Por: Rocío del Carmen López Medina
«Mi mamá se llamaba Esmeralda, era drogadicta y tenía muchos granos en los pies». Me dice Yaissiris mientras le enjabono la cabeza para después ponerle gotas en los ojos y curar los granitos. ¿Te gusta leer? Le pregunto a la niña de 10 años. –Sí-, me contesta de inmediato. Completamente aseada, con vestido rojo a cuadros, el pelo recogido en cola de caballo, la siento a mi lado y me lee dos páginas de La casa de papel de Carlos María Domínguez. La lectura es medianamente fluída. Dos son las frases que en su lectura se quedaron para siempre: «Los libros cambian el destino de las personas» «Los libros son peligrosos». Al día siguiente Yaissiris se presenta acompañada de dos amiguitas. Me pide que también a ellas les ponga gotas en los ojos y acto seguido me pregunta: ¿Verdad que también ellas pueden venir a leer? –Claro que sí-, respondí más que convencida.