Por: José Ricardo Morales y
Sánchez Hidalgo
Según la Real Academia
Española (RAE), "Grandeza"
se refiere a la cualidad de ser grande en poder; puede significar magnitud
física; majestad, gloria, esplendor, elevación moral, excelencia, nobleza, o
incluso, la dignidad de un Grande de España, así lo define la RAE. Así con ese título, el jefe máximo
—no de la revolución, como fue Plutarco Elías Calles— sino de la
transformación, que es Andrés Manuel López Obrador—, reapareció en la escena
nacional, el ayer presidente de esta desgraciada nación, y hoy, eminente
escritor e historiador —teórico se dice él— para dar un espaldarazo a una muy
ajada 4T que en ratos parece que se desmorona en manos de Claudia Sheinbaum Pardo.
El
machuchón de Macuspana presenta un largo video de 49 minutos, tiempo que nos
hicieron volver al horror de sus larguísimos sermones mañaneros, con su sonsonete y largas pausas como que se le va la idea o cayó en una laguna mental; donde asegura,
que le da mucha felicidad “platicar con
ustedes” —la neta no sé a quiénes incluye en ese “ustedes”, ¿a todos, o solo al pueblo sabio y bueno que todo le
cree? -, mientras a su alrededor deambulan pavorreales, gallos y gallinas, en
una imagen un tanto cuanto surrealista.
Comienza hablando con lo que ya desgraciadamente sabemos, que él dejó en la silla presidencial a “nuestra compañera, amiga, extraordinaria presidenta Claudia Sheinbaum”, para luego decir, sin ningún empacho, que está iniciando una nueva vida, que se retiró de la práctica política y agrega, con la ya para él fácil gracia de no morderse los belfos: “…no es una simulación, estoy jubilado”. Es cuando uno piensa, “de lo que no se ha retirado este Pinocho, es de decir mentiras como una máquina que escupe embutes”.
Habla de todo el ex mandatario: de “la Quinta la Chingada”, de su siempre recordada, por el pueblo de México, madrecita; de sus inicios como servidor público; menciona “al temible Nassar Haro” quien lo acusó de comunista —como para recordarnos que él presume ser de izquierda, sí, de esa "zurda" como ahora la nombran los "fachos", de Nicolás Maduro, de Evo Morales, de Gustavo Petro, de Daniel Ortega o del cubano Díaz-Canel—. Por supuesto, al jefe de Claudia no se le cae de la boca el sobado cuento de “primeros los pobres” y todo lo que hizo por ellos.
Casi me hace llorar cuando dice, saltando a la orilla de su asiento: “Siempre he sostenido que la felicidad se obtiene cuando uno trabaja, lucha, procura la felicidad del prójimo”. Y sí, si por prójimo entendemos a Adán Augusto, sus hijos encabezados por Andy y Bobby, y toda la runfla de compas-socios; Fernández "Lloroña", Sergio Gutiérrez y su “pioresnada” Dato Protegido, Rocha Moya, Arturo Ávila, Rocío Nahle, Hernán Bermúdez, el Almirante Ojeda, el ojitos de sapo pisado Mario Delgado, Gertz Manero, Arturo Zaldívar, los ministros del acordeón, principalmente el Benito Juárez de petatiux Hugo Aguilar y la ministra pirata Jazmín Esquivel, entre otros muchos que hoy gozan de mullida curul como senadores, diputados, o los no menos poderosos secretarios de estado, gobernadores y un puño y dos montones de embajadores premiados, entonces sí, estoy de acuerdo, luchó por el “prójimo”.
Por
supuesto, en esta "mañanera" improvisada, AMLO tiene que presumir el logro de los
millones que dizque sacó de la pobreza y extrae de la manga, como siempre
hizo, “otros datos”, no sin antes
rematar contra Porfirio Díaz y los neoliberales, que solo él entiende; y sin
que escupa un pedazo de lengua, insiste que “los otros” se dedicaron a saquear, arrimándole un fregadazo a
Salinas de Gortari, lo que casi nos hace olvidar a Segalmex, el huachicol
fiscal, la nula transparencia en sus obras que hoy minan el presupuesto
nacional: tren maya, Dos Bocas, AIFA, la farmaciotota, Mexicana de Aviación, la
suspensión de la obra del aeropuerto de Texcoco, el enriquecimiento muy
explicable de sus chilpayates y otras mañas que tienen al país vomitando sangre.
No
faltaba más, tunde a Felipe Calderón y se suelta ofreciendo datos que se saca
de la chistera, alegando que, durante su gobierno a los ricos no les fue mal,
pues incrementaron sus ingresos en un 4%, la clase media en un 20% y los pobres
en un alto 35%, y vuelve a decir que por eso es muy feliz. ¡Ternurita!
Por
supuesto AMLO, hace este larguísimo “infomercial”
para presentar su último libro “Grandeza”,
y aprovecha para lanzarnos la bocanada de que ahora, “jubilado” decidió dedicarse a la “teoría”, y remata: “…ahora no
estoy en la praxis, estoy en la teoría” y ¡Zas! lanza su libraco, que es
—aun sin leerlo lo sé, por lo que dice él, su propio autor— un compendio de enorme soberbia y
desbordado egocentrismo que viene a ser —sin contar el costo de miles, quizá
millones de ejemplares a cargo del erario— un verdadero insulto a la actual “prasadanta con A”, al pueblo de México
que no es “sabio y bueno” y los
verdaderos cronistas, historiadores e investigadores del México antiguo y a los
de hoy.
En
esta “desmañanada mañanera”, Líopez
Hablador, pega golpe al neoliberalismo y a “los
potentados”, abofeteando con el guante de una supuesta “transformación” que solo él y sus
entenados actualmente posicionados en puestos “donde hay”, entienden y defienden, aunque el país vaya directo al
carajo nadando en medio de un estercolero que López llama “humanismo mexicano”. Y, para justificarse lanza una más de sus
premisas irracionales: “quise trabajar
sobre la historia cultural de México, porque la historia que nos han contado
desde hace siglos, es una historia falsa, simulada”. Indica, ya en el colmo
del delirio, que debe desmontar y echar abajo la historia que inventaron los
invasores los llama él y se ha mantenido durante el dominio de las oligarquías.
Se me hace que allá en Palenque, Don Andrés Manuel desayuna peyote.
Es claro que el ex presidente de hace seis años y presidente de los siguientes seis, quiere justificar el título del libro “Grandeza”, para que creamos que ese adjetivo se lo aplica a la cultura mexicana; comienza hablando de los olmecas, salta a los mayas, a los mexicas y que no es más que un vocablo, el de Grandeza, que emplea para él mismo. AMLO se sabe grande, pero precisamente es la antítesis de la definición de la RAE que dimos al inicio de esta pieza, porque él hace mucho que no tiene la cualidad de ser grande en tamaño, se convirtió sumido en un mar de ocurrencias, mentiras y declaraciones alucinantes, en un enano de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Sí, sería lo único, tiene un enorme, gigantesco poder, al grado de colocar, a su antojo y libre albedrio a una muy manejable y sumisa persona o prestanombres para seguir, en una no muy velada presidencia, continuar gobernando con mano de dictador; AMLO carece de toda gloria, esplendor, elevación moral, excelencia, nobleza y mucho menos tiene la dignidad de un "Grande de México", sus acciones pasadas, las consecuencias de las mismas que hoy padecemos, su infinita soberbia, altanería y arrogancia, y —lo muestra a las claras en su texto, convertido en best seller por la mansedumbre oficialista actual y la lambisconería de los integrantes de los tres poderes de la unión, que Andrés tiene en su bolsillo—, la ignorancia, ya que, en su desvarío enajenante, llega al grado de expresar, sin ningún rubor, con aquella obsesión del “compló” para todo lo que él hace o piensa, que los conquistadores armaron una campaña para dejar en claro que los indígenas eran bárbaros, salvajes que hacían sacrificios de sangre, que arrancaban corazones y se los ofrecían a los dioses, y escupe sin sofoco ni turbación: “…todo es pura mentira y eso lo demuestro en mi libro, no hubo sacrificios; Cortés y los frailes crearon todo, Motolinia hizo la cartilla de las mentiras. Hubo una campaña de los conquistadores para justificar sus atrocidades”.
En el colmo de la soberbia y la arrogancia, tratar de cambiar la historia a su capricho y su perversa manía de ser el protagonista número uno de una nación de mentiritas, esplendorosa y exitosa, que bien pudiera llamarse Pejelandia y que solo existe en su retorcida mente, pero sigue: “Echaron a andar una propaganda negra hablando que los indígenas debían ser esclavos porque Aristóteles, 18 siglos antes propuso la teoría que hay quienes nacen para esclavos y otros para ser libres”.
Es tan pervertido y loco su dislate, que arremete contra los verdaderos historiadores a los que acusa: “…todos copiaron hasta la fecha, incluso profesionales de las ciencias sociales, arqueólogos, antropólogos, filósofos, historiadores, crearon una gran mentira…” Solo él es el chavo chido de la película chafa; iba a decir que, su ignorancia es tan estricta que abarca todos los puntos de la historia patria, pero no, no es ignorante; en su afán de ensartar la doctrina obradorista en la mente del “pueblo sabio y bueno”, sueña que su poder es tal que le da la posibilidad de convertirse en el gran cronista de los pasados nacionales y por ello, quiere hacernos creer un auténtica babosada: que a la llegada de los españoles, aquí, en este territorio que lejos estaba de llamarse México, “vivíamos” todos nosotros en la forma de mexicas o aztecas, en un paraíso tipo de la cuarta transformación y por eso expone: “…en el México prehispánico, no había codicia, ni esclavitud; la tierra era comunal, había mucha, pero mucha, mucha fraternidad, las familias eran solidarias, fraternas hasta la fecha…” Solo le faltó decir, que Moctezuma era caudillo de Morena.
En ese edén mexica, AMLO se sueña el hueytlatoani y llega al extremo de situarse en ese puesto y lugar al apuntar: “decían que ellos venían a civilizarnos”, “inventaron que éramos caníbales”, “a nosotros nos gustaba más el jade”, ¿éramos? ¿Nosotros? cómo sí él y todos juntos viviéramos en ese lugar de bonanza y felicidad. Que lo entienda López y los que todos le creen, ni México ni España existían como tal en aquella época. Como mexicanos no existíamos.
Alexander Solzhenitsin
La
verdad no entiendo cómo teniendo una esposa “doctora en historia” dice tanta barbaridad y enloquecidas
ocurrencias. El disidente soviético Alexander Solzhenitsin, dijo alguna vez: "Sabemos que nos mienten. Saben que nos
mienten. Saben que sabemos que nos mienten. Sabemos que saben que sabemos que
nos mienten. Y aun así, siguen mintiendo". Así es AMLO, continúa
falseando todo y derrochando el erario nacional como con la publicación de este
libro “Grandeza” donde hace el
autohomenaje a su persona y que ha saltado al mercado a un costo enorme que,
obviamente, él no puede pagar por que solo lleva 200 pesos en la billetera;
ofendiendo a Sheinbaum, a los historiadores, a la inteligencia del pueblo y a
los mexicanos que no comulgamos con sus temerarias ocurrencias, producto de un
enfermo de poder. ¿Qué sigue?