Por:
José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
DE
CHILE: En los últimos días he escuchado varias entrevistas que
les han hecho a las indignantemente llamadas “corcholatas” por el presidente de México, Don Andrés Manuel López
Obrador. “Como ya no son iguales a los
anteriores”, cambia “el preciso”
el remoquete de “tapado”, que era la
usanza priista, por el de “corcholatas”,
al más puro estilo de una fallida cuarta transformación. El hecho es que, en
esas entrevistas, los periodistas que hacen las preguntas, en ocasiones les
piden que respondan si están de acuerdo con algunas acciones —algunas de ellas
indefendibles— del mandatario de la nación, y luego del consabido carraspeo,
sudor frío y repetidos parpadeos, los aspirantes a la embrujada silla del
águila, en evidente situación incómoda, se revuelven como gatos boca arriba y
con una infame palabrería salen del paso limpiándose la frente, pero quedando
bien con el “jefe”.
A mí me queda claro que AMLO no buscará la reelección… no hace falta. También estoy seguro que sus planes son emular a Plutarco Elías Calles, aquel ambicioso presidente, quien también fue en diversos períodos Secretario de Guerra y Marina, en tres ocasiones; Secretario de Hacienda y Crédito Público, Secretario de Educación Pública, Secretario de Gobernación, Secretario de Industria, Comercio y Trabajo, así como gobernador de Sonora y por supuesto presidente de la nación entre 1924 y 1928. La historia es así, Álvaro Obregón fue presidente de 1920 a 1924, Calles era su hombre de confianza, tanto que decían que él, de Plutarco, que era el brazo derecho que perdió Obregón en la batalla cerca de Celaya, sin embargo, hoy sabemos que ambos sentían desprecio uno por el otro; pero, siempre se necesitaron mutuamente y mantenían un trato más o menos cordial. Le siguió a Obregón la administración de Calles y al final de su gobierno, Álvaro Obregón se quiso reelegir e incluso ganó la votación. Siendo presidente electo Obregón fue asesinado por un fanático religioso convirtiendo la política del momento en un caos. Las malas lenguas dicen que fue Calles quien lo mandó matar —dicen que Santo Tomás vio un buey volar, como puede que sí, como puede que no—.
GRAL. ÁLVARO OBREGÓN Y GRAL. PLUTARCO ELÍAS CALLES
Ahí comienza el poder tras
bambalinas de Plutarco, pues puso como presidente interino a un civil en la
persona de Emilio Portes Gil, quien estuvo en la presidencia por un año y dos
meses, mientras se organizaban elecciones para un nuevo presidente, pero en el
inter, gobernaba Calles. Finalmente, en unas muy fraudulentas elecciones, el
Sr. Pascual Ortiz Rubio, apodado por el pueblo como “El Nopalito” por baboso,
gana a José Vasconcelos en la más fraudulenta elección de la historia, y queda
como presidente títere de Elías Calles, quien continuó gobernando. Pero un
atentado hirió en la cara a Don Pascual, lo que le produjo serio desorden
mental y, además, ya no pudo soportar la presión de Calles siempre encima de
él, presentando su renuncia a dos años de haber accedido al poder.
Entró como presidente sustituto el Sr. Abelardo L. Rodríguez quien concluyó los dos años de gobierno, siendo también un muñeco guiñol de Calles, a quien todos visitaban e iban a consultar en su casa de la colonia Anzures de México, desde donde se apreciaba el Castillo de Chapultepec a la distancia, sede donde pernoctaban los presidentes, por ello, la gente de la época, al pasar por el domicilio del expresidente Plutarco, decían señalando al castillo: «Allí vive el presidente, pero el que manda vive enfrente». Fue hasta la llegada al poder de Lázaro Cárdenas, que terminó la gloria de Calles, que hasta tuvo que salir al exilio.
Así AMLO no necesita buscar una reelección que lo enviaría derechito al basurero más hediondo de la historia patria. Él buscara seguir gobernando a través de alguna de sus corcholatas, de preferencia la Sheimbaum, jefa de gobierno de la CDMX o Adán López, el secretario de gobernación, quienes parecen ser los más maniobrables que el resto de los aspirantes. Ahora que la Suprema Corte de Justicia de la Nación le dio palo al tabasqueño con su indigno plan “B”, saca a la luz un plan “C” transexenal, en obvia y descarada intención de seguir en el poder manejando los hilos tras el telón.
DE DULCE: Recientemente fui una vez más al bello y atractivo humedal que llaman “La Tovara”, que son una serie de canales entre exuberante bosque de manglares. El paseo en lancha es una maravilla por el contacto con la naturaleza: tortugas, cocodrilos, una enorme variedad de aves y peces, sin contar la rica y gigantesca variedad de flora.
En un recodo de los canales, se encuentran los visitantes con varios palafitos que son viviendas montadas sobre pilares que son simples estacas, clavados en el fondo del agua. Explica el guía que en ese lugar se filmó la película “Cabeza de Vaca”, filme que muestra la odisea que padeció Alvar Núñez Cabeza de Vaca, un personaje que tuvo una vida extraordinaria y es un ejemplo de sobrevivencia, porque él pasa a la historia no como conquistador hispano, ni como algún político o funcionario del reino español; Cabeza de Vaca es ahora conocido porque un día salió de lo que hoy es República Dominicana, tocó Cuba y era parte de una expedición que buscaba conquistar La Florida, y que llevaba en los numerosos barcos involucrados cerca de 600 hombres.
Ellos naufragaron, muchos, la mayoría murieron en ese momento y, los demás, como pudieron llegaron justamente a las cosas de la península de Florida y ahí comenzó un largo y peligroso periplo; a veces en débiles balsas hechizas, la mayor parte del tiempo a pie; recorriendo al final, algo así como 10 mil kilómetros en ocho largos años, en los cuales sufrieron cualquier cantidad de ataques de indios de los distintos puntos que tocaron, hambre y las inclemencias del tiempo. Desnudos y sin calzado, caminaron distancias enormes en la parte que hoy pertenece a los Estados Unidos, recorriendo lo que actualmente es Luisiana, Texas, Arizona, Nuevo México, cruzar el río Bravo, adentrarse en lo que hoy es México y llegar hasta Culiacán, en una aventura sensacional acompañado de otros dos españoles y un esclavo africano llamado “Estebanico”.
A Cabeza de Vaca no le fue mal, posteriormente acabó en lo que hoy es Argentina y fue nombrado por el rey de España como gobernador de Río de la Plata. Vale la pena conocer más de este explorador y aventurero, que en su momento transitó por Nayarit.
DE MANTECA: Pareciera que es destino inevitable y fatalista de los mexicanos tener como gobernantes a tipos ambiciosos, carroñeros, ladrones y altamente corruptos. Las cantidades que se embolsan nuestros dilectos políticos nacionales son tales, que no caben sus cifras en las neuronas.
Ejemplos son muchos y las albas hojas de los libros se manchan con nombres como los de Peña Nieto, López Portillo o Vicente Fox en el plano federal. Roberto Sandoval o Javier Duarte en el plano estatal y ni hablar de presidentes municipales en la inmensa geografía patria que han robado a placer, aquí y allá, devastando sus arcas. Sin embargo, no siempre fue igual. En la crónica nacional hay ejemplos de todo lo contrario. Un caso es el del presidente José de Joaquín Herrera, quien estuvo tres períodos en la presidencia de la república (1844, 1844-1845 y 1848-1851) y fue un ejemplo de honradez y pundonor, lo que hoy ya no se ve en nuestros presidentes, ni siquiera en los que presumen de transformar a la nación.
Se dice que en una ocasión en que Herrera renunció a la presidencia, se vio obligado a empeñar una joya para aliviar su situación económica y él mismo mandaba traer comida de su casa para comer en el Palacio Nacional un “itacate” con alimentos que le preparaban en casa.
Nada de restaurantes de lujo o banquetes que ofenden al pueblo, ni de cocineros, legiones de meseros y muchos proveedores que hoy se ven en ese mismo palacio de gobierno. El presidente Herrera expresó alguna vez: "Busco, como único bien de la existencia, un gobierno respetado y de moralidad." Este señor, no solo fue presidente, también fue un destacado militar de alto rango, pero no era como los de hoy, que viajan por el mundo en aviones militares (“viajes premier” dirían algunos para no parecer nacos) de gobierno por todo el mundo, llevando a toda la familia incluido hasta el perico, todo con costo al erario.
No, Don José de Joaquín no se compraba ropa en Milán, no señor, él tenía un modestísimo modo de vida y no se daba el lujo de comprar casas en zonas residenciales de alto pedorraje y con un valor de 30 millones de pesos. Por supuesto, el honesto Señor Herrera, quien también fue director del Monte de Piedad, nada se parece a su “colega” el poderoso soldadote Gral. Luís Crescencio Sandoval, quien “pidió prestado” un avioncito para llevar a su esposa, su hija, su hijo, la esposa de este último, la nieta, su consuegra, la hija de su secretario particular, una bola de ayudantes, médicos, enfermeras y traductores para no tener problemas de ningún tipo en su periplo por Nueva York, Roma, Venecia y otros “pueblitos” de este planeta azul. El ex presidente Herrera no compró un departamento de lujo en el exclusivo fraccionamiento de Bosque Real de Huixquilucan, a un proveedor del ejército en la modesta cantidad de 30 millones de bilimbiques.
Otra cosa que no hubiera hecho el presidente Herrera, sería defender a las ratas de su gobierno, tal como hoy hace el “paladín contra la corrupción”, Andrés Manuel López Obrador, que se ofende cuando le tocan a sus pipiolos y hasta le echa la culpa de todos los males a sus enemigos o a los neoliberales de siempre. Hacen falta en México más funcionarios como José de Joaquín Herrera. Espero sus comentarios, sugerencias los invito a acceder al portal PUERTA NORTE ACAPONETA https://elblogpuertanorte.blogspot.com/