sábado, 25 de abril de 2009

POR SI LLEGA A ACAPONETA LA INFLUENZA PORCINA

¿Cómo se puede prevenir la Influenza Porcina?
Medidas generales: 1.- Abrigarse y evitar cambios bruscos de temperatura. 2.- Consumir frutas y verduras ricas en vitamina A y C como zanahoria, papaya, guayaba, naranja, mandarina, lima, limón y piña entre otros. 3.- Lavarse las manos con frecuencia en especial después de tener contacto con personas enfermas. 4.- Evitar exposición a contaminantes ambientales y no fumar en lugares cerrados y cerca de niños, ancianos y personas enfermas. 5.- Evitar lugares de alta concentración poblacional cines, teatros, bares, autobuses, metro, etc. 6.- Cubrir nariz y boca con pañuelos desechables al toser o estornudar y lavarse las manos para proteger a las demás personas. 7.- Utilizar cubrebocas, tirar el pañuelo desechable en una bolsa de plástico y estornudar sobre el ángulo interno del codo. 8.- No saludar de forma directa (de beso o mano) para no contagiar a otras personas. 9.- Los niños enfermos deben evitar contacto con ancianos o personas con enfermedades crónicas. 10.- Lavar los utensilios de las personas enfermas después de comer con agua caliente y jabón para matar los microbios. 11.- Mantenerse alejado de multitudes y sitios públicos. La Secretaría de Salud en apoyo a la población en general, pone a su disposición números telefónicos gratuitos de asistencia donde se podrá consultar información sobre las medidas para prevenir y controlar la transmisión de la influenza. Para acceder a la información se puede llamar SIN COSTO desde cualquier línea TELMEX residencial, comercial y de telefonía pública al siguiente teléfono: 01 800 123 1010 Ante la presencia de Influenza la Secretaría de Salud recomienda: 1.- No automedicarse y evitar el uso de aspirinas o medicamentos similares que contengan ácido acetil salicílico. Controle la fiebre con medios físicos. 2.- Acuda a su Unidad de Salud más cercana o consulte a su médico especialmente si tiene niños y ancianos con fiebre alta, debilidad generalizada, dificultad al respirar, tos seca persistente y dolores musculares. ¿Qué medicamentos existen para tratar a las personas con infecciones por influenza porcina? Existen cuatro medicamentos antivirales diferentes que están autorizados en los Estados Unidos para el tratamiento de la influenza: amantadina, rimantadina, oseltamivir y zanamivir. Aunque la mayoría de los virus de la influenza porcina han sido sensibles a los cuatro tipos de medicamentos, los siete virus más recientes de la influenza porcina asilados de personas son resistentes a la amantadina y la rimantadina. En la actualidad, los CDC recomiendan el uso de oseltamivir o zanamivir para la prevención y el tratamiento de la infección por los virus de la influenza porcina.

¡ENCONTRONAZO! EN ACAPONETA

Siendo aproximadamente las 23:30 hrs del viernes 24 de Abril, en la centrica esquina que forman las calles Juárez y Veracruz, se encontraron la Sra. Impericia con la Srita. Imprudencia, al saludarse dejaron como saldo dos carros desbaratados, un lesionado, y una carreta de tacos de puerco que no servirá más. Llevaba mucha prisa la Srita. Imprudencia la cual circulaba por la Veracruz, y la Sra. Impericia, venia distraida, se alcanxzaron a ver y se saludaron con las consecuencias descritas. Ojala y que mañana sabado, que sale a pasear Doña Beoda y Don Perico, no se vayan a querer saludar con Speddy Gonzalez y Puberta Singobierno.

YO TAMBIÉN CONOCÍ A DON MÁRGARO GUERRA

Por: María Lourdes De Haro Reyna
Cuarta de cinco partes (4/5)
El venado y las guayabas. Era la temporada de ir de cacería y me preparé pa’ irme temprano. Anduve varios días a’i nomas tirando a lo loco y matando animales pa’ salir el día, así que se me acabaron los tiros y dije: me regreso, pero ándale que en eso veo unos venados, no’mbre me puse a hacer un arco y unas flechas con del primer árbol que hallé y que era un guayabo. Ya armado me escondí entre unas ramas y como estaba junto a un arroyo, no pos dije aquí agarro alguno cuando baje a beber, cosa que así pasó. Le tire a uno y que le doy abajito de las costillas, pero yo creo que no se le encajó bien porque el animal salió corriendo y no lo pude alcanzar. Después de unos años volví de cacería y al bajar una loma me llegó un olor bien fuerte a guayaba que hasta se me hizo agua la boca; allí cortito estaba el árbol con unas guayabas del tamaño de mi mano apuñada y más sanas y más bonitas que las que “haigas” visto antes. Quise cortar una y que se mueve el árbol más lejos, p’os no va siendo el venado al que le metí la flecha y le retoño en la panza. ¡ECHALE AGUA MARGARO GUERRA! Los perros bravos. De que hay perros bravos, los hay. Yo tuve uno que hasta los coyotes le tenían miedo. A nada se le hacía p’a tras y se jodía a cuanto animal se le ponía por enfrente. No era dañero, pero si lo cucabas, jmm, cuidado, porque se te echaba encima. Un día un amigo llegó diciendo que su perro se podía fregar en el mio y yo le dije: pues puede ser, pero el mio es muy bravo, entonces me echo la tratada: le apuesto a que mi perro le gana al suyo y el mejor modo de probarlo es dejando que se “pelien”. Acordamos encerrarlos en una pieza (cuarto), solos, para que ninguno llevara ventaja de nada. Despues de muchos trabajos los dejamos encerrados y haz de cuenta que se había metido el diablo con los perros. Gruñidos, ladridos, golpes contra la puerta y luego de un rato todo se quedó silencio. Que abrimos la puerta y nada de perros, nomás un charco de sangre quedó en la tierra. ¿Qué creen que pasó? Los perros se habían tragado uno a otro, p’os resultaron igual de bravos. ¡ECHALE AGUA MARGARO GUERRA! Los perros y el tigre. Una vez tuve unos perros que vieras que buenos me salieron p’a la cacería, no’mbre, no soltaban presa. Eran bien aguerridos cuando daban con la presa la acorralaban y ahí se quedaban acechando hasta que lograran pepenarla del pescuezo. Pues fíjate que un día me fui por ahí p’al monte a cazar y los perros se fueron conmigo. En una de esas “güelen” un animal. Era un tigrillo. Yo casí ni lo ví, pero los perros empezaron con su ladradera y a perseguirlo. Quise seguirlos, pero después de un rato, oía más y más lejos los ladridos y gruñidos de los animales, ya cansado me quedé atrás. Esperé un buen rato pa`que regresaran y nunca volvieron, les chiflé y nada. Y pos ya mejor me vine pa’ la casa dándolos por perdidos. Pa`l año siguiente regresé y no me vas a creer, en un solarcito del monte que me encuentro a los perros ¡SECOS! Al pie de un árbol y el tigrillo ¡SECO TAMBIEN! Arriba del mismo árbol. Ni los perros ni el tigrillo quisieron dejarse y a’i quedaron, se secaron. Nomás por puntada agarré agua de un arrollo que estaba cerca y los rocié. No’mbre, la ladradera y la gruñidera empezó otra vez y a’i los dejé a ver hasta cuándo. ¡ECHALE AGUA MARGARO GUERRA!