Por:
José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
DE
CHILE: Me pregunta un amigo que, si en verdad no veo diferencias
entre la actual presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y su majestad en “supuesto” retiro, Andrés Manuel Líopez
Hablador y, debo ser sincero, sí hay una gran diferencia entre la primera mujer
presidenta de la nación y el último emperador mexica. Se percibe, más
organización, mayor administración y hasta notoria planeación, cosa que nunca
enseñó el oriundo de Macuspana, Tabasco.
En materia de seguridad, ya noto una estrategia, que viene dejando —si bien muy lentamente— algunos éxitos, como esa operación “Enjambre” donde se han capturado decenas de servidores públicos, incluyendo algunos alcaldes, que tienen fuertes lazos con el crimen organizado. Sin duda, Omar García Harfuch, quiere borrar aquella consigna de Líopez, de “abrazos, no balazos” lo cual fue una soberana idiotez y evidente complicidad que propició que el narco domine hoy mismo amplios territorios de la nación y un crecimiento terrible en el número de asesinatos que, en ese desastroso gobierno, dejó casi 200 mil muertos y unos 50 mil desaparecidos, muy probablemente asesinados también.
Hace unos días, Sheinbaum Pardo, lanzó su “Plan México”, que es uno de los proyectos de desarrollo económico más ambiciosos del país en los últimos años, justo a unos días del arribo al poder del racista y nuevo presidente de Estados Unidos, donald trump (siempre con minúsculas). Esta acción se diferencia por mucho contra las ocurrencias de su graciosa maje-stad Líopez. Si bien, según los expertos no es el mejor plan del mundo —ni siquiera de Dinamarca—, al menos denota otra actitud frente al ejercicio de gobernar. Hay que decirlo en descargo de la actual administración federal, que no existe gobierno perfecto.
Claudia nos enseña, que no pasa nada si su gobierno reconoce que algunas cosas no van bien, como recientemente hicieron con el tema de los medicamentos, cuando el subsecretario de salud Eduardo Clark, reconoció que faltan muchos fármacos, pero que para marzo se pondrán a mano, y casi pidió perdón a los padres de los niños con cáncer, muy diferente por supuesto a las mentiras y burlas de Andrés Manuel, que puso al mismo nivel, el caos en el sistema de salud mexicano con el de Dinamarca y hasta se atrevió —en una más de sus muchas locuras y ocurrencias— adquirir por muchos millones de devaluados bilimbiques un amplio almacén para “inventar” una inútil mega farmacia, lo que constituyó una bofetada a la sufrida población mexicana. Sin contar con la burla infame de llamar a los padres de esos sufridos niños, que eran golpistas. ¡Vaya tarugo!
Sí he notado, a las claras, que Claudia se convertirá en una mandataria más conciliadora, con mayor capacidad de diálogo con el empresariado nacional, y técnicamente capaz, mucho más que el ignaro tabasqueño. Aparentemente tiene una agenda de política pública que va más allá de concentrar el poder como era el objetivo primario de Líopez.
Pero no todo son buenas noticias, “la presidenta con A”, se resiste a independizarse de su creador y en sus discursos siempre aparece la figura de AMLO, a quien la presidenta se refiere como “el mejor presidente de México”. Heredó Claudia de su padre putativo ese mal que se llama “negación”, insiste como Líopez, que hay otros datos y se rehúsa a ver la realidad y hasta llega al colmo de aplaudir, proteger y solapar a inútiles y criminales como los gobernadores de Guerrero y Sinaloa, Evelyn Salgado y Rocha Moya respectivamente, ambos impresentables.
DE DULCE: Una de las ocurrencias más perjudiciales para la nación que nos dejó AMLO, fue la mentada y desorganizada reforma judicial, que con la mentira que el pueblo la pidió en las urnas, pretenden dar un golpe definitivo a uno de los poderes que la manoseada y multiviolada Constitución, marca como uno de los tres que tiene la Unión: el poder judicial, para concentrar todo el poderío, dominio y potestad en una sola persona; algo así como la divina trinidad: el hijo, el padre y el espíritu santo en una sola persona.
Se ha hecho tal mazacote por una iniciativa que no tiene ni pies ni cabeza que se presentan casos como el que les presento a continuación. Hay un joven abogado jalisciense de nombre Haggi de Jesús Tlahuisca Hernández, quien es licenciado en leyes, el cual al ver que cualquiera se podía inscribir en este proceso para ser juez o magistrado o ministro, tuvo la ocurrencia —bien podría militar en Morena— de presentar su propia participación ante el Comité de Evaluación, en este caso del Poder Legislativo, para así avanzar a la siguiente etapa del proceso de elección judicial.
Haggi de Jesús Tlahuisca Hernández
En esta parte del proceso era necesario y forzoso presentar una serie de documentos que lo acrediten como abogado, para así poder ser seleccionado y pasar a la siguiente fase. Haggi, como su único interés era ver qué podía pasar, no presentó ningún documento, absolutamente nada, solo se registró en una plataforma y se fue a dormir. Grande fue su sorpresa, cuando a los pocos días, se dio cuenta de que había sido seleccionado para la segunda etapa, a pesar de que no presentó ni la credencial del Club Quintito del Tío Gamboín, o la del Club de Tobi, vamos ni siquiera la credencial de elector para identificarse.
Esto nos comprueba lo que
muchos ya sabemos, que este procedimiento para elegir candidatos para puestos
tan importantes, no es más que una farsa con el insano objetivo cumplir el
capricho de un ser al que solo desea abrigar más poder y cumplir su venganza:
Andrés Manuel Líopez Hablador. Hay un desaseo total, es tan solo un “a´i se va y viva México cabrones”, que
al tiempo se va a manifestar como un grandísimo error que ya, desde ahora, le
está dando en toda la maraca al estado de derecho y a la democracia nacional.
DE MANTECA: El concepto de barrio en Acaponeta, va mucho más allá de la noción “del buen vecino” o del conglomerado social que rodea el hogar de cada habitante de una determinada calle o colonia. El concepto de barrio se amplía y se convierte en tratado cultural cuando cada uno de sus integrantes, con su propia ideología, estatus social, creencia religiosa, problemática existencial y posición económica obtiene significados del lugar en que habita o incluso en el área en que nació. Aparecen como hongos barrios como el “De la CH”, “El Charco Verde”, “El Mocoyoyo”, “El Ganadero”, “La Vuelta del Cu…”, “Las Colonias” y los ya tradicionales del Terrón Blanco, El Cerro de la Cruz, El Cerro de la Glorieta, Mazatlancito, El Centenario, etc.
Su servidor pertenece al
barrio del centro y ya voy a cumplir 17 años de ser vecino de la calle
Querétaro. Estoy convencido que, así como el inicio de años, muchos adquieren
compromisos consigo mismos, como bajar de peso, dejar de fumar, mudar de
partido político o cambiar de actitud, bien podemos hacer compromisos con
nuestro barrio: hacer caso a lo que la autoridad nos pide para el manejo de la
basura, plantar arbolitos, mantener la fachada de nuestras casas bien
pintaditas y limpias; si eres propietario de un monumento histórico, respetar
las leyes y reglamentos. Tener bien barridito el frente de nuestras viviendas y
mil cosas más que podemos hacer por “nuestra casa”, porque esos también son
nuestras casas, el barrio y la ciudad.
De visita por diversas
ciudades del país, he realizado detallados recorridos por sus centros históricos
y mucho gusto da ver tanto edificio colonial perfectamente rehabilitado y rescatado
para el entorno de esos espacios que les dan a esos lugares un aspecto de
ciudades cultas, pulcras y respetuosas de su patrimonio arquitectónico.
En Acaponeta las cosas —toda
proporción guardada— las cosas pudieran ser igual, pero hay varias condiciones
que no se cumplen: primero, la falta de voluntad municipal. Muchos de los
directores de obras y servicios públicos del ayuntamiento, por desidia,
ignorancia o simplemente mala actitud o voluntad, han menospreciado el rico
patrimonio que aún existe y han otorgado permisos a diestra y siniestra en pro
de la destrucción o modificación sin asesoría; o bien no han sabido aplicar los
reglamentos municipales e incluso las leyes federales sobre centros y monumentos
históricos.
En segundo lugar, el Instituto
Nacional de Antropología e Historia (INAH), no ha sabido llegar al corazón de
los propietarios de monumentos históricos, o a los vecinos del centro, pues
gusta de aplicar sanciones e imponer normas, pero no ofrecen créditos baratos,
verdaderas asesorías a la mano de los propietarios; elaboración de proyectos de
rescate y protección o el acceso a programas de mejora de los inmuebles
catalogados. Lo peor, es que ni siquiera tienen recursos económicos para que
sus arquitectos y peritos, hagan visitas cotidianas al municipio.
Otro punto negativo, es la propia sociedad acaponetense, que no ha alcanzado a ver el alcance que tiene un centro histórico bien cuidado y atractivo, que se convierte en un imán para el turismo y la elevación de la calidad de vida. Si queremos, y el Ayuntamiento actual lo quiere, podemos tener la categoría de Pueblo Mágico, pero se ocupa la participación, compromiso y buena actitud de esas tres instancias: autoridad municipal, INAH y ciudadanía.
Merece Acaponeta ser una
ciudad limpia, bella, pulcra y digna, y eso depende de nosotros. ¡Ánimo,
hagamos compromisos de año nuevo con nuestro barrio! … ¡Nos leemos hasta la
siguiente entrega, amables amigos!