Por:
José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
En alguna ocasión comenté
que en una plática entre amigos mexicanos se hallaba presente un argentino; los
nacidos en la tierra del nopal y la tuna, parecía que estaban enfrascados en un
debate para ver quien hablaba más mal de México: que si el presidente y los
políticos tenían arruinado a la nación; que si la flojera e ignorancia que nos
caracteriza nos hace del tercer mundo; que si Virgen de Guadalupe nos había
abandonado por ser todos elementos gachos; que si Aguirre, en ese entonces
seleccionador nacional y su triste equipo eran una vergüenza, que si la mujer
más horrible del mundo, era la causante de la pésima educación que sufrimos
todos; que si el crimen organizado, que si Carlos Salinas de Gortari, que si el
Peje, que si los panistas, que si los priistas, que si patatí, que si patatá.
Al final todos coincidieron que México era un desastre, nadie, repito todos
mexicanos, se tocó el corazón para dar una cal entre tantas de arena.