Por Anuar Abud
Pocas personas visitan en lugar a donde va a parar la basura que generamos los habitantes de Acaponeta, el tiradero municipal, mejor conocido como “el basurón” al ser éste del tipo conocido como “de cielo abierto” la basura se acumula en el mejor de los casos y en el peor se quema tal cual con el consiguiente impacto negativo contra el medio ambiente, éste tipo de tiraderos son cosa del pasado, en la actualidad existen opciones ecológicamente viables para disponer de la basura, el nuestro, al que con cariño le llamamos el basurón, además de la contaminación del aire que genera, también contamina los mantos freáticos del subsuelo a no tener forma alguna de confinación los desechos que ahí se vierten. Como podrá usted imaginar, el fétido olor del lugar es indescriptible, no obstante el nauseabundo olor, cerca de una docena de individuos, entre hombres y mujeres, pulula entre la basura, escarmenando, hurgando aquí y “pepenando” allá en busca de, al decir de ellos, vidrio, fierro, plástico, baterías, cartón y comida podrida. Para que quieren todo esto, -les inquirió nuestro reportero. “Nomás no nos tome fotos señor, porque no nos hemos bañado” dijo uno y al escucharlo, todos los demás rieron ante la ocurrencia de su compañero. Me explicaron los “pepenadores” que, según su decir, “tenemos permiso para estar aquí, esta chamba” nos las dio la del DIF” Agregando otro de ellos que “todo lo que se saca por la venta de lo que se recupera de la basura se le entrega a ella, creo que es para el DIF” Para ese momento nuestro reportero no pudo soportar más respirar los fétidos efluvios que emanaban de una de las bolsas que cargaba un pepenador y antes de retirarse le preguntó al individuo ¿Qué llevas ahí? “Son charalitos secos que nos encontramos entre la basura” contestó. “Con esto nos pagan, nos dejan agarrar lo que sea de comida que encontremos, pero no vaya a creer que es pa uno, la vendemos a los que crían cochis allá por el centenario” Saque usted sus propias conclusiones, esto huele mal.