lunes, 23 de febrero de 2009

¿Y LA PATRULLA APÁ? PREGUNTAN LOS NIÑOS EN ACAPONETA

Se comenta en Tecuala Nayarit que la gente esta muy contenta con las cuatro nuevas patrullas que el actual presidente municipal compró mediante el fondo IV para brindar un mejor servicio a los tecualenses.
Estas patrullaas y otras dos que ya se tenían por allá en Tecuala, fueron pintadas y rotuladas conforme a la norma que dicta la Secretaría de Seguridad Publica Federal, mediante esta norma se busca que los vehículos oficiales para el servicio de la policía se encuentren debidamente identificados con el fin de dar a la ciudadanía total certidumbre y confianza, ya que en estos tiempos de "levantones" y secuestros, los autos particulares que a todas luces llevan gente armada y vestida de civil, pues no dan mucha confianza al ciudadano de a pie.
Aún no se terminaban de regocijar en Tecuala cuando de pronto les cae la noticia de que el presidente municipal les compra un nuevo y flamante vehículo especial para Protección Civil, de llanta calluda, tracción cuatro por cuatro y caja con herramienta. Desde ese día los chiquillos de Tecuala se enorgullecen de las patrullas que ven por allá y cuando van a visitar a sus primitos de Acaponeta, se mofan de las "patrullas" que ven en Acaponeta: vehiculos viejos, parados por falta de mantenimiento, nada que presumir. Tristes, los chámacos de Acaponeta, al no poder defenderse de las mofas de sus primitos de Tecuala ahora se la pasan preguntando a sus mayores: ¿Y la patrulla apá?
Eso, eso mismo me pregunté al escucharlos, ¿Por que no tenemos patrullas nuevas en Acaponeta? las merecemos y el gobierno Federal manda dinero para que nos las compremos, ¿que pasa entonces? Preguntando, preguntando me fui por el mercado y por ahí me uní a un grupo de jóvenes nomas de espíritu, que me dijeron: mira muchacho, más sabe el diablo por viejo que por diablo, aquí la campaña para presidente se ganó a fuerza de prometer chambas, te daban un zapato derecho ahorita y el izquierdo para cuando ganaran, ahora todos los que andaban a "rais" pos ahora hasta tenis traen. Ahora no ajusta el dinero para comprar nada, hasta los 60 mil pesos mensuales que se reciben de la autopista se van en pagar sueldos.
Que caray. me dije. No me queda más que decirle a mis chamacos que presuman a nuestros valientes policías de Acaponeta, que sin patrullas, sin uniformes, y a veces hasta sin pistola, se la andan rifando en contra de los delincuentes. esos si son héroes.

PERSONAJES DE ACAPONETA

DON MARGARO GUERRA ¡AGUA DE CEBADA!
Segunda entrega. "LOS PERROS"
En Acaponeta, es comun escuchar decir que tal o cual persona es: "más brava que los perros de Margaro" decir así de alguien es que se quiere expresar que dicha persona es de carácter muy fuerte, bélicoso o peleonero. La expresión "más brava que los perros de Margaro" viene de una de las tantas historias que contara Don Margaro Guerra, un hombre que vendía agua fresca de cebada en su natal Acaponeta. Se arremolinaban los niños a comprar los diminutos vasos y a escuchar “margarencias”, fantásticas aventuras que con el tiempo se fueron convirtiendo en parte de la cultura popular de Acaponeta. Así contaba Don Margaro la historia de los perros:
LOS PERROS
Cierto día en que me encontraba haciendo mis quehaceres, llegó un amigo y me dijo: ¿Usted es Margarito? Sí, le contesté. Yo soy Margarito. ¿En que puedo servirlo amigo? Pues verá, vengo desde el estado de Jalisco y vine desde allá, porque supe que tiene usted un perro muy bravo. ¿Hasta por allá llega la fama de la bravura de mi perro? le pregunté.Sí, hasta allá. Me respondió. ¿Y que es lo que usted quiere de mi perro? A lo que me contestó: pues vengo aquí porque yo tengo un perro más bravo que el suyo, y de eso no tenga la menor duda. A lo mejor, lo de su perro n o es más que la pura fama. Y aquí traigo a mi perro para demostrarselo. Y quiero que apostemos. Mire amigo, le dije. Mejor callese. No sabe lo que está diciendo. No conoce a mi perro. Don Margarito, me dijo: el que no conoce a mi perro es usted. Quiero que acepte mi apuesta. Vamos enfrentando a los dos animales y que gane el más bravo. Así se acaban las habladas.
Yo tenía un cuarto donde guardaba todos mis tiliches. Empecé a sacarlos y cuando terminé le dije: ahora si amiguito, traiga a su perro y metalo aquí. Se dió media vuelta y se fue corriendo, y al poco rato llegó con un perro barcino de color, amarrado con una cadena. Batalló mucho para hacerlo entrar en el cuarto. Y cuando por fin lo hizo, salió corriendo y de un golpe cerró la puerta. Luego me dijo: ahora si, ahí está mi perro y si se anima, meta el suyo.
Mi perro como siempre estaba echado en el corral. Le hablé. Como si supiera a lo que venía. Traía los pelos de los lomos erizados. Se fue derechito al cuarto. En cuanto el perro entró, cerré bien la puerta con candado. Cuando lo estaba haciendo, se inició el pleito entre los animales. Que feo se oía. La puerta parecía que se caía. Así duró ésto un buen rato. Luego todo quedó en silencio.
Abra la puerta, me dijo. No le contesté, yo tengo miedo. El perro ha de estar muy enojado. Y a lo mejor no me conoce y se me hecha encima. porqué no abre usted, le dije. No, yo no, me contestó. Hasta que por fin me animé y abrí la puerta y nos metimos y como no vimos nada, nos pusimos a buscar a los animales por todo el cuarto y nada, no hallamos nada. Hasta que nos fijamos bien y cual no sería nuestra sorpresa, que vemos dos charcos de sangre. Eso fué todo lo que quedó de los dos animales. Uno a otro se habían comido.
Así que la apuesta quedó empatada. ¡Agua de cebada!...continuará.