Por: Dr. Efraín Rangel Guzmán
ANÁLISIS RELATO MESTIZO
Para realizar el análisis tomaremos en cuenta los puntos indicativos que expresan los narradores a lo largo del relato, así explicaremos la idea central que quieren comunicarnos. Los elementos claves de la narración se escribirán en una tabla de registro siguiendo la secuencia de las etapas en que se dividió el relato.
La existencia de sucesos míticos sobre símbolos sagrados se considera una expresión del interés social, a través de estos los miembros de las comunidades reafirman la vinculación con el ente sobrenatural y el sentido de pertenencia. Las narraciones “de hallazgos y apariciones de imágenes son, a la vez que la justificación de un lugar de culto, un contenido de creencia que la comunidad asume como suplemento al dogma católico” (Velasco 1989: 409). El valor de verdad de este tipo de relatos recae sobre todo en el sentido que le atribuye la comunidad portadora, por tal razón cuestionar el mito es cuestionar la credibilidad particular que fundamenta la cosmovisión de los pueblos. Para los huajicorenses el origen oficial de la imagen no es de importancia, pues la idea que la virgen fue donada por los religiosos franciscanos al antiguo pueblo de San Sebastián de Guaxicori se aminora ante el aspecto mítico. La fundación del culto a la imagen, la refundación del pueblo y las raíces de la identidad de los huajicorenses van asociadas con el relato del origen de la virgen. El contenido del relato “es la interpretación de una experiencia específica” (Croatto 2002: 77) de la idea de mundo que ellos comparten.
El mito es el resultado de la interpretación de las realidades que los nativos de Huajicori realizaron con fines muy particulares. Para asimilar las enseñanzas de la fe católica y reconocer como suya la imagen recurren a la transformación de la idea cristiana creando el suceso maravilloso. Éste se apega más al pensamiento del grupo, le imprime los matices culturales y elementos que son significativos para los miembros.
La existencia de sucesos míticos sobre símbolos sagrados se considera una expresión del interés social, a través de estos los miembros de las comunidades reafirman la vinculación con el ente sobrenatural y el sentido de pertenencia. Las narraciones “de hallazgos y apariciones de imágenes son, a la vez que la justificación de un lugar de culto, un contenido de creencia que la comunidad asume como suplemento al dogma católico” (Velasco 1989: 409). El valor de verdad de este tipo de relatos recae sobre todo en el sentido que le atribuye la comunidad portadora, por tal razón cuestionar el mito es cuestionar la credibilidad particular que fundamenta la cosmovisión de los pueblos. Para los huajicorenses el origen oficial de la imagen no es de importancia, pues la idea que la virgen fue donada por los religiosos franciscanos al antiguo pueblo de San Sebastián de Guaxicori se aminora ante el aspecto mítico. La fundación del culto a la imagen, la refundación del pueblo y las raíces de la identidad de los huajicorenses van asociadas con el relato del origen de la virgen. El contenido del relato “es la interpretación de una experiencia específica” (Croatto 2002: 77) de la idea de mundo que ellos comparten.
El mito es el resultado de la interpretación de las realidades que los nativos de Huajicori realizaron con fines muy particulares. Para asimilar las enseñanzas de la fe católica y reconocer como suya la imagen recurren a la transformación de la idea cristiana creando el suceso maravilloso. Éste se apega más al pensamiento del grupo, le imprime los matices culturales y elementos que son significativos para los miembros.
INTERPRETACIÓN DEL RELATO
El presente relato ilustra el origen de la imagen, nos muestra una serie de aspectos enfocados a crear una idea general del tiempo, espacio y situaciones concretas en que se desarrolla el evento sobrenatural. Cada elemento que forma parte del mito es materia importante en el andamiaje de vivencias que se expresa en él. A través de estos elementos se determinan los espacios sagrados y sociales, los límites y conciencia de un territorio determinado, los atributos y funcionalidad que desempeñan cada una de las cosas que hacen posible la realidad significante del grupo social. En las cuatro etapas en las que dividimos el relato, se expresan momentos de sucesión y determinantes de cambio; al mismo tiempo se lleva a cabo una transformación de las realidades internas y circundantes. La interpretación que realizan los nativos sobre el mito, responde en mucho a la ubicación y condiciones geográficas, y al pensamiento cultural heredado de sus antepasados.
A) PRIMERA ETAPA
Por ejemplo, en la primera etapa, el mito muestra una radiografía de lo que era la comunidad de Huajicori antes de la llegada de la imagen. Este primer momento es un intento de justificación del porqué sucedió el evento tal y como se demuestra, los aspectos propiciadores de los cambios materiales en el espacio y en la conciencia de los huajicorenses. Aquí se hace hincapié en el corte que sufre la historia lineal del lugar, al puntualizar la existencia de una realidad anterior y una que surge después del suceso sobrenatural.
El relato nos señala que el Huajicori antiguo estaba ubicado en la ribera del río Acaponeta. Para establecer el lugar exacto recurrimos a los hallazgos arqueológicos, los cuales establecen que el caserío indígena estaba asentado a unos cien metros de distancia del río. Además, éste se extendía por la franja del mismo, desde el punto que le nombran “Picacheros” hasta “La culebra” ubicados al sur (río abajo). En las parcelas que cultivan en la actualidad la familia Juárez, Sánchez, Guzmán, Aguilar y Gurrola, se han encontrado cimientos de fincas rústicas, pedacera de tepalcates, restos de obsidiana, malacates y figuras de ídolos de barro. La altitud entre el asentamiento humano y el río era de escasos quince a veinte metros. La poca distancia y altura hacían a este poblado muy inseguro y propenso a ser afectado por las inundaciones que se registraban en temporada de lluvias.
Respecto a inundaciones el historiador acaponetense Néstor Chávez Gradilla hace un recuento de todas las que afectaron la zona desde el siglo XVI hasta el siglo XX, en su libro Breve bosquejo histórico descriptivo de la ciudad de Acaponeta y de los pueblos y lugares circunvecinos del norte del Estado de Nayarit (Véase Chávez 1991: 167-193). Puede ser que el desastre natural que acabó con toda la infraestructura del antiguo poblado se haya registrado a finales del siglo XVII o en el XVIII, porque los ancianos del lugar que nacieron en la segunda mitad del XIX o incluso a principios del XX aseguran haber visto aún restos de la antigua iglesia como paredes de adobe y cimientos de cantera. El punto exacto donde se dice que estaba el pueblo es reconocido en nuestros días como el “verano de los Juárez”. Se le da tal nombre al espacio porque desde mediados del siglo XIX ha sido tierra de cultivo de la familia Juárez, considerados por los nativos y de acuerdo al árbol geológico de dicha familia como unos de los fundadores del pueblo de Huajicori que actualmente conocemos. En el lugar primigenio se erigió la primitiva iglesia que se sabe tuvieron los lugareños, rústica, construida de adobe y con techo de palma como era usual en la zona, por la abundancia de ese tipo de materiales.
El relato nos señala que el Huajicori antiguo estaba ubicado en la ribera del río Acaponeta. Para establecer el lugar exacto recurrimos a los hallazgos arqueológicos, los cuales establecen que el caserío indígena estaba asentado a unos cien metros de distancia del río. Además, éste se extendía por la franja del mismo, desde el punto que le nombran “Picacheros” hasta “La culebra” ubicados al sur (río abajo). En las parcelas que cultivan en la actualidad la familia Juárez, Sánchez, Guzmán, Aguilar y Gurrola, se han encontrado cimientos de fincas rústicas, pedacera de tepalcates, restos de obsidiana, malacates y figuras de ídolos de barro. La altitud entre el asentamiento humano y el río era de escasos quince a veinte metros. La poca distancia y altura hacían a este poblado muy inseguro y propenso a ser afectado por las inundaciones que se registraban en temporada de lluvias.
Respecto a inundaciones el historiador acaponetense Néstor Chávez Gradilla hace un recuento de todas las que afectaron la zona desde el siglo XVI hasta el siglo XX, en su libro Breve bosquejo histórico descriptivo de la ciudad de Acaponeta y de los pueblos y lugares circunvecinos del norte del Estado de Nayarit (Véase Chávez 1991: 167-193). Puede ser que el desastre natural que acabó con toda la infraestructura del antiguo poblado se haya registrado a finales del siglo XVII o en el XVIII, porque los ancianos del lugar que nacieron en la segunda mitad del XIX o incluso a principios del XX aseguran haber visto aún restos de la antigua iglesia como paredes de adobe y cimientos de cantera. El punto exacto donde se dice que estaba el pueblo es reconocido en nuestros días como el “verano de los Juárez”. Se le da tal nombre al espacio porque desde mediados del siglo XIX ha sido tierra de cultivo de la familia Juárez, considerados por los nativos y de acuerdo al árbol geológico de dicha familia como unos de los fundadores del pueblo de Huajicori que actualmente conocemos. En el lugar primigenio se erigió la primitiva iglesia que se sabe tuvieron los lugareños, rústica, construida de adobe y con techo de palma como era usual en la zona, por la abundancia de ese tipo de materiales.
También
reconocen los pobladores como fundadores a los Guzmanes, los Garcías y los
Navarros.
Ubicación del poblado
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Ribera del río
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Ubicación de antigua
iglesia
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“Verano de con los
Juarez” (parcela)
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Símbolo sagrado
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San Sebastián
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Estatus de la imagen
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Patrón
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Pobladores
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Indígenas
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Desastre natural
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Inundación
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Condiciones del poblado
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Devastado
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Condiciones de la
iglesia
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Destruida
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Situación del santo
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Desaparecido
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Remedio de los males
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Aparición de la virgen
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Lugar de aparición
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Guaje (árbol de
cuastecomate)
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Motivo de la llegada
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Búsqueda de un nuevo
espacio
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Estado de ánimo de los
lugareños
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Desconsuelo/alivio
|
(Continuará...)
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