La verdad es que ni en esa prehistoria de los gobiernos posrevolucionarios los presidentes pusieron a sus hermanos de gobernadores. Porque en esos casos en que hubo gobernadores hermanos de presidentes lo cierto es que su designación no coincidió con los períodos presidenciales de sus consanguíneos.
Así, Dámaso fue primero gobernador de 1929 a 1930, interino de su hermano Lázaro, que lo dejó un año encargado de la silla estatal mientras el futuro presidente iba al DF a desempeñar cargos políticos, lo que aproximaría más a los hermanos Cárdenas de entonces con los actuales hermanos Moreira de Coahuila.
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Dámaso Cárdenas del Río |
Luego Lázaro fue presidente de la república de 1934 a 1940, y Dámaso volvió a ser gobernador, pero 10 años después, de 1950 a 1956, en una época en la que al presidente Alemán y, sobre todo, a Ruiz Cortines, les dio por poner como gobernadores a familiares de revolucionarios de renombre, lo que hoy sería la marca (“revolucionaria”) a vender: un Obregón en Sonora, un Madero en Coahuila y, entre otros, este Cárdenas en Michoacán. En 1980 el presidente López Portillo repetiría el marketing, al hacer gobernador a un tercer Cárdenas: Cuauhtémoc.
Candidata del Presidente
Maximino Ávila Camacho, a su vez, fue ungido gobernador de Puebla en 1937 durante la presidencia de Cárdenas, mucho antes de que éste decidiera designar como sucesor en la presidencia a Manuel Ávila Camacho, quien tomó posesión en 1940. Y, eso sí, en 1941 Manuel hizo a Maximino secretario de Comunicaciones.
Claro, estamos hablando del viejo y arcaico sistema político mexicano. Y la verdad es que, más allá de las historias construidas dentro y fuera de la familia Calderón sobre la intervención o no del actual presidente en la decisión que hizo candidata a su hermana “Cocoa”, lo cierto es que no hay paralelismo posible con las decisiones que hicieron gobernadores a Dámaso y Maximino.
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Lázaro Cárdenas del Río |
Quizá la diferencia central radica en que a Luisa María nada le puede asegurar que llegará a gobernadora, y menos que nada, el aval presidencial de su hermano. Pero, terrible paradoja, de todas maneras será vista como la candidata del presidente, por lo que Calderón perderá tanto con la eventual derrota de su hermana —sería visto como el principal derrotado— como con una eventual victoria, porque este triunfo sería visto como expresión de nepotismo de un gobernante arcaico.
En la hermandad de Hugo Chávez
Incluso, al ser percibidos desde hoy en los medios en la tradición de los Dámasos y los Maximinos, los carnales Calderón, dicho en homenaje al estilo popular de la candidata, se ven incongruentes con la tradición familiar de su padre, Luis Calderón Vega, fundador del PAN, precisamente entre los periodos de Cárdenas y Ávila Camacho. Ya León García Soler recordó en “La Jornada”, a propósito de la candidatura de “Cocoa”, el feroz manifiesto de don Luis contra la candidatura de Dámaso en 1950, vinculándolo con su hermano Lázaro, pese a que había dejado la presidencia 10 años atrás.
Ya en esta época de competencia electoral fue gobernador de Michoacán un cuarto Cárdenas, Lázaro, con su padre (Cuauhtémoc) fuera del gobierno, pero con su abuelo (Lázaro) en los altares revolucionarios mexicanos.
No es el caso de Luisa María Calderón, quien, si llegara a gobernadora, haría de su hermano el único presidente latinoamericano que a estas alturas del siglo XXI tiene a un hermano gobernador, aparte, claro, del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, con su carnal Adán, el gobernador de Barinas, quien habla de conservar el poder en la familia, así sea con las armas.