Arqlgo. Mauricio Garduño Ambriz
Sección de Arqueología/Centro INAH Nayarit
Según las fuentes
documentales tempranas de la primera mitad del siglo XVI, en las que es posible
conocer el testimonio de los soldados conquistadores que participaron en la
empresa de conquista de los señoríos prehispánicos ubicados en la franja
costera noroccidental de Nayarit, precisamente en estas zonas bajas ribereñas
era posible practicar agricultura intensiva de humedad, obteniéndose en algunos
casos hasta tres cosechas de maíz al año, según los datos recabados por
Anguiano (1992) para la provincia o señorío de Sentispac.
Los trabajos de excavación
arqueológica tuvieron lugar en el marco de la construcción de la red secundaria
de distribución del Tramo “B” del Canal Centenario en la costa central de
Nayarit, obra monumental de infraestructura hidroagrícola a cargo de la
Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) y de la Comisión Nacional del Agua
(CONAGUA/Dirección Local Nayarit), concretamente a lo largo del eje de trazo
proyectado y dentro del derecho de vía del Canal Lateral 27+680 en el ejido de
Coamiles, en la zona conocida localmente como “Las Tinajas”, donde a pesar de
la recurrente nivelación agrícola todavía es posible observar al menos dos
importantes conjuntos arquitectónicos orientados astronómicamente, con
montículos de hasta 8 m. de altura.
El mapeo y croquización de
estos conjuntos arquitectónicos, así como la recolección de los materiales
arqueológicos diagnósticos asociados a cada estructura, permitió corroborar que
se trataba arquitectura ceremonial planificada cuya construcción tuvo lugar
durante el periodo Postclásico, es decir, durante el momento de apogeo y máxima
expansión territorial de la cultura regional Aztatlán (850/900-1350 d.C.), que
se desarrolló sobre bases sociales, económicas y demográficas propias desde
hace aproximadamente dos milenios, según hemos podido corroborar a partir de
diversos sondeos estratigráficos realizados desde 1998 en las cuencas
inferiores de los ríos Acaponeta, San Pedro y Grande de Santiago.
Además de mostrar todas
estas construcciones un patrón de orientación compartido, las observaciones que
llevamos a cabo en el complejo arquitectónico “Las Tinajas” en el amanecer del
21 de marzo -fecha astronómica del inicio del equinoccio en el hemisferio
Norte- permitieron corroborar que al menos uno de estos conjuntos
arquitectónicos se planificó y orientó astronómicamente, con la finalidad de
registrar la aparición del disco solar por el horizonte oriental, trazando una
línea visual de poniente a oriente desde la cima del montículo principal de
este conjunto. Es decir, el paso cenital del sol sobre “Las Tinajas” tiene
lugar precisamente en el equinoccio de primavera. Esta orientación equinoccial
corrobora la importancia que el culto solar desempeñó entre las poblaciones de
la zona nuclear costera Aztatlán durante el periodo Postclásico, en el diseño y
construcción de sus principales emplazamientos de uso ceremonial.
En este sentido, debemos
recordar que dentro del ciclo ceremonial anual el equinoccio de primavera
marcaba para estas poblaciones el inicio de los principales ritos de transición
o renovación, es decir, de aquellas actividades rituales que tenían lugar entre
el periodo crítico de transición entre la temporada de secas y la de lluvias,
precisamente entre el equinoccio de primavera y el solsticio de verano,
ceremonias que tenían como objetivo propiciar la llegada de las nubes
pluvíferas del oriente, elemento esencial para garantizar la obtención de
buenas cosechas.
Por otro lado, los sondeos
controlados realizados a lo largo del eje de trazo del canal lateral proyectado
permitieron confirmar la existencia de depósitos arqueológicos bien
estratificados, es decir, de una sucesión ininterrumpida de capas de suelo de
origen cultural, ordenadas cronológicamente. De esta manera, fue posible
identificar diversos artefactos -principalmente fragmentos de vasijas
cerámicas, de figurillas y de desechos de obsidiana- representativos de por lo
menos cinco fases de ocupación dentro de la historia prehispánica regional,
cubriendo un rango temporal de por lo menos trece siglos, desde el inicio de
nuestra era hasta mediados del siglo XIV.
Sin embargo, es importante
aclarar que la mayor parte de los depósitos culturales explorados durante el
programa emergente de rescate arqueológico en “Las Tinajas” se ubican
cronológicamente en la fase cultural Amapa (500-800/850 d.C.), cuando tuvo
lugar en la costa noroccidental un notable incremento demográfico y una marcada
jerarquización social, que coincide con la ampliación de las redes locales de
intercambio entre las poblaciones de la zona nuclear costera Aztatlán y
asentamientos ubicados en la sierra, las mesetas interiores y las cuencas
lacustres de Nayarit y Jalisco.