetense Delfino Infante, también músico, salió a una gira de trabajo y se llevó a su esposa quien finalmente dio a luz en Mazatlán al que sería ídolo nacional y que, sin lugar a dudas, fue procreado en Acaponeta, alguna calurosa noche de pasión.
Vladimir Cora, Nicolás Contreras Sánchez, Néstor “Tito” Chávez Pérez, Abraham Chávez Muñiz, Juan Carlos Parra y otros que también han brillado en el firmamento artístico de la plástica de Acaponeta, no pueden dejar de mencionarse en esta sucinta relación.
En la parte histórica los nombres del General Juventino Espinosa Sánchez, hoy compartido con Tecuala, Martín, Pedro e Isaac Espinosa, revolucionarios valientes y protagónicos; por supuesto el constituyente Juan Espinosa Bávara; el guerrillero cristero Porfirio “El Pillaco” Mayorquín, como muchos otros de su tipo satanizado y relegado de los primeros planos de la crónica oficial, obligadamente deben estar en la memorias de la otrora ciudad de los pianos.
Y hasta atreviéndonos un poco, añadiríamos a esta fugaz relación los nombre del sinaloense Rafael Buelna Tenorio y el jalisciense Ramón Corona Madrigal, que si bien son hijos muy notables de otros entrañables parajes nacionales y distintos momentos históricos, por su estancia y presencia auténtica en Acaponeta, siempre serán recordados.
Sin embargo, hay personajes muy olvidados y en ocasiones hasta desconocidos para la mayoría de los habitantes de este sector norte de la entidad, nombres como Xonácatl Tayorith, Corinca o Francisco Pantécatl, merecen un lugar especial en la historia regional o local.
Me referiré particularmente a Don Francisco Pantécatl Otiplan, quizá uno de los primeros historiadores del México conquistado y abatido por las huestes europeas, que a sangre y fuego, sometieron y vejaron a los desgraciados habitantes de aquel entonces y que, en memoriales que después pasaron a sus hijos y descendientes, habrían de llegar más de 100 años más tarde a manos de otro personaje importantísimo en la crónica nayarita y en general de la historia nacional, Fray Antonio Tello, autor de una relación de hechos que tituló “Crónica Miscelánea de la Sancta Provincia de Xalisco” misma que se compendia en seis libros, uno de los cuales lamentablemente se perdió, y cuyo trabajo fue realizado entre 1638 y 1653, ya casi al final de su vida. Sin embargo hay que hacer notar, como es lógico por la antigüedad de los hechos y las labores que llevaba a cabo este personaje, que algunos autores cuestionan la veracidad de lo que el sacerdote metido a historiador afirma, principalmente porque constantemente confunde fechas, nombres y lugares; o bien porque visto desde un punto más objetivo y formal, hay situaciones y momentos que de ninguna manera pudieron haber ocurrido y hasta algunos se atreven a afirmar que el buen Fray Antonio Tello inventa la información; a pesar de ello, ahora sabemos también que el cronista del siglo XVII llevó a cabo una muy amplia consulta de fuentes escritas de muy distintas procedencias, como son las que provienen de la propia iglesia católica: bulas papales o disposiciones de los obispos; o aquellos datos emanados de cédulas reales, cartas de los virreyes, instrucciones del gobierno de Nueva Galicia o bien los autos del cabildo de Guadalajara; e incluso trabajo de campo visitando decenas de lugares llegando a obtener información hasta de epitafios inscritos en las tumbas de algunos personajes que aparecerían posteriormente en su muy consultada obra.
 
Así pues, regala Tello un lugar especial a Pantécatl tomando sus escritos y dándoles validez y aunque expresa alguna vez que las crónicas indígenas son regularmente patrañas, de alguna manera, tal vez de manera muy velada, avala lo narrado por el acaponetense y termina haciéndolo importante punto de referencia histórica y además, haciendo un trabajo de comparación, pone frente a frente lo dicho por el indígena de Acaponeta contra lo que narraron otros indios del México de ayer y reafirma los datos del también cacique de Tzapotzingo e hijo del gran Hueytlahtoani Don Xonácatl Tayorith, magnánimo señor y cacique de Aztatlán o Aztlán y los pueblos sujetos, acaponetense pues.
Pantécatl, hace uso de lo que hoy llamamos tradición oral, es decir, recoge lo que oyó decir o narrar a sus antepasados, personas mayores de su familia y de los pobladores de esa zona. Tan importante son los memoriales de este personaje, que narra en su relación de hechos sobre el tránsito de las familias mexicanas que llevaban en andas a su dios Huitzipochtli, calificando Tello de muy verosímil esas acciones, y su supuesta salida de Chicomaxtoc, el mítico lugar de las siete cuevas, para ir asentándose o tocando puntos de población importantes como Tzinaloa, Petlatán, Culiacán, Chiametla, Tzenticpac, Jalisco, Valle de Banderas, Aguacatlán, Tzacoalco, Coculam, Etzatlán, Tequila, Iztlán, Ocotlán, Atemajac, Tonalá, Cuitzeo, muchos de ellos hoy históricos, cercanos y queridos pueblos de nuestra querencia y sentimiento.
Por supuesto, el indio Pantécatl, más tarde bautizado como Francisco, sufre en carne propia el trato inhumano de los españoles. No acatando las órdenes del sátrapa Nuño de Guzmán, quien lo requirió en Tepic y le pidió le llevase indios para construir una casa, Pantécatl se recogió en Tzapotzinco, hasta donde mandó por él el conquistador hispano para torturarlo y mantenerlo preso en un cepo por espacio de dos meses.
Hay también y es menester mencionarlo, algunas voces que dicen que es probable que Pantécatl no existió, pero bien dice la historiadora Rosa H. Yáñez Rosales, Doctora en Antropología por la Universidad Nacional Autónoma de México. Profesora e investigadora del Departamento de Estudios Mesoamericanos y Mexicanos de la Universidad de Guadalajara, a la que cito: “En el nivel textual, si bien Tello no es sistemático para citar las obras incluidas en su “Crónicas”, hay suficientes evidencias para afirmar que efectivamente consultó un texto [el de Pantecatl]. Las expresiones “dice que”, “que llama” remiten a otra fuente.”
Sin duda, fue una suerte para Fray Antonio Tello dar con estos importantes textos informativos nativos, que aportaron valiosos datos recogidos de la tradición oral sobre los grupos indígenas de la enorme región que dominaba la zona, su tradición religiosa y por supuesto, la lengua con la que se comunicaban.
No dudo, y seguramente demostraré mi supina ignorancia sobre el particular, que el acaponetense Pantécatl, es uno de los primeros historiadores indígenas de lo que hoy llamamos México, pues si consideramos a los documentos de inapreciable valor humano para conocer el completo significado de lo que fue la Conquista son los textos en lengua mexicana, como el llamado Códice de Aubin o el Manuscrito de Tlatelolco, que, a más de ser un punto de partida para comparar los hechos que ahí se mencionan nos dan cuenta de lo que Miguel León Portilla llamó, la visión de los vencidos, que comenta el historiador y bibliógrafo Roberto Moreno de los Arcos: “es una nueva forma de historiografía cuyo propósito central es mostrar "la perspectiva y la imagen del otro".
Dentro de Mesoamérica, son las culturas maya y náhuatl las que ofrecen el más amplio testimonio indígena de la Conquista. Ambas fueron culturas con historia, escritura y transmisión oral. Una breve mención del interés que tenían por la historia esos pueblos indígenas, pondrá de manifiesto el porqué de su empeño por conservar su propia visión de la Conquista.
Ahora valoramos en toda su extensión la información que nos dejan por ejemplo las estelas mayas y otros monumentos conmemorativos de ese pueblo y de los nahuas, los códices históricos, los "libros de años", del mundo náhuatl prehispánico, redactados a base de una escritura principalmente ideográfica e incipientemente fonética, dan testimonio del gran interés que tenían por preservar el recuerdo de los hechos pasados de alguna importancia.
Complemento de lo anterior eran los textos fielmente memorizados en sus centros prehispánicos de educación, donde se enseñaban a los estudiantes, además de otras cosas, las viejas historias acerca de cuanto había sucedido, año por año, tal como se consignaba en sus códices y que de manera oral pasaba de una generación a otra.
No exagero al decir que la figura de Pantécatl, y conste que a propósito de manera parcial no diré “toda proporción guardada” es el historiador nayarita que tiene paralelismo con aquellos famosos  Fernando de Alvarado Tezozómoc y Fernando de Alva Ixtlilxóchitl que fijan en sus textos, con la vehemencia del vencido, los horrores de una hora aciaga y hacen una intensa y angustiada exposición de la causa que perdieron. Sirvieron estos escritos también como base para que historiadores de ascendencia indígena consagraran su esfuerzo a dar a conocer en lengua española la historia de sus antepasados.
Es Francisco Pantécatl pues, un personaje que debe ser rescatado de la bruma de la historia y dado a conocer a los acaponetenses y nayaritas de hoy para orgullo de ellos mismos.
Servirá esta escueta e incompleta ponencia de pretexto para sugerir a la autoridad cultural de la Atenas Nayarita, para que su nombre quede inscrito en la Galería de Personajes Ilustres de Acaponeta.
Muchas gracias.

martes, 27 de enero de 2015

HALLAZGOS RECIENTES EN LA ZONA NUCLEAR COSTERA AZTATLÁN



En la costa central de Nayarit

* Nuevos datos revelan la presencia de una densa población y de una larga secuencia de ocupación en las tierras bajas aluviales, cuya colonización por parte de grupos agrícolas tuvo lugar hace dos milenios

* Actualmente el Centro INAH Nayarit desarrolla un programa de prospección y sondeo a largo plazo en la costa noroccidental del estado

Como parte de la primera temporada de campo (2014) del proyecto “Registro, protección e  investigación arqueológica en  la planicie  costera  noroccidental  de  Nayarit” fueron localizados un total de 57 sitios arqueológicos de origen prehispánico, ubicados en la fértil llanura deltaica localizada entre los ríos Grande de Santiago y San Pedro Mezquital, la mayor parte de ellos asociados a tierras cultivables de alto rendimiento -donde era posible practicar agricultura intensiva de humedad- y a humedales costeros tropicales de agua dulce y salobre.

 

Lo anterior fue dado a conocer por el Arqlgo. Mauricio Garduño Ambriz, adscrito al Centro INAH Nayarit (INAH/CONACULTA) y responsable académico de dicho proyecto. La prospección sistemática de superficie en las tierras bajas noroccidentales permitió registrar 53 asentamientos de carácter habitacional, dos sitios con petrograbados y una covacha de uso ceremonial en el Cerro de Peñas, cuya orientación y configuración espacial es muy similar a la de la cueva de Tatéi Haramara, el santuario sagrado de los wixaritari (huicholes) contemporáneos, localizado en la costa del Pacífico del municipio de San Blas, arquetipo mítico vinculado con la creación del agua primordial y con la formación de las serpientes celestes que transportan las nubes de lluvia hacia los diversos rumbos de su geografía ritual. Además, en el Cerro El Tesorero fue localizado un extenso yacimiento de calcedonia, materia prima local que fue ampliamente utilizada a lo largo de toda la secuencia de ocupación por las poblaciones costeras Aztatlán del norte de Nayarit y sur de Sinaloa.

 
El especialista señaló que el paisaje en las tierras bajas ha sido severamente transformado en el transcurso de los últimos años -principalmente por la nivelación agrícola, por la introducción de diversas obras de infraestructura (caminos, canales de irrigación, etc.), por el desarrollo de la acuacultura en la zona estuarina y por el intenso saqueo y el vandalismo-, modificando irreversiblemente el trazo original de los asentamientos y por lo tanto la distribución de sus espacios, áreas de actividad y volúmenes constructivos.

 

Garduño apuntó que el saqueo y la recurrente nivelación agrícola mecanizada han provocado una severa remoción de los depósitos arqueológicos en la mayor parte de los sitios registrados, dejando al descubierto materiales representativos de diversas fases de ocupación tanto del Clásico como del Postclásico. Precisó además que la muestra cerámica recolectada en superficie en el transcurso de los trabajos de reconocimiento permitió documentar una larga secuencia de ocupación en la zona, desde el Formativo Terminal (complejo cultural Chinesco, 0-150/200 d.C.) hasta el Postclásico Medio (complejo cultural Aztatlán, 850/900-1350 d.C.).

 


“Nuestras observaciones preliminares de campo en relación al patrón de asentamiento regional sugieren que existió una densa población en las tierras bajas inundables durante el Epiclásico, distribuida alrededor de las principales capitales regionales Aztatlán del periodo Postclásico (Amapa, Coamiles, Las Ánimas y La Laguna) ubicadas en la costa central de Nayarit, lo que  posibilitó la cristalización y expansión económica y comercial de la cultura Aztatlán. De hecho, los complejos procesos de interacción y globalización cultural que caracterizaron a las sociedades del Postclásico Mesoamericano -que inclusive impactaron a los grupos de provincias culturales distantes, como el gran Suroeste Americano y la Gran Nicoya- no podrían ser comprendidos cabalmente sin considerar la activa participación que desempeñaron los grupos Aztatlán asentados en el septentrión costero mesoamericano en los principales procesos sociales, políticos y económicos regionales”, comentó el especialista.



Además, apuntó que en la zona nuclear costera Aztatlán tuvo lugar un notable desarrollo cultural ininterrumpido, de carácter progresivo. “Rasgos culturales que tradicionalmente se consideraban distintivos del complejo cultural Aztatlán del período Postclásico, como los enterramientos secundarios en urnas, aparecen de forma bastante recurrente en contextos funerarios de enterramiento durante el Epiclásico (fases Amapa y Baluarte, 500-800/850 d.C.) tanto en el norte de Nayarit como en el sur de Sinaloa, en sitios como La Presa y Chametla, en la cuenca inferior de los ríos Acaponeta y Baluarte. Por otro lado, importantes diseños de carácter simbólico -como la espiral triangular- que decoraban las vasijas de uso ritual del periodo Clásico fueron incorporados al repertorio iconográfico del Postclásico, apareciendo en las distintivas cenefas decorativas Aztatlán en las que comúnmente se representan tanto la banda celeste como elementos vinculados con el culto solar y el sacrificio ritual”.

 

El arqueólogo precisó que uno de los objetivos prioritarios del proyecto es el de construir mapas de riesgo en relación al eventual impacto que tendría la construcción de obras públicas y/o privadas, con la finalidad de definir estrategias concretas de protección de los monumentos arqueológicos espacialmente georeferenciados, jerarquizando zonas prioritarias de intervención sobre la base de riesgos potenciales de afectación, a corto, mediano y largo plazo.
En este sentido, el director del Centro INAH Nayarit, el Arq. Othón Yaroslav Quiroga García, apuntó que el desarrollo a largo plazo de este importante proyecto de investigación regional permitirá subsanar la actual escasez de información sobre los sitios arqueológicos localizados en las tierras bajas aluviales de uso agrícola y en la zona lagunar y estuarina noroccidental del estado, enriqueciendo significativamente la base de datos oficial existente.