En
la costa central de Nayarit
* Nuevos datos
revelan la presencia de una densa población y de una larga secuencia de
ocupación en las tierras bajas aluviales, cuya colonización por parte de grupos
agrícolas tuvo lugar hace dos milenios
* Actualmente
el Centro INAH Nayarit desarrolla un programa de prospección y sondeo a largo
plazo en la costa noroccidental del estado
Como parte de
la primera temporada de campo (2014) del proyecto “Registro, protección e investigación arqueológica en la planicie
costera noroccidental de Nayarit”
fueron localizados un total de 57 sitios arqueológicos de origen prehispánico,
ubicados en la fértil llanura deltaica localizada entre los ríos Grande de
Santiago y San Pedro Mezquital, la mayor parte de ellos asociados a tierras
cultivables de alto rendimiento -donde era posible practicar agricultura
intensiva de humedad- y a humedales costeros tropicales de agua dulce y salobre.
Lo anterior
fue dado a conocer por el Arqlgo. Mauricio Garduño Ambriz, adscrito al Centro
INAH Nayarit (INAH/CONACULTA) y responsable académico de dicho proyecto. La
prospección sistemática de superficie en las tierras bajas noroccidentales
permitió registrar 53 asentamientos de carácter habitacional, dos sitios con
petrograbados y una covacha de uso ceremonial en el Cerro de Peñas, cuya
orientación y configuración espacial es muy similar a la de la cueva de Tatéi Haramara, el santuario sagrado de
los wixaritari (huicholes)
contemporáneos, localizado en la costa del Pacífico del municipio de San Blas,
arquetipo mítico vinculado con la creación del agua primordial y con la
formación de las serpientes celestes que transportan las nubes de lluvia hacia
los diversos rumbos de su geografía ritual. Además, en el Cerro El Tesorero fue
localizado un extenso yacimiento de calcedonia, materia prima local que fue
ampliamente utilizada a lo largo de toda la secuencia de ocupación por las
poblaciones costeras Aztatlán del norte de Nayarit y sur de Sinaloa.
El
especialista señaló que el paisaje en las tierras bajas ha sido severamente
transformado en el transcurso de los últimos años -principalmente por la
nivelación agrícola, por la introducción de diversas obras de infraestructura
(caminos, canales de irrigación, etc.), por el desarrollo de la acuacultura en
la zona estuarina y por el intenso saqueo y el vandalismo-, modificando
irreversiblemente el trazo original de los asentamientos y por lo tanto la
distribución de sus espacios, áreas de actividad y volúmenes constructivos.
Garduño
apuntó que el saqueo y la recurrente nivelación agrícola mecanizada han
provocado una severa remoción de los depósitos arqueológicos en la mayor parte
de los sitios registrados, dejando al descubierto materiales representativos de
diversas fases de ocupación tanto del Clásico como del Postclásico. Precisó
además que la muestra cerámica recolectada en superficie en el transcurso de
los trabajos de reconocimiento permitió documentar una larga secuencia de
ocupación en la zona, desde el Formativo Terminal (complejo cultural Chinesco,
0-150/200 d.C.) hasta el Postclásico Medio (complejo cultural Aztatlán,
850/900-1350 d.C.).
“Nuestras
observaciones preliminares de campo en relación al patrón de asentamiento
regional sugieren que existió una densa población en las tierras bajas
inundables durante el Epiclásico, distribuida alrededor de las principales
capitales regionales Aztatlán del periodo Postclásico (Amapa, Coamiles, Las Ánimas
y La Laguna) ubicadas en la costa central de Nayarit, lo que posibilitó la cristalización y expansión económica
y comercial de la cultura Aztatlán. De hecho, los complejos procesos de
interacción y globalización cultural que caracterizaron a las sociedades del
Postclásico Mesoamericano -que inclusive impactaron a los grupos de provincias
culturales distantes, como el gran Suroeste Americano y la Gran Nicoya- no
podrían ser comprendidos cabalmente sin considerar la activa participación que
desempeñaron los grupos Aztatlán asentados en el septentrión costero
mesoamericano en los principales procesos sociales, políticos y económicos
regionales”, comentó el especialista.
Además,
apuntó que en la zona nuclear costera Aztatlán tuvo lugar un notable desarrollo
cultural ininterrumpido, de carácter progresivo. “Rasgos culturales que
tradicionalmente se consideraban distintivos del complejo cultural Aztatlán del
período Postclásico, como los enterramientos secundarios en urnas, aparecen de
forma bastante recurrente en contextos funerarios de enterramiento durante el
Epiclásico (fases Amapa y Baluarte, 500-800/850 d.C.) tanto en el norte de
Nayarit como en el sur de Sinaloa, en sitios como La Presa y Chametla, en la
cuenca inferior de los ríos Acaponeta y Baluarte. Por otro lado, importantes
diseños de carácter simbólico -como la espiral triangular- que decoraban las
vasijas de uso ritual del periodo Clásico fueron incorporados al repertorio
iconográfico del Postclásico, apareciendo en las distintivas cenefas
decorativas Aztatlán en las que comúnmente se representan tanto la banda
celeste como elementos vinculados con el culto solar y el sacrificio ritual”.
El arqueólogo
precisó que uno de los objetivos prioritarios del proyecto es el de construir
mapas de riesgo en relación al eventual impacto que tendría la construcción de
obras públicas y/o privadas, con la finalidad de definir estrategias concretas
de protección de los monumentos arqueológicos espacialmente georeferenciados,
jerarquizando zonas prioritarias de intervención sobre la base de riesgos
potenciales de afectación, a corto, mediano y largo plazo.
En
este sentido, el director del Centro INAH Nayarit, el Arq. Othón Yaroslav
Quiroga García, apuntó que el desarrollo a largo plazo de este importante
proyecto de investigación regional permitirá subsanar la actual escasez de
información sobre los sitios arqueológicos localizados en las tierras bajas
aluviales de uso agrícola y en la zona lagunar y estuarina noroccidental del
estado, enriqueciendo significativamente la base de datos oficial existente.