Por Juan Fregoso / Primera Parte
La vida de María del Refugio Hernández Arroyo, “La Nena”, transcurre en un ambiente pletórico de alegría, de optimismo, de entusiasmo, de esperanzas, de metas, de bromas. Ella, llamada con cariño como La Nena, derrocha alegría, la sonrisa siempre está a flor de sus labios, sus ojos despiden un brillo que reflejan un inmenso amor por la vida, su plática es amena y tras soltar la primera palabra nadie la detiene, su conversación es contagiosa como ilustrativa, sonríe y sonríe y con frecuencia revienta en carcajadas, en ningún momento asoma en su rostro sonrosado y redondo y aniñado, un indicio de tristeza, de enfado o de cansancio, se podría decir con justeza que es una maestra del humorismo, nada parece enturbiar su existencia.
Nadie se imaginaría que la artritis reumatoide degenerativa la mantiene físicamente postrada en una silla de ruedas desde los 14 años. Su edad, como toda mujer, no la dice, pero con ese gran sentido del humor suelta: “las mujeres tenemos tres edades, la real, la que aparentamos y la que tenemos, cuál quieres que te diga —la que usted quiera, contesto—, entonces tengo 19 años” —repuso, y suelta una risotada pegajosa.
Y adoptando una actitud seria comienza su relato. “Desde los 14 años tengo una enfermedad que los médicos llaman artritis reumatoide degenerativa, con la cual he aprendido a vivir con ella, no ella conmigo. Muchas veces le he ganado la batalla, en otras me ha ganado ella”. “Creo que se trata de fortaleza espiritual, pero no nada más mía, sino también de toda mi familia; tengo, gracias a Dios, una familia que me quiere, que me apoya en todo y esto hace que mi vida sea más fácil, porque dada la situación en la que estoy me facilita las cosas en cuanto a movimiento, disponibilidad como persona, pues me auxilian, me atienden”. Refiere, en cuanto a su enfermedad, que “nunca se quedan (o se conforman con un solo diagnóstico) de un médico, siempre buscamos otras alternativas”.
“La Nena” siempre alude al apoyo de su familia. Dice, “el amor de toda mi familia, de mi padre cuando lo tuve, creo que es fundamental ese sentimiento hacia un miembro para poder sobrellevar esta enfermedad, porque no nada más yo la llevó, la llevamos todos. Al convivir con ellos he aprendido a vivir conmigo misma, porque es una situación dura, de dolor, donde ellos están conmigo”. Con orgullo expresa que tiene muchos amigos y se declara religiosa; “creo en Dios y creo en mi, es una de las cosas más importantes, creer en mi. En mi mente no cabe la idea de que estoy enferma, yo vivo en una mente sana, tengo un cuerpo enfermo, pero no la mente, que es algo muy importante”.
“Muchas veces –razona- a la gente con discapacidad nos ven como unos discapacitados mentales, pero no. O nos quieren hacer a un lado porque creen que no podemos hacer nada, a veces la enfermedad está solamente en un miembro del cuerpo, en un pie, una mano, en la vista, pero el resto del cuerpo está sano y en mi caso la mente está sana, no paso pensando en mi enfermedad, creo que hay muchas cosas positivas en qué pensar, como leer, me gusta mucho leer a Isabel Allende”, confiesa, para agregar, “yo me divierto mucho en la computadora (y es que ‘La Nena’, pese a su problema que le ha dañado prácticamente todo su cuerpo, maneja con habilidad los diez dedos en el teclado). También me gusta platicar con mis amigos que son muchos, trato de ayudar a mis hermanos en lo que puedo, trabajo, soy una persona útil en algunas cosas”, dice orgullosa.
De manera recurrente comenta, “mi mente siempre la tengo ocupada, no hay tiempo de pensar en la ociosidad, porque cuando la gente está ociosa es cuando tiene pensamientos negativos, por eso es muy importante que mantengas a la gente con la mente entretenida, pensando cosas positivas”. Y a pesar del padecieminto que la aqueja, con una fortaleza que no todos tenemos, “La Nena Hernández”, acepta su estado con mucha filosofía, con estoicismo; “por mi mente jamás ha pasado la idea del suicidio, creo que la vida tiene muchas cosas buenas, para mi la vida es bonita como para pensar en quitármela, yo creo que la gente que se quita la vida es porque siente que nadie la quiere, por falta de amor, quizá tienen problemas psicológicos”, dice con una sonrisa en los labios.
“Mi meta en la vida es vivirla, ser feliz y ver a mi familia llena de felicidad. Parte de la vida consiste en vivirla en paz y tranquila, creo que es todo lo que el mundo desea, al menos yo es lo que más deseo, tener que comer, lo demás es secundario. El dinero no es indispensable, es necesario porque alivia muchos malestares, pero lo que yo espero de la vida es vivirla día a día, momento a momento y lo mejor que se pueda; sin dañar, sin lastimar, sin pasar enojados con nada, yo con la vida no estoy enojada, ni tengo nada que reprocharle, me ha dado lo que creo que merezco tener”.
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