domingo, 22 de marzo de 2009

LA CIUDAD DE LA GENTE DORMIDA

Por: Juan José De Haro Reyna (r.i.p.)
QUINTA PARTE
Aparte del mercado y sólo por la mañana, el otro punto de reunión, a cualquier hora del día y de la noche era la estación del ferrocarril, así un día por la tarde nos fuimos para allá, era muy usual que la gente caminara sobre los durmientes de la vía del ferrocarril desde la estación hasta el puente sobre el río, también nosotros lo hicimos, al llegar al río doblamos sobre la calle Allende hasta llegar al mercado en donde en una de sus esquinas se encontraba sentado un hombre que gritaba: ¡Cañas! ¡Cañas y no varañas! El Palos se acercó y compró tres de las cañas más grandes mismas que partió en cinco partes iguales tocándonos tres porciones a cada quien, reiniciamos nuestra caminata rumbo a la plazuela, en una de las esquinas se cruzó una persona que gritaba ¡Ruido de uñas! Llevaba un candil y un canasto de cacahuates, lo pararon y Tranquilino compró tres litros del maní, antes de llegar a la plazuela, nos sentamos en una banca de un velorio y entre platica y platica dimos cuenta de cañas y cacahuates, sólo quedó basura. El velorio se fue quedando vacio, preguntando nos dijeron que el muerto era un chinito que había fallecido de causas naturales, pero como no le quedaba ni un pariente, sólo los vecinos habían venido a velarlo, llegó la hora de que el muerto se quedó sólo y el Palos y el Paco tuvieron la osadía de sacar el cuerpo de la caja y así, cargándolo brazo con brazo, lo llevaron a sentar a la plazuela, ahí sentaron al chinito en una banca, al parecer nadie lo extraño porque al cabo de tres días seguía el chinito sentado en el mismo lugar ahí en la plazuela. Así se las gastaban el Palos y el Paco. La palomilla me invitó a ir a Tuxpan, a la feria, me dijeron que el Camalichi conseguiría los caballos ya que el transporte motorizado era prácticamente inexistente, el día acordado partimos al medio día. Paco fue el encargado para conseguir las vituallas, buena dotación de Tequila, al obscurecer llegamos al rancho de El Resbalón, llegamos con una señora que previo pago nos dio de cenar y nos permitió pasar la noche en el corral de la casa, ahí en el corral había gallinas y gallos comunes y corrientes. Tranquilino nos dijo que compráramos uno de los gallos corrientes a la señora de la casa y que en el camino lo prepararíamos para presentarlo como si fuera un gallo fino y que amarráramos una pelea con el de la feria de Tuxpan, pero que apostáramos todos al gallo fino ya que el nuestro perdería pues no era de pelea y así ganaríamos dinero; así lo hicimos, se amarró la pelea pero grande fue nuestra sorpresa, ganó el gallo corriente al gallo fino, ya sin dinero no tuvimos más opción que regresarnos para Acaponeta.