Democracia en América Latina
Por: Patty C.L
¿Por qué la Gran Victoria de la democracia y del capitalismo de libre mercado son rechazadas tan escrupulosamente en círculos educados y cultos? Para responder a esto basta con revisar el pasado tormentoso y sangriento de Latinoamérica tras las intervenciones de Estados Unidos en países anteriormente "anti-democráticos". De acuerdo con David Fenix, uno de los principales especialistas en temas económicos de América Latina, la mayor parte de la brusca deterioración de los años 80 puede encontrarse en la reestructuración del libre mercado impuesto por las potencias industriales, especialmente por Estados Unidos quien desde siempre ha considerado a América Latina parte de su espacio vital. Como "protector" de esta parte del continente, Estados Unidos ha buscado promover procesos democráticos ambiguos. Con intervenciones sangrientas en Argentina, Chile, Panamá, Nicaragua, El Salvador, República Dominicana, entre otras; con ejecuciones, desaparecidos, extorciones, secuestros, tortura, y muchas otras formas de terrorismo de Estado, los grupos de poder trataron de desmoralizar a la sociedad latinoamericana. El Brasil de ha ce algunos años. Anteriormente, 10 años atrás aproximadamente, el Banco Mundial comparo desfavorablemente el sistema educativo brasileño con el de Etiopía y Pakistán. Aunque actualmente el índice del país más desigual del mundo se redujo cera del 9.2%, de acuerdo con propio gobierno brasileño, el 10% de los trabajadores con los mejores ingresos concentran hasta el 42% del total de la renta del país. El conflicto fundamental de Brasil está en que el 10% de los brasileños con los menores ingresos apenas se queda con el 1,2% de la renta total del país, en tanto que el 10% con los mayores rendimientos acapara el 42,7% de la renta. En este país más de la mitad de las familias, es decir, un 52%, tienen una renta mensual por persona de hasta un salario mínimo legal que son aproximadamente 258.3 dólares.Argentina, uno de los diez países más ricos a comienzos del siglo, con ricos recursos y grandes ventajas se está convirtiendo en un país tercermundista. Aquí también las reformas del FMI han hecho que la vida sea aun más precaria para el pobre. La debilitación de este país se dio en buena parte, por la redistribución de ingresos hacia los adinerados y una fuerte caída del ingreso per cápita, junto a un enorme incremento en la deuda como resultado de la evasión de capital y la evasión de impuestos. En República Dominicana, después de la última invasión de los E.U por Lyndon Johnson en 1965, la economía está estancada, los servicios públicos solo funcionan intermitentemente, la pobreza es endémica, la desnutrición está en aumento y el nivel de vida continua en descenso. Y ante tal contexto hablar de reformas sociales y económicas que favorecieran a las mayorías que cuentan como minorías, es un tema descabellado que ha contribuido a polarizar a la América Latina unida, que alguna vez soñó Simón Bolívar. Hablar de erradicar el analfabetismo, la mortalidad infantil y la desnutrición de la población son temas que poco llaman la atención ante la nacionalización de grandes empresas que negocian con los recursos naturales de una nación, cuyo dueño es el pueblo, aunque este no pueda gozar completamente de esto que le pertenece.Estos son tan solo unos cuantos ejemplos de los resultados de los intentos de Estados Unidos por ayudar a los países del tercer mundo, carentes de conocimientos sobre lo qué es y cómo funciona una "verdadera democracia". Hay quienes recienten más los golpes como la clase media; hay quienes no sienten nada, pues han sido violentados física y moralmente tantas veces que han perdido la noción de su poderío. Pero hay quienes saben sacar provecho de la situación, cuyo arte es enriquecerse a costa de la miseria de los que lo creen perdido todo. El pasado nos he hecho creer que el camino hacia la democracia es violento, sangriento, turbulento. Pero la historia propia nos ha vuelto autodidactas, lo que implica que los modelos democráticos estadounidenses y sus intentos por fortalecer la paz y el respeto a los derechos humanos no son del todo ajustables a la sociedad latinoamericana que está deseosa de ser tomada en cuenta, de ser respetada, escuchada, que busca justicia para vivir y trabajar.
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