Por: Juan Fregoso:
Me enteré de la muerte de mi amigo un
día después de su fallecimiento, por esta razón no pude asistir a su velorio.
Mi conciencia estaba intranquila, esa voz interior me reclamaba, me torturaba
por no haber asistido ni siquiera a su sepelio. Siempre he creído que no hay
peor juez que nuestra propia conciencia, y ésta me flagelaba implacablemente,
Manuel había sido uno de mis mejores amigos, por eso me dolía el no haber
podido estar presente en esos momentos en que debía patentizarle mi solidaridad
a su familia.