Por:
José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
DE
CHILE: Se dice, es ya una creencia muy arraigada que, Luis
Donaldo Colosio Murrieta, candidato del PRI a la presidencia de la república,
fue asesinado el 23 de marzo de 1994 por órdenes de Carlos Salinas de Gortari,
sin que hasta el momento haya prueba alguna de que así fue. No faltan los que
dicen que todo se debió porque Colosio se salió del huacal con aquel “memorable” discurso que dio en el
monumento a la revolución unos días antes del magnicidio, exactamente el 6 de
marzo, que comenzó con un “Veo un México
con hambre y con sed de justicia…”
A mi juicio no fue así, esa
pieza de oratoria, inspirada en el discurso de Martin Luther King: “I have a dream” —"yo tengo un sueño"—, fue
uno más de los tantos que se iban a escuchar en su gira proselitista. No tiene
elementos suficientes como para que lo mandaran quitar de en medio. Más aún,
estoy seguro que, de haber llegado a la silla del águila, el sonorense habría
sido un mandatario más de los muchos del partido revolucionario institucional,
inmerso en la corrupción y la presidencia imperial. Pero muerto a balazos, pasó a la categoría de mártir y ahí se insertó con éxito en el imaginario colectivo.
Digo lo anterior, por las
condiciones en las que atraviesa Claudia Sheinbaum, que tiene por arriba de su
cabeza la presión y todo el poder del emperador Andrés Manuel I de México, que
es capaz de lanzar a la presidenta electa mucho al carajo —lugar favorito del
macuspano— si equivoca el guion previamente establecido. Nunca los inolvidables Neto y Titino, se salieron de la maleta a Don Carlos.
Lo dije desde el primer día,
hay que darle a Claudia el beneficio de la duda, y es que aún, el tabasqueño
tiene el poder absoluto y al congreso de su lado como para cambiar la vida del
país; ¿no hasta habló innumerables veces de un golpe de estado técnico y
barrabasadas de ese tamaño?
Sin embargo, creo que la
Sheinbaum, ha dado algunos chispazos de querer la independencia, pues en el
caso de la reforma al poder judicial, obsesión enfermiza de AMLO, como que lo
paró en seco y propuso una revisión con expertos sobre el tema, aunque a López
Obrador le encanta la idea de hacer una consulta popular marca patito donde,
por supuesto, arrasaría, con los votos del pueblo sabio y bueno a su favor.
Veremos y dejemos eso al Señor Don Cronos.
DE
DULCE: En honor a la verdad, todos lo sabemos, la justicia en
México es un desastre: se quita la venda de los ojos ante el poderoso y
adinerado y es maldita y desigual con el pobre. Sabemos que muchísimos de los
jueces son venales y se venden al mejor postor. No es extraño para nadie saber
que las cárceles están repletas de gente inocente esperando un juicio justo que
nunca llega a tiempo, y por el contrario, afuera de las prisiones hay cientos
de ratas, la mayoría de cuello blanco que andan libres e impunes de sus
vergonzosos procederes, algunos son gobernadores o diputados o presidentes
municipales y no hay purrún.
Siempre se ha dicho que, ante
la ley, todos los mexicanos somos iguales, solo que en letras chiquitas dice
que hay unos más iguales que otros, y sí, eso merecería ser reformado. Dan
ganas de llorar cuando vemos la actuación y “trabajo” de miles de agentes del
ministerio público impreparados, prepotentes y deshonestos.
El gran problema no es que
AMLO quiera resolver todo lo anterior, incluso lo que ha dicho siempre y que es
verdad, los magistrados de la suprema corte de la nación ganan carretadas de
dinero en un país donde aún existen 50 millones de pobres, algunos en la total miseria; López Obrador, lo que quiere es quitar de su camino a algo que le
estorba para tener el poder completo y omnímodo: el poder judicial.
Ya tiene en la bolsa al poder
legislativo y por supuesto al ejecutivo que él representa, ahora ansía hacerse
del poder judicial, porque nunca ha entendido que, en México, el ejercicio del
poder soberano se divide en tres grandes órganos del estado que conforman el
poder legislativo con las cámaras de diputados y senadores; el poder ejecutivo,
con el presidente de la república, y el poder judicial con los jueces,
magistrados y ministros. Cada órgano con su ámbito de acción, con su propia y
característica estructura organizativa y con su conjunto de funciones y
responsabilidades, tal como mandatan los artículos 49 y 50 de la Constitución
Política de lo Estados Unidos Mexicanos. Pero, AMLO escupe la tarugada aquella de: "no me salgan
con que la ley es la ley" y ¡Caput!
DE
MANTECA: Decía la estimadísima amiga y escritora del
Barrio de la CH acaponetense Abigaíl Villalobos Quintero, que en Acaponeta
todos somos parientes o lo vamos a ser. Esto que es una verdad de a kilo, me
llega a la mente cuando veo que al Ayuntamiento llegan diariamente decenas de
personas, principalmente a solicitar algo, algunas piden unas monedas para
comer algo, otras medicina, muchas un viaje de grava o arena; un descuento en
el OROAPA, un permiso para abrir un comercio, el apoyo para la pintura de la
escuela, trabajo de lo que sea, recursos para el campo, el arreglo de un bache
en la calle o el foco de determinada lámpara, permisos para construir o
destruir, lo cual es muy común y más cuando los que otorgan estos permisos, no
saben ni un pito de los conceptos de centro histórico, monumentos históricos,
etc.; un permiso para vender bebidas embriagantes, entre otras muchas cosas que
incluyen hasta que el primer edil interceda ante determinado profesor para que
no repruebe a su vástago o bien mil problemas legales que tienen todas las formas
posibles.
El presidente municipal en
turno y en este caso Manuel Salcedo que repite, tiene la obligación de atender
a estas personas y no necesariamente está obligado a dar el “sí” a todos.
Imposible, no se puede. Sin embargo, muchos de los que llegan hasta la casona
de la calle Morelos, alegan cercanía con el mandatario municipal, desde ser un
vecino de “hace muchos años”, o
haberle cambiado los pañales cuando bebé; ser compañero de banca o generación
en la escuela o bien pariente lejano en tal o cual grado, porque su
tatarabuelita era prima segunda del cuñado del concuño de un tío que ya murió,
pero que mucho los quiso. Ser presidente municipal, debe ser, sin duda alguna,
una pega, marca diablo, sobre todo en municipios como el nuestro, donde nunca hay
dinero o recursos suficientes. Por ello, en muchas ocasiones los ediles para
quitarse el compromiso de encima, dicen sí a lo que debieran decir no, por eso
—creo yo— hay tantos depósitos de cerveza, permisos de construcción en el
centro histórico, puestos ambulantes en prácticamente todas las esquinas, etc.
Por supuesto los que salen con
una respuesta positiva lo hacen hablando maravillas del gobernante, los que
tienen la mala suerte de un “no”, se convierten en sus más acérrimos enemigos y
de inmediato le buscan a la persona, amantes, “detallitos sobre sus
preferencias sexuales”, cercanías con el narco, desavenencias con la familia,
viejos errores, antiguas rencillas con fulano, venganzas y mil lindezas más que
van desde el asesinato, hasta el abandono de hijos y el descuido de la familia.
Sin duda es injusta la vida
para un edil municipal, que en el inter debe resolver toda clase de conflictos,
como personal basificado que políticamente es molesto, pleitos en comunidades
por “quítame estas pajas”, la gestión
de recursos que nunca existen o son muy pocos, proyectos al día, litigios entre
el propio gabinete que en ocasiones es una olla de cangrejos impidiendo que
alguno salga de la cubeta, celos de grillos voraces y depredadores, compromisos
políticos o de partido y hasta por la falta de conitos en el garrafón de agua
para beber. Yo admiro a los presidentes municipales por eso; se necesita
estómago para ciertas cosas que ahí se ven y no todos lo tenemos. Algo sí sé,
tan seguro como Sócrates que expresó para la historia: “yo solo sé que no he cenado” o algo así; nunca voy a postularme
para presidente municipal, lo juro por el osito Bimbo.