Por: José Ricardo
Morales y Sánchez Hidalgo
DE CHILE: Hay algo que en verdad me preocupa: el terrible divisionismo o polarización que actualmente existe en el país. Muy desafortunadamente el presidente de la república Andrés Manuel López Obrador, todas las mañanas agrede —como si esa fuera su función principal como gobernante— a todo lo que se mueva: se ha “engallado” con las instituciones autónomas (principalmente el INE), con los científicos, con los padres de niños enfermos, con los tristes “aspiracionistas” de la clase media (su servidor entre ellos), los periodistas, los gobernadores o legisladores que no son de su partido, los empresarios, las feministas, algunos ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en especial Norma Piña; las universidades y en general a todos los que no piensan como él; a todos ellos los califica con una sarta ya larga de adjetivos: fifís, aspiracionistas, conservadores, neoliberales, clasistas, racistas, alcahuetes, arrogantes, calumniadores, camajanes, chayoteros, cínicos, corruptazos, espurios, farsantes, hampones, hipócritas, huachicoleros, machuchones, y un sinfín de adjetivos que bien pueden llenar una enciclopedia sobre el tema gramatical.
El caso es que tanto insulto, tanto desacreditar a lo que él llama sus “adversarios”, han hecho doble mella en el ánimo del pueblo en general: para sus seguidores, muchos de los cuales ven a AMLO como alguna vez los católicos vieron la figura del Papa, infalible y casi divino, no realizan un ejercicio de reflexión, duda o incredulidad, es tan solo para ellos un acto de fe que no se contradice. Por el contrario, para los que no concuerdan con sus acciones y decires, cada día que pasan lo aborrecen más o, en el mejor de los casos para el mandatario, lo repudian abiertamente. Con ya cuatro años y dos meses de gobierno y la súper elección del 2024 visible en el horizonte, los ánimos están excesivamente caldeados y no se ve quién —como el Chapulín Colorado— pudiera salvarnos.
La reciente marcha a favor del INE es una muestra clara de lo que
menciono. Fue todo insultos, descalificaciones e innumerables tipos de pullas
hacia el jefe del ejecutivo por parte de los asistentes y, sobre todo, el
aburrido discurso de Beatriz Pagés, mostrando un panorama casi apocalíptico de
lo que se puede venir para la nación, “cucando” al mandatario, no provoca más
que preocupación en los que vemos que las cosas se pueden salir de control. Beatriz Pagés
No
se ve tolerancia, ni una minúscula mota de empatía y menos la consciencia de lo
serio de la situación en ninguno de los dos polos. Ante la inmensa popularidad
que aún mantiene AMLO con el “pueblo sabio y bueno” de su lado, que si bien, ya
no será de 30 millones de sufragantes como en el 2018, y menos porque el de
Tabasco, no aparecerá en la boleta, sí serán suficientes los votos para llevar
a la próxima presidencia al primer gobernante impuesto por dedazo de la dizque
cuarta transformación. Digo lo anterior porque no veo a un caudillo en una
oposición que se dice unida y de la que solo salen chispas e intereses mezquinos
que dan al traste con cualquier posibilidad de triunfo. Creo, aunque lo veo
difícil, que hace falta en la oposición un candidato mesurado, que no se
caliente a la primera, ni a la segunda ni a la tercera, que se le resbalen los
insultos y descalificaciones en las mañaneras. Sin embargo, no veo a quién del
lado de la oposición le corresponda ser la figura a vencer. Parafraseando al
clásico: “la caballada está famélica”.
Cada una de las nueve letras de la palabra ACAPONETA, que por cierto tiene dos versiones, la primera náhuatl que significaría “lugar del frijol enredado en caña de carrizo” y la segunda versión que proviene del tepehuano con el significado de “los que viven junto al río” o bien “los que viven del río”.
Así pues, decía que las nueve letras de la palabra fueron artísticamente decoradas de la siguiente manera: la primera “A”, lleva un sensacional retrato del mago de las letras Alí Chumacero, tan realista que parece una fotografía.
La “C” hace referencia al gusto que tiene nuestra ciudad por la música, especialmente por el piano, lo que trae a la memoria los nombres de Agapita Jordán Gama, maestra de piano que enseñó a varias generaciones de acaponetenses. También de la profesora Yolanda Alduenda y de los hermanos Quintero Alduenda. Hay que recordar que nuestro municipio es el que más pianos posee, después de Tepic, la capital. Y esta letra también hace referencia a la gran cantidad de músicos que ha tenido nuestra querida población, como el Prof. Inocente Díaz Herrera, Aurelio Rodríguez “El Calandrio”, Felipe Espinosa “Tanaka”, “Chilo” Morán, entre otros notables.
La segunda “A”, junto con la “E”, nos muestran imágenes de la rica y diversa gastronomía de esta región del país. En la primera los famosos churros de aquel simpático señor que fue Benjamín Mayorquín, “Min” el churrero y en la “E”, los sabrosos tacos de puerco echado, y las gorditas de gallina, que otros municipios nos han querido robar, pero que son más acaponetenses que la gardenia.
La “O” habla de la zona marismeña de Acaponeta, que “muerde” una porción de las ricas y biodiversas Marismas Nacionales. Es la zona camaronera del norte de Nayarit.
La “N”, es un collage donde aparece el símbolo máximo del municipio, la aromática gardenia; así como la pintura de una bella niña indígena que informa al visitante que en la hermosa zona serrana, habitan pueblos originarios coras, tepehuanos y mexicaneros. Cierra esta letra el monumento del constituyente de 1917, Juan Espinosa Bávara.
En la “T”, otros dos íconos de Acaponeta, el puente de ferrocarril que atraviesa el río que lleva el nombre del municipio; puente que funciona desde 1910 cuando entra desde el norte “la punta de hierro” a la ciudad. Y una portada de el periódico “El Eco de Nayarit”, el cuarto más antiguo aún en circulación en el país; fundado en 1917 por mi abuelo Don Manuel Sánchez Hidalgo Villalobos y sostenido hasta 1933; continuado por Don Federico Corona un par de años más y por supuesto, la dinastía Sáizar, que inicia Don Martín en ese año de 1935 y hasta 1970 cuando toma las riendas, mi querido maestro Don Rodolfo Antonio Sáizar Quintero, que dirige el —en ese momento trisemanario— hasta su muerte en 2008. De ese año hasta este 2023, la dirección del periódico está en manos de la tercera generación de esa apreciada familia, el Lic. Antonio Sáizar Guerrero.
Finalmente la tercera “A” de la palabra, en la cual
aparece la imagen casi fotográfica del artista plástico Vladimir Cora, teniendo
como fondo una de sus obras. Sin duda, estas macroletras que eran unas de
tantas más en el país y hoy, con la buena gestión del ayuntamiento, son las
bellas y originales del Estado de Nayarit y estoy seguro que de muchas más en
la nación. Enhorabuena.
DE MANTECA: Cuenta una didáctica fabulilla, que un venenoso alacrán, andando por el bosque se topó con un arroyuelo el cual le impedía seguir su camino. A la orilla de esa corriente se encontraba una verde ranita queriendo a su vez cruzar el arroyo. Le dijo el escorpión al batracio: “Amiga rana, ¿puedes ayudarme a cruzar el río? ¿Puedes llevarme sobre tu espalda? A lo que el asombrado anfibio, replicó: — ¿Que te lleve a mi espalda? ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco y estás loco en preguntarme eso!
Sé bien que sacarás tu aguijón, me picarás y me matarás. Lo siento, pero no puede ser. —No seas tonta, ranita —le respondió entonces el alacrán—. ¿No ves que si te pico con mi aguijón te hundirás en el agua y que yo, como no sé nadar, también me ahogaré? La rana, después de pensárselo mucho se dijo a sí misma: —Si este escorpión me pica a la mitad del río, nos ahogamos los dos. No creo que sea tan tonto como para hacerlo. Entonces, la rana le dijo al arácnido: —
Mira, lo he pensado bien y te voy a ayudar a cruzar el río. Dicho esto, el escorpión se colocó sobre la resbaladiza espalda de la rana y empezaron juntos a cruzar el río. Cuando habían llegado a la mitad del trayecto, en una zona del río donde había remolinos, el escorpión picó con su aguijón a la rana. De repente el verde animalito sintió un fuerte picotazo y cómo el veneno mortal se extendía por su cuerpo.
Y mientras se ahogaba, y veía cómo también con ella se ahogaba el escorpión, pudo sacar las últimas fuerzas que le quedaban para decirle: —No entiendo… ¿Por qué lo has hecho? Tú también vas a morir. Entonces, el alacrán la miró y le respondió: —Lo siento ranita. No he podido evitarlo. No puedo dejar de ser quien soy, ni actuar en contra de mi naturaleza, de mi costumbre y de otra forma distinta a como he aprendido a comportarme. Y desaparecieron los dos, el escorpión y la rana, debajo de las aguas del río.
Este cuentecillo me ha abierto los ojos y hoy, al momento de
escribir estas líneas, escucho una nueva defensa que hace López Obrador de la
pasante de derecho, la “ministra pirata” Yasmín Esquivel, quien ahora con dos
tesis plagiadas insiste en su inocencia y se niega a renunciar a tan digno cargo, hoy manchado
por ella. Al ser nuevamente cuestionado por los periodistas que le pidieron
explicara qué ha pasado con la tramposa ministra, AMLO dijo: “No, no ha pasado
nada, como nada pasó cuando Felipe Calderón me robó la presidencia”. En un
primer momento me fui como Condorito de espaldas ¡Plop! Pero enseguida entendí
que el presidente es como el alacrán de la fábula: no puede evitar actuar así
porque esa es su naturaleza. Dijeran los clásicos: ni hablar del peluquín. Espero
sus comentarios, sugerencias y datos interesantes al correo:
jori.mosahi@gmail.com