miércoles, 2 de octubre de 2024

¡SÍ, PROTESTO!

 


Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo

 Dra. Claudia Sheinbaum Pardo:

Señora Presidenta, le escribo esta carta porque al tener la oportunidad de expresarme a través de este u otros medios, considero que tengo, un poco la obligación moral de externar mi reflexión —y quisiera que quedara claro que solo es eso—, ya que supongo que —en una transformación, no importa si es la primera o la cuarta—, la libertad de expresión y de ideas se respeta. Como ciudadano común y prosaico que soy, lo hago porque usted acaba de acceder a la más alta magistratura de este maravilloso y rico país que es nuestro México.

Honestos y transparentes, nos dijeron en campaña que ustedes son, y esa idea nos la quisieron vender, y aquí comenzamos mal, ya que nos estuvieron “vendiendo” algo. Eso, tan fácil, y a la vez tan complicado pedimos (afines al oficialismo u oposición); no, Doctora, la honestidad no se compra en el trayecto de una campaña política, la honestidad es una forma de vida que ha trascendido generaciones; la entiendo como la actitud que, de ser violada, no nos dejará ver de frente a nuestros padres. Ya lo dijo un pensador y usted deben hacer suya esa frase: “proceder con honestidad en aras de la dignidad del hombre, es el compromiso más trascendente en nuestro corto paso por el mundo”.

    Cuántos hombres —nunca una mujer— ya han pasado por Palacio Nacional, con el tatuaje de la “honrosa medianía” en la frente, y salieron con ricas joyas, atavíos lustrosos, amantes ambiciosas y mansiones de fábula o cuento árabe; siempre enormes palacetes y exuberantes lujos, ante el repudio de la población que los ha marcado para siempre, a ellos y a sus descendientes.

Entiendan que es un honor ser amados y una tragedia personal ser odiados por el pueblo, la transparencia no se negocia y en la cuarta transformación eso se ha destruido o por lo menos, dejado de lado.

 Qué van a atender a los sectores más vulnerables de la población, me parece bien, siempre y cuando expliquen bien y sin rodeos cuál o quiénes son el “sector más vulnerable”, porque en estos tiempos de violencia, crisis económica, ecología deprimida y falta de valores, todos somos vulnerables. Se necesita que se ocupen de todos nosotros, sin importar su nivel social, religión, sexo y, mucho menos, tomando en cuenta su preferencia o ideología política. Esto último es mezquino.

Dra. Sheinbaum, los ciudadanos queremos a alguien que cuando se paré en el recinto del cambio de gobierno, nos ofrezca, con su grito de "¡Sí, Protesto!", la plena seguridad de que México, no se equivocó con el voto.  

A propósito de ello, la palabra "protesta", Señora Presidenta, simplemente porque así es el idioma, tiene entre la gente dos connotaciones: primeramente, hay que decir que está compuesta de dos vocablos latinos: "pro", que quiere decir "ante" y "testari" que es testigo, o sea “ante testigos”. En la antigüedad, protestar, desde el punto de vista jurídico era atestiguar la inocencia de alguien, después, protestar se volvió cualquier declaración o manifestación pública.

Por ello, los mexicanos conocemos dos tipos de protestas, la que hace alguien, regularmente de manera pública, agitando brazos, cerrando puños y mentando madres al gobierno de cualquier tipo; lo mismo encabezando una marcha callejera, que publicando un desplegado en los diarios. Pero también está esa otra "protesta", la que hacen los funcionarios públicos al acceder a algún cargo oficial, el clásico y vigoroso "¡Sí, Protesto!" con que hemos visto iniciar el largo y a veces sinuoso camino del "servicio al pueblo".

Para muchos, la mayoría de los que protesta de este último modo, lo toman como un trámite que algún oscuro y olvidado ordenamiento legal exige. Es simplemente un requisito que hay que salvar pronto para comenzar a hacer historia. Algunos lo toman tan a la ligera que, al momento de gritar la consigna, y más si lo hacen con otros compañeros o beneficiados de la preferencia popular; muy derechitos, circunspectos y con las mejores galas, toman aire y entornando los ojos, escupen un entusiasta "¡Sí, Protestamos!", sin saber que esa grave declaración es unipersonal, nada de ya "protestamos", debe ser ¡Sí, Protesto!, en primera persona, porque es un compromiso del individuo con el pueblo.  

El "¡Sí, Protesto!", es un contrato social, un me comprometo ante ti ciudadano a hacer y dar lo mejor de mí. "¡Sí, Protesto!", es el Padre Nuestro del pastor civil, debe redimir las almas y es un ruego para perdonar las fallas del presidente saliente y, sin ser desvergonzado, solicitar al verdadero dueño del país, un "borrón y cuenta nueva", en la inteligencia que nada será igual o se volverá a repetir. 

"¡Sí, Protesto!", es como cuando se enfrentan dos personas, civilizadas y cultivadas, con el objetivo de entablar un debate, no a trompadas ni coscorrones, o mentadas tipo Facebook, sino con la mirada fija en el otro, echar el pecho por delante y afrontar lo que se venga, esperando del contrincante, paciencia, honra y comprensión; que si cae al suelo, el otro no lo patee, sino que le ayude a levantarse y luego dirimir las diferencias, por eso hablo de un contrato social, igual al de un matrimonio, en las buenas y en las malas, en la salud y la enfermedad. 

Sin embargo, en la realidad esto no sucede así, como ya dije, el "¡Sí, Protesto!", se convirtió en un mero trámite y nada más, como el que llega a su trabajo a checar tarjeta y se va sin producir nada. Como los recién casados que después de firmar el acta matrimonial, se echan a los brazos del amante. De hecho, el pueblo ya se burla de esa ceremonia, pues sabe o sabemos, que por más que ustedes protesten, no se les olvidará ser bandidos, mentirosos, manipuladores, defraudadores, déspotas, pedantes, soberbios, corruptos y mamones, pero lo peor, el pueblo sabe que, si son todo eso, nadie, nadie, nadie, se los demandará, como se pregona cuando se completa ese rito. Los bandidos, mentirosos, manipuladores, defraudadores, déspotas, pedantes, soberbios, corruptos y mamones, podrán seguir siéndolo sin que nadie les eche el guante o los meta tras las rejas, ojalá Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, primera presidente mujer de la nación, usted no sea de esos.

Como ve Señora, no pido las grandes obras, ni sé de presupuestos, ni excelsos proyectos, usted es mi gobernante y la respeto, independientemente de los partidos políticos y esas cosas de la ideología —que parece ser que ese caldo, ya se murió—, le deseo éxito en su gestión y genere el clima, las acciones y los espacios suficientes y necesarios para hacer de este, nuestro México, un mejor lugar para vivir. Qué así sea. Un abrazo.