miércoles, 17 de enero de 2018

HISTORIA DE EL ECO DE NAYARIT A CIEN AÑOS DE SU FUNDACIÓN (3a. y última parte)



VI. SEGUNDA ÉPOCA

El Eco de Nayarit, ya en manos de Don Federico R. Corona, pero teniendo como verdadero operario a Don Martín M. Sáizar, quien se volvió indispensable para que la publicación saliera a la venta, en una intrépida iniciativa resuelve hacer del periódico un diario, aumentando de manera sustancial el trabajo de confección; tarea que le tocó vivir a Don Eduardo Vidriales, quien recuerda de manera simpática:


Don Eduardo Vidriales Robles

“Pasado algún tiempo, sin pensarlo mucho y cual moderno Quijote, pero armado con una gran tranca de madera en lugar de la tradicional arma de don Quijote, Martín se lanzó a la odisea de convertir “El Eco” en diario. Me imagino que prefirió la tranca tal vez porque se pueden derribar mejor los estorbos con un garrote que con una lanza. O lo hizo recordando a aquel famoso presidente gringo que decía: “Habla despacio, pero ten siempre a la mano un buen garrote”.

Pero dejando de lado esta pequeña digresión en broma, vayamos a lo otro: me invitó como jefe de tipografía y como formador del periódico y henos aquí, de la noche a la mañana imprimiendo nada menos que diario “El Eco de Nayarit” de aquellos ayeres.

De este imprimíamos primero las páginas interiores y reservábamos en la primera y la última espacios convencionales para las noticias nacionales o internacionales. Estas nos eran transmitidas diariamente por vía telegráfica, por una agencia profesional de México, D.F. en extractos de doscientas o trescientas palabras. Cuando se recibía el servicio había que “crecer” las noticias, labor en la que yo también tenía mi parte.

El siguiente paso (paso veloz, por supuesto) era dar a las noticias composición tipográfica, formación, prensa y… colorín colorado; “El Eco” se terminaba de imprimir a eso de las tres de la mañana para ser voceado unas horas más tarde. La siguiente jornada comenzaba a las once de la mañana del mismo día.

La hazaña duró unos cuantos meses, pues aquello se convirtió en una especie de juego del trompo en el que todos ponen y nadie saca nada. Ponía el director, poníamos los impresores, ponían los anunciantes y hasta los acreedores tenían que poner al menos un poquito de paciencia. […]

El diario murió según dictamen, por “exceso de escasez”, pero no murió “El Eco”. Este, tan campante, volvió en medio de una tranquilidad casi bucólica a su antigua vida de semanario, o alternativamente, bisemanario.
Cuando al paso de los años y ya olvidada por completo la aventura del diarismo, “El Eco” pasó a ser propiedad de Sáizar, pudo él obtener el crédito necesario para comprar su propio equipo de impresión y “El Eco” se mudó a su quinta y actual casa en la calle Allende, propiedad del clan Sáizar”.[1]

Martín M. Sáizar, según palabras del propio Vidriales Robles, consigue un crédito, se convierte en propietario de “El Eco”, adquiriendo el equipo que se requería y logra en las siguientes décadas, hacer del periódico una empresa rentable y dimensionar a nivel Estado su reputación y penetró en todas las capas de la sociedad acaponetense, incluidas las comunidades y ejidos municipales, así como los municipios de Tecuala, Huajicori e incluso Tepic. Por supuesto, en el resto del país e incluso en los Estados Unidos, donde cientos o miles de paisanos se fueron a radicar, recibían puntualmente el rotativo en sus hogares por el método de suscripciones.

Hay que hacer notar, que Don Eduardo, explica que “El Eco” se mudó a su quinta y actual casa en la calle Allende, propiedad del clan Sáizar”, pero yerra en este punto este simpático y amigable tipógrafo de profesión, pues el cuarto domicilio fue en la calle Veracruz, entre Allende y Juárez, muy cerca a la actual cantina “El Campesino” y finalmente su quinta casa es efectivamente la morada de la calle Allende No. 12, en pleno centro de la ciudad y donde aún habitan sus propietarios y tienen la papelería “Lolina”. Hay que agregar que el sexto domicilio de El Eco es donde actualmente están los talleres de impresión en un amplio espacio para la maquinaria y las viejas imprentas donde aún utilizan tipos para la confección de invitaciones, facturas, esquelas, etc.

Con el paso de los años, también se crearon varias revistas, que si bien no tuvieron la misma permanencia que El Eco, si lograron penetrar en la historia municipal, por lo que muchos aún recuerdan a “Mosaico” –de ahí el apodo de “chaico”, que años más tarde le endilgaran a Don Antonio Sáizar Quintero y que algunos piensan que fue una pulla despectiva--, “Nayarit Moderno”, “Jomrón” y “Cosmos”, publicaciones que editó la ya llamada casa editorial de “El Eco de Nayarit”.

Don Eduardo Vidriales, que como ya se comentó desde muy niño se enamoró de las tipos, la tinta y la conformación de notas y anuncios, e hizo de la impresión y la tipografía su modo de vida, hace mención en ese breve comentario de algo muy importante en la vida del periódico: los voceadores, principalmente conformados por chiquillos de la localidad, que a lo largo de 100 años de vida, merecen mención aparte, ya que han sido cientos, quizá miles de niños los que han vendido “El Eco de Nayarit”, hoy muchos de ellos fallecieron de viejos o son abuelos y bisabuelos de otros pequeños que hacen la labor callejera de venta y reparto. Ellos llegan o llegaban al centro de distribución, en este caso las sucesivas sedes del informativo, recogen el número de ejemplares que creen poder vender y arrancan a los cuatro puntos de la ciudad con el tradicional grito de ¡El Eco de Nayarit! ¡Eeeel Ecoooo!, con el cual despiertan, más antaño que ahora, a una ciudadanía que apenas comienza el quehacer diario. Ha sido tan reconocido este pregón, que existe una anécdota que nos da cuenta del significado del mismo para la sociedad acaponetense. Hace algún tiempo, una persona radicada en Acaponeta, viajó a los Estados Unidos, y ya en aquel país, tuvo la necesidad de buscar a un amigo o familiar del cual conocía la zona donde residía este, pero no la ubicación exacta, aun así se fue en busca del paisano y al llegar a la calle donde suponía habitaba aquel y no saber a ciencia cierta cuál era la casa, tuvo una feliz ocurrencia: comenzó a gritar a todo pulmón: ¡El Eco de Nayarit! ¡Eeeel Ecoooo!, que inmediatamente fue identificado por su camarada que salió a recibirlo, entre gritos y risotadas.

Martín M. Sáizar


VII. MARTÍN M. SAIZAR Y LA TERCERA ÉPOCA

Martín M[2]. Sáizar, nació en San Dimas, Durango, un pueblecito minero de esa entidad, el 11 de noviembre de 1900. Hijo de Don Rodolfo Antonio Manríquez y de Doña Benita Sáizar. Habiendo quedado huérfano de padre a los siete años, debido a un trágico accidente que se registró en una mina donde trabajaba Don Rodolfo Antonio, en compañía de su madre se traslada a Villa Unión, Sinaloa, donde de manera al parecer fortuita, conoce a Don Francisco “Picho” Casillas quien siendo propietario en Acaponeta de una mueblería, hacía numerosos viajes a los pueblos y ciudades del sur de Sinaloa, entre Acaponeta y el puerto de Mazatlán, siendo así que uno de esos conoce a la Señora Benita y a su pequeño hijo Martín, Al tiempo muere Doña Benita, y Don Francisco Casillas, se lleva a Martín, a la sazón de once años de edad, a Acaponeta y lo pone a trabajar como mocito de la casa y aprendiz de una fábrica de sombreros también de su propiedad.

Al tiempo, el Señor Casillas se convierte en su padrino, probablemente de primera comunión. Don Francisco, “Picho” para sus cercanos, tenía su taller de sombreros en el lugar donde hoy se levanta el Hotel Plaza de esta ciudad.
A pesar de su desventaja frente a la vida, Martín no desaprovechó la oportunidad y se inscribió en la escuela para cursar sus estudios primarios.

Años más tarde estudió periodismo por correspondencia a través de una agencia de Nueva York, actividad que desarrolló toda su vida. En compañía de varios amigos, fundaron en 1921 el primer Sindicato de Obreros y Campesinos de Acaponeta. Fue activo promotor junto con el Ing. Ezequiel M. Gracia, para que aquí se instalara el Banco Ejidal de Crédito Agrícola en 1927 en su ciudad adoptiva.

No tenemos registro del momento en que Don Manuel Sánchez Hidalgo, traba relación con el joven Martín y algún cronista habla que fue en 1922; nosotros tenemos registro que alrededor de 1928 el novel periodista ya hacía la crónica deportiva para el periódico.

Años más tarde Martín M. Sáizar, fue Regidor del H. Ayuntamiento, Agente del Ministerio Publico y Secretario del Juzgado de Primera Instancia.
Como ya se dijo, en 1922, escribió como colaborador en “El Eco de Nayarit”, primero con Sánchez Hidalgo, y luego con Don Federico R. Corona, que a causa de sus numerosas ocupaciones, prácticamente deja como encargado o gerente del periódico a Martín, que había ganado experiencia con Don Manuel. Al paso del tiempo le compró los derechos de la publicación, aproximadamente en 1933 al Sr. Corona, pasando a ser el tercer dueño del periódico.

En 1949, Don Martín inicia la edición de la revista mensual “Nayarit Moderno”, que apareció hasta 1955, la primera de una serie de revistas con que se afana a publicar, escribiendo casi de manera compulsiva; para dedicarse a eso, en 1951 pasó la dirección a su hijo Rodolfo Antonio, quedando él, según registran algunos periódicos de la época como editor gerente.

Fue uno de los promotores para que se fundara una Escuela Secundaria en Acaponeta, a través de su periódico, la hoy reconocida Secundaria General “Leyes de Reforma”, por donde han pasado decenas de miles de estudiantes.
El 12 de octubre de 1948, estuvo en Acaponeta el C. Gobernador Don Gilberto Flores Muñoz a inaugurar el Estadio Municipal de Béisbol en Acaponeta, tocando a Don Martín pronunciar el discurso inaugural, ya que desde años antes fue activo promotor del béisbol local y de la búsqueda incansable, junto con otros promotores deportivos de un espacio para la práctica del llamado “Rey de los Deportes”. Ya en su momento el director Manuel Sánchez Hidalgo, informaba de las acciones altruistas que realizaban un grupo de personas, encabezadas por Martin M. Sáizar, quien, como ya vimos, ese entonces se desempeñaba como colaborador y cronista deportivo de ese medio informativo; entre las acciones que realizaban fue que el 25 de noviembre de 1928, Martin, junto con los señores Román Domínguez y Fortunato García, se dirigieron al Consejo Municipal para solicitar unos terrenos de propiedad pública que se encontraban al suroeste de la ciudad, para acondicionarlos y jugar béisbol, mismos que le fueron concedidos para que los jóvenes tuvieran un espacio de recreación para este deporte.

Fue hasta el 12 de octubre de 1948, cuando Gilberto Flores Muñoz, gobernador Constitucional del Estado de Nayarit, inauguró el Estadio Municipal de Béisbol que, hoy, décadas después, lleva el nombre de Martín M. Sáizar, ya que el 12 de octubre de 2012, durante la celebración del 64 aniversario del inmueble, las autoridades municipales encabezadas por Efraín Arellano Núñez, dieron a saber que a partir de esta fecha, el Estadio llevará el nombre del periodista, y es actualmente la máxima casa beisbolera en Acaponeta.

Consuelo Sáizar Guerrero, nieta de Don Martín, y quien fuera Directora del Fondo de Cultura Económica y posteriormente presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), escribe acerca de su abuelo Martín:

“El 11 de agosto de 1970 murió don Martín M. Sáizar, mi abuelo, un hombre que amó las letras tanto como a su familia, y a Acaponeta tanto como a su vida.
Para mí -aunque murió cuando yo sólo tenía 9 años- fue el demiurgo que le dio horizonte y sentido a mis días.


Nació con el siglo XX y fue un niño huérfano, que hizo los trabajos necesarios, incluso los más humildes, para sobrevivir. Era un adolescente cuando aprendió a leer y a escribir, y se fascinó con la información y el periodismo. Siempre vestía de blanco (yo heredé esa, entre muchas otras de sus excentricidades) y siempre, también, traía un periódico en las manos y un libro bajo el brazo. Estaba permanente suscrito a dos diarios nacionales (que llegaban por la noche al pueblo), a todos los del Estado y a las revistas nacionales de la época.

Ya no pudo acompañar a mi padre a tomar posesión como Presidente Municipal pero siempre soñó con ese momento.
Hoy, recuerdo el sonido de sus dedos tecleando la vieja máquina de escribir en donde se originaban los textos para "El Eco de Nayarit", su periódico; el ejemplar de "Rebeca", de Daphne Du Maurier, que me dio para leer cuando tuviera quince años; sus visitas a mi escuela para entregar cajas de cuadernos y lápices para todos los niños; su mirada atenta a mis movimientos cuando yo, después de limpiar los 'ojos' de las letras, acomodaba los tipos móviles en sus respectivas cajas, o cuando cortaba las vitelas para ajustar el interlineado; aquellas largas e inolvidables conversaciones con el maestro Alí Chumacero, cuando visitaba su casa, allí donde estaba también su imprenta.

Un abrazo, abuelito, hasta el lugar que habites, que imagino lleno de libros, periódicos y revistas, con mi abuelita al lado, sentados los dos en esas poltronas platicando largo, mientras se mecen en la eternidad de nuestra memoria.”

Lo cual nos da una idea muy clara de cómo era y actuaba Don Martín, de quien vale la pena redactar otra anécdota que de manera personal me narró la propia Consuelo su nieta:

Luego de la terrible inundación del 13 de septiembre de 1968, una de las más graves o la más fuerte en la historia de la población, que por cierto acabó con el archivo histórico del periódico, a pesar de que la zona era un auténtica área de desastre, y de los esfuerzos para más que pedirle, le suplicaron apoyo al Gobernador Don Julián Gascón Mercado, y este negara brindar la ayuda urgente y efectiva que requería, no solo Acaponeta sino toda la zona norte de la entidad, Martín Sáizar inició una férrea protesta contra esta lamentable decisión del mandatario estatal, publicando en cada edición el número de días que faltaban para concluir su mandato, haciendo un cálculo muy somero y aproximado, si consideramos que Don Julián dejó el poder el 31 de diciembre de 1969 y la inundación fue el 13 de septiembre del 68, y El Eco salía de manera bisemanal, la cuenta comenzó, 474 días antes de que dejara el mando al siguiente gobernador que fue Roberto Gómez Reyes, es decir, unas 237 publicaciones en El Eco, esperando la salida del Gobernador.

Casó Don Martín con la señorita Romanita Quintero Urdiales, hija del talabartero Nicolás Quintero, que tenía su taller por donde hoy se ubica la zapatería y tienda de ropa “Canadá”. Romanita y su hermana Lolita, se dedicaban a la costura, pero no se crea que eran las típicas “costureritas” de pueblo, sino que confeccionaban prendas que lo más selecto de la sociedad tepicense y de Nayarit, les encargaban. Con Romanita procreó, en ese orden a Raquel Margarita, Olga Beatriz, Rodolfo Antonio, María Elena, Alma Angelina, Sofía Cristina y Brunilda Eduviges.

Falleció Martín Sáizar Manríquez en esa ciudad a la que tanto quiso y de la que llegó a exclamar, que si pudiera bajar un pedazo de cielo, lo bajaría para Acaponeta, el 11 de agosto de 1970, y sus restos reposan en el Panteón Municipal de Acaponeta.

VIII. EL ECO A LO LARGO DE LOS AÑOS

En los años de vida de El Eco de Nayarit, en el mundo se han producido un sinnúmero de guerras, dos de ellas mundiales; revoluciones, cambios de gobiernos pacíficos y violentos, desgracias provocadas por la naturaleza, en sus páginas se han escrito los nombres, obras y acciones de 21 presidentes de la República: Venustiano Carranza, Adolfo de la Huerta, Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles, Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio, Abelardo L. Rodríguez, Lázaro Cárdenas, Manuel Ávila Camacho, Miguel Alemán Valdés, Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez, José López Portillo y Pacheco, Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León, Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto.

Asimismo el de 56 Gobernadores del Estado de Nayarit: José María Ferreira, José Santos Godínez, Francisco D. Santiago, Fernando F. Ibarra, Salvador Arriola Valdés, José Santos Godínez (por segunda ocasión), Federico R. Corona, de Acaponeta; Pascual Villanueva Paredes, Julián Chávez, Rodolfo Moroña, Pablo Retes Zepeda, Everardo Peña Navarro, Miguel Díaz González, Ismael Romero Gallardo, Felipe C. Ríos, Ricardo Velarde Osuna, Francisco Jaime Hernández, José de la Peña Ledón, Francisco Ramírez Romero, Esteban Baca Calderón, Francisco Anguiano Ortiz, Gustavo R. Cristo, J. Jesús Valdés Sánchez, Salvador Trejo, Luis Castillo Ledón, Rafael Ibarra Trujillo, Juventino Espinosa Sánchez, Ramón Narváez, Gustavo B. Azcárraga, Agustín Godínez Lomelí, José Ibarra Valdés, Lamberto Luna Plata, Francisco Parra Ortiz, Tomás López Partida, Joaquín Cardoso, Eduardo López Vidrio, Juventino Espinosa Sánchez (en su segundo período), Cuauhtémoc Ríos Martínez, José Luis Herrera López, Antíoco Rodríguez, Heriberto Parra, Candelario Miramontes Briseño, Rodolfo Henríquez Hernández, Gilberto Flores Muñoz, José Limón Guzmán, Francisco García Montero, Julián Gascón Mercado, Roberto Gómez Reyes, Rogelio Flores Curiel, Emilio M. González Parra, Celso Humberto Delgado Ramírez, Rigoberto Ochoa Zaragoza, Antonio Echevarría Domínguez, Ney González Sánchez, Roberto Sandoval Castañeda y el actual Antonio Echevarría García.

65 Presidentes Municipales: Miguel Romero, Vidal Romero, Guillermo O´Connor Orozco, Práxedis Núñez, Gilberto Peña, Luis Jiménez, Ricardo Velarde Osuna, Luis López Ortiz, Teódulo López, J. Guadalupe Peña, Román Domínguez, Carlos Partida Crespo, Mohamed Alí Chumacero, Vidal Romero, José Luis Bertrand, Emiliano Espinosa Bávara, Federico R. Corona, José Lozano, Francisco Mitre Escobedo, Román Domínguez Contreras, Eduardo F. Novoa, Germán González, José Ramos Panduro, Jacobo Cedano Medina, José María Fonseca Llamas, Federico Gameros, Atanasio F. Villa, Francisco Romero, Elías Aguiar Díaz, Marcos Jiménez Díaz, Luis Estrada Mora, Roberto Rubio Cañedo, Agustín Tortolero Solerci, Emiliano Espinosa Bávara, Teófilo Tello, Guillermo Díaz Cosío, José Andrés Tejeda Espinosa, Julián Newman Jiménez, José Trinidad Quirarte, Juan Algarín López, Juan Francisco O´Connor Peregrina, Antonio Naya Espericueta, David Sierra Tello, Isaac Espinosa Álvarez, Joaquín Sánchez Robles, Roberto Vivanco Zamudio, Rodolfo Castillo Sánchez, José de Jesús Osuna Gómez, Rodolfo Fletes Mora, Rodolfo Antonio Sáizar Quintero, Manuel Zamorano Rodríguez, Jorge Ortiz Escobedo, Porfirio Vásquez Cosío, José Miguel Aguiar Ruiz, Héctor Servando Sierra Martínez, Salvador Toledo López, José Chávez Rodríguez, Enrique Jiménez López, Santos Díaz Mendoza, Efraín Arellano Núñez, Martín Aguilar Rodríguez, Saulo Lora Aguilar y Efraín Arellano Núñez nuevamente, Malaquías Aguiar Flores y José Humberto Arellano Núñez.

Sin faltar los responsables de los ejidos, Comités de Acción Ciudadana, Clubes de Servicio, y decenas de organizaciones civiles y religiosas, párrocos que se han apoyado o divulgado sus acciones en las páginas de “El Eco de Nayarit”.

Asimismo a lo largo de ese siglo han aparecido y también desaparecido innumerables publicaciones que han querido competir con el hoy trisemanario, pero ninguno de ellos ha tenido la trascendencia de El Eco, entre los que recordamos están: “El Regionalista” del diputado constituyente Juan Espinosa Bávara en 1931; “El Clarín”, de Don Alejandro Gallardo Mitre en 1949, “Arriba”, en 1957; “El Regente” del mismo año; “Destellos” en 1952; “La Extra Periodística” en 1965, “El Pueblo” de Mario Vázquez Jiménez en 1949; “El Costeño”, de Don Pedro Aguiar Villegas en 1949, quien después tuviera dos famosas estaciones de radio, la XELH y la XETD de Tecuala. “El Silbato” de Don Alejandro Gallardo en 1923; “El Argos”, del escritor Héctor Gamboa Quintero en 1965, “Hablemos”, del Lic. Juan José de Haro Reyna en 1970; “El Guía” de Acaponeta también de Héctor Gamboa Quintero en 1973; “El Nuevo Diario” del Lic. Juan José de Haro Reyna en 1984; “El Mercurio” del Lic. Raúl Espinosa Sandoval en 1989; en 1991 “El Nayarita” de Ricardo Espinosa Sandoval; “El Express del Norte”, traído por el Ing. Héctor Sierra, y manejado por Antonio R. Tello en 1990; la primera versión de “La Voz de Acaponeta” de Martín Sánchez, de 1993; y la segunda versión bajo la dirección del C.P. Héctor Bañuelos Ahumada y César Miguel Astorga Torís, sale en el 2002; “El Progreso del Norte” de  Salvador Guardado Jiménez, sale en 1991, para las municipalidades de Tecuala y Acaponeta; en 1999 el semanario “El Meridiano del Norte” de Nicolás Aldecoa, para Acaponeta y Tecuala; “El Clarín” del Sr. José de Jesús Sánchez Palacios, en 1999. Vuelve a salir “El Costeño”, ahora bajo la dirección del Arq. Héctor Julio Aguiar Aguiar en 1985; la revista “Gardenia” bimestral, 2008; y por último “AMAN”, de Héctor Aguayo en el 2004.

VIII. TRASCENDENCIA NACIONAL

Al momento de escribir estas líneas, todavía en el año de 2016, El Eco de Nayarit es una de las cuatro publicaciones, aún en funciones, más antiguas del país, con 100 años de vida, superado solo por “El Dictamen de Veracruz”[3] –el más antiguo, con 119 años-, nacido como “El Dictamen Público” en 1898 y cuyo fundador fue Don Francisco J. Miranda.

El segundo más antiguo es “El Universal” de la ciudad de México; fundado en 1916 por Félix F. Palavicini y que recientemente cumplió el siglo de existencia, hoy bajo la presidencia del Lic. Juan Francisco Ealy Ortiz, curiosamente casado con la acaponetense Perla Indira Samantha Díaz Tejeda.

El tercero, “Excélsior” también de 1917 como El Eco, pero del 18 de marzo, fundado por el periodista Rafael Alducín. Siendo así que el hoy trisemanario acaponetense es el cuarto más antiguo de la República, lo cual es todo un logro ya que existen miles de medios escritos a lo largo y ancho de la nación.

Otras de las más rancias tradiciones periodísticas, no mayores que el trisemanario acaponetense, son las de “El Siglo de Torreón”, pues este diario fue fundado por el Sr. Antonio de Juambelz y Bracho en 1922 y finalmente “El Diario de Yucatán”, que vio la luz en 1925, gracias a los esfuerzos de un heroico periodista peninsular, Don Carlos Ricardo Menéndez González.

Es de hacer notar, que sin duda es muy difícil que un periódico, del tipo que sea, sobreviva tantos años y que lo sitúen como uno de los cuatro periódicos más longevos de la nación. Los arriba mencionados, además de El Eco, sobreviven en ciudades grandes como la Ciudad de México, Veracruz, Ver.; Torreón, Coah. y Mérida, Yucatán, y en ningún caso tienen similitud o punto de comparación con Acaponeta, el municipio más norteño de Nayarit, con una población de apenas 36,572 habitantes, de los cuales 19,140[4] viven en la cabecera municipal.

El Eco de Nayarit, por supuesto no tiene los anunciantes, ni apoyos oficiales que tienen diarios de circulación nacional como El Universal y Excélsior, pero quizá, las siguientes palabras que Don Antonio Sáizar Quintero, escribió para la edición especial del octogésimo aniversario nos digan el porqué de esa antigüedad:

Lector:

Cada martes, jueves y domingo, al releer lo escrito en EL ECO, en el blanco y negro de sus páginas vemos reflejado el esfuerzo que realizamos todos los que intervenimos en su confección; al leer cada número de este periódico comprendemos que no tenemos, ni tampoco debemos, porqué cubrirnos con un falso manto de humildad para tratar de menospreciar la importancia de ese esfuerzo que realizan no solo el que escribe, no solo los muchachos del taller, no solo los voceadores, sino tú, lector, que eres quien al comprar cada ejemplar estás ayudando a que este periódico sobreviva, como ayudan también quienes nos apoyan con sus anuncios.

Lo hemos dicho en todos los tonos y a todos los vientos: podemos contar con los dedos de las manos, y nos sobrarán dedos, las ciudades que han sostenido un periódico durante 80 años o más. Acaponeta es una de esas ciudades, Acaponeta es uno de esos pocos lugares en los que se publica un periódico de tanta edad. Bien puede explicarse que un periódico permanezca durante decenios en ciudades grandes donde los subscriptores son muchos, donde el comercio paga bien los anuncios, donde el gobierno otorga buenos subsidios y aún así se considera, su prolongada aparición periodística, toda una proeza.

Entonces, ¿cómo podemos considerar el que EL ECO DE NAYARIT, siga cumpliendo años y más años hasta llegar, por hoy, a los 80? ¿Qué explicación podremos darnos? ¿Es acaso, como la de los periódicos grandes en ciudades grandes, una proeza, una hazaña? ¿Es algo más? En las grandes ciudades, los dueños de los grandes periódicos son supermillonarios, mientras que en este pueblo chico, el mantenernos decorosamente es un orgullo. ¿Será esa la diferencia?

La explicación que quienes hacemos EL ECO nos damos al respecto a su longevidad es que nuestro periódico lo hacemos nosotros mismos, los acaponetenses; aquí todos somos reporteros, aquí todos somos corresponsales, aquí todos somos editorialistas, aquí todos somos acerbos críticos y sabemos también prodigar elogios; todos pues estamos implicados en su proceso y su contenido. EL ECO está hecho no con la maquinaria moderna y costosa de otros periódicos, no; está hecho en un taller de pueblo, donde el corazón cuenta más que otra cosa, donde el editor y el formador, y el impresor, y el doblador, y el ayudante, se parten el alma desde que empiezan hasta que terminan cada número, hasta que ven el rimero de ejemplares ya dispuestos para salir a la venta. Aquí se entrega el alma, aquí se trabaja con devoción, aquí –si se vale decirlo- se rompe uno las uñas cuando no hay más manera de hacer andar la maquinaria.

Es, pues, gracias a ti, lector, y a todos los acaponetenses y lectores que tenemos en los pueblos de la región, que EL ECO se ha sostenido. Ya hemos dicho en otras ocasiones, y lo repetimos hoy, que siempre hemos guardado, y guardaremos siempre, respetuoso recuerdo de quienes anteriormente estuvieron dirigiendo este periódico. Para ellos, en el altar de nuestro corazón elevamos oraciones y encendemos velas rogando al Señor les conceda eterno descanso y que a nosotros nos permita, por los años que a bien tenga, seguir trabajando en este oficio que tanto nos gusta, en el cual nacimos y seguramente que en él moriremos.

Este ejemplar de EL ECO que tienes en tus manos, lector, es el fruto del esfuerzo de todos. Esta edición especial, con orgullo lo decimos –y muéstrala con orgullo—fue hecha totalmente en Acaponeta por acaponetenses, y aunque no es ni con mucho lo que desearíamos ofrecerte hoy que este periódico cumple 80 años, recíbela por favor con benevolencia, porque te la entregamos con profundo afecto.

Recibe, junto con este ECO, nuestro abrazo de amigos y de integrantes de la gran familia acaponetense, que es la familia de todos, con el deseo de que entre nosotros nunca tenga cabida ni la palabra que ofende, ni el calificativo que denigra.
Para ti, un abrazo de

RODOLFO ANTONIO SÁIZAR QUINTERO

IX. LOS ANUNCIANTES

Luego del fin de la Primera Guerra Mundial en 1918, el mundo gozó, aunque sea muy brevemente de una relativa paz, o a la calma chicha antes de la tempestad. Surgieron por todo el planeta propuestas nuevas y alborotadoras, en lo político, lo económico y lo cultural. Aquí en nuestro país, los aires revolucionarios estaban frescos aún. A mediados y finales de la década de los veinte, surgían a cada rato brotes de insurrección y creció, ante el asombro de todos, el movimiento cristero, que ciertamente no fue cualquier guerrita, ya que dejó al menos 70 mil muertos. Sin embargo, la vida era apacible en la provincia. En Acaponeta, El Eco de Nayarit se afianzaba como un periódico fuerte, en aquellos –ya se dijo—heroicos días de colocar tipo por tipo para dar forma a una nota o un anuncio comercial, trabajo que hoy, al hacer las odiosas pero inevitables comparaciones, frente a las máquinas computadoras, nos parece imposible que salieran a la luz los periódicos, libros y revistas.

Para este año del 2017, cuando el trisemanario cumple 100 de vida, recordaremos a quienes se anunciaban en aquellos locos años, en las páginas de El Eco.
Ya Don Eduardo Vidriales me decía, en aquellas sabrosas pláticas que tuve por fortuna sostener con él, que el más antiguo anunciante del periódico era la ferretería de Don Alfonso Chumacero, hermano del poeta Alí de los mismos apellidos y que aún funciona en su viejo local de la calle Juárez. Entre los más asiduos anunciantes estaban los cosecheros de tabaco y cereales “Moreno Hermanos”, cuando el tabaco daba lustre a la costa de oro nayarita. Otros productores agrícolas que se anunciaban eran Juan D. Leloudies, exportador de legumbres, así como Mister Moray L. Applegate, quien sembraba caña de azúcar y tenía un muy productivo trapiche, sin duda de los más exitosos y productivos del país.

En otros rubros, encontramos en las páginas de El Eco de Nayarit a finales de los años veinte, los nombres y comercios de Francisco Echeguren y Cía, que ofertaba una amplia variedad de artículos que iban desde una armónica de boca Honner, hasta gasolina Corona Roja, aceite kerolene y petróleo de las marcas “La Palma” y “Estrella”, implementos para la agricultura, aceites, esmaltes y pinturas; eran en su vastísima negociación agentes comerciales de la California Standard Oil Co. de México; y ofertaban las llantas “Fisk” y Good Year”. No faltaban las herramientas de todo tipo, el material eléctrico, el cemento “Tolteca”, los hilados, el abarrote y hasta las máquinas de escribir “Underwood” estándar o portátiles, sin faltar los novedosos abanicos silenciosos Westinghouse el último grito de la tecnología, que nada le pedían a las modernísimas “Victrolas Ortofónicas Automáticas” que vendía el Sr. Francisco R. Alduenda, mismas que publicitaba así: “El instrumento cambia sus propios discos ¡Por fin ya se ha inventado la máquina parlante automática, un invento que elimina los últimos vestigios de trabajo e incomodidad”. También el Sr. Alduenda anunciaba los últimos gritos de la temporada musical con títulos tan sabrosos como “Su mamá le dijo a Julia”, “Patria Mía”, “Adorable eres Morena” y la muy irreverente “Me importa Madre”. Hay que hacer notar, que este personaje era un amante de la música y se preocupó por enseñar a sus hijos, Yolanda, Danilo, Francisco y Mario el gusto y la afición por los instrumentos musicales, convirtiéndose con el paso del tiempo en un quinteto muy solicitado y posteriormente en una reconocida familia de maestros de música que hoy en día tienen exitosa academia con el nombre de este personaje.

Por su parte el Sr. Francisco Casillas, de quien ya hicimos mención, seguramente muy preocupado por la entrada de productos extranjeros a nuestro país, publicitaba así su mercancía de fabricación artesanal: “Proteja Usted la industria nacional usando los elegantes cinturones estilo “Fantasía” que se fabrican con Francisco Casillas, hechos de piel legítima y resistente. Pase a verlos en mi establecimiento en la esquina de México y Morelos.” También de franquicia local era la boyante empresa “La Fuente”, fábrica de aguas gaseosas y minerales del Sr. José Nova e hijos, quienes elaboraban el sabroso “Limón”, refresco medicinal o el “Iron Brew” tónico para niños y ancianos, bebidas que se sumaban a las ya famosas “Orange”, “Sidra de Manzana”, “Sidra Suiza”, “Colombina”, “Soda Polar”, “Zaza”, “Chocola”, “Silca” y “Soda Cherrol”, entre otros refrescos que incluían sabores exóticos como el tutti frutti, la grosella y la zarzaparrilla.

En las páginas de El Eco de Nayarit, se anunciaba en aquellos gloriosos años la fábrica de hielo de José Lozano, el sastre Ascisclo Trujillo; Fortino Romero que ofrecía sombreros de Tehuacán, Puebla; las cajas mortuorias finas y corrientes de A. J. Hernández, quien también fabricaba cajas de empaque de panocha a 40 centavos cada una. “El Golpe de Tepic” de Don José Rodríguez, en una carpa del antiguo mercado “Amado Nervo”, en lo que hoy es el parque a la bandera. También la casa de fotografía de un señor Herrera; la botica “Hidalgo” de Don Bardomiano de la Cruz, donde se surtían los pacientes de los médicos Manuel S. Akahoshi, graduado de la facultad de Tokio –al menos así lo presumía--, el Dr. Villalobos Quevedo y el Dr. Gustavo Aubanel, los análisis clínicos del Q.F.B. Sergio Martínez Ibarra, así como los de la también química farmacobióloga, Carmen María Mérida Magallanes; no faltando los médicos José Luis Alonso Romero, cirujano y partero, especialista en enfermedades de niños; el Dr. José de Jesús Osuna Gómez, que ofrecía servicios de rayos X y electrocardiogramas y que llegaría a ser presidente municipal; el médico José Luis Chan Flores, todos anunciantes de El Eco. Del mismo ramo, con muy buen humor e ingenio la Farmacia Occidental de Don Carlos Partida, quien promocionaba, además de los medicamentos, el aceite de bacalao para los niños en temporada de fríos, cosas como el lápiz para labios a prueba de besos y productos de belleza marca “Princes Pat”, polvos “Coty Capi”, “Belle de Nuit”, “Kisproof”, “Tres Flores”, “Rosas de Guadalupe”, “Blanco y Negro”, “Cleopatra”, “Narciso Negro” y muchos más “para las damas elegantes”.

Grande era la fábrica  de cigarros “La Sin Rival”, que elaboraba la famosa marca “Selectos”, propiedad de Don Alejandro Gallardo, ocupando una casona que hoy, siendo monumento histórico es una de las bellezas arquitectónicas de la población en la esquina de Querétaro y Juárez.

Se anunciaba también el Salón Meza, para jugar al pool o a la carambola, disfrutando los mejores vinos y licores del país o bien cerveza helada. “La Azteca”, fábrica de pan fino y corriente del Sr. Francisco Robles.

Ocupando toda una plana, el Cine Corona, propiedad de Don Federico Corona, de quien mucho se ha hablado en este ensayo, promocionaba su sala cinematográfica ubicada en la esquina de Matamoros y Oaxaca, en lo que hoy es Elektra. Ese lugar, por cierto descubierto ya que carecía de techumbre y que posteriormente, ya como propietario Don Carlos Sánchez, techó y cambió en nombre a Cine México, anunciaba la cartelera semanal en este tono, por ejemplo un 4 de febrero de 1968:

Domingo Matinee: 12 horas y Tardeadas: 6 de la tarde
Lunes: “Un Yucateco Honoris Causa”, con Chino Herrera, Isela Vega, Tino Contreras y el conjunto de jazz “Los Rebeldes del Rock & Roll”, trío “Los Yucas”, “Los Montejo”, “Los Caminantes” y el Ballet Anaya. Además Rodolfo de Anda y Arturo Martínez en la gran película a colores “Hombres de Roca”.
Martes: 2X1 con dos películas: “Báñame mi Amor” y “La Noche del Halcón”
Viernes: nuestra magna e inolvidable función de damas a un peso en cualquier localidad con dos películas: “Fiebre de Juventud” con Enrique Guzmán y Begoña Palacios; y “Fuera de la Ley” con Fernando Casanova y Rodolfo de Anda.

Otros cotidianos: “La Mueblería del Hogar”, Guillermo H. Díaz con sus materiales para la construcción; “La Nueva Farmacia” de Victoria Magallanes de Mérida, en la esquina de Veracruz y Juárez; y el listado de precios del local en el Mercado “Gral. Ramón Corona” de Don Fidencio Espinosa Ávalos, que orientaba a su clientela a escoger los mejores precios.

No faltaban las grandes corporaciones como la Cervecería Pacífico y Modelo de Acaponeta, en aquellos tiempos sobre la calle México; o la Pepsi, que en exclusiva distribuía el Sr. David Díaz Ledón; el Ferrocarril Sud Pacífico con sus horarios de salidas y llegadas, presumiendo una exactitud y puntualidad que nunca tuvo; por supuesto la Maseca, convertida ya en uno de los símbolos de Acaponeta, que instala su planta de producción en los años 50 del siglo pasado; o incluso anunciantes foráneos como el Hotel Cadillac de la Ciudad de México que se ubicaba en pleno centro de la capital del país, con 100 cómodas habitaciones.
Imposible hacer una relación completa de los anunciantes que ha tenido El Eco de Nayarit a lo largo de 100 años, así como también de los trabajadores que forman las planas, capturan y hacían todo lo referente a la pesada y compleja labor de echar a la calle el periódico, y no se diga de los reporteros, articulistas o colaboradores que han sido cientos en ese lapso de un siglo. 

X. LOS COLABORADORES

Enlistar en este ensayo, la totalidad de colaboradores que a lo largo de una centuria ha tenido El Eco de Nayarit, es tarea imposible, por la gran cantidad de tipógrafos, redactores, formadores, redactores, fotógrafos, articulistas, columnistas, voceadores, reporteros, administradores e intendentes.
Entre los trabajadores debemos anotar a: Humberto Burgueño, Carlos Toledo, Luis Meza “El Azabache”, José Feliciano Luna “El Cuichi”, Mateo Burgueño, Everardo Rodríguez, Francisco Espinosa, Víctor Rubio “El Pirru” y otros cuyos nombres no se recuerdan tan solo sus apodo como Francisco “El Panito” y otro “El Ronchas”.

En la actualidad están vigentes y más puestos que nunca José Herrera Domínguez “El Cuachi” quien entró a laborar en 1972, por lo que al cumplir El Eco 100 años en agosto de 2017, cumplirá 45 años al servicio del periódico y, aún con mayor antigüedad está Alberto Ramírez Gutiérrez “El Gateado”, que cumplirá 49 años al servicio del trisemanario, es decir, casi la mitad de la vida de la centenaria publicación, ha sido testigo de su desarrollo. En la redacción y formación de la publicación Juan Antonio Aguilar Rojas y en la subdirección el Lic. Juan Francisco Aguilar Flores.

ESCRITORES:

Néstor Salvador Chávez Gradilla, quien ha hecho la crónica del pueblo, especialmente para las ediciones especiales o bien, en el trisemanario las efemérides. De muy atrás, Joaquín Sánchez Hidalgo Villalobos que firmaba con el seudónimo de “Quijano Shogaldi” escribía las notas de deportes y en este rubro han destacado Eduardo Canales Sánchez, recientemente fallecido, con sus columnas “Todo Deportivo” y “Balón Amateur”, y el propio Don Martín M. Sáizar, destacó con los comentarios deportivos. Otros de grata memoria son Don Carlos Vaca Lara siempre polémico con su columna “Tópicos Deportivos”, acérrimo enemigo de las Águilas del América, defensor a ultranza de los “Ates” de Morelia, su tierra natal y aficionado número uno al Rey de los Deportes. A finales de los años 60, José Luis Martínez Ulloa, escribía sobre futbol y no se diga de dos tocayos Ramiro Díaz Ponce y Ramiro Diéguez. También en el béisbol, las siempre leídas notas de Don Gilberto Noriega Colio, el estimado “Dr. Chapatín”.

Otras plumas, ocasionales o más o menos permanentes fueron el poeta, escritor y periodista Guillermo “Memo” Llanos Delgado, a quien muchas veces le publicaron sus cartas en “El Excelsior” de México y la famosa revista “Siempre!” de Don José Pagés Llergo; Llanos Delgado llegó a ser reconocido con el premio nacional de periodismo y fue muy estimado en Acaponeta por su amplia y efectiva promoción de la cultura, debiéndose a él y otros interesados la existencia de los Festivales Culturales de Nayarit en Acaponeta, que recientemente cumplieron 43 años de vida.

Otro constante fue el escritor y catedrático Don Pedro López Díaz, prolífico escritor oriundo de Acaponeta, catedrático de la UNAM y quien llegara a ser diputado federal y senador suplente; estudió tres carreras: la de medicina, la de filosofía y letras y finalmente derecho.

Continuando con la lista hay que mencionar al propio Lic. Juan Francisco Aguilar Flores, hoy subdirector de la publicación; el Dr. Roberto Delgadillo Gutiérrez, Pedro Navarro M., Jesús Ulloa Macedo, Alfonso Tirado Díaz, con una columnilla juvenil, Blanca Sagrario León Mayorquín “Saga”, Roberto Arce Burgueño, la hermana de Memo Llanos, Yolanda Llanos; Carlos Mayorquín de la Paz, Alejandro Pineda, Brígido Ramírez Guillén, decano del periodismo estatal; Alejandro Pineda, Miguel Seguame Partida, corresponsal de Tecuala; Juan José Ley Mitre, reconocido personaje de Tecuala; el intelectual Alfredo Chan Castañeda, y su hermano el Dr. Elías Luis Chan Castañeda. También de la orgullosa ciudad Ignacio Palomino González “Macario”. Siguen en esta somera relación Federico Escobedo Nava, Raúl Manjarréz Lagos y su querida esposa la escritora Abigaíl Villalobos Quintero; Carlos Humberto Fuentes López, quien hizo el rescate de las historias de aquel personaje popular “Márgaro Guerra”.

Otros colaboradores de ayer y hoy: José Ramón Medina y su columna tecualense “Aclaremos paradas”. De la vecina Escuinapa con su sección de “Karakolazos Sinaloenses”, Gabriel Jaramillo, a quien la gente de El Eco llamaba cariñosamente “El Niño”; y de Huajicori, el Lic. Darío Crispín Partida Fregoso. Siguen, aunque no en orden cronológico, el Lic. Carlos Espinosa; el también cronista y notario de la ciudad Don Leonardo F. Rodríguez, César Palma, el profesor José Luis Castañeda Mosqueda y Don Jesús Sánchez Palacios, varón del otro lado de la vía del ferrocarril. Ana Elsa Vivanco, Oscar Vázquez Rodríguez, Abundio Ávila López, Pepe Reyna y su gustada columna “El Ritmo de la Vida”. La columna también del Prof. Juan Manuel Estarrón y hasta su servidor José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo, que por algunos años escribió la columna “De Chile, de Dulce y de Manteca”.

Por supuesto El Eco de Nayarit ha publicado de manera permanente columnas afamadas como la de Don Armando Fuentes Aguirre “Catón”, “De política y cosas peores” y algunas otras. Infinidad de cartas de los lectores, del mismo municipio, de otras entidades del país y no son pocas las que llegan de allende las fronteras, principalmente los Estados Unidos.

Mención aparte merecen tres voceadores, uno de ellos todavía vigente Sergio Casas Ortega, el popular “Cachiras” o “Caos”, por sus iniciales y que por algunos años fuera reportero de la nota roja. Asimismo Rodolfo Espericueta López “Popo” y “El Cuetero” Ramón Maldonado Torres, estos dos últimos ya fallecidos, que encabezaban la larga y casi infinita lista de voceadores.

Don Rodolfo Antonio Sáizar Quintero


XI. RODOLFO ANTONIO SÁIZAR QUINTERO

Nació en Acaponeta, Nayarit el 25 de julio de 1934, hijo de Don Martín M. Sáizar y Doña Romanita Quintero de Sáizar.
De 1940 a 1946 cursó sus estudios primarios en la escuela “Gral. Ignacio Zaragoza”, donde hoy se encuentra la Casa de la Cultura “Alí Chumacero”. De 1962 a 1968, terminó sus estudios de secundaria en la escuela nocturna “Constitución de 1917” y posteriormente la Preparatoria No. 3 “Lic. Benito Juárez”, inscribiéndose, al egresar de esta, a la Escuela de Derecho de la Universidad Autónoma de Nayarit, carrera que no pudo concluir por la necesidad de tener que trabajar para sostener a su familia.

En 1951 ingresó al entonces Banco Nacional de Crédito Ejidal, donde laboró 15 largos años, retirándose en 1966 para dedicarse de tiempo completo a las actividades periodísticas.
En el aspecto político donde hizo carrera, debemos decir que se afilió al Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 1951, partido que lo llevaría 25 años más tarde a la presidencia municipal y cumplir el trienio 1976-1978, ocupando antes varios puestos políticos destacando el de dirigente del Sector Popular del propio partido tricolor.

En el área del mutualismo Antonio Sáizar fue dos años consecutivos presidente de la Asociación Mutualista “Gral. Nicolás Bravo” y el mismo puesto tuvo con la hermana Mutuamixta “Vicente Guerrero”; siendo dirigente del Club de Leones del que formó parte hasta su muerte.

Se integra al periódico de su señor padre, Don Martín M. Sáizar en el año de 1951, y a la muerte de este en agosto de 1970, ocurrida a escasos 15 días del aniversario número 53 de El Eco de Nayarit, asume la dirección del mismo, que dejaría a su hijo, el Lic. Antonio Sáizar Guerrero, hasta el 11 de noviembre del año 2000.

La columna de Don Toño, como lo conocíamos todos con afecto, “Así lo digo yo”, que suple a “Variedades” –muy parecida a la que escribiera su Señor padre “Confeti”-- era sin duda esperada cada vez que aparecía el periódico, ya trisemanario, y aunque dejó la dirección al inicio del tercer milenio, continuó al pendiente del mismo hasta el último minuto de su vida. En esa columna, que regularmente aparecía en la segunda plana, Antonio Sáizar, hablaba de todos los temas y su éxito radicaba en que la mayoría de los tópicos eran sobre acontecimientos locales o que tenían que ver con el desarrollo de la región, promoviendo infinidad de campañas de beneficio social y cultural, destacando la construcción del puente sobre el brazo de agua o “barra” –como equivocadamente le llama la población—de la marisma que lleva a las playas de El Novillero; o el permanente llamado e insistencia a los gobiernos federal, estatal y municipal de la necesidad de una presa derivadora sobre el río Acaponeta; además de las reconocidas campañas a favor de la reforestación de la ciudad, de la lucha contra la suciedad en las calles, la rehabilitación del reloj musical en lo alto del Palacio Municipal, el permanente apoyo a la parroquia y al Templo de Nuestra Señora de la Asunción, la activa promoción de la cultura y al deporte; actividades estas que se desplegaban en las páginas de El Eco de Nayarit y que le merecieron el homenaje de que su nombre figure con letras de oro en el Muro de los Periodistas ubicado en la plaza principal de Tepic y en la Galería de Personajes Ilustres de Acaponeta.

En el año de 1958, contrajo nupcias con la Señorita Profesora Consuelo Guerrero Ibarra, oriunda de Compostela, docente de preescolar que llegó a la comunidad de San Felipe Astatán, del municipio hermano de Tecuala, donde funda la escuela “Gabriela Mistral”, en un lugar donde prácticamente no había nada y hasta los niños debían llevar sus propias sillas, al lugar que posteriormente ella equipó en una casa de la localidad, durante los tres años que permaneció laborando ahí.

Posteriormente, ya radicando en la ciudad de las Gardenias entra a trabajar en el jardín de niños “Federico Froebel” en el espacio que hoy día ocupa en Club de la Tercera Edad de Acaponeta, iniciando como ayudante y terminó siendo su directora.

En el año de 1960 por su iniciativa colocan la primera piedra de lo que será el jardín de niños “Eva Sámano de López Mateos” que se inaugura dos años más tarde y donde permanece con el puesto de directora hasta su jubilación en 1985. Con Don Antonio Sáizar procreó a sus seis hijos María Dolores (+), Luis Antonio (+), Consuelo, Antonio, Alma Lolina y Laura Esthela. Siendo ella actualmente la propietaria del periódico, a partir de la muerte su marido; y es la persona ideal para encargarse de organizar las actividades y festejos del primer siglo de El Eco de Nayarit y año con año los aniversarios del periódico.

De ella dice su hija Consuelo: Yo soy hija de mi madre”, dice y repite Sáizar. Su madre, Consuelo Guerrero, vive en Acaponeta. Viene de una familia de maestras, mujeres disciplinadas, que habían quedado viudas después de la Revolución mexicana. Fue directora del único kínder que tenía el pueblo, que estaba tan cerca de su casa que la pequeña Consuelo llegaba antes que todos, incluso antes de sonar las campanas que marcaban la hora de entrada”.

Durante su paso como Director del periódico, Don Antonio se vio en la necesidad de nombrar a dos directores del mismo, uno mientras fue candidato a la presidencia municipal, se trató del Sr. Manuel Zamorano Rodríguez, quien posteriormente habría de sucederlo como primer edil del Ayuntamiento. Y cuando fue elegido alcalde, nombrando a su amigo de confianza Don Alfredo Aguiar Jiménez, más conocido como “El Rojillo”.

Falleció Don Antonio el 16 de marzo de 2008, orgulloso de dejar un periódico fuerte y vigoroso con nueve décadas de vida.
Tuve el gusto de trabajar en el área del periodismo con Don Toño, quien se convertiría en mi maestro en estas lides de tundir máquinas y pergeñar notas periodísticas, ya que tenía una redacción y ortografía a toda prueba. Hombre recio, de fuerte carácter, de una cultura fuera de serie, ya que era un lector consuetudinario, siempre informado tanto del panorama internacional como del local, esencialmente de este, también era polémico y como no se andaba con medias tintas ni por las ramas, ganó y no de gratis, enconados enemigos y detractores, pero por otro lado un sinnúmero de amigos y aliados.

En noviembre del año 2000 y al inicio del nuevo milenio, decide dejar la dirección del trisemanario a su hijo el Lic. Antonio Sáizar Guerrero, quien por razones de trabajo y falto de tiempo no se une al periódico de inmediato, comenta que ocasionalmente escribía para las páginas del periódico, y que finalmente toma en cuenta la responsabilidad que significaba estar al frente del rotativo más antiguo del Estado y más que en esos momentos en que era diputado local, lo cual hacía difícil su integración total al periódico.

Lic. Antonio Sáizar Guerrero


XII. LIC. ANTONIO SÁIZAR GUERRERO

El segundo de los cuatro hijos del matrimonio Sáizar Guerrero, el hoy licenciado en derecho con maestría en administración con especialidad en mercadotecnia, es actualmente el Director de El Eco de Nayarit, que viene a ser el quinto en la saga de la publicación.

Toño, como le llamamos sus amigos, ha destacado en la política y como ya se mencionó fue diputado local plurinominal en la XXVI Legislatura del H. Congreso del Estado de Nayarit, donde fue Presidente de la Comisión de Justicia y Derechos Humanos y Vicepresidente de la Comisión de Gran Jurado; y por años ha sido un conspicuo militante del Partido Revolucionario Institucional.
En la actualidad y desde el 2011, el Lic. Sáizar Guerrero es Notario Público Titular, de la Notaría Pública No. 1, de la Cuarta Demarcación Notarial, que comprende los municipios de Acaponeta, Tecuala y Huajicori.

Aunque ocasionalmente escribe artículos de fondo y ha fustigado las malas acciones de los gobernantes en turno con severidad, no lo hace con la cotidianidad que seguramente le piden los lectores, pero se encarga de la dirección de El Eco, asistido en los talleres y la redacción por el también licenciado Juan Francisco Aguilar Flores, quien se ha mencionado ya en la relación de colaboradores y que además tiene la columna social de “Acaponeta…¡Vida, Cultura y Sociedad!”.

Enfrenta Antonio Sáizar Guerrero, el reto enorme de llevar a El Eco de Nayarit --de fincar las bases para ello-- en busca de su segundo siglo de vida, tarea por supuesto nada fácil, pero en descargo de ello, hay que decir, que el periódico sigue tan vigente y tan en el ánimo de los lectores, que las perspectivas de éxito son grandes. Qué así sea.

XIII. APUNTES PERSONALES

El Eco de Nayarit, como cualquier medio de comunicación en el mundo, trátese de uno impreso, televisivo, radial o electrónico, no deja de ser, una empresa, familiar si se quiere en el caso del decano de la prensa nayarita –pero, ¿cuál empresa no es familiar, de un modo u otro?--, y que, cosa lógica sigue una línea editorial que muchas veces se estrella con la ideología, creencias, filosofías, preferencias políticas y percepciones personales del potencial lector, ocasionando desacuerdos y choque de intereses que algunos no perdonan. Ese peso deben llevar los periodistas siempre en sus espaldas y más los directores de los medios. Hoy, como ayer la historia se repite en ese sentido.

Sabemos que los medios de comunicación masivos permiten dar a conocer las propuestas, incluso las promesas, así como los perfiles de los candidatos o aspirantes –suspirantes les dicen en Acaponeta—a un puesto de elección popular, muchas veces son los propios medios quienes se encargan de hacer críticas o provocar escándalos de la política en México o en cualquier lugar del mundo. Finalmente los medios de comunicación tienen más poder político, económico y social que muchos partidos políticos, de ahí el calificativo del “cuarto poder”.

Por supuesto los medios, del tipo que sean, aseguran ser totalmente objetivos, sin embargo muchas veces existe un sesgo por aquellos quienes los manejan, convirtiéndose así en un arma de dos filos y adquiriendo mayor poder e influencia sobre las opiniones de una población que –siendo honestos-- tiene un nivel cultural bajo, escasas lecturas y un poder de decisión pobre o de plano nulo. Caer en este estatus es fácil y en ratos es una tentación, que en su momento el director en turno debe afrontar. Es difícil decir si El Eco de Nayarit, en algún momento de su larga existencia ha caído en esa posibilidad, pero para algunos, detractores del periódico así lo juzgan, pero en descargo diré que a veces todo se reduce a pleitos de índole personal, más que contra la publicación, pero eso no ha sido óbice para que se cumplan ya cien años de vida.

Si a mí me lo preguntan, uno de los éxitos del periódico es que es local, uno puede seguir la vida de un ciudadano de Acaponeta a través de las páginas de El Eco de Nayarit. Ahora ya no se hace, pero en algún tiempo el periódico, casi como un grito anunciaba: “¡Ha nacido un hombre!”, donde se informaba a la comunidad la llegada al mundo de un nuevo ciudadano y, a partir de ahí, comenzaba una vida que se podía seguir a través de sus logros: la foto del pequeño en el mes de abril dedicado a los niños y donde se publican fotos de los menores; crónicas o fotografías de eventos escolares, graduaciones, bodas, y el cierre del ciclo con un nuevo: “¡Ha nacido un hombre!”, culminando con la desafortunada esquela que anuncia la muerte de esa misma persona. En cien años, esto ha sucedido cientos, quizá miles de veces, y al estar haciendo el trabajo de investigación para este ensayo, pude seguir el nacimiento, vida, obra y muerte de más de uno. Incluso, a pesar de no ser nacido en Acaponeta, encontré una nota de septiembre de 1968, donde Don Martín anunciaba a la comunidad que la familia Sánchez Hidalgo estaba de visita en la ciudad, nombrando a cada uno de los que veníamos en la comitiva, entre ellos ese muchachillo de diez años que hoy escribe esto…sin saber que una semana después se vendría la tremenda inundación de ese trágico año.

Veo Eco para rato, si no cien años más, sí con una expectativa a su favor por varias décadas más, y el reto de adecuarse a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, no perdiendo de vista, que privilegiar lo local es lo adecuado. ¡Qué lo veamos!

AGRADECIMIENTOS

Para la elaboración de este documento tuve la ayuda invaluable de diversas personas que tenían algún dato, cercanía con el periódico o conocimiento de ciertos temas relacionados con el mismo.
A Don Néstor Salvador Chávez Gradilla, Cronista Municipal, a quien recurro cuando “se me atora la carreta” en los asuntos históricos, por las decenas de llamadas telefónicas que tuve necesidad de hacer y que tan amablemente recibía.
A la Sra. Profa. Consuelo Guerrero de Sáizar, quien desde un principio mostró interés en el trabajo y que me abrió acceso a los viejos archivos sobrevivientes de la inundación del 68.

Al actual Director Lic. Antonio Sáizar Guerrero, a quien refrendo mi amistad y felicito por llevar esta barca al puerto del Centenario, y quien me proporcionó información que enriqueció el presente trabajo.

A mi querida esposa Alma Cecilia Tobin Aguilar, por su paciencia y comprensión, pero sobre todo por el tiradero de papeles y documentos que llenaban las mesas y escritorios.

BIBLIOGRAFÍA

+ Asociación de Editores de los Estados. Historia. Asociación de Editores de los Estados. http://www.aee.com.mx/?p=historia-aee. Consultado el 30 de octubre de 2016.
+ Chávez Gradilla, Néstor. Monografía del Municipio de Acaponeta. Conaculta. Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Nayarit. (2009)
+ El Eco de Nayarit.
Para este trabajo se consultaron gran cantidad de números de El Eco de Nayarit, algunos como los del autor, pertenecientes a su colección particular, de entre 1928 y 1929; la de Sergio Cuauhtémoc Sánchez Hidalgo García, del año de 1922 o números sueltos como un ejemplar de 1919 (quizá el más antiguo que existe).
Asimismo tuve acceso a los archivos de El Eco de Nayarit de diferentes años, que la Sra. Consuelo Guerrero de Sáizar guarda celosamente en los antiguos talleres del periódico en Allende 12 poniente.
+ López Alanís, Gilberto J. Campañas presidenciables: la de 1929. Documentalia. Revista Digital No. 4. Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa. (2011). https://documentalias.wordpress.com/tag/campanas/. Consultado el 12 de marzo de 2015.
+ Madero Estrada, José Miguel (2013). Gobernadores del Estado de Nayarit. NNC News Network Communication. Fecha de consulta: 4 de mayo de 2016. URL: http://www.nnc.mx/editorial/1368626849.php
+ Sánchez Cervantes, Guillermo. La Licenciada Sáizar. Gatopardo http://www.gatopardo.com/revista/no-136-noviembre-2012/la-licenciada-saizar/. Consultado el 30 de agosto de 2016.
+ Sandoval Cornejo, Martha Lilia. Horizontes literarios de Aguascalientes. Escritores de los siglos XIX y XX. Eduardo J. Correa, una vida para la escritura. Universidad Autónoma de Aguascalientes (2005)
+ http://www.periodicorealidades.com.mx/nota.php?id=5431. Periódico Realidades. Consultado el 26 de julio de 2010.






[1] Eduardo Vidriales Robles. El Eco de Nayarit (Edición Especial del 80 aniversario). 7 de septiembre de 1997. pp. 38
[2] La M, es el apellido paterno de Manríquez, y no se sabe por qué prefirió utilizar el apellido materno al principio.
[3] http://veracruzvirtual.com.mx/periodico.html. Consultado el 21 de julio de 2010.
[4] Según censo del 2010 de INEGI

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