lunes, 9 de mayo de 2022

RESCATE ARQUEOLÓGICO REVELA NUEVOS DATOS SOBRE LA OCUPACIÓN PREHISPÁNICA EN LA ZONA NUCLEAR COSTERA AZTATLÁN

 


Arqlgo. Mauricio Garduño Ambriz

Sección de Arqueología/Centro INAH Nayarit

 Recientes trabajos de rescate arqueológico llevados a cabo por arqueólogos adscritos al Centro INAH Nayarit en la costa central de Nayarit permitieron recabar datos significativos sobre la ocupación prehispánica y la sucesión cultural que tuvo lugar en las fértiles tierras localizadas entre los ríos San Pedro y Grande de Santiago, en esa dilatada llanura deltaica inundable a la que hemos denominado La Mesopotamia del Occidente de México, donde cíclicamente las inundaciones estivales fertilizaban de manera natural los finos y profundos suelos aluviales aledaños a los principales cauces fluviales, potenciando su alta productividad.

 


Según las fuentes documentales tempranas de la primera mitad del siglo XVI, en las que es posible conocer el testimonio de los soldados conquistadores que participaron en la empresa de conquista de los señoríos prehispánicos ubicados en la franja costera noroccidental de Nayarit, precisamente en estas zonas bajas ribereñas era posible practicar agricultura intensiva de humedad, obteniéndose en algunos casos hasta tres cosechas de maíz al año, según los datos recabados por Anguiano (1992) para la provincia o señorío de Sentispac.

 


Los trabajos de excavación arqueológica tuvieron lugar en el marco de la construcción de la red secundaria de distribución del Tramo “B” del Canal Centenario en la costa central de Nayarit, obra monumental de infraestructura hidroagrícola a cargo de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) y de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA/Dirección Local Nayarit), concretamente a lo largo del eje de trazo proyectado y dentro del derecho de vía del Canal Lateral 27+680 en el ejido de Coamiles, en la zona conocida localmente como “Las Tinajas”, donde a pesar de la recurrente nivelación agrícola todavía es posible observar al menos dos importantes conjuntos arquitectónicos orientados astronómicamente, con montículos de hasta 8 m. de altura.

 


El mapeo y croquización de estos conjuntos arquitectónicos, así como la recolección de los materiales arqueológicos diagnósticos asociados a cada estructura, permitió corroborar que se trataba arquitectura ceremonial planificada cuya construcción tuvo lugar durante el periodo Postclásico, es decir, durante el momento de apogeo y máxima expansión territorial de la cultura regional Aztatlán (850/900-1350 d.C.), que se desarrolló sobre bases sociales, económicas y demográficas propias desde hace aproximadamente dos milenios, según hemos podido corroborar a partir de diversos sondeos estratigráficos realizados desde 1998 en las cuencas inferiores de los ríos Acaponeta, San Pedro y Grande de Santiago.

 


Además de mostrar todas estas construcciones un patrón de orientación compartido, las observaciones que llevamos a cabo en el complejo arquitectónico “Las Tinajas” en el amanecer del 21 de marzo -fecha astronómica del inicio del equinoccio en el hemisferio Norte- permitieron corroborar que al menos uno de estos conjuntos arquitectónicos se planificó y orientó astronómicamente, con la finalidad de registrar la aparición del disco solar por el horizonte oriental, trazando una línea visual de poniente a oriente desde la cima del montículo principal de este conjunto. Es decir, el paso cenital del sol sobre “Las Tinajas” tiene lugar precisamente en el equinoccio de primavera. Esta orientación equinoccial corrobora la importancia que el culto solar desempeñó entre las poblaciones de la zona nuclear costera Aztatlán durante el periodo Postclásico, en el diseño y construcción de sus principales emplazamientos de uso ceremonial.

 


En este sentido, debemos recordar que dentro del ciclo ceremonial anual el equinoccio de primavera marcaba para estas poblaciones el inicio de los principales ritos de transición o renovación, es decir, de aquellas actividades rituales que tenían lugar entre el periodo crítico de transición entre la temporada de secas y la de lluvias, precisamente entre el equinoccio de primavera y el solsticio de verano, ceremonias que tenían como objetivo propiciar la llegada de las nubes pluvíferas del oriente, elemento esencial para garantizar la obtención de buenas cosechas.

 


Por otro lado, los sondeos controlados realizados a lo largo del eje de trazo del canal lateral proyectado permitieron confirmar la existencia de depósitos arqueológicos bien estratificados, es decir, de una sucesión ininterrumpida de capas de suelo de origen cultural, ordenadas cronológicamente. De esta manera, fue posible identificar diversos artefactos -principalmente fragmentos de vasijas cerámicas, de figurillas y de desechos de obsidiana- representativos de por lo menos cinco fases de ocupación dentro de la historia prehispánica regional, cubriendo un rango temporal de por lo menos trece siglos, desde el inicio de nuestra era hasta mediados del siglo XIV.

 A este respecto es importante mencionar que por primera vez dentro de la historia de las excavaciones arqueológicas de carácter científico efectuadas en el asentamiento prehispánico de Coamiles fue explorado un nivel cultural de ocupación perteneciente al complejo cultural Chinesco del periodo Formativo Terminal (100 a.C.-250 d.C.), que representa la colonización más antigua por parte de grupos agrícolas de carácter plenamente sedentario registrada a la fecha en las tierras bajas noroccidentales de Nayarit. Además, directamente sobre esta capa los sondeos revelaron la existencia de numerosos fragmentos de vasijas (ollas, tecomates, cazuelas y cuencos) y de figurillas representativos de la fase cultural Gavilán (250-500 d.C.) del Clásico Temprano, identificándose indicios materiales, a nivel estilístico, que evidencian la existencia de una etapa transicional entre ambos complejos culturales.

 


Sin embargo, es importante aclarar que la mayor parte de los depósitos culturales explorados durante el programa emergente de rescate arqueológico en “Las Tinajas” se ubican cronológicamente en la fase cultural Amapa (500-800/850 d.C.), cuando tuvo lugar en la costa noroccidental un notable incremento demográfico y una marcada jerarquización social, que coincide con la ampliación de las redes locales de intercambio entre las poblaciones de la zona nuclear costera Aztatlán y asentamientos ubicados en la sierra, las mesetas interiores y las cuencas lacustres de Nayarit y Jalisco.

 Prácticamente todos los depósitos explorados corresponden a contextos de carácter habitacional, es decir, se derivaron a partir de actividades domésticas de preparación, consumo y desecho de alimentos, recuperándose numerosos fragmentos de vasijas utilitarias asociados a carbón y ceniza, así como a huesos de origen animal (segmentos óseos de venado, espinas de pescado, huesos de tortuga y probablemente de guajolote), con huellas de exposición al fuego. La identificación taxonómica precisa de estos residuos orgánicos permitirá reconstruir, al menos parcialmente, la paleodieta y los hábitos de consumo de estas poblaciones.

 Asociados al complejo arquitectónico “Las Tinajas”, que fue construido y estuvo en funcionamiento a lo largo de la ocupación Aztatlán (850/900-1350 d.C.) del periodo Postclásico en el sitio, fueron recuperados en superficie un cascabel globular de cobre, un pendiente circular con perforación transversal y una placa tabular de piedra verde -probablemente manufacturada en jadeíta procedente del valle del río Motagua, Guatemala-, materiales que eventualmente serán analizados en el Instituto de Física de la UNAM, con la finalidad de determinar su composición elemental y su origen geológico.

 El conjunto artefactual recuperado en campo será restaurado, investigado, catalogado y registrado de manera oficial en las instalaciones del Centro INAH Nayarit. Con la información generada a partir de las investigaciones de campo y de gabinete eventualmente será posible enriquecer los guiones científicos y museográficos tanto del Museo Regional de Nayarit como del Museo Comunitario de Coamiles, en beneficio de la identidad y la cultura regional.

 Finalmente mencionaremos que la ejemplar colaboración institucional entre la SEDENA, la CONAGUA y el Centro INAH Nayarit con motivo de la construcción del Canal Centenario en la costa central de Nayarit ha permitido a la fecha modificar y reubicar el trazo original de cuatro importantes canales de irrigación, en beneficio de la conservación y protección del patrimonio arqueológico estatal.