Tres etapas del secuestro de Diego Fernández de Cevallos, que duró siete meses y seis días. La primera imagen se difundió por Internet el 20 de mayo pasado; la segunda el 26 de julio –ésta coincidió con la aparición de una carta donde el abogado panista expresaba a su hijo Diego: “No puedo describirte el infierno que vivo. No sé cuánto aguante más”, y lo apremiaba a pagar el rescate exigido–, y la tercera fue conocida el 13 de septiembre, cuando los plagiarios anunciaron que al jefe Diego lo habían abandonado su familia y amigos
* Precandidato automático
* Purificación televisiva
* ¿Y Marisela, y San Martín, y...?
JULIO HERNÁNDEZ LÓPEZ
Tres etapas del secuestro de Diego Fernández de Cevallos, que duró siete meses y seis días. La primera imagen se difundió por Internet el 20 de mayo pasado; la segunda el 26 de julio –ésta coincidió con la aparición de una carta donde el abogado panista expresaba a su hijo Diego: “No puedo describirte el infierno que vivo. No sé cuánto aguante más”, y lo apremiaba a pagar el rescate exigido–, y la tercera fue conocida el 13 de septiembre, cuando los plagiarios anunciaron que al jefe Diego lo habían abandonado su familia y amigos
Fue un arribo escenográfico de consecuencias previstas. Larga barba comprobante de los meses de obligado descuido estético, aunque el cabello no mostraba concordante crecimiento y desaliño; gran cobertura mediática, sobre todo televisiva, para difundir las primeras consideraciones de aquel a quien los reporteros preguntaban, sin respuesta, si buscaría o aceptaría ser candidato presidencial, y el clarísimo enfoque político del discurso del panista ya en libre circulación al que un pasaje de El Quijote parecía servirle de plataforma de lanzamiento hacia nuevos episodios políticos, específicamente la contienda presidencial de 2012.