martes, 22 de marzo de 2011

EL MITO DE NUESTRA SENORA DE HUAJICORI EN EL ALTIPLANO Y PLANICIE DE LA REGIÓN TEPEHUANA (Primera parte)



NOTA: En esta propuesta de dar cabida a todas las plumas nayaritas, que por supuesto incluyen a los historiadores, investigadores y cronistas, recibimos una muy interesante investigación del cronista e historiador de Huajicori, Dr. Efraín Rangel Guzmán, el cual publicó este trabajo en una edición  en la que colaboraron la Academic Publisher de Austria, la Universidad de Quintana Roo y los editores Alexander Voss, Andreas Koechert y Yuri Balam Ramos, misma que se intituló "Ritos, Cultos y Cosmovisión en Mesoamérica: Pasado y Presente" y en cuyo capítulo 2, viene el trabajo del nayarita que se llamó: "El mito de Nuestra Señora de Huajicori en el altiplano y planicie de la región tepehuana", que por su extensión publicaremos en varias entregas, comenzando por esta que aquí tiene el amable lector ante sus ojos. Bienvenidas sean estas propuestas y trabajos a PUERTA NORTE, exhortando a nuestros seguidores a que aprovechen este foro de expresión.  
Por: Efraín Rangel Guzmán

Resumen: 
El culto a Nuestra Señora de Huajicori se compone de un sinfín de elementos que le dan vida, forma, trascendencia en espacios sociales y circunstancias históricas. Uno de estos elementos es el mito que lo caracteriza, en sus diferentes versiones. Aunque se conserva un núcleo fuerte del mito, las historias narradas por tepehuanos y mestizos presentan variaciones en interpretación y significados pues las tradiciones de procedencia así como las circunstancias históricas de cada uno son el espejo mediante el cual se comprende el mundo y se interactúa con sus distintas fuerzas. (Mestizos, mito, Nuestra Señora de Huajicori, tepehuanos)


1. INTRODUCCIÓN

En las distintas culturas se forjan mitos que van de la mano con las realidades sociales y culturales. Estos son el medio más práctico para rememorar el pasado, marcar los eventos iniciáticos que forjan el ser de las sociedades. Los mitos son parte de la cosmovisión de los pueblos, pero no siguen un orden cronológicolineal, el tiempo se marca por “un tiempo cualitativamente diferente” (Eliade 1992: 24) y funcional para los portadores. “El mito se considera como una “historia sagrada” y, por tanto, una historia verdadera, puesto que se refiere siempre a realidades” (Eliade 1968: 17). Cumple el papel de ordenador de la vida humana y manifiesta una realidad que está implícita y explicita en la actuación de los individuos. 
En un relato de estructura mítica donde los seres divinos importan por lo que hacen, no por lo que son. La Virgen de Huajicori no tuviera significación para sus devotos sin sus milagros, sin sus bondades, sin su historia que le da el nombre y la hace diferente de otras. Es decir, estos seres son personajes dramáticos cuya función es otorgar un sentido a las realidades significativas de una cultura dada. Es el medio con el que se hace coherente la existencia de las sociedades, es otra manera de sentir la historia, de recordar y hacer significativos los acontecimientos que tienen mayor peso en la conciencia individual y colectiva. Por ello, el factor mito se encuentra impregnado en muchas de las prácticas religiosas y culturales que llevamos a cabo día a día. “En medio de los quehaceres cotidianos sancionados por la sociedad como la realidad más objetiva, encontramos nuestro mundo estructurado por muchos de los mitos y leyendas” (Jacinto 1995: 28).

Por su parte, el mito ni es ciencia ni es historiografía. Aunque se conozca el origen causal de la realidad, el mito lo ignora, pasando a su origen primordial. Es por eso que el acontecimiento originario narrado en el mito no explica, sino que transsignifica (Croatto 2002: 74). En esencia estas historias contadas pueden ser la expresión de una vinculación de la comunidad con una imagen, pero no sólo eso, también expresan la vinculación de la comunidad con un espacio, un territorio, lugares sagrados y ceremoniales, y al mismo tiempo rituales específicos.
Como lo veremos en el caso bajo estudio, la imagen elige a sus fieles, establece límites en el territorio, un lugar determinado para quedarse y pone condiciones para erigir su culto. En fin, las imágenes siempre están ocupando el mundo celestial y el humano el mundo terrenal. Pero, los espacios elegidos por las divinidades están “caracterizados por la existencia de puntos sagrados susceptibles de ser usados como centros, cuyo objeto es el de servir de lugar de encuentro entre  los entes sobrenaturales y los seres humanos” (Carmagnani 1988: 32).

La Virgen de Huajicori es venerada en la región norte de Nayarit, sur de Durango y sur de Sinaloa. Su culto amalgama innumerables elementos mediante los cuales toma forma, se mantiene vivo y trasciende en el espacio social y a lo largo del tiempo.
El mito de la imagen, poderoso elemento aglutinador, es uno de ellos. Así, la historia sagrada de la Virgen de Huajicori contada por los moradores y creyentes, nunca ha sido escrita, porque es muy posible que su función sea entregarse como texto oral de generación en generación para permanecer en la memoria en tiempo y espacio. Respecto a versiones del mito sobre la virgen se han podido recuperar algunas en la parte alta del sur de Durango, específicamente en el municipio de Mezquital y en el municipio de Huajicori, Nayarit. Los relatos que cuentan los indígenas tepehuanos y los mestizos tienen cierta relación, pero la interpretación y significado que cada uno maneja presenta algunas variaciones. Las variaciones son fruto de las maneras particulares de concebir el mundo desde el espejo de su cultura, de las creencias, de los espacios de orden cotidiano y sagrado, de las deidades que dan sentido a su existir individual y colectivo. 

El artículo se dividirá en dos partes: en la primera hablaremos del mito conocido por los mestizos, el significado y funcionalidad que tiene para ellos; en la segunda, describiremos el mito que saben los indígenas y las características particulares que posee para así establecer las semejanzas y diferencias entre uno y otro. Se hace hincapié en la zona correspondiente al municipio del Mezquital y al municipio de Huajicori porque posee una singularidad especial, la cual se debe a que los grupos humanos que la habitan a lo largo de la historia han tenido mucha movilidad, han establecido vínculos culturales, comerciales y de otra índole. Regularmente el indígena es el que va hacia los mestizos buscando el sustento para sus familias, en cambio la presencia del abajeño no se registra en la sierra con la misma intensidad, pero aún así fluyen saberes y mercancías entre los dos grupos..... (Continuará)

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