martes, 14 de febrero de 2023

DE CHILE, DE DULCE Y DE MANTECA


Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo 

DE CHILE: Nunca lo he negado y no lo haré ahora, su servidor votó por Andrés Manuel López Obrador, porque sentí que era ya necesario y muy urgente cambiar lo que ya era una descarada corrupción en el país, es decir, un giro de 180 grados. 

Era el tabasqueño quien, en ese momento así lo creí, era la mejor opción para evitar la continuación del saqueo nacional, ya que, a mi juicio, a Meade, el candidato del PRI, solo le encasquetaron el disfraz de “ciudadano independiente” y lo lanzaron al ruedo, pero era de la misma calaña que Alí Babá Peña; Anaya, ya lo sabemos, tiene una larguísima cola que le pisen. La mujer del Calderón, era solamente una burla y no se diga el “mocha manos” Jaime Rodríguez el tal “Bronco” que hoy duerme tras las rejas. 



Por eso me fui por AMLO a pesar de que me generaba muchas dudas, pues de ninguna manera me pareció que se suspendiera la obra del aeropuerto de Texcoco, ya muy avanzada puesto que no es posible que en este remedo de nación se sigan dilapidando el erario como si el dinero creciera en macetas, amén de los muchos programas sociales que prometía a diestra y siniestra sin mencionar montos precisos y el origen de los dineros. 

Pienso que la expectativa la puso AMLO muy alta, ni más ni menos la CUARTA TRANSFORMACIÓN, para enderezar al país. Y digo alta, porque las otras tres transformaciones de México fueron: primero la independencia, donde nadie puede dudar que hubo un giro de 180 grados, ya que se pasó del México de la colonia española al México, ahora sí con ese nombre ya propio, independiente. Sin nada, pero libre del yugo europeo. 

AGUSTÍN DE ITURBIDE
La segunda transformación se da en un siglo XIX muy complicado, ya que entre 1801 y 1900, nuestra patria, aparte de sufrir el movimiento de independencia y su inicio como nueva nación, con las grandes dificultades que esto implica, se dan también dos imperios fallidos, uno con Agustín de Iturbide y el otro con Maximiliano de Habsburgo; asimismo nos invadieron los gringos y los franceses; se perdió más de la mitad del territorio nacional; se padeció el gobierno de Antonio López de Santa Anna y una sangrienta guerra civil entre liberales y conservadores, en medio de una estado quebrado económicamente y presionado por sus acreedores: franceses, ingleses y españoles; eso sin contar con el intento hispano de reconquistar México en 1829. La restauración de la república entonces, dio también un giro total, o sea, el viraje de 180 grados. 

Viene entonces la tercera transformación, luego de la engañosa calma chicha porfiriana que presagia la tormenta, se vino la revolución mexicana. El vocablo “revolución”, etimológicamente viene del latín “revolutio” que significa acción y efecto de provocar un cambio radical o bien, dar vuelta de un lado a otro…nuevamente, un giro de 180 grados. 

Esto nos lleva a una fallida cuarta transformación, que a diferencia de las otras tres, de ninguna manera ha girado esos deseados 180 grados, se pasó de tueste y completó los 360 grados, volvió al mismo punto de partida. Lo que iba, no se ha regresado, no giró ni ofreció un cambio sustancial. En ratos hasta se siente que vamos en reversa o que Morena y sus afiliados, comenzando por el presidente cada día se parecen más al viejo PRI o que repite, a pesar de los mil discursos del jefe del ejecutivo, las mañas de la “docena trágica” del PAN. 



Todo anda por los suelos: la economía no solo no levanta sino que cae más profundamente, la inflación ronda el 8%; la inseguridad, esa que se iba a acabar en 15 minutos ya llegó en este sexenio a 139 mil 906 asesinatos dolosos; tan solo en lo que va del año superamos ya los 2500 muertos. Con el respeto para todos mis amigos morenistas no veo la cuarta transformación, si acaso una transformación de cuarta. 



DE DULCE: Un verdadero robo en despoblado fue el desproporcionado aumento de las casetas de peaje de la dizque “autopista” que comunica Tepic la capital de Nayarit con nuestro amado pueblito de Acaponeta. “Solo fue de 30%” el mandarriazo que nos acomodó la empresa Carso, del pobretón Carlos Slim, acomodándose como una de las carreteras más caras del país y, lo peor, de las más peligrosas, ya que solo cuenta con dos carriles con anchos acotamientos y que en nada se parece a las verdaderas autopistas de por lo menos, cuatro carriles, en muchos estados de la nación. 

Lo que más coraje me da, es que estos desmedidos y criminales aumentos se dan con la complicidad de las autoridades federales y estatales que lo permiten, ya que la mencionada empresa del dueño de Telmex, aumenta muy seguido las trinches tarifas, y nadie, ni la Secretaría de Comunicaciones y Transportes federal, ni el gobierno del estado, ni los diputados locales, y menos las municipales dicen “esta boca es mía”. Al momento de escribir estas letras desconozco el costo exacto de los nuevos precios, pero calculo alrededor de 1250 pesos viaje redondo, lo que daría un aproximado de casi cinco pesos por kilómetro, es decir, un golpe demoledor a la economía de las familias nayaritas que tenemos la necesidad de trasladarnos a Tepic a atender asuntos familiares, de estudios, citas médicas, de compras o a trámites oficiales de todo tipo o simplemente de paso hacia las entidades del sur. 

Esto es algo que no debemos permitir y tenemos que exigir a las autoridades que hagan un minucioso estudio al respecto para determinar si es correcto y hasta ético este perverso atraco. Desde esta tribuna solicito al gobernador del estado, Dr. Miguel Ángel Navarro Quintero, a los diputados locales, Francisco Piña Herrera y al amigo Luis Enrique Miramontes Vázquez; incluyendo al presidente municipal Manuel Salcedo Osuna, intervengan en este abuso y muevan los hilos que se ocupen mover para detener algo que es una ofensa para miles de usuarios; hay que agregar que al subir los peajes en esta carreterucha aumentarán asimismo los precios de todo tipo de productos, lo que será yesca maravillosa para la inflación. 

DE MANTECA: Ya lo he mencionado varias veces, hay en la historia nacional mexicana, casos en verdad extraordinarios y de un surrealismo que ya lo hubieran querido André Breton para ampliar su filosofía, Dalí para sus pinturas o Buñuel para sus películas. 



La vida de Francisco Villa, el genial revolucionario mexicano es digna de todo tipo de comentarios, y por eso se han hecho innumerables filmes, corridos, marcas de artículos, infinidad de libros y documentales alrededor de su azarosa vida. Él, Pancho Villa, murió, como casi todos los caudillos de la revolución, asesinado. Fue en Parral, Chihuahua en 1923. Ya sepultado, precisamente en un cementerio de ese lugar, unos dos o tres años después, alguien, no sabe quién, porque alrededor de la figura del guerrillero duranguense se tejen toda clase de leyendas y mitos en las cuales se diluye la realidad, ordenó se cortara la cabeza de Villa. 


Hay quien dice que fueron Obregón o Calles los que decidieron ese macabro hecho; otros que fue un gringo coleccionista y hasta los que alegan que fue el museo Smithsoniano a quienes les interesaba investigar la cabeza del genial guerrillero. Se dice que se exhibía en un circo y que hasta un grupo de estudiantes de Yale, lo tenían en su fraternidad. El caso es que se la llevaron y, hoy casi un siglo después no apareció. Se sabe quiénes fueron los que la robaron y contaron ellos mismos la odisea que pasaron para llegar hasta la tumba y cercenar la cabeza. ¿Dónde está el cráneo? Sigue siendo un misterio.

 Pero esta historia tétrica y siniestra no termina ahí. En el año de 1976, el presidente Luis Echeverría Álvarez, de infausta memoria, emite un decreto presidencial para llevar los restos descabezados de Villa, al monumento de la revolución y depositarlos en alguna de las columnas del recinto junto con otros caudillos de la gesta. Un grupo de militares y un notario públicos se trasladaron al panteón de Parral, para exhumar los restos de Pancho, y desde un primer momento se dieron cuenta de que algo estaba mal, puesto que el ataúd no parecía ser el original. Los restos los examinó un médico quien declaró que el hueso sacro era de mujer. 

Después de este desaguisado, se supo que una de las esposas de Villa —una de tantas, porque se casó con muchas— la Sra. Austreberta Rentería, en forma secreta sacó los restos de su marido y los trasladó a otra tumba, a unos 120 metros del lugar original. A la muerte de la mujer, la sepultaron ahí junto a su esposo. Entonces ¿de quién eran los restos del general de la División del Norte? Todo indica, que al quedar sola la tumba número 632 del panteón de Parral donde había inhumado a Villa, fue ocupada por una mujer que llegó en tren a la ciudad. Ella iba enferma de cáncer con rumbo a Estados Unidos, pero en el ferrocarril se puso tan grave que tuvieron que bajarla en Parral donde finalmente murió y fue enterrada en la sepultura de Pancho Villa. Lo gracioso —si es que todo esto tiene gracia— es que esos “restos femeninos” del caudillo revolucionario descansan en el monumento de la revolución. Increíble. Espero sus comentarios, sugerencias y datos interesantes al correo: jori.mosahi@gmail.com