domingo, 12 de marzo de 2023

DE CHILE, DE DULCE Y DE MANTECA

 



Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo

DE CHILE: Recuerdo que, durante el gobierno del impresentable Enrique Peña Nieto, lo vimos por todos los medios de comunicación la imagen fresca y rozagante del copetudo Señor Presidente de la República, quien apenas saliendo del hospital donde había sido operado de un quiste tiroideo, se le veía más fresco que una lechuga.

Impertérrito, inamovible e inconmensurable, el mandatario de todos los mexicanos expresó con amplia sonrisa Colgate “Estoy listo para volver a trabajar”, claro acompañado de su inseparable Gaviotita, la hoy divorciada Angélica Rivera. Esto a las afueras del Hospital Militar donde fue intervenido y se vio hospitalizado durante cuatro días. Recuerdo que pensé que a muchos de nosotros, nos hubiera gustado verlo haciendo fila en algún caluroso pasillo de cualquier clínica del IMSS, del ISSSTE o un hospital del sector salud. 

Tan solo supongo –porque no lo sé de cierto, dijera Sabines--, que Peña Nieto, fue tratado de acuerdo a su investidura y jerarquía, es decir, algún médico trinchón lo atendió, no cualquier pasante o residente de los nosocomios oficiales. Galeno ese quien desde algún tiempo y luego de rigurosos y certeros análisis clínicos, le detectaron el mal que lo aquejó. Por supuesto que el “preciso” nunca tuvo que levantarse tempranísimo, aún antes de rayar el sol, a orinar en un frasquito de Gerber –en ayunas claro—y correr a hacer fila en el laboratorio del IMSS o del ISSSTE, llegando a la carrera, preguntando con preocupación “¿quién es el último? Y aguardar con la paciencia de Job, primero la llegada de los laboratoristas y luego el propio proceso de la extracción de sangre o algo “pior”. 



No tuvo Don Enrique que esperar parado, porque regularmente el número de pacientes es tal que se llenan las pocas sillas en la supuesta “sala de espera” que no es más que un pasillo más del edificio. Yo en realidad lo sentí por él, porque esa era una magnífica oportunidad de estar cerca del pueblo, ese conglomerado de canijos que tienen que pasar las de Caín para obtener un servicio a la buena de Dios, porque en ocasiones la atención de las clínicas u hospitales públicos es cosa del azar y te dan cita para “dentro de dos meses” si bien te va. La buena o mala suerte de que te toque un buen médico, una regular enfermera o la fortuna de hallar cama, y luego la existencia de medicamentos. Estoy cierto que Peña Nieto, no solo tuvo una cama segura, ultramoderna y al simple tentón de un botón se hacían presentes decenas de médicos, enfermeras, camilleros, ambulantes, funcionarios, edecanes y mirones. 



No tuvo necesidad de acabarse el dedo timbrando —si es que hay botones qué pulsar— sin que aparecieran más que las ánimas en pena que perdieron la vida en esos policlínicos. No me cabe duda que en esos cuatro días que permaneció encerrado en una confortable habitación, más cercana a un hotel Gran Turismo que a un sanatorio, le llevaron los más selectos alimentos hiperbalanceados, sabrosos y ricos a la vista y al olfato y no en cambio los horribles “calditos de pollito”, manzana, agua de algo colorido y gelatina que siempre se comen las visitas. 

No sufrió Don Enrique, la falta de medicamentos en las farmacias oficiales, el extravío de expedientes, ni tuvo que enfrentar la fea cara y peor humor de la encargada de las vigencias. No batalló para hallar estacionamiento a las afueras del hospital, quizá hasta en helicóptero arribó a donde lo esperaba un ejército de enfermeros y ayudantes. La ambulancia ahí estaba a modo, se ocupara o no, ya no digamos equipada con todo lo necesario para problemas paramédicos de consideración, sino simplemente con una camilla más o menos destartalada.

Afortunado él que no tiene que suplicar llorando sangre a que alguien, incluido Dios, le envíe de urgencia. El Presidente no fue regresado porque el laboratorista no llegó, ni sufrió persiguiendo a los encargados de pagar los gastos de traslado de una unidad médica a otra. En el quirófano lo más probable es que se encontrara de todo y de más, buti gasas, desinfectantes y antibióticos a granel, así como unidades de sangre por lo que se ocupe. 

Los tristes mortales, o sea, amable lector, usted y yo, poco acceso tenemos a esos beneficios que no nos regalan, aunque los pagamos puntualmente cada quincena. Esto me lleva a la percepción que tiene el actual mandatario de la nación su excelentísima majestad Don Andrés Manuel López Obrador, sobre la economía nacional. Él, al igual que Peña, están tan alejados de la terrible realidad del país, que solo ven lo que tienen a un palmo de sus narices. 

Para AMLO, los mexicanos vivimos en bonanza, y lo mira desde su límpido cristal porque él, no paga renta, ni la luz o el teléfono como hice yo hoy mismo. Le importa un bledo el costo del litro de la gasolina o el del boleto del metro, porque no los ocupa, todo se lo dan o se lo llevan. ¿Qué el huevo y la leche subieron? Me vale, en palacio hay de sobra. ¿Qué el litro de gas LP anda por las nubes? Los tanques de palacio nacional están llenos permanentemente y no tuvo que abrir su cartera para rascarle y pagar el alto costo. 

No eroga un peso en desayunos, comidas ni cenas. Al comenzar el año solo tiene que preocuparse por lo que va decirnos en las inútiles mañaneras y no por el pago de predial, ni tenencia o placas del auto. ¿Qué la “chacha” pide aumento de sueldo? Él y su mujer tienen un ejército de mayordomos, ujieres, choferes, camareras, meseros y cocineros y no suelta un solo “varo” de su bolsillo. Por esas razones, el señor López dice ufanándose expresa de manera vergonzante que vive con 200 pesos en la billetera y que no usa tarjetas. No es para presumir, pues su servidor en las mismas condiciones, bien puede vivir con veinte varos en mi famélica billetera, la cual amenaza con suicidarse porque lleva una vida muy vacía.



DE DULCE: Estoy convencido de que la gran mayoría de los ciudadanos de este remedo de nación, aborrece y desprecia a los partidos políticos. Esos dizque institutos dedicados a fomentar y sostener a un alto costo, una grilla que más que beneficiar al país, la divide, la hunde y la arruina económicamente. 



Todos los partidos políticos, desde siempre, ven más por sus mezquinos intereses que por las verdaderas y urgentes necesidades del pueblo que todos dicen defender. En estos aciagos tiempos, los partidos, todos, desde Morena hoy en poder hasta el más minúsculo de estos organismos carecen de que lo antes era una norma: ideología. Antaño unos se inclinaban decididamente a la izquierda, otros más conservadores a la derecha y hasta los había de centro. Hoy, los políticos viven en una olla de grillos, que saltan lo mismo de la izquierda más extrema al conservadurismo reaccionario. Se duermen socialistas y sin el menor rubor amanecen de ultraderecha, casi nazis, si así conviene a su beneficio. 

Solo así se entiende esa alianza PRI-PAN-PRD, el agua, el aceite y el rancio pulque mezclados en un jarrito de barro. Pero ahora, los trinches partidos se avientan una modalidad fantástica, echarse para atrás y no participar aduciendo cuentos chinos e historias de vaqueros. El partido Movimiento Ciudadano, “propiedad” de Dante (¿por dantesco?) Delgado, se hizo como el ocote que hasta en el agua se raja. Resulta que este “instituto político” con los colores naranja, alegando que como ya los resultados de las elecciones en el Estado de México y Coahuila, estaban arreglados, desestimando la calificación y conteo de votos del Instituto Nacional Electoral (INE) preferían salirse de la contienda y prepararse para el 2024. 

Lo que estos sinvergüenzas no desestimaron del INE son las “prerrogativas” (así les llaman y no sé por qué razón, ya que es palabra significa el hecho de recibir una persona mejor trato, tener más derechos o tener menos obligaciones que otros, por razón de su edad, cargo, etc.) y que no es otra cosa que los dineros que se le dan a los partidos políticos con el dinero de nuestros impuestos, que para MC es de 614 millones 933 mil 163 pesos, solo para este 2023. 



Lo que no dijo el senador Juan Zepeda, candidato a la gubernatura del EdoMex, quien hizo el anuncio, es que le sacó al parche enfrentarse a la delincuente Delfina Gómez, de Morena y a la priísta Alejandra del Moral, ya que no dio el ancho e iba a perder estrepitosamente. Acabo de escuchar en las noticias que a algunos deportistas de alto rendimiento les redujeron significativamente sus becas por no haber participado en algunas competencias internacionales. El corte fue drástico y no hay manera de “alegarle al umpire”. Si en verdad en México todos somos iguales, a Movimiento Ciudadano deberían de cortarle el agua y dejar que se rasque con sus propias uñas. Pero sabemos que, en este país, hay unos más iguales que otros. Y para que hoy duerma a gusto el amable lector solo le paso el dato de lo que se autorizó de presupuesto para “regalarle” a los partidos políticos: 6 mil 233 millones 510 mil 798 devaluados bilimbiques con los que se pudieran hacer un puño y dos montones de hospitales de primer nivel como en Dinamarca o decenas de escuelas perfectamente equipadas.



DE MANTECA: Si usted, amable lector, no ha subido al cerro de la Glorieta aquí en Acaponeta, Nayarit, le recomiendo que lo haga, pues la vista desde ese promontorio es muy atractiva, tanto del lado del pueblo, como del valle al oriente y su “choque” con la sierra Madre Occidental; o la vista del malecón, puente del ferrocarril y el propio río rumbo al suroeste. Este accidente en la orografía local, está coronado por una capillita que según me dicen ­–hace mucho que no voy por allá- usan para misas y otras actividades eclesiásticas. 



Pero el cerro de la Glorieta no siempre fue un lugar piadoso y dedicado a la fe, en algún momento fue una cantina y un burdel que regentaba el Sr. Heriberto Pimienta Sánchez, apodado “El Güero Pimienta”, quien, a principios de los años 20 del siglo pasado, solicitó al presidente municipal en turno Sr. Guillermo O´Connor Orozco el permiso para instalar ese lupanar. 



Resulta que la capilla dedicada a la Virgen de Guadalupe ya estaba funcionando a principios de siglo y en 1914, las tropas de Victoriano Huerta la destruyeron para construir ahí barricadas y trincheras para combatir a los rebeldes revolucionarios; posteriormente aquello quedó en desuso hasta que lo rehabilitó el “Güero Pimienta” para refrescar gargantas y espíritus. Reitero que su servidor hace mucho que no va a ese lugar, porque siempre estaba cerrado y había que pedir la llave del cancel a una señora que vive o vivía al pie del cerrito. Me decían los vecinos, que el espacio que durante el gobierno municipal de Don Rodolfo Antonio Sáizar Quintero, fue convertido en un parquecito con juegos infantiles, era muy visitado por malvivientes que se drogaban e incluso asaltaban a los visitantes o cualquier otro que pasara en mala hora por el lugar. Como hace varios trienios no subo a la Glorieta, no puedo decir si eso continúa o no, pero recomiendo ir de día y preguntar antes de subir por la bella escalinata de piedra, quién tiene la llave. Espero sus comentarios, sugerencias y datos interesantes al correo: jori.mosahi@gmail.com