ENTREVISTA REALIZADA POR:
Arqlgo. Mauricio
Garduño Ambriz
Sección de
Arqueología/Centro INAH Nayarit
Los principales yacimientos de este mineral no
metálico en el estado de Nayarit se localizan hacia el oriente de la población
actual de Yago, en el sistema de lomeríos que topográficamente marcan la
transición entre la planicie aluvial y el piedemonte de la sierra. A la
caolinita se le considera una roca blanda, es decir, con un índice
relativamente bajo de dureza -de 2 a 2.5 en la escala de Mohs- y una textura
terrosa suave, lo que le confiere propiedades físicas adecuadas para su
transformación en objetos útiles por medio de la aplicación de técnicas
combinadas de percusión y desgaste por abrasión.
Evidencias del procesamiento local
por parte de las poblaciones costeras Aztatlán para transformar y procesar esta
materia prima han sido encontradas principalmente en el sitio arqueológico de
Amapa, en depósitos culturales ubicados cronológicamente en el Postclásico
Temprano y Medio (900-1350 d.C.), donde ha sido posible documentar la
existencia de talleres artesanales especializados donde se llevaba a cabo la
manufactura de diversos objetos, destacando una gran variedad de cuentas y
pendientes, vasos trípodes sencillos o decorados con efigies antropomorfas o
zoomorfas, así como malacates lisos o adornados con elaborados diseños de
carácter simbólico.
La información arqueológica
disponible actualmente nos sugiere que estos objetos eran producidos no
solamente para el consumo de la población local, sino que eran importantes
objetos de comercio, integrándose a las complejas redes de intercambio
comercial que establecieron las poblaciones Aztatlán a lo largo de toda la
costa del Pacífico noroccidental. Desafortunadamente, los profundos cambios
económicos, políticos y sociales que conllevó la empresa de conquista y colonización
de estas provincias durante la segunda mitad del siglo XVI por parte de las
huestes hispánicas y sus aliados provocaron la abrupta e irreversible
disgregación de las poblaciones costeras Aztatlán.
De esta manera, tanto sus formas de
organización y cooperación comunitaria como sus principales actividades
económicas -incluyendo el trabajo artesanal especializado relacionado con la
industria lapidaria y con la metalurgia del cobre y del bronce- cayeron
progresivamente en desuso, dando lugar a la adopción de nuevas tecnologías y al
consumo gradual de herramientas manufacturadas con nuevos materiales, como el
hierro.
Más de once siglos después, el Sr.
Julio López Escobedo, es el único artesano que en la actualidad sigue
trabajando rocas como la caolinita aplicando técnicas tradicionales de trabajo
basadas en el desgaste, el pulido y el bruñido, tratando de replicar las técnicas
lapidarias prehispánicas.
Según fue posible documentar durante
las excavaciones arqueológicas pioneras que fueron llevadas a cabo en 1959 por
la Universidad de California/Los Angeles (UCLA) en el asentamiento prehispánico
de Amapa, dentro de las herramientas de trabajo vinculadas con el trabajo
artesanal de objetos de madera y piedra que fueron localizadas en contextos
arqueológicos se encontraban láminas delgadas, buriles y perforadores
puntiformes manufacturados en rocas como la obsidiana, la calcedonia o la
cuarcita, que muy probablemente eran utilizadas para cumplir funciones de corte
por desgaste, tanto lineal como rotatorio, utilizando herramientas similares a
los tradicionales taladros de arco.
Lamentablemente, los conocimientos
técnicos acumulados a lo largo de tres generaciones de artesanos lapidarios se
encuentran en riesgo de desaparecer. Según nos lo comentó el propio Sr. Julio -quien
como ciudadano y como presidente actual de la Junta Vecinal-Pro Conservación del Patrimonio Cultural de Yago
siempre se ha preocupado por fortalecer la cultura e identidad regional-, en
las condiciones actuales el trabajo artesanal de la piedra con fines
comerciales (lucrativos) no representa una actividad económicamente redituable
para la población local, por lo que sería indispensable explorar fuentes de
financiamiento que fomenten la capacitación técnica y la creación de talleres
familiares especializados, aprovechando las materias primas locales disponibles
en los alrededores de Yago.
Además, eventualmente sería
necesario contar con el apoyo gubernamental, estatal y municipal, para lograr
una comercialización exitosa de la producción generada en estos talleres,
posicionando sus productos en puntos de venta ubicados en los principales
destinos turísticos del estado, lo que redundaría en la creación de nuevos
empleos y en el mejoramiento de las condiciones de vida de los habitantes de
Yago.