domingo, 11 de marzo de 2012

DE CHILE, DE DULCE Y DE MANTECA

Un verdadero hijo de su...sana

Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo

En un país como México todo puede pasar, hasta que un criminal, asesino serial, violador brutal, desadaptado social e hijo de la chingüenta, sea atrapado luego de siete indignantes asesinatos y que, en lugar de ser recluido en la celda más oscura y protegida del planeta, lo pongan en una simple oficina bajo "resguardo" de tres simpáticos cuicos, que por su "ardua" jornada de trabajo (no siempre se atrapa un maldito asesino serial, sabe Usted), se quedaron jetones y dejaron que el violador, al que --otra vez, solo en este país--  apodan "el coqueto", escapara de la manera más ridicula, ya que el sueño de los justos (los policías pues) era tan profundo, que el matón pudo quitarse las esposas de manos y pies, jalar los cables del teléfono, abrir la ventana y tratar de fugarse, cosa que logró, no sin antes rompérsele los cables y darse soberano ranazo desde un tercer piso (justicia divina, la única que nos queda a los tristes mortales),