Por:
José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
DE CHILE: Pensaba, “el inocente de yo”, que, viviendo en una cuarta transformación, nunca más oiría mentiras de parte de nuestros gobernantes; que se acababa, de una vez y para siempre el tradicional y nada nutritivo “atole con el dedo”. Esas cosas: las falacias, enredos, trastupijes y embustes eran lo que habían sostenido al PRI durante más de 70 años, más la “docena trágica” del panismo.
Era descarada la forma en que los presidentes del Revolucionario Institucional trataban al pueblo con sofismas que solo ellos entendían en su lenguaje perverso, engolado y falsario. Por eso muchos votamos por AMLO, para ya no tener que soportar aquellas inanes disquisiciones del loco mesías Luis Echeverría Álvarez, o los llantos de gran farsa de José López Portillo, defendiendo el peso como perro, pero que se convirtió de la noche a la mañana, en uno de los hombres más ricos de México.
Voté a favor del macuspano para no escuchar enormes idioteces como las que salían y siguen brotando de los belfos del mariguas con botas Vicente Fox, este del PAN, que ya en el poder se transformó en PRIAN; o por aquellos larguísimos informes presidenciales que decían mucho pero no ofrecían nada. Voté para que no se repitieran los discursos demagógicos de la “Solidaridad” de Salinas de Gortari.
En una cuarta transformación, eso no volvería a suceder. ¡Qué equivocado estaba! El pasado autoelogio —que no informe— del presidente Andrés Manuel López Obrador, celebrando el primero de julio un año más de su apoteósico triunfo en las urnas del 2018, nos regresó al pasado, fue un largo aplauso que a sí mismo se regaló el tabasqueño, mostrándonos un México que solo existe en su desbordada imaginación. Una nación en bonanza y, a sus ojos, siempre en jauja, donde todo lo bueno se da, y lo malo…eso no existe en su gobierno, lo que está mal hay que achacárselo a los malditos conservadores, neoliberales, fifís, corruptos y traidores a la patria del pasado.
En México, nada está mal, nada falla, todo es hacia arriba y adelante dijera aquel locuaz mandatario de triste memoria. Si en Salinas fue “Solidaridad” y así nos fue, hoy el remoquete es “Bienestar” y ya la hallamos hasta en la sopa, y así nos pinta el negro futuro “quesque transformador”. En AMLOlandia, país del bienestar y la abundancia, nada falta, los pobres ya no lo son más, el país se encuentra inmerso en boyante y bendito crecimiento económico; la seguridad magnífica digno de un país en completa paz; el sistema de salud, ni siquiera como el de Dinamarca, sino aún mejor, dijo sin rubor mi presidentito.
México, según Andrés Manuel, es la nación que respeta hasta la ignominia el
estado de derecho y el respeto absoluto a la constitución…todo en medio de la
unidad nacional siendo él, el dueño de palacio nacional, el eje central de una
maquinaria perfecta. Soy —y sé que no solo yo— de los que odian escuchar
mentiras, cuando ya sabemos la verdad. Qué lo entienda el presidente, no todos
somos “pueblo sabio y bueno”, algunos sí pensamos y vemos que todo podrido…como
en Dinamarca.
CLARA BRUGADA
DE
DULCE: Otro vergonzoso caso es el de la dilecta Clara Brugada,
alcaldesa morenista de Iztapalapa en la CDMX quien pretende convertirse en la
siguiente jefa de gobierno de la capital del país. A ella, la escuché en una
entrevista con los periodistas de Milenio, quienes le cuestionaron sobre la
terrible inseguridad que hay en esa ex delegación del extinto Distrito Federal
y cuál era su percepción al respecto y ella muy digna, echando el pecho pa’ lante,
siguiendo a su maestro López Obrador, expresó sin rubor ni sofoco: “…la percepción es una encuesta, y sí, hay
una situación real de percepción relativa (¡Anda canijo, ya te entendimos!
¡Cuánto seso!). Pero si nos vamos a los
números reales de denuncias…¡Te voy a dar un dato tremendo! (¡Qué enjundia
y desvergüenza para decir eso!) Sumando todos
los delitos de alto y bajo impacto; y si nos vamos a una medición como debe
ser, por cada 100 mil habitantes, porque no podemos comparar Iztapalapa con
Cuajimalpa o Benito Juárez, que cabe cinco veces en Iztapalapa. Por cada 100
mil habitantes Iztapalapa está en último lugar de incidencia delictiva…”
(¡Zas! Ni los maestros de Harry Potter superarían esa magia).
Y mientras ella, daba esos alegres datos, alguien seguramente era asaltado en la calle, en el taxi colectivo, a las afueras del metro, en los cajeros y hasta alguna infeliz mujer era violada, todo, en Iztapalapa. El mundo donde viven los de Morena, en nada se parece a este, el tercer planeta después del sol. No es aceptable que, los primeros que deben respetar las leyes, hacerlas valer y velar por ellas, no lo hacen, me refiero a los gobernantes en funciones y por supuesto, sobre todo, a los que buscan la embrujada silla del águila. ¿Acaso no dijo AMLO al ponerse la banda presidencial?: “Honorable congreso, pueblo de México, protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y las leyes que de ella emanen y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de presidente de la república que el pueblo me ha conferido de manera democrática, mirando en todo, por el bien y la prosperidad de la unión. Y si así no lo hiciere que la nación me lo demande”.
Aquí comenzó a caer por su propio peso la mal llamada cuarta transformación, que nada cambió, sino que agarró más fuerza para seguir siendo lo mismo de siempre, ahora más refinado y tirado a la dictadura. Lo que despreciamos algunos mexicanos que sumamos muchos y que, gracias a Dios, no somos “pueblo sabio y bueno”, sino seres pensantes que señalamos lo que está mal, porque AMLO lo dijo: “que la nación me lo demande”.
Todo fue
al revés, no solo no guarda y hace guardar la constitución, por el contrario,
de manera necia, caprichosa e inepta, intenta una y otra vez, violar a su
conveniencia y placer la carta magna de este remedo de nación. “No me vengan con que las leyes son las
leyes”, será el lema con el que pasará al basurero de la historia. El bien
y prosperidad de la unión es una farsa, hoy hay más pobres, una crisis
económica que devasta la, para él, odiada clase media a la que, en su infinita
ignorancia llama “aspiracionista” como si eso fuera criminal. Aunque niega la
terrible violencia e inseguridad en todos los rincones de la patria, el obtuso
habitante del palacio de los virreyes, encerrado en su opaca burbuja, evita
hablar de los más de 80 muertos diarios en México a causa del crimen organizado
y si alguien dice algo al respecto, periodistas o pueblo que no es sabio ni bueno, el señor presidente nos
pone del lado de sus “adversarios”, de los traidores a la patria y nos llena de
adjetivos que repetirlos es hacerle el juego a una persona que, como mi tío
Lolo, se hace tarugo solo.
DE MANTECA: Interesante conversatorio en el marco del Día del Árbol en México, organizamos los integrantes de la Junta Vecinal de Acaponeta A.C. y del Grupo Ecologista de Acaponeta, en la Casa de la Cultura, donde invitamos a participar a personas que mucho han hecho en favor de la ecología de nuestro Acaponeta y la región.
Es increíble que, a estas alturas del partido, en un mundo inmerso en un devastador calentamiento global sigamos viendo bajar de Huajicori enormes camiones llevando gigantescos árboles que van dejando la zona serrana más pelona que la calaca tilica y flaca que nos llevará más pronto que lejos al inframundo si continuamos destruyendo a la única —ÚNICA— casa que tenemos, esta canica azul, el tercer planeta después del sol. Comenté en esa instructiva charla, que los médicos cuando ven que alguna enfermedad crónica o aguda o dolencia, ya no tiene mucha esperanza por su avance en el organismo, llaman a esa situación “punto de no retorno”, es decir, ya es demasiado tarde para curar ese mal. Nuestro planeta está, irremediablemente, llegando a esa situación.
Cuando su servidor estaba en la primaria, aprendió que los habitantes de la Tierra, éramos 7 mil millones de personas. 50 o 55 años después, o sea, tan solo un suspiro en la medida del tiempo en este planeta ya somos 8 mil millones de changos sin pelo, y, lo peor, en tan solo 19 o 20 años habrá la astronómica cifra de 9 mil millones de terrícolas y todos comerán, beberán, ocuparán trabajo, servicios de salud, de agua potable, drenaje y por supuesto, los campos agrícolas, acabarán con los pocos bosques y selvas que nos quedan. El problema es el volumen en una sociedad poco educada y inconsciente del desastre ecológico. La educación sobre el tema es fundamental en los niños y jóvenes, quienes habrán de vivir en un mundo desquiciado.
Aprender que cualquier cosa que hagamos por mínima que sea, es ayuda para el medio ambiente. Quizá no tengas tiempo ni ánimo de ir a plantar árboles, salir a los caminos vecinales o carreteras a recolectar basura y mucho menos boicotear los barcos balleneros como hacen los de Greenpeace o asistir a manifestaciones a favor de la ecología; pero si podemos sacar la basura cuando pase el camión recolector, o apagar ese foco del baño cuando sales de ahí, o reparar la fuga de agua de alguna válvula casera.
Ahí en el conversatorio, nuestro querido amigo el profesor Marco Antonio Chávez, contó una sensacional fabulilla que nos ilustra al respecto. Cuenta que el bosque estaba en llamas (cosa muy común en nuestros días), hectáreas y hectáreas devastadas por el fuego. Todos los animales silvestres corrían espantados sin saber qué hacer ni donde refugiarse, solo el colibrí, esa minúscula ave volaba al lago y con su delgado piquito recogía unas gotas de agua, misma que volando dejaba caer sobre el infierno que se había desatado. El resto de los animales le decían: “colibrí, estás loco, cómo piensas apagar ese incendio con tan solo unas gotas de agua”, a lo que el pajarillo respondió: “solo hago lo que me toca”. Así como el colibrí debemos ser todos, ante el caos del medio ambiente, solo hagamos lo que nos toca, por mínimo que sea, para evitar llegar al punto de no retorno.