Por: Juan José
Rodríguez Tejeda
Robustiana de la Concepción Godínez, se despertó asombrada, pues su marido
no estaba con ella en la cama, vio que
el reloj que estaba sobre el buró marcaba, con sus números fosforescentes, las
03:45. Se quedó atenta tratando de escuchar algún sonido y alcanzó a detectar
que alguien estaba en la cocina. En silencio se encaminó al sitio y se sorprendió
al ver a Fortunato Cruz del Roble, completamente a oscuras tomándose una taza
de café. Encendió la luz y alcanzó a ver que su marido se enjugaba,
discretamente, una lágrima.