domingo, 10 de marzo de 2024

DE CHILE, DE DULCE Y LA MANTECA


 


Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo

DE CHILE: En múltiples ocasiones, el presidente de la república, el excelentísimo Señor Don Andrés Manuel López Obrador, queriendo ocultar por razones electorales, la terrible realidad que padece el país, por ejemplo, en cuestión de seguridad, no solo disfraza lo que sucede, sino que lo niega o miente descaradamente al respecto, ya sin ningún pudor. Recientemente, criticado su gobierno por alguno de los asesinatos de candidatos a lo largo y ancho de la geografía nacional, López Obrador volvió a minimizar el problema —que es muy grave y existe— y, como siempre hace, se victimizó diciendo que es solo exageración de los medios de comunicación, perversos y chayoteros, así como una campaña de la derecha en contra de él y de la candidata morenista Claudia Sheinbaum, y por supuesto remató con otra mentira impertinente: “la gente está feliz y tranquila”. Al día siguiente, esa misma gente feliz y tranquila, le tumbó una puerta en palacio nacional.


A lo largo de ya casi seis años, AMLO nos ha mostrado que aprendió muy bien de mi tía Chimoltrufia, que expresaba que, así como decía una cosa, decía otra. En campaña —siempre en campaña, hasta la fecha— el mandatario de Macuspana prometió a los padres de los 43 normalistas justicia e integrar una comisión de la verdad para hallar el paradero de los jóvenes normalistas. 

Hoy, en su célebre perorata matutina los convirtió en enemigos y alega que los padres --ellos sí, victimas-- están manipulados y actúan de manera política, acusando a los abogados y algunos centros de ayuda de derechos humanos como los culpables y hasta ha prometido —dándoles largas— reunirse con ellos en unos 20 o más días, esperando, claro, se aburran y se larguen a su rancho.


         Sigue en picada la imagen de López Obrador y su dizque cuarta transformación, al grado de que la perversa, conservadora, fifí y neoliberal realidad, ya le tumbó una puerta del mismísimo palacio nacional, cosa que no se veía desde 1692, cuando una hambruna se desató en la entonces antigua ciudad de México, y el pueblo, desesperado, prendió fuego al palacio de los virreyes que moraban ahí, en la opulencia como YSQ. 


Ni en 1947 cuando la invasión norteamericana que tomó este inmueble e izó la bandera de las barras y las estrellas, sucedió tal daño. ¡Vamos! Ni en los cocolazos de 1968, los estudiantes atacaron el lujoso palacio. Alega AMLO que por qué a Peña Nieto no le hicieron esas cosas, y el historiador de petatiux, que es López, olvida que precisamente en 2014, los mismos protestantes del caso Ayotzinapa, le quemaron una puerta de palacio al “copetudo” personaje. Por lo pronto, el tabasqueño, nuevamente se victimizó y le echó la culpa al PRI y a los abogados de los padres de familia. Nada nuevo hay bajo el sol de la inexistente cuarta transformación.


DE DULCE: Te lo firmo y te lo cumplo” gritaba un joven y atractivo para las mujeres Enrique Peña Nieto durante la campaña por la gubernatura del Estado de México. Llevaba él un notario que daba fe ante los ciudadanos de sus promesas y compromisos hechos en esas largas jornadas. Hoy Xóchitl Gálvez, se pincha un dedo y “firma” con sangre alguna de sus promesas.

Prometer no empobrece, dar es lo que aniquila…dice en viejo refrán, pero hay otros proverbios populares que se ajustan a la campaña de la mujer hidalguense abajo en todas las encuestas que se realizan en el país, y que tienen que ver con la sangre, por ejemplo: “una gota de sangre, vale más que cien litros de amor” y quizá así piensa la Gálvez, queriendo impresionar al respetable, colocando una gota de su humor sanguíneo en una hoja de papel. ¡Chale! Dijera uno más avispado, ni que fuera Stephen King, el genial escritor quien tuvo la ocurrencia —casi cuatroteista— de firmar con su sangre libros. 5 mil personas llegaron con tres libros en los brazos cada una para esa locura, firmando en total 15 mil libros que materialmente lo llevaron al hospital. ¡Qué locura! Diría Pepe Morales: ¡Qué payasada!


A Xóchitl, “sangre, sudor y lágrimas” le esperan si quiere ganar esta elección y aunque le reconocemos su esfuerzo como persona y como mujer indígena, que según dice hasta gelatinas tuvo que vender para salir adelante y no como la Sheinbaum, que la tuvo más fácil; y a los ojos de la candidata de la alianza ¡Va por México! como aquel otro refrán que dice: “Al que no ha usado huarache, las correas le sacan sangre”; a sabiendas que la candidata de Morena responde más a la máxima: “El buen amigo debe ser como la sangre, que acude a la herida sin esperar que lo llamen” y ese amigo es AMLO. Ni hablar entonces, la Gálvez aprenderá que la política —como la letra— con sangre entra. Sin embargo, para mí, todo esto tiene algo de macabro y vampiresco o, peor, de sangronería y ocurrencia politiquera.


DE MANTECA: Eso de regalar lo que no es de ellos, es práctica común de los políticos totonacas. En sus campañas, los “suspirantes” a un puesto de elección popular, son capaces de vender su alma al chamuco con tal de llegar al poder, y en el camino ofrecen hasta las perlas de la virgen. Hay una pugna entre Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez. La primera quiere hacer creer al electorado que la hidalguense vendrá a quitar las pensiones a los adultos mayores, mientras que esta, alega que nadie puede hacer eso y hasta firma con sangre que ella no lo hará, incluso ofrece bajar la oferta a los adultos mayores que hayan cumplido los 60 años y no los 65. Eso es un puño y dos montones de gente.

Hay otros más atrevidos o más inconscientes, como la candidata de Morena a la jefatura de gobierno de la CDMX, Clara Brugada, quien se baja aún más y ofrece el apoyo a adultos de 57 años. ¡Vive Dios! ¿Y de dónde saldrá la lana para tantísima raza?

Pior” la propone el PRI, quien en un arranque de “generosidad”, quiere regalarles 120 mil pesos a todos los jóvenes en tres momentos de su vida: 40 mil varos cuando cumplan 19 años, otros 40 mil del águila a los 21 y rematar a los 25 con el resto, otros 40 mil chuchulucos para que “comiencen a volar”.

¡Qué locura! Como el dinero no es suyo, fácil es repartirlo, pero en la realidad eso quiebra las finanzas del más rico, repartiendo a diestra y siniestra recursos del erario, sacrificando inevitablemente los servicios públicos para cumplir sus promesas, más que pensadas, demagógicas. O quién sabe, en realidad se trata de un pingüe negocio y ya hasta se habla de 600 mil viejitos que no existen o están muertos, pero cobran esa cantidad que, dicen muchos, regala AMLO ¡Lo bueno que México es un país rico, tan rico que la trinche clase política nacional no se la ha podido acabar! ¡Salud y hasta la próxima!