lunes, 30 de octubre de 2017

DE SANTOS Y FIESTAS


Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
El ser humano es fiestero por naturaleza, y cómo no si somos gregarios, es decir, nos agrada andar juntos, como pájaros u hormigas, siempre en “bola”.

El hombre antiguo después de asegurar su alimentación, techo y vestido, agradecía  a su dios o dioses, ya sea sacrificando un animal o, si se podía, un prójimo. Recordemos las famosas guerras floridas de los aztecas que tenían como único fin, uno y otro bando, hacerse de prisioneros para sacrificarlos a sus deidades; así pues las fiestas tenían doble finalidad, complacer a los dioses y de paso divertirse --algo que no hacen las demás especies vivas—con bailes, música, viandas y bebidas, para alegrar el corazón.
Con el tiempo algunos dioses desaparecieron y otros nuevos entraron en escena, pero las fiestas continuaron ya que de vez en cuando aparecía una virgen o un nuevo santo que agregar al calendario y anotar en la agenda un nuevo huateque.

San Apolonio
Allá por los años setenta del siglo pasado, el mismo Vaticano descontinuó a más de 200 santos que sencillamente no existieron o que fueron trasformados para no molestar a los viejos adoradores de esos seres místicos; por ejemplo, el Dios Apolo se convirtió de golpe y porrazo en San Apolonio; el dios Hermes, deidad del comercio griego se convirtió en San Hermeto, patrono de los comerciantes. Démeter, la gran madre de Dios, es venerada en Grecia como Santa Demetria.
Existen otros más cotorros: los romanos al encontrarse se saludaban con la fórmula: “perpetua felicitas” –felicidad eterna--, así hoy existen dos milagrosísimas santas: Perpetua y Felícitas…seguramente son cosas del maligno. Si Usted, amable lector, es de los que antes de dormir se reza el “San Jorge Bendito, amarra tus animalitos con un cordón bendito”…vaya buscando mejor quien le amarre a las “mascotitas” porque también San George quedó “out”. Lo mismo las estampitas, medallas  e imágenes de santos tan “trinchones” como San Cristóbal o el mismísimo San Nicolás ¡el buenazo de Santa Claus!  y el siempre muy festejado San Valentín, el de los novios, quedaron fuera de circulación aunque se enojen mis comadres que venden regalos y chocolates el 14 de febrero. ¡Santa Cachucha! diría Memín Pinguín, quién lo iba a decir; yo por eso seguiré siendo fiel a la milagrosísima Virgen de las Agruras o San Rompopeo de los Volados, patrono de los pronósticos deportivos.

Pero eso sí, las fiestas siguieron, no importa si se trataba de santos balines u originales tipo Levi´s de Tepito. No se paró la alegre actividad de mover el bote; y algunas fiestas son muy famosas como las “Fallas” de Valencia en honor de San José, este sí, santo de primera fila; el día de San Patricio muy celebrado en Nueva York; por supuesto los días de Semana Santa, que son, dicen los curas, “días de guardar”, lo que algunos traducen como guardar las tangas en la maleta y correr a las playas.
Las fiestas del día del trabajo, que se celebran en casi todo el mundo sin trabajar; las fiestas religiosas de Corpus Christi, siendo muy famosas en Toledo. La Feria de San Marcos en Aguascalientes, que al igual que casi todas las festividades y ferias del país, hoy son tan solo un burdo pretexto para montar un palenque, emborrachar canijos y despelucarlos hasta dejarlos en calzones y a veces ni eso.
La procesión de las botellas en Francia; el festival del arroz de los japoneses; los sanfermines en Pamplona, España; el Festival Internacional Cervantino en Guanajuato; las fiestas del Palio de Siena en Italia; la feria internacional del caballo en nuestro Texcoco, el Halloween gringo, el día de acción de gracias en Estados Unidos y Canadá; la Guadalupana en todos los pueblos de México o en todos los pueblos del mundo donde haya mexicanos; Navidad, fin de año y muchísimas más en cualquier gran metrópolis o modesta aldea campesina, siempre habrá alguien que se aviente un cuete y se ponga otro. Nomás recuerde el amable lector, que en el colmo de los festejos inventamos ese larguísimo puente lleno de alcohol y jolgorio llamado “Lupe Reyes” que corre del 12 de diciembre con la virgen del Tepeyac y hasta el día de los reyes magos.
En Acaponeta las fiestas se han desvirtuado un poco o bien han cambiado su original sentido, siendo sacadas de contexto, pero aún se recuerdan las afamadas fiestas de Las Mojoneras o las que concelebramos con el vecino municipio de Huajicori, el dos de febrero, por tan solo mencionar dos que han sobrevivido, al menos una real y las mojoneras en el recuerdo, ya que hoy se “festejan” en un espacio, que ni son las mojoneras, ni con la gracia y tradición de aquellas con los alegres y coloridos paseos en carretas ricamente adornadas que bajo la lluvia desfilaban hasta aquellos lares.
Hace unos días, terminé de elaborar el Plan Operativo Anual de la Preparatoria, con la finalidad de hacer un cálculo sobre lo que eroga la Unidad Académica en papelería, artículos de aseo, mantenimiento de la infraestructura y equipos, viáticos, etc., lo que me resulta fuera de lugar que hay un rubro también a considerar que cabe perfectamente en ese proyecto como son la ceremonia de graduación, los altares de muerto en el panteón, la tradicional muestra gastronómica de septiembre y otros; pero aquí lo que no veo bien, es que la administración central no considera los gastos como las celebraciones del Día de Maestro o la posada decembrina, e incluso las visitas que hacen los “meramentes” de la UAN y a los que hay que llevar a comer o a un centro botanero y el Director se faja con la cuenta…no lo concibo en un país tan fiestero como el nuestro.

Por lo pronto, ya que venga el día de San José –“mi diablo”--, por ahí nos encontraremos, ya que a cada santo le llega su día ¿o no?

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