Existen algunas personas que desde la cumbre su "poder" --al menos del que ellos creen detentar-- que tienen el concepto que dijera el gran Solón, poeta y legislador ateniense, uno de los famosos "Siete Sabios" de Grecia: "Las leyes son semejantes a las telas de araña; detienen a lo débil y ligero y son deshechas por lo fuerte y poderoso". La Sra. Luceria Amparo Medina, fútil lideresa del SUTSEM en el Ayuntamiento de Tecuala, tiene ese pensamiento, que --como su apellido-- se puede estar al amparo de la ley, por el simple hecho se sentirse poderosa. Esta dama ha demostrado su preclara mentalidad jurásica; sigue creyendo que las cosas son como antes, que puede andar por el mundo asustando con el petate del muerto a quien se deje. Que por el simple hecho de manejar un grupo de personas, todos ellos honrados trabajadores, puede chantajear y extorsionar al gobierno en turno, solo porque una noche antes se soñó la Mujer Maravilla. Pues bien, señora Luceria, derrapa usted de manera indecorosa, porque una cosa es que se sienta usted pastel con mermelada y otra muy diferente que lo sea, prueba de ello es la apabullante derrota que sufrió en la contienda electoral pasada, cuando --otra vez sus fantasías oníricas-- pretendió ser diputada local.
Sin embargo su condición de lideresa la proyecta a usted, muy alto, tanto que se pierde al igual que el rumbo y la coherencia. Señora Luceria, la estamos viendo, la conocemos, sabemos como se mueve y es tan predecible, que sabemos su siguiente paso, su agudeza y perspicacia no le dan para más, por ello agrede --solo porque no piensan como usted quiere que reflexionen-- a los empleados que debiera defender y apoyar.
Los hechos para el lector: un empleado del Ayuntamiento afiliado al SUTSEM, ese mismo que dirige Amparo Medina, tuvo la osadía y cometió el gran pecado de no ser como Luceria, de no haber nacido igual a ella --afortunado que es--. Samuel, eso no lo ve la líder porque la ciega su egolatría, piensa, y difiere incluso --¡vaya atrevimiento-- políticamente de su Secretaria General --ojo, doña Luceria, dije Secretaria General, NO DUEÑA DEL SUTSEM--, por lo que, en todo su derecho, proporcionó a los perredistas --Luceria es del PRI-- una barda de su propiedad para que ahí se publicitara Pavel Jarero, candidato del Sol Azteca y --¡Qué barbaridad!-- aceptó una camiseta de esas que regalan los políticos con singular alegría --claro el dinero con que las compran no es suyo--. Eso fue más que suficiente para que las huestes sutsemistas se presentaran ante ese muro, para pintarrajearlo con todo tipo de amenazas e insultos, que van desde "perro traidor", "te vas a morir", "púdrete traidor" y, con clara discriminación religiosa, lo quieren insultar con el mote de "aleluya", que es como llaman a los protestantes en estos lugares.
Nicolás Aldecoa Polanco, periodista y amigo de Tecuala, ha recibido epítetos semejantes, porque a lo largo del tiempo, a través de su pluma ha señalado las sinvergüenzadas de Luceria, que siempre quiere tener en jaque a la autoridad municipal, anunciando paros locos y tomas de presidencias. Ahora el pleito que tiene con Beto Parra, es por el supuesto cobro de un fondo de ahorro, que asciende a mucho miles de pesos, a todas luces irregular, porque de la noche a la mañana se presentó a dejar esa cantidad, al parecer muy cercana a los 500 mil pesos, alegando que por su linda cara, la tesorería municipal, tenía que aportar una cantidad igual, para entregar a los "dedicados y esforzados" trabajadores del Ayuntamiento. No repara la señora en detallitos, como esa cosa que se llama "Constitución", la cual indica en su artículo 126, que los gobiernos no pueden hacer pagos que no hayan quedado comprendidos en el presupuesto aprobado, como es el caso. Luceria como dijo Solón, siente que la ley se rinde ante los poderosos --obviamente ella lo es-- y solo funciona ante los débiles --Samuel y Aldecoa, que ahora deben temerle--.
Por supuesto no nos engaña la Sra. Amparo, a mí me queda claro que aquel que más posee, más miedo tiene de perderlo y usted tiene temor. Dicen que un consejo no pedido, es un consejo mal oido, aun así, me arriesgo: Sra. Luceria, no se meta con los periodistas porque hay muy pocos monstruos que garanticen los miedos que les tenemos, y usted no es de esos. Saludos.
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