VI.
SEGUNDA ÉPOCA
El Eco de Nayarit,
ya en manos de Don Federico R. Corona, pero teniendo como verdadero operario a
Don Martín M. Sáizar, quien se volvió indispensable para que la publicación
saliera a la venta, en una intrépida iniciativa resuelve hacer del periódico un
diario, aumentando de manera sustancial el trabajo de confección; tarea que le
tocó vivir a Don Eduardo Vidriales, quien recuerda de manera simpática:
Don Eduardo Vidriales Robles |
“Pasado algún tiempo, sin
pensarlo mucho y cual moderno Quijote, pero armado con una gran tranca de madera
en lugar de la tradicional arma de don Quijote, Martín se lanzó a la odisea de
convertir “El Eco” en diario. Me imagino que prefirió la tranca tal vez porque
se pueden derribar mejor los estorbos con un garrote que con una lanza. O lo
hizo recordando a aquel famoso presidente gringo que decía: “Habla despacio,
pero ten siempre a la mano un buen garrote”.
Pero dejando de lado esta
pequeña digresión en broma, vayamos a lo otro: me invitó como jefe de
tipografía y como formador del periódico y henos aquí, de la noche a la mañana
imprimiendo nada menos que diario “El Eco de Nayarit” de aquellos ayeres.
De este imprimíamos primero
las páginas interiores y reservábamos en la primera y la última espacios
convencionales para las noticias nacionales o internacionales. Estas nos eran
transmitidas diariamente por vía telegráfica, por una agencia profesional de
México, D.F. en extractos de doscientas o trescientas palabras. Cuando se
recibía el servicio había que “crecer” las noticias, labor en la que yo también
tenía mi parte.
El siguiente paso (paso veloz,
por supuesto) era dar a las noticias composición tipográfica, formación, prensa
y… colorín colorado; “El Eco” se terminaba de imprimir a eso de las tres de la
mañana para ser voceado unas horas más tarde. La siguiente jornada comenzaba a
las once de la mañana del mismo día.
La hazaña duró unos cuantos
meses, pues aquello se convirtió en una especie de juego del trompo en el que
todos ponen y nadie saca nada. Ponía el director, poníamos los impresores,
ponían los anunciantes y hasta los acreedores tenían que poner al menos un
poquito de paciencia. […]
El diario murió según
dictamen, por “exceso de escasez”, pero no murió “El Eco”. Este, tan campante,
volvió en medio de una tranquilidad casi bucólica a su antigua vida de
semanario, o alternativamente, bisemanario.
Cuando al paso de los años y
ya olvidada por completo la aventura del diarismo, “El Eco” pasó a ser
propiedad de Sáizar, pudo él obtener el crédito necesario para comprar su
propio equipo de impresión y “El Eco” se mudó a su quinta y actual casa en la
calle Allende, propiedad del clan Sáizar”.[1]
Martín M. Sáizar, según
palabras del propio Vidriales Robles, consigue un crédito, se convierte en
propietario de “El Eco”, adquiriendo el equipo que se requería y logra en las
siguientes décadas, hacer del periódico una empresa rentable y dimensionar a
nivel Estado su reputación y penetró en todas las capas de la sociedad
acaponetense, incluidas las comunidades y ejidos municipales, así como los
municipios de Tecuala, Huajicori e incluso Tepic. Por supuesto, en el resto del
país e incluso en los Estados Unidos, donde cientos o miles de paisanos se
fueron a radicar, recibían puntualmente el rotativo en sus hogares por el
método de suscripciones.
Hay que hacer
notar, que Don Eduardo, explica que “El
Eco” se mudó a su quinta y actual casa en la calle Allende, propiedad del clan
Sáizar”, pero yerra en este punto este simpático y amigable tipógrafo de
profesión, pues el cuarto domicilio fue en la calle Veracruz, entre Allende y
Juárez, muy cerca a la actual cantina “El Campesino” y finalmente su quinta
casa es efectivamente la morada de la calle Allende No. 12, en pleno centro de
la ciudad y donde aún habitan sus propietarios y tienen la papelería “Lolina”.
Hay que agregar que el sexto domicilio de El Eco es donde actualmente están los
talleres de impresión en un amplio espacio para la maquinaria y las viejas
imprentas donde aún utilizan tipos para la confección de invitaciones,
facturas, esquelas, etc.
Con el paso de los
años, también se crearon varias revistas, que si bien no tuvieron la misma
permanencia que El Eco, si lograron penetrar en la historia municipal, por lo
que muchos aún recuerdan a “Mosaico” –de ahí el apodo de “chaico”, que años más
tarde le endilgaran a Don Antonio Sáizar Quintero y que algunos piensan que fue
una pulla despectiva--, “Nayarit Moderno”, “Jomrón” y “Cosmos”, publicaciones
que editó la ya llamada casa editorial de “El Eco de Nayarit”.
Don Eduardo
Vidriales, que como ya se comentó desde muy niño se enamoró de las tipos, la
tinta y la conformación de notas y anuncios, e hizo de la impresión y la
tipografía su modo de vida, hace mención en ese breve comentario de algo muy
importante en la vida del periódico: los voceadores, principalmente conformados
por chiquillos de la localidad, que a lo largo de 100 años de vida, merecen mención
aparte, ya que han sido cientos, quizá miles de niños los que han vendido “El
Eco de Nayarit”, hoy muchos de ellos fallecieron de viejos o son abuelos y
bisabuelos de otros pequeños que hacen la labor callejera de venta y reparto.
Ellos llegan o llegaban al centro de distribución, en este caso las sucesivas
sedes del informativo, recogen el número de ejemplares que creen poder vender y
arrancan a los cuatro puntos de la ciudad con el tradicional grito de ¡El Eco
de Nayarit! ¡Eeeel Ecoooo!, con el cual despiertan, más antaño que ahora, a una
ciudadanía que apenas comienza el quehacer diario. Ha sido tan reconocido este
pregón, que existe una anécdota que nos da cuenta del significado del mismo
para la sociedad acaponetense. Hace algún tiempo, una persona radicada en
Acaponeta, viajó a los Estados Unidos, y ya en aquel país, tuvo la necesidad de
buscar a un amigo o familiar del cual conocía la zona donde residía este, pero
no la ubicación exacta, aun así se fue en busca del paisano y al llegar a la
calle donde suponía habitaba aquel y no saber a ciencia cierta cuál era la
casa, tuvo una feliz ocurrencia: comenzó a gritar a todo pulmón: ¡El Eco de
Nayarit! ¡Eeeel Ecoooo!, que inmediatamente fue identificado por su camarada
que salió a recibirlo, entre gritos y risotadas.
Martín M. Sáizar |
VII. MARTÍN M. SAIZAR Y LA TERCERA ÉPOCA
Martín M[2].
Sáizar, nació en San Dimas, Durango, un pueblecito minero de esa entidad, el 11
de noviembre de 1900. Hijo de Don Rodolfo Antonio Manríquez y de Doña Benita
Sáizar. Habiendo quedado huérfano de padre a los siete años, debido a un
trágico accidente que se registró en una mina donde trabajaba Don Rodolfo
Antonio, en compañía de su madre se traslada a Villa Unión, Sinaloa, donde de
manera al parecer fortuita, conoce a Don Francisco “Picho” Casillas quien
siendo propietario en Acaponeta de una mueblería, hacía numerosos viajes a los
pueblos y ciudades del sur de Sinaloa, entre Acaponeta y el puerto de Mazatlán,
siendo así que uno de esos conoce a la Señora Benita y a su pequeño hijo
Martín, Al tiempo muere Doña Benita, y Don Francisco Casillas, se lleva a
Martín, a la sazón de once años de edad, a Acaponeta y lo pone a trabajar como
mocito de la casa y aprendiz de una fábrica de sombreros también de su
propiedad.
Al tiempo, el Señor
Casillas se convierte en su padrino, probablemente de primera comunión. Don
Francisco, “Picho” para sus cercanos, tenía su taller de sombreros en el lugar
donde hoy se levanta el Hotel Plaza de esta ciudad.
A pesar de su
desventaja frente a la vida, Martín no desaprovechó la oportunidad y se
inscribió en la escuela para cursar sus estudios primarios.
Años más tarde estudió
periodismo por correspondencia a través de una agencia de Nueva York, actividad
que desarrolló toda su vida. En compañía de varios amigos, fundaron en 1921 el
primer Sindicato de Obreros y Campesinos de Acaponeta. Fue activo promotor
junto con el Ing. Ezequiel M. Gracia, para que aquí se instalara el Banco
Ejidal de Crédito Agrícola en 1927 en su ciudad adoptiva.
No tenemos registro
del momento en que Don Manuel Sánchez Hidalgo, traba relación con el joven
Martín y algún cronista habla que fue en 1922; nosotros tenemos registro que
alrededor de 1928 el novel periodista ya hacía la crónica deportiva para el
periódico.
Años más tarde Martín
M. Sáizar, fue Regidor del H. Ayuntamiento, Agente del Ministerio Publico y
Secretario del Juzgado de Primera Instancia.
Como ya se dijo, en
1922, escribió como colaborador en “El Eco de Nayarit”, primero con Sánchez
Hidalgo, y luego con Don Federico R. Corona, que a causa de sus numerosas
ocupaciones, prácticamente deja como encargado o gerente del periódico a
Martín, que había ganado experiencia con Don Manuel. Al paso del tiempo le
compró los derechos de la publicación, aproximadamente en 1933 al Sr. Corona,
pasando a ser el tercer dueño del periódico.
En 1949, Don Martín
inicia la edición de la revista mensual “Nayarit Moderno”, que apareció hasta
1955, la primera de una serie de revistas con que se afana a publicar,
escribiendo casi de manera compulsiva; para dedicarse a eso, en 1951 pasó la
dirección a su hijo Rodolfo Antonio, quedando él, según registran algunos
periódicos de la época como editor gerente.
Fue uno de los
promotores para que se fundara una Escuela Secundaria en Acaponeta, a través de
su periódico, la hoy reconocida Secundaria General “Leyes de Reforma”, por
donde han pasado decenas de miles de estudiantes.
El 12 de octubre de
1948, estuvo en Acaponeta el C. Gobernador Don Gilberto Flores Muñoz a
inaugurar el Estadio Municipal de Béisbol en Acaponeta, tocando a Don Martín pronunciar
el discurso inaugural, ya que desde años antes fue activo promotor del béisbol
local y de la búsqueda incansable, junto con otros promotores deportivos de un
espacio para la práctica del llamado “Rey de los Deportes”. Ya en su momento el
director Manuel Sánchez Hidalgo, informaba de las acciones altruistas que
realizaban un grupo de personas, encabezadas por Martin M. Sáizar, quien, como
ya vimos, ese entonces se desempeñaba como colaborador y cronista deportivo de
ese medio informativo; entre las acciones que realizaban fue que el 25 de
noviembre de 1928, Martin, junto con los señores Román Domínguez y Fortunato
García, se dirigieron al Consejo Municipal para solicitar unos terrenos de
propiedad pública que se encontraban al suroeste de la ciudad, para
acondicionarlos y jugar béisbol, mismos que le fueron concedidos para que los
jóvenes tuvieran un espacio de recreación para este deporte.
Fue hasta el 12 de octubre de 1948, cuando Gilberto
Flores Muñoz, gobernador Constitucional del Estado de Nayarit, inauguró el
Estadio Municipal de Béisbol que, hoy, décadas después, lleva el nombre de
Martín M. Sáizar, ya que el 12 de
octubre de 2012, durante la celebración del 64 aniversario del inmueble, las
autoridades municipales encabezadas por Efraín Arellano Núñez, dieron a saber
que a partir de esta fecha, el Estadio llevará el nombre del periodista,
y es actualmente la máxima casa beisbolera en Acaponeta.
Consuelo Sáizar Guerrero, nieta de Don Martín, y quien
fuera Directora del Fondo de Cultura Económica y posteriormente presidenta del
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), escribe acerca de su
abuelo Martín:
“El
11 de agosto de 1970 murió don Martín M. Sáizar, mi abuelo, un hombre que amó
las letras tanto como a su familia, y a Acaponeta tanto como a su vida.
Para mí -aunque murió cuando yo sólo tenía 9 años- fue el demiurgo que le dio
horizonte y sentido a mis días.
Nació
con el siglo XX y fue un niño huérfano, que hizo los trabajos necesarios,
incluso los más humildes, para sobrevivir. Era un adolescente cuando aprendió a
leer y a escribir, y se fascinó con la información y el periodismo. Siempre
vestía de blanco (yo heredé esa, entre muchas otras de sus excentricidades) y
siempre, también, traía un periódico en las manos y un libro bajo el brazo.
Estaba permanente suscrito a dos diarios nacionales (que llegaban por la noche
al pueblo), a todos los del Estado y a las revistas nacionales de la época.
Ya
no pudo acompañar a mi padre a tomar posesión como Presidente Municipal pero
siempre soñó con ese momento.
Hoy,
recuerdo el sonido de sus dedos tecleando la vieja máquina de escribir en donde
se originaban los textos para "El Eco de Nayarit", su periódico; el
ejemplar de "Rebeca", de Daphne Du Maurier, que me dio para leer
cuando tuviera quince años; sus visitas a mi escuela para entregar cajas de
cuadernos y lápices para todos los niños; su mirada atenta a mis movimientos
cuando yo, después de limpiar los 'ojos' de las letras, acomodaba los tipos
móviles en sus respectivas cajas, o cuando cortaba las vitelas para ajustar el
interlineado; aquellas largas e inolvidables conversaciones con el maestro Alí
Chumacero, cuando visitaba su casa, allí donde estaba también su imprenta.
Un
abrazo, abuelito, hasta el lugar que habites, que imagino lleno de libros,
periódicos y revistas, con mi abuelita al lado, sentados los dos en esas
poltronas platicando largo, mientras se mecen en la eternidad de nuestra
memoria.”
Lo cual nos da una idea muy clara de cómo era y
actuaba Don Martín, de quien vale la pena redactar otra anécdota que de manera
personal me narró la propia Consuelo su nieta:
Luego de la terrible inundación del 13 de septiembre
de 1968, una de las más graves o la más fuerte en la historia de la población,
que por cierto acabó con el archivo histórico del periódico, a pesar de que la
zona era un auténtica área de desastre, y de los esfuerzos para más que
pedirle, le suplicaron apoyo al Gobernador Don Julián Gascón Mercado, y este
negara brindar la ayuda urgente y efectiva que requería, no solo Acaponeta sino
toda la zona norte de la entidad, Martín Sáizar inició una férrea protesta
contra esta lamentable decisión del mandatario estatal, publicando en cada
edición el número de días que faltaban para concluir su mandato, haciendo un
cálculo muy somero y aproximado, si consideramos que Don Julián dejó el poder
el 31 de diciembre de 1969 y la inundación fue el 13 de septiembre del 68, y El
Eco salía de manera bisemanal, la cuenta comenzó, 474 días antes de que dejara
el mando al siguiente gobernador que fue Roberto Gómez Reyes, es decir, unas
237 publicaciones en El Eco, esperando la salida del Gobernador.
Casó Don Martín con la señorita Romanita Quintero
Urdiales, hija del talabartero Nicolás Quintero, que tenía su taller por donde
hoy se ubica la zapatería y tienda de ropa “Canadá”. Romanita y su hermana
Lolita, se dedicaban a la costura, pero no se crea que eran las típicas
“costureritas” de pueblo, sino que confeccionaban prendas que lo más selecto de
la sociedad tepicense y de Nayarit, les encargaban. Con Romanita procreó, en
ese orden a Raquel Margarita, Olga Beatriz, Rodolfo Antonio, María Elena, Alma
Angelina, Sofía Cristina y Brunilda Eduviges.
Falleció Martín
Sáizar Manríquez en esa ciudad a la que tanto quiso y de la que llegó a
exclamar, que si pudiera bajar un pedazo de cielo, lo bajaría para Acaponeta,
el 11 de agosto de 1970, y sus restos reposan en el Panteón Municipal de
Acaponeta.
VIII. EL ECO A LO LARGO DE LOS AÑOS
En los años de vida
de El Eco de Nayarit, en el mundo se han producido un sinnúmero de guerras, dos
de ellas mundiales; revoluciones, cambios de gobiernos pacíficos y violentos,
desgracias provocadas por la naturaleza, en sus páginas se han escrito los
nombres, obras y acciones de 21 presidentes de la República: Venustiano
Carranza, Adolfo de la Huerta, Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles, Emilio
Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio, Abelardo L. Rodríguez, Lázaro Cárdenas, Manuel
Ávila Camacho, Miguel Alemán Valdés, Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos,
Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez, José López Portillo y Pacheco,
Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce
de León, Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto.
Asimismo el de 56
Gobernadores del Estado de Nayarit: José María Ferreira, José Santos Godínez,
Francisco D. Santiago, Fernando F. Ibarra, Salvador Arriola Valdés, José Santos
Godínez (por segunda ocasión), Federico R. Corona, de Acaponeta; Pascual
Villanueva Paredes, Julián Chávez, Rodolfo Moroña, Pablo Retes Zepeda, Everardo
Peña Navarro, Miguel Díaz González, Ismael Romero Gallardo, Felipe C. Ríos,
Ricardo Velarde Osuna, Francisco Jaime Hernández, José de la Peña Ledón,
Francisco Ramírez Romero, Esteban Baca Calderón, Francisco Anguiano Ortiz,
Gustavo R. Cristo, J. Jesús Valdés Sánchez, Salvador Trejo, Luis Castillo
Ledón, Rafael Ibarra Trujillo, Juventino Espinosa Sánchez, Ramón Narváez,
Gustavo B. Azcárraga, Agustín Godínez Lomelí, José Ibarra Valdés, Lamberto Luna
Plata, Francisco Parra Ortiz, Tomás López Partida, Joaquín Cardoso, Eduardo
López Vidrio, Juventino Espinosa Sánchez (en su segundo período), Cuauhtémoc
Ríos Martínez, José Luis Herrera López, Antíoco Rodríguez, Heriberto Parra, Candelario
Miramontes Briseño, Rodolfo Henríquez Hernández, Gilberto Flores Muñoz, José
Limón Guzmán, Francisco García Montero, Julián Gascón Mercado, Roberto Gómez
Reyes, Rogelio Flores Curiel, Emilio M. González Parra, Celso Humberto Delgado
Ramírez, Rigoberto Ochoa Zaragoza, Antonio Echevarría Domínguez, Ney González
Sánchez, Roberto Sandoval Castañeda y el actual Antonio Echevarría García.
65 Presidentes Municipales: Miguel Romero,
Vidal Romero, Guillermo O´Connor Orozco, Práxedis Núñez, Gilberto Peña, Luis
Jiménez, Ricardo Velarde Osuna, Luis López Ortiz, Teódulo López, J. Guadalupe
Peña, Román Domínguez, Carlos Partida Crespo, Mohamed Alí Chumacero, Vidal
Romero, José Luis Bertrand, Emiliano Espinosa Bávara, Federico R. Corona, José
Lozano, Francisco Mitre Escobedo, Román Domínguez Contreras, Eduardo F. Novoa,
Germán González, José Ramos Panduro, Jacobo Cedano Medina, José María Fonseca
Llamas, Federico Gameros, Atanasio F. Villa, Francisco Romero, Elías Aguiar
Díaz, Marcos Jiménez Díaz, Luis Estrada Mora, Roberto Rubio Cañedo, Agustín
Tortolero Solerci, Emiliano Espinosa Bávara, Teófilo Tello, Guillermo Díaz
Cosío, José Andrés Tejeda Espinosa, Julián Newman Jiménez, José Trinidad
Quirarte, Juan Algarín López, Juan Francisco O´Connor Peregrina, Antonio Naya
Espericueta, David Sierra Tello, Isaac Espinosa Álvarez, Joaquín Sánchez
Robles, Roberto Vivanco Zamudio, Rodolfo Castillo Sánchez, José de Jesús Osuna
Gómez, Rodolfo Fletes Mora, Rodolfo Antonio Sáizar Quintero, Manuel Zamorano Rodríguez,
Jorge Ortiz Escobedo, Porfirio Vásquez Cosío, José Miguel Aguiar Ruiz, Héctor
Servando Sierra Martínez, Salvador Toledo López, José Chávez Rodríguez, Enrique
Jiménez López, Santos Díaz Mendoza, Efraín Arellano Núñez, Martín Aguilar
Rodríguez, Saulo Lora Aguilar y Efraín Arellano Núñez nuevamente, Malaquías
Aguiar Flores y José Humberto Arellano Núñez.
Sin faltar los
responsables de los ejidos, Comités de Acción Ciudadana, Clubes de Servicio, y decenas
de organizaciones civiles y religiosas, párrocos que se han apoyado o divulgado
sus acciones en las páginas de “El Eco de Nayarit”.
Asimismo a lo
largo de ese siglo han aparecido y también desaparecido innumerables
publicaciones que han querido competir con el hoy trisemanario, pero ninguno de
ellos ha tenido la trascendencia de El Eco, entre los que recordamos están: “El
Regionalista” del diputado constituyente Juan Espinosa Bávara en 1931; “El
Clarín”, de Don Alejandro Gallardo Mitre en 1949, “Arriba”, en 1957; “El
Regente” del mismo año; “Destellos” en 1952; “La Extra Periodística” en 1965,
“El Pueblo” de Mario Vázquez Jiménez en 1949; “El Costeño”, de Don Pedro Aguiar
Villegas en 1949, quien después tuviera dos famosas estaciones de radio, la
XELH y la XETD de Tecuala. “El Silbato” de Don Alejandro Gallardo en 1923; “El
Argos”, del escritor Héctor Gamboa Quintero en 1965, “Hablemos”, del Lic. Juan
José de Haro Reyna en 1970; “El Guía” de Acaponeta también de Héctor Gamboa
Quintero en 1973; “El Nuevo Diario” del Lic. Juan José de Haro Reyna en 1984;
“El Mercurio” del Lic. Raúl Espinosa Sandoval en 1989; en 1991 “El Nayarita” de
Ricardo Espinosa Sandoval; “El Express del Norte”, traído por el Ing. Héctor
Sierra, y manejado por Antonio R. Tello en 1990; la primera versión de “La Voz
de Acaponeta” de Martín Sánchez, de 1993; y la segunda versión bajo la
dirección del C.P. Héctor Bañuelos Ahumada y César Miguel Astorga Torís, sale
en el 2002; “El Progreso del Norte” de Salvador
Guardado Jiménez, sale en 1991, para las municipalidades de Tecuala y
Acaponeta; en 1999 el semanario “El Meridiano del Norte” de Nicolás Aldecoa,
para Acaponeta y Tecuala; “El Clarín” del Sr. José de Jesús Sánchez Palacios,
en 1999. Vuelve a salir “El Costeño”, ahora bajo la dirección del Arq. Héctor
Julio Aguiar Aguiar en 1985; la revista “Gardenia” bimestral, 2008; y por
último “AMAN”, de Héctor Aguayo en el 2004.
VIII. TRASCENDENCIA NACIONAL
Al momento de
escribir estas líneas, todavía en el año de 2016, El Eco de Nayarit es una de
las cuatro publicaciones, aún en funciones, más antiguas del país, con 100 años
de vida, superado solo por “El Dictamen de Veracruz”[3]
–el más antiguo, con 119 años-, nacido como “El Dictamen Público” en 1898 y
cuyo fundador fue Don Francisco J. Miranda.
El segundo más
antiguo es “El Universal” de la ciudad de México; fundado en 1916 por Félix F.
Palavicini y que recientemente cumplió el siglo de existencia, hoy bajo la
presidencia del Lic. Juan Francisco Ealy Ortiz, curiosamente casado con la
acaponetense Perla Indira Samantha Díaz Tejeda.
El tercero,
“Excélsior” también de 1917 como El Eco, pero del 18 de marzo, fundado por el
periodista Rafael Alducín. Siendo así que el hoy trisemanario acaponetense es
el cuarto más antiguo de la República, lo cual es todo un logro ya que existen
miles de medios escritos a lo largo y ancho de la nación.
Otras de las más rancias
tradiciones periodísticas, no mayores que el trisemanario acaponetense, son las
de “El Siglo de Torreón”, pues este diario fue fundado por el Sr. Antonio de
Juambelz y Bracho en 1922 y finalmente “El Diario de Yucatán”, que vio la luz
en 1925, gracias a los esfuerzos de un heroico periodista peninsular, Don
Carlos Ricardo Menéndez González.
Es de hacer notar,
que sin duda es muy difícil que un periódico, del tipo que sea, sobreviva
tantos años y que lo sitúen como uno de los cuatro periódicos más longevos de
la nación. Los arriba mencionados, además de El Eco, sobreviven en ciudades
grandes como la Ciudad de México, Veracruz, Ver.; Torreón, Coah. y Mérida,
Yucatán, y en ningún caso tienen similitud o punto de comparación con
Acaponeta, el municipio más norteño de Nayarit, con una población de apenas
36,572 habitantes, de los cuales 19,140[4]
viven en la cabecera municipal.
El Eco de Nayarit,
por supuesto no tiene los anunciantes, ni apoyos oficiales que tienen diarios
de circulación nacional como El Universal y Excélsior, pero quizá, las
siguientes palabras que Don Antonio Sáizar Quintero, escribió para la edición
especial del octogésimo aniversario nos digan el porqué de esa antigüedad:
Lector:
Cada martes, jueves y domingo,
al releer lo escrito en EL ECO, en el blanco y negro de sus páginas vemos
reflejado el esfuerzo que realizamos todos los que intervenimos en su
confección; al leer cada número de este periódico comprendemos que no tenemos,
ni tampoco debemos, porqué cubrirnos con un falso manto de humildad para tratar
de menospreciar la importancia de ese esfuerzo que realizan no solo el que
escribe, no solo los muchachos del taller, no solo los voceadores, sino tú,
lector, que eres quien al comprar cada ejemplar estás ayudando a que este
periódico sobreviva, como ayudan también quienes nos apoyan con sus anuncios.
Lo hemos dicho en todos los
tonos y a todos los vientos: podemos contar con los dedos de las manos, y nos
sobrarán dedos, las ciudades que han sostenido un periódico durante 80 años o
más. Acaponeta es una de esas ciudades, Acaponeta es uno de esos pocos lugares
en los que se publica un periódico de tanta edad. Bien puede explicarse que un
periódico permanezca durante decenios en ciudades grandes donde los
subscriptores son muchos, donde el comercio paga bien los anuncios, donde el
gobierno otorga buenos subsidios y aún así se considera, su prolongada
aparición periodística, toda una proeza.
Entonces, ¿cómo podemos
considerar el que EL ECO DE NAYARIT, siga cumpliendo años y más años hasta
llegar, por hoy, a los 80? ¿Qué explicación podremos darnos? ¿Es acaso, como la
de los periódicos grandes en ciudades grandes, una proeza, una hazaña? ¿Es algo
más? En las grandes ciudades, los dueños de los grandes periódicos son
supermillonarios, mientras que en este pueblo chico, el mantenernos
decorosamente es un orgullo. ¿Será esa la diferencia?
La explicación que quienes
hacemos EL ECO nos damos al respecto a su longevidad es que nuestro periódico
lo hacemos nosotros mismos, los acaponetenses; aquí todos somos reporteros,
aquí todos somos corresponsales, aquí todos somos editorialistas, aquí todos
somos acerbos críticos y sabemos también prodigar elogios; todos pues estamos
implicados en su proceso y su contenido. EL ECO está hecho no con la maquinaria
moderna y costosa de otros periódicos, no; está hecho en un taller de pueblo,
donde el corazón cuenta más que otra cosa, donde el editor y el formador, y el
impresor, y el doblador, y el ayudante, se parten el alma desde que empiezan
hasta que terminan cada número, hasta que ven el rimero de ejemplares ya
dispuestos para salir a la venta. Aquí se entrega el alma, aquí se trabaja con
devoción, aquí –si se vale decirlo- se rompe uno las uñas cuando no hay más
manera de hacer andar la maquinaria.
Es, pues, gracias a ti,
lector, y a todos los acaponetenses y lectores que tenemos en los pueblos de la
región, que EL ECO se ha sostenido. Ya hemos dicho en otras ocasiones, y lo
repetimos hoy, que siempre hemos guardado, y guardaremos siempre, respetuoso
recuerdo de quienes anteriormente estuvieron dirigiendo este periódico. Para ellos,
en el altar de nuestro corazón elevamos oraciones y encendemos velas rogando al
Señor les conceda eterno descanso y que a nosotros nos permita, por los años
que a bien tenga, seguir trabajando en este oficio que tanto nos gusta, en el
cual nacimos y seguramente que en él moriremos.
Este ejemplar de EL ECO que
tienes en tus manos, lector, es el fruto del esfuerzo de todos. Esta edición
especial, con orgullo lo decimos –y muéstrala con orgullo—fue hecha totalmente
en Acaponeta por acaponetenses, y aunque no es ni con mucho lo que desearíamos
ofrecerte hoy que este periódico cumple 80 años, recíbela por favor con
benevolencia, porque te la entregamos con profundo afecto.
Recibe, junto con este ECO,
nuestro abrazo de amigos y de integrantes de la gran familia acaponetense, que
es la familia de todos, con el deseo de que entre nosotros nunca tenga cabida
ni la palabra que ofende, ni el calificativo que denigra.
Para ti, un abrazo de
RODOLFO
ANTONIO SÁIZAR QUINTERO
IX. LOS ANUNCIANTES
Luego del fin de la
Primera Guerra Mundial en 1918, el mundo gozó, aunque sea muy brevemente de una
relativa paz, o a la calma chicha antes de la tempestad. Surgieron por todo el
planeta propuestas nuevas y alborotadoras, en lo político, lo económico y lo
cultural. Aquí en nuestro país, los aires revolucionarios estaban frescos aún.
A mediados y finales de la década de los veinte, surgían a cada rato brotes de
insurrección y creció, ante el asombro de todos, el movimiento cristero, que
ciertamente no fue cualquier guerrita, ya que dejó al menos 70 mil muertos. Sin
embargo, la vida era apacible en la provincia. En Acaponeta, El Eco de Nayarit
se afianzaba como un periódico fuerte, en aquellos –ya se dijo—heroicos días de
colocar tipo por tipo para dar forma a una nota o un anuncio comercial, trabajo
que hoy, al hacer las odiosas pero inevitables comparaciones, frente a las
máquinas computadoras, nos parece imposible que salieran a la luz los
periódicos, libros y revistas.
Para este año del
2017, cuando el trisemanario cumple 100 de vida, recordaremos a quienes se
anunciaban en aquellos locos años, en las páginas de El Eco.
Ya Don Eduardo
Vidriales me decía, en aquellas sabrosas pláticas que tuve por fortuna sostener
con él, que el más antiguo anunciante del periódico era la ferretería de Don
Alfonso Chumacero, hermano del poeta Alí de los mismos apellidos y que aún
funciona en su viejo local de la calle Juárez. Entre los más asiduos
anunciantes estaban los cosecheros de tabaco y cereales “Moreno Hermanos”,
cuando el tabaco daba lustre a la costa de oro nayarita. Otros productores
agrícolas que se anunciaban eran Juan D. Leloudies, exportador de legumbres,
así como Mister Moray L. Applegate, quien sembraba caña de azúcar y tenía un
muy productivo trapiche, sin duda de los más exitosos y productivos del país.
En otros rubros,
encontramos en las páginas de El Eco de Nayarit a finales de los años veinte,
los nombres y comercios de Francisco Echeguren y Cía, que ofertaba una amplia
variedad de artículos que iban desde una armónica de boca Honner, hasta
gasolina Corona Roja, aceite kerolene y petróleo de las marcas “La Palma” y
“Estrella”, implementos para la agricultura, aceites, esmaltes y pinturas; eran
en su vastísima negociación agentes comerciales de la California Standard Oil
Co. de México; y ofertaban las llantas “Fisk” y Good Year”. No faltaban las
herramientas de todo tipo, el material eléctrico, el cemento “Tolteca”, los
hilados, el abarrote y hasta las máquinas de escribir “Underwood” estándar o
portátiles, sin faltar los novedosos abanicos silenciosos Westinghouse el
último grito de la tecnología, que nada le pedían a las modernísimas “Victrolas
Ortofónicas Automáticas” que vendía el Sr. Francisco R. Alduenda, mismas que
publicitaba así: “El instrumento cambia
sus propios discos ¡Por fin ya se ha inventado la máquina parlante automática,
un invento que elimina los últimos vestigios de trabajo e incomodidad”.
También el Sr. Alduenda anunciaba los últimos gritos de la temporada musical
con títulos tan sabrosos como “Su mamá le dijo a Julia”, “Patria Mía”,
“Adorable eres Morena” y la muy irreverente “Me importa Madre”. Hay que hacer
notar, que este personaje era un amante de la música y se preocupó por enseñar
a sus hijos, Yolanda, Danilo, Francisco y Mario el gusto y la afición por los instrumentos
musicales, convirtiéndose con el paso del tiempo en un quinteto muy solicitado
y posteriormente en una reconocida familia de maestros de música que hoy en día
tienen exitosa academia con el nombre de este personaje.
Por su parte el Sr.
Francisco Casillas, de quien ya hicimos mención, seguramente muy preocupado por
la entrada de productos extranjeros a nuestro país, publicitaba así su
mercancía de fabricación artesanal: “Proteja
Usted la industria nacional usando los elegantes cinturones estilo “Fantasía”
que se fabrican con Francisco Casillas, hechos de piel legítima y resistente.
Pase a verlos en mi establecimiento en la esquina de México y Morelos.”
También de franquicia local era la boyante empresa “La Fuente”, fábrica de
aguas gaseosas y minerales del Sr. José Nova e hijos, quienes elaboraban el
sabroso “Limón”, refresco medicinal o el “Iron Brew” tónico para niños y
ancianos, bebidas que se sumaban a las ya famosas “Orange”, “Sidra de Manzana”,
“Sidra Suiza”, “Colombina”, “Soda Polar”, “Zaza”, “Chocola”, “Silca” y “Soda
Cherrol”, entre otros refrescos que incluían sabores exóticos como el tutti
frutti, la grosella y la zarzaparrilla.
En las páginas de El
Eco de Nayarit, se anunciaba en aquellos gloriosos años la fábrica de hielo de
José Lozano, el sastre Ascisclo Trujillo; Fortino Romero que ofrecía sombreros
de Tehuacán, Puebla; las cajas mortuorias finas y corrientes de A. J.
Hernández, quien también fabricaba cajas de empaque de panocha a 40 centavos
cada una. “El Golpe de Tepic” de Don José Rodríguez, en una carpa del antiguo
mercado “Amado Nervo”, en lo que hoy es el parque a la bandera. También la casa
de fotografía de un señor Herrera; la botica “Hidalgo” de Don Bardomiano de la
Cruz, donde se surtían los pacientes de los médicos Manuel S. Akahoshi,
graduado de la facultad de Tokio –al menos así lo presumía--, el Dr. Villalobos
Quevedo y el Dr. Gustavo Aubanel, los análisis clínicos del Q.F.B. Sergio
Martínez Ibarra, así como los de la también química farmacobióloga, Carmen
María Mérida Magallanes; no faltando los médicos José Luis Alonso Romero,
cirujano y partero, especialista en enfermedades de niños; el Dr. José de Jesús
Osuna Gómez, que ofrecía servicios de rayos X y electrocardiogramas y que
llegaría a ser presidente municipal; el médico José Luis Chan Flores, todos
anunciantes de El Eco. Del mismo ramo, con muy buen humor e ingenio la Farmacia
Occidental de Don Carlos Partida, quien promocionaba, además de los
medicamentos, el aceite de bacalao para los niños en temporada de fríos, cosas
como el lápiz para labios a prueba de besos y productos de belleza marca
“Princes Pat”, polvos “Coty Capi”, “Belle de Nuit”, “Kisproof”, “Tres Flores”,
“Rosas de Guadalupe”, “Blanco y Negro”, “Cleopatra”, “Narciso Negro” y muchos
más “para las damas elegantes”.
Grande era la fábrica
de cigarros “La Sin Rival”, que
elaboraba la famosa marca “Selectos”, propiedad de Don Alejandro Gallardo,
ocupando una casona que hoy, siendo monumento histórico es una de las bellezas
arquitectónicas de la población en la esquina de Querétaro y Juárez.
Se anunciaba también
el Salón Meza, para jugar al pool o a la carambola, disfrutando los mejores
vinos y licores del país o bien cerveza helada. “La Azteca”, fábrica de pan
fino y corriente del Sr. Francisco Robles.
Ocupando toda una
plana, el Cine Corona, propiedad de Don Federico Corona, de quien mucho se ha
hablado en este ensayo, promocionaba su sala cinematográfica ubicada en la
esquina de Matamoros y Oaxaca, en lo que hoy es Elektra. Ese lugar, por cierto
descubierto ya que carecía de techumbre y que posteriormente, ya como
propietario Don Carlos Sánchez, techó y cambió en nombre a Cine México,
anunciaba la cartelera semanal en este tono, por ejemplo un 4 de febrero de
1968:
Domingo Matinee: 12 horas y
Tardeadas: 6 de la tarde
Lunes: “Un Yucateco Honoris
Causa”, con Chino Herrera, Isela Vega, Tino Contreras y el conjunto de jazz
“Los Rebeldes del Rock & Roll”, trío “Los Yucas”, “Los Montejo”, “Los
Caminantes” y el Ballet Anaya. Además Rodolfo de Anda y Arturo Martínez en la
gran película a colores “Hombres de Roca”.
Martes: 2X1 con dos películas:
“Báñame mi Amor” y “La Noche del Halcón”
Viernes: nuestra magna e
inolvidable función de damas a un peso en cualquier localidad con dos
películas: “Fiebre de Juventud” con Enrique Guzmán y Begoña Palacios; y “Fuera
de la Ley” con Fernando Casanova y Rodolfo de Anda.
Otros cotidianos: “La
Mueblería del Hogar”, Guillermo H. Díaz con sus materiales para la construcción;
“La Nueva Farmacia” de Victoria Magallanes de Mérida, en la esquina de Veracruz
y Juárez; y el listado de precios del local en el Mercado “Gral. Ramón Corona”
de Don Fidencio Espinosa Ávalos, que orientaba a su clientela a escoger los
mejores precios.
No faltaban las
grandes corporaciones como la Cervecería Pacífico y Modelo de Acaponeta, en
aquellos tiempos sobre la calle México; o la Pepsi, que en exclusiva distribuía
el Sr. David Díaz Ledón; el Ferrocarril Sud Pacífico con sus horarios de
salidas y llegadas, presumiendo una exactitud y puntualidad que nunca tuvo; por
supuesto la Maseca, convertida ya en uno de los símbolos de Acaponeta, que
instala su planta de producción en los años 50 del siglo pasado; o incluso
anunciantes foráneos como el Hotel Cadillac de la Ciudad de México que se
ubicaba en pleno centro de la capital del país, con 100 cómodas habitaciones.
Imposible hacer una relación completa de los anunciantes
que ha tenido El Eco de Nayarit a lo largo de 100 años, así como también de los
trabajadores que forman las planas, capturan y hacían todo lo referente a la
pesada y compleja labor de echar a la calle el periódico, y no se diga de los
reporteros, articulistas o colaboradores que han sido cientos en ese lapso de
un siglo.
X. LOS COLABORADORES
Enlistar en este
ensayo, la totalidad de colaboradores que a lo largo de una centuria ha tenido
El Eco de Nayarit, es tarea imposible, por la gran cantidad de tipógrafos,
redactores, formadores, redactores, fotógrafos, articulistas, columnistas,
voceadores, reporteros, administradores e intendentes.
Entre los
trabajadores debemos anotar a: Humberto Burgueño, Carlos Toledo, Luis Meza “El
Azabache”, José Feliciano Luna “El Cuichi”, Mateo Burgueño, Everardo Rodríguez,
Francisco Espinosa, Víctor Rubio “El Pirru” y otros cuyos nombres no se
recuerdan tan solo sus apodo como Francisco “El Panito” y otro “El Ronchas”.
En la actualidad
están vigentes y más puestos que nunca José Herrera Domínguez “El Cuachi” quien
entró a laborar en 1972, por lo que al cumplir El Eco 100 años en agosto de
2017, cumplirá 45 años al servicio del periódico y, aún con mayor antigüedad
está Alberto Ramírez Gutiérrez “El Gateado”, que cumplirá 49 años al servicio
del trisemanario, es decir, casi la mitad de la vida de la centenaria
publicación, ha sido testigo de su desarrollo. En la redacción y formación de
la publicación Juan Antonio Aguilar Rojas y en la subdirección el Lic. Juan
Francisco Aguilar Flores.
ESCRITORES:
Néstor Salvador
Chávez Gradilla, quien ha hecho la crónica del pueblo, especialmente para las
ediciones especiales o bien, en el trisemanario las efemérides. De muy atrás,
Joaquín Sánchez Hidalgo Villalobos que firmaba con el seudónimo de “Quijano
Shogaldi” escribía las notas de deportes y en este rubro han destacado Eduardo
Canales Sánchez, recientemente fallecido, con sus columnas “Todo Deportivo” y
“Balón Amateur”, y el propio Don Martín M. Sáizar, destacó con los comentarios
deportivos. Otros de grata memoria son Don Carlos Vaca Lara siempre polémico
con su columna “Tópicos Deportivos”, acérrimo enemigo de las Águilas del
América, defensor a ultranza de los “Ates” de Morelia, su tierra natal y
aficionado número uno al Rey de los Deportes. A finales de los años 60, José
Luis Martínez Ulloa, escribía sobre futbol y no se diga de dos tocayos Ramiro
Díaz Ponce y Ramiro Diéguez. También en el béisbol, las siempre leídas notas de
Don Gilberto Noriega Colio, el estimado “Dr. Chapatín”.
Otras plumas,
ocasionales o más o menos permanentes fueron el poeta, escritor y periodista
Guillermo “Memo” Llanos Delgado, a quien muchas veces le publicaron sus cartas
en “El Excelsior” de México y la famosa revista “Siempre!” de Don José Pagés
Llergo; Llanos Delgado llegó a ser reconocido con el premio nacional de
periodismo y fue muy estimado en Acaponeta por su amplia y efectiva promoción de
la cultura, debiéndose a él y otros interesados la existencia de los Festivales
Culturales de Nayarit en Acaponeta, que recientemente cumplieron 43 años de
vida.
Otro constante fue el
escritor y catedrático Don Pedro López Díaz, prolífico escritor oriundo de
Acaponeta, catedrático de la UNAM y quien llegara a ser diputado federal y
senador suplente; estudió tres carreras: la de medicina, la de filosofía y
letras y finalmente derecho.
Continuando con la
lista hay que mencionar al propio Lic. Juan Francisco Aguilar Flores, hoy
subdirector de la publicación; el Dr. Roberto Delgadillo Gutiérrez, Pedro
Navarro M., Jesús Ulloa Macedo, Alfonso Tirado Díaz, con una columnilla
juvenil, Blanca Sagrario León Mayorquín “Saga”, Roberto Arce Burgueño, la
hermana de Memo Llanos, Yolanda Llanos; Carlos Mayorquín de la Paz, Alejandro
Pineda, Brígido Ramírez Guillén, decano del periodismo estatal; Alejandro
Pineda, Miguel Seguame Partida, corresponsal de Tecuala; Juan José Ley Mitre,
reconocido personaje de Tecuala; el intelectual Alfredo Chan Castañeda, y su
hermano el Dr. Elías Luis Chan Castañeda. También de la orgullosa ciudad Ignacio
Palomino González “Macario”. Siguen en esta somera relación Federico Escobedo
Nava, Raúl Manjarréz Lagos y su querida esposa la escritora Abigaíl Villalobos
Quintero; Carlos Humberto Fuentes López, quien hizo el rescate de las historias
de aquel personaje popular “Márgaro Guerra”.
Otros colaboradores
de ayer y hoy: José Ramón Medina y su columna tecualense “Aclaremos paradas”.
De la vecina Escuinapa con su sección de “Karakolazos Sinaloenses”, Gabriel
Jaramillo, a quien la gente de El Eco llamaba cariñosamente “El Niño”; y de
Huajicori, el Lic. Darío Crispín Partida Fregoso. Siguen, aunque no en orden
cronológico, el Lic. Carlos Espinosa; el también cronista y notario de la
ciudad Don Leonardo F. Rodríguez, César Palma, el profesor José Luis Castañeda
Mosqueda y Don Jesús Sánchez Palacios, varón del otro lado de la vía del
ferrocarril. Ana Elsa Vivanco, Oscar Vázquez Rodríguez, Abundio Ávila López,
Pepe Reyna y su gustada columna “El Ritmo de la Vida”. La columna también del
Prof. Juan Manuel Estarrón y hasta su servidor José Ricardo Morales y Sánchez
Hidalgo, que por algunos años escribió la columna “De Chile, de Dulce y de
Manteca”.
Por supuesto El Eco
de Nayarit ha publicado de manera permanente columnas afamadas como la de Don
Armando Fuentes Aguirre “Catón”, “De política y cosas peores” y algunas otras.
Infinidad de cartas de los lectores, del mismo municipio, de otras entidades
del país y no son pocas las que llegan de allende las fronteras, principalmente
los Estados Unidos.
Mención aparte
merecen tres voceadores, uno de ellos todavía vigente Sergio Casas Ortega, el
popular “Cachiras” o “Caos”, por sus iniciales y que por algunos años fuera
reportero de la nota roja. Asimismo Rodolfo Espericueta López “Popo” y “El
Cuetero” Ramón Maldonado Torres, estos dos últimos ya fallecidos, que
encabezaban la larga y casi infinita lista de voceadores.
Don Rodolfo Antonio Sáizar Quintero |
XI. RODOLFO ANTONIO SÁIZAR
QUINTERO
Nació en Acaponeta,
Nayarit el 25 de julio de 1934, hijo de Don Martín M. Sáizar y Doña Romanita
Quintero de Sáizar.
De 1940 a 1946 cursó
sus estudios primarios en la escuela “Gral. Ignacio Zaragoza”, donde hoy se
encuentra la Casa de la Cultura “Alí Chumacero”. De 1962 a 1968, terminó sus
estudios de secundaria en la escuela nocturna “Constitución de 1917” y
posteriormente la Preparatoria No. 3 “Lic. Benito Juárez”, inscribiéndose, al
egresar de esta, a la Escuela de Derecho de la Universidad Autónoma de Nayarit,
carrera que no pudo concluir por la necesidad de tener que trabajar para
sostener a su familia.
En 1951 ingresó al
entonces Banco Nacional de Crédito Ejidal, donde laboró 15 largos años,
retirándose en 1966 para dedicarse de tiempo completo a las actividades
periodísticas.
En el aspecto
político donde hizo carrera, debemos decir que se afilió al Partido
Revolucionario Institucional (PRI) en 1951, partido que lo llevaría 25 años más
tarde a la presidencia municipal y cumplir el trienio 1976-1978, ocupando antes
varios puestos políticos destacando el de dirigente del Sector Popular del
propio partido tricolor.
En el área del
mutualismo Antonio Sáizar fue dos años consecutivos presidente de la Asociación
Mutualista “Gral. Nicolás Bravo” y el mismo puesto tuvo con la hermana
Mutuamixta “Vicente Guerrero”; siendo dirigente del Club de Leones del que
formó parte hasta su muerte.
Se integra al
periódico de su señor padre, Don Martín M. Sáizar en el año de 1951, y a la
muerte de este en agosto de 1970, ocurrida a escasos 15 días del aniversario
número 53 de El Eco de Nayarit, asume la dirección del mismo, que dejaría a su
hijo, el Lic. Antonio Sáizar Guerrero, hasta el 11 de noviembre del año 2000.
La columna de Don
Toño, como lo conocíamos todos con afecto, “Así
lo digo yo”, que suple a “Variedades”
–muy parecida a la que escribiera su Señor padre “Confeti”-- era sin duda esperada cada vez que aparecía el
periódico, ya trisemanario, y aunque dejó la dirección al inicio del tercer
milenio, continuó al pendiente del mismo hasta el último minuto de su vida. En
esa columna, que regularmente aparecía en la segunda plana, Antonio Sáizar,
hablaba de todos los temas y su éxito radicaba en que la mayoría de los tópicos
eran sobre acontecimientos locales o que tenían que ver con el desarrollo de la
región, promoviendo infinidad de campañas de beneficio social y cultural,
destacando la construcción del puente sobre el brazo de agua o “barra” –como
equivocadamente le llama la población—de la marisma que lleva a las playas de El
Novillero; o el permanente llamado e insistencia a los gobiernos federal,
estatal y municipal de la necesidad de una presa derivadora sobre el río
Acaponeta; además de las reconocidas campañas a favor de la reforestación de la
ciudad, de la lucha contra la suciedad en las calles, la rehabilitación del
reloj musical en lo alto del Palacio Municipal, el permanente apoyo a la
parroquia y al Templo de Nuestra Señora de la Asunción, la activa promoción de
la cultura y al deporte; actividades estas que se desplegaban en las páginas de
El Eco de Nayarit y que le merecieron el homenaje de que su nombre figure con
letras de oro en el Muro de los Periodistas ubicado en la plaza principal de
Tepic y en la Galería de Personajes Ilustres de Acaponeta.
En el año de 1958, contrajo
nupcias con la Señorita Profesora Consuelo Guerrero Ibarra, oriunda de
Compostela, docente de preescolar que llegó a la comunidad de San Felipe
Astatán, del municipio hermano de Tecuala, donde funda la escuela “Gabriela
Mistral”, en un lugar donde prácticamente no había nada y hasta los niños
debían llevar sus propias sillas, al lugar que posteriormente ella equipó en
una casa de la localidad, durante los tres años que permaneció laborando ahí.
Posteriormente, ya
radicando en la ciudad de las Gardenias entra a trabajar en el jardín de niños
“Federico Froebel” en el espacio que hoy día ocupa en Club de la Tercera Edad
de Acaponeta, iniciando como ayudante y terminó siendo su directora.
En el año de 1960 por
su iniciativa colocan la primera piedra de lo que será el jardín de niños “Eva
Sámano de López Mateos” que se inaugura dos años más tarde y donde permanece
con el puesto de directora hasta su jubilación en 1985. Con Don Antonio Sáizar
procreó a sus seis hijos María Dolores (+), Luis Antonio (+), Consuelo, Antonio,
Alma Lolina y Laura Esthela. Siendo ella actualmente la propietaria del
periódico, a partir de la muerte su marido; y es la persona ideal para
encargarse de organizar las actividades y festejos del primer siglo de El Eco
de Nayarit y año con año los aniversarios del periódico.
De ella dice su hija
Consuelo: “Yo soy hija de
mi madre”, dice y repite Sáizar. Su madre, Consuelo Guerrero, vive en
Acaponeta. Viene de una familia de maestras, mujeres disciplinadas, que habían
quedado viudas después de la Revolución mexicana. Fue directora del único
kínder que tenía el pueblo, que estaba tan cerca de su casa que la pequeña
Consuelo llegaba antes que todos, incluso antes de sonar las campanas que marcaban
la hora de entrada”.
Durante su paso como Director del periódico, Don Antonio se vio en la
necesidad de nombrar a dos directores del mismo, uno mientras fue candidato a
la presidencia municipal, se trató del Sr. Manuel Zamorano Rodríguez, quien
posteriormente habría de sucederlo como primer edil del Ayuntamiento. Y cuando
fue elegido alcalde, nombrando a su amigo de confianza Don Alfredo Aguiar
Jiménez, más conocido como “El Rojillo”.
Falleció Don Antonio
el 16 de marzo de 2008, orgulloso de dejar un periódico fuerte y vigoroso con
nueve décadas de vida.
Tuve el gusto de
trabajar en el área del periodismo con Don Toño, quien se convertiría en mi
maestro en estas lides de tundir máquinas y pergeñar notas periodísticas, ya
que tenía una redacción y ortografía a toda prueba. Hombre recio, de fuerte
carácter, de una cultura fuera de serie, ya que era un lector consuetudinario,
siempre informado tanto del panorama internacional como del local,
esencialmente de este, también era polémico y como no se andaba con medias
tintas ni por las ramas, ganó y no de gratis, enconados enemigos y detractores,
pero por otro lado un sinnúmero de amigos y aliados.
En noviembre del año
2000 y al inicio del nuevo milenio, decide dejar la dirección del trisemanario
a su hijo el Lic. Antonio Sáizar Guerrero, quien por razones de trabajo y falto
de tiempo no se une al periódico de inmediato, comenta que ocasionalmente
escribía para las páginas del periódico, y que finalmente toma en cuenta la
responsabilidad que significaba estar al frente del rotativo más antiguo del
Estado y más que en esos momentos en que era diputado local, lo cual hacía
difícil su integración total al periódico.
Lic. Antonio Sáizar Guerrero |
XII. LIC. ANTONIO SÁIZAR GUERRERO
El segundo de los cuatro
hijos del matrimonio Sáizar Guerrero, el hoy licenciado en derecho con maestría
en administración con especialidad en mercadotecnia, es actualmente el Director
de El Eco de Nayarit, que viene a ser el quinto en la saga de la publicación.
Toño, como le
llamamos sus amigos, ha destacado en la política y como ya se mencionó fue
diputado local plurinominal en la XXVI Legislatura del H. Congreso del Estado
de Nayarit, donde fue Presidente de la Comisión de Justicia y Derechos Humanos
y Vicepresidente de la Comisión de Gran Jurado; y por años ha sido un conspicuo
militante del Partido Revolucionario Institucional.
En la actualidad y
desde el 2011, el Lic. Sáizar Guerrero es Notario Público Titular, de la
Notaría Pública No. 1, de la Cuarta Demarcación Notarial, que comprende los
municipios de Acaponeta, Tecuala y Huajicori.
Aunque ocasionalmente
escribe artículos de fondo y ha fustigado las malas acciones de los gobernantes
en turno con severidad, no lo hace con la cotidianidad que seguramente le piden
los lectores, pero se encarga de la dirección de El Eco, asistido en los
talleres y la redacción por el también licenciado Juan Francisco Aguilar
Flores, quien se ha mencionado ya en la relación de colaboradores y que además
tiene la columna social de “Acaponeta…¡Vida,
Cultura y Sociedad!”.
Enfrenta Antonio
Sáizar Guerrero, el reto enorme de llevar a El Eco de Nayarit --de fincar las
bases para ello-- en busca de su segundo siglo de vida, tarea por supuesto nada
fácil, pero en descargo de ello, hay que decir, que el periódico sigue tan
vigente y tan en el ánimo de los lectores, que las perspectivas de éxito son
grandes. Qué así sea.
XIII. APUNTES PERSONALES
El Eco de Nayarit,
como cualquier medio de comunicación en el mundo, trátese de uno impreso,
televisivo, radial o electrónico, no deja de ser, una empresa, familiar si se
quiere en el caso del decano de la prensa nayarita –pero, ¿cuál empresa no es
familiar, de un modo u otro?--, y que, cosa lógica sigue una línea editorial
que muchas veces se estrella con la ideología, creencias, filosofías,
preferencias políticas y percepciones personales del potencial lector,
ocasionando desacuerdos y choque de intereses que algunos no perdonan. Ese peso
deben llevar los periodistas siempre en sus espaldas y más los directores de
los medios. Hoy, como ayer la historia se repite en ese sentido.
Sabemos que los medios de comunicación masivos
permiten dar a conocer las propuestas, incluso las promesas, así como los perfiles
de los candidatos o aspirantes –suspirantes les dicen en Acaponeta—a un puesto
de elección popular, muchas veces son los propios medios quienes se encargan de
hacer críticas o provocar escándalos de la política en México o en cualquier
lugar del mundo. Finalmente los medios de comunicación tienen más poder
político, económico y social que muchos partidos políticos, de ahí el
calificativo del “cuarto poder”.
Por supuesto los medios, del tipo que sean, aseguran
ser totalmente objetivos, sin embargo muchas veces existe un sesgo por aquellos
quienes los manejan, convirtiéndose así en un arma de dos filos y adquiriendo
mayor poder e influencia sobre las opiniones de una población que –siendo
honestos-- tiene un nivel cultural bajo, escasas lecturas y un poder de
decisión pobre o de plano nulo. Caer en este estatus es fácil y en ratos es una
tentación, que en su momento el director en turno debe afrontar. Es difícil
decir si El Eco de Nayarit, en algún momento de su larga existencia ha caído en
esa posibilidad, pero para algunos, detractores del periódico así lo juzgan,
pero en descargo diré que a veces todo se reduce a pleitos de índole personal,
más que contra la publicación, pero eso no ha sido óbice para que se cumplan ya
cien años de vida.
Si a mí me lo preguntan, uno de los éxitos del
periódico es que es local, uno puede seguir la vida de un ciudadano de
Acaponeta a través de las páginas de El Eco de Nayarit. Ahora ya no se hace,
pero en algún tiempo el periódico, casi como un grito anunciaba: “¡Ha nacido un
hombre!”, donde se informaba a la comunidad la llegada al mundo de un nuevo
ciudadano y, a partir de ahí, comenzaba una vida que se podía seguir a través
de sus logros: la foto del pequeño en el mes de abril dedicado a los niños y
donde se publican fotos de los menores; crónicas o fotografías de eventos
escolares, graduaciones, bodas, y el cierre del ciclo con un nuevo: “¡Ha nacido
un hombre!”, culminando con la desafortunada esquela que anuncia la muerte de
esa misma persona. En cien años, esto ha sucedido cientos, quizá miles de
veces, y al estar haciendo el trabajo de investigación para este ensayo, pude
seguir el nacimiento, vida, obra y muerte de más de uno. Incluso, a pesar de no
ser nacido en Acaponeta, encontré una nota de septiembre de 1968, donde Don
Martín anunciaba a la comunidad que la familia Sánchez Hidalgo estaba de visita
en la ciudad, nombrando a cada uno de los que veníamos en la comitiva, entre
ellos ese muchachillo de diez años que hoy escribe esto…sin saber que una
semana después se vendría la tremenda inundación de ese trágico año.
Veo Eco para rato, si no cien años más, sí con una
expectativa a su favor por varias décadas más, y el reto de adecuarse a las
nuevas tecnologías de la información y la comunicación, no perdiendo de vista,
que privilegiar lo local es lo adecuado. ¡Qué lo veamos!
AGRADECIMIENTOS
Para la elaboración
de este documento tuve la ayuda invaluable de diversas personas que tenían
algún dato, cercanía con el periódico o conocimiento de ciertos temas
relacionados con el mismo.
A Don Néstor Salvador
Chávez Gradilla, Cronista Municipal, a quien recurro cuando “se me atora la
carreta” en los asuntos históricos, por las decenas de llamadas telefónicas que
tuve necesidad de hacer y que tan amablemente recibía.
A la Sra. Profa.
Consuelo Guerrero de Sáizar, quien desde un principio mostró interés en el
trabajo y que me abrió acceso a los viejos archivos sobrevivientes de la
inundación del 68.
Al actual Director
Lic. Antonio Sáizar Guerrero, a quien refrendo mi amistad y felicito por llevar
esta barca al puerto del Centenario, y quien me proporcionó información que
enriqueció el presente trabajo.
A mi querida esposa
Alma Cecilia Tobin Aguilar, por su paciencia y comprensión, pero sobre todo por
el tiradero de papeles y documentos que llenaban las mesas y escritorios.
BIBLIOGRAFÍA
+ Asociación de Editores de los Estados. Historia.
Asociación de Editores de los Estados. http://www.aee.com.mx/?p=historia-aee. Consultado el 30 de octubre de 2016.
+ Chávez Gradilla,
Néstor. Monografía del Municipio de
Acaponeta. Conaculta. Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de
Nayarit. (2009)
+ El Eco de Nayarit.
Para este trabajo se
consultaron gran cantidad de números de El Eco de Nayarit, algunos como los del
autor, pertenecientes a su colección particular, de entre 1928 y 1929; la de
Sergio Cuauhtémoc Sánchez Hidalgo García, del año de 1922 o números sueltos
como un ejemplar de 1919 (quizá el más antiguo que existe).
Asimismo tuve acceso a
los archivos de El Eco de Nayarit de diferentes años, que la Sra. Consuelo
Guerrero de Sáizar guarda celosamente en los antiguos talleres del periódico en
Allende 12 poniente.
+ López Alanís,
Gilberto J. Campañas presidenciables: la de 1929. Documentalia. Revista Digital
No. 4. Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa. (2011). https://documentalias.wordpress.com/tag/campanas/.
Consultado el 12 de marzo de 2015.
+ Madero Estrada, José Miguel (2013). Gobernadores del Estado de Nayarit. NNC
News Network Communication. Fecha de consulta: 4 de mayo de 2016. URL: http://www.nnc.mx/editorial/1368626849.php
+ Sánchez
Cervantes, Guillermo. La Licenciada
Sáizar. Gatopardo http://www.gatopardo.com/revista/no-136-noviembre-2012/la-licenciada-saizar/.
Consultado el 30 de agosto de 2016.
+ Sandoval Cornejo, Martha Lilia. Horizontes literarios de Aguascalientes. Escritores de los siglos XIX y
XX. Eduardo J. Correa, una vida para la escritura. Universidad Autónoma de
Aguascalientes (2005)
+ http://www.periodicorealidades.com.mx/nota.php?id=5431.
Periódico Realidades. Consultado el 26 de julio de 2010.
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