Después de un largo proceso de
gestión, arqueólogos del Centro INAH Nayarit (INAH-CONACULTA) lograron la
recuperación de una vasija policroma profusamente decorada perteneciente al complejo
cultural Aztatlán (850/900-1350 d.C.) del septentrión costero mesoamericano,
cuya zona nuclear de desarrollo tuvo lugar en las fértiles tierras bajas
aluviales del norte de Nayarit y sur de Sinaloa.
Lo anterior fue dado a conocer por el
Arqueólogo Mauricio Garduño Ambriz, investigador adscrito al Centro INAH
Nayarit, quien desde 1995 se ha especializado en la arqueología de la costa
noroccidental del estado. La pieza fue celosamente resguardada por el Prof.
Luciano Sandoval, vecino de la población de San Felipe Aztatán perteneciente al
municipio de Tecuala, quien mantuvo la posesión de ésta y otras vasijas en su
domicilio particular durante años.
Su hallazgo tuvo lugar de manera
fortuita hace más de veinte años en un solar
localizado dentro de la zona urbana de San Felipe Aztatán, específicamente en
el barrio de Huachotita, sobre la superficie nivelada superior de una plataforma
de base rectangular de 55 por 45 m. de lado, con una elevación promedio de tan
solo 1.60 m. por encima del nivel de la planicie aluvial adyacente. Esta
estructura se ubica a una distancia de alrededor de 130 m. hacia el Oeste de la
Loma de la Cruz, un montículo de 10 m. de altura que constituye la principal
edificación de carácter ceremonial localizada dentro del núcleo arquitectónico
del asentamiento prehispánico de San Felipe Aztatán, orientada astronómicamente
sobre un eje oriente-poniente y vinculada ritualmente con el culto solar.
Se trata de una olla
policroma de cuerpo globular y cuello recto, trípode, con soportes de sonaja y
en buen estado general de conservación, profusamente decorada dentro de la tradición pictórica conocida como estilo-códice. Agrupados
en dos escenas principales -dentro de las que destacan la representación del
sacrificio ritual de un personaje por extracción de corazón y un rito funerario
de cremación, ambas vinculadas con personajes pertenecientes a segmentos de
alto rango dentro de la sociedad Aztatlán- se observan un total de 24
personajes que abarcan prácticamente toda la superficie
externa de la vasija, incluyendo su base.
Presidiendo la escena de cremación se
encuentra Mictlantecuhtli, deidad
regente del inframundo, quien es acompañado de dos personajes -probablemente
sacerdotes- que portan máscaras bucales en forma de mandíbulas descarnadas y
que están a punto de encender la pira funeraria. A este respecto el
especialista señaló que a partir del testimonio de la persona que sustrajo la
pieza se pudo conocer que al momento en que realizó su limpieza encontró en su
interior cenizas, huesos triturados y dientes, lo que sugiere que la pieza
podría haber cumplido una función análoga a la de los relicarios, conteniendo
los restos de algún ancestro deificado o probablemente vinculado con algún linaje
importante.
A este respecto el especialista apuntó
que los datos para la arqueología regional sugieren que durante el Postclásico
Temprano y Medio esta costumbre funeraria estaba reservada únicamente para
segmentos sociales de élite y que su práctica formaba parte de un discurso
ideológico de legitimación que emparentaba a los gobernantes con la deidad
solar que regía las festividades vinculadas con el ciclo agrícola.
En relación a la temporalidad de esta
vasija, Garduño apuntó que se trata de la variante decorativa tardía
-caracterizada por sus diseños de corte esquemático que se distinguen por sus
trazos angulares rígidos- de una olla del tipo Iguanas Policromo, que constituye uno de los componentes cerámicos
diagnósticos de la fase cultural Ixcuintla (1100-1350
d.C.) del Postclásico Medio, que representa la etapa más tardía dentro de la
larga secuencia regional de desarrollo de la cultura Aztatlán. Lo
anterior resulta sumamente significativo si consideramos que los principales
especialistas en el estudio de la emblemática cerámica tipo códice estilo Mixteca-Puebla,
coinciden en señalar que ésta apareció en el altiplano central de México
(Cholula) en el transcurso del Postclásico Tardío (1250-1521 d.C.), e inclusive
en una fecha posterior al año 1300 d.C. en la mixteca oaxaqueña.
Además, precisó que a partir de investigaciones arqueológicas recientes ha
sido posible corroborar que la cerámica policroma estilo códice distintiva de
la zona nuclear costera Aztatlán -considerada uno de los principales
indicadores arqueológicos de complejidad social de este importante desarrollo
cultural-, apareció en las tierras bajas del norte de Nayarit y sur de Sinaloa
al inicio del Postclásico Medio, alrededor del año 1100 d.C., prolongándose su
uso hasta por lo menos mediados del siglo XIV. Sin embargo, esta cerámica de manufactura
local -que ciertamente compartió con otras regiones culturales patrones
iconográficos codificados de carácter simbólico dentro del llamado
horizonte-estilo internacional del Postclásico- se desarrolló directamente a
partir de la cerámica policroma de uso ritual denominada Iguanas Policromo, uno de los componentes diagnósticos del complejo
Aztatlán, cuyo periodo de manufactura inició a finales del Epiclásico,
alrededor del 850/900 d.C.
San Felipe Aztatán se consolidó como
el núcleo de población hegemónico y como cabecera de uno de los más importantes
señoríos de las tierras bajas noroccidentales -referido en las fuentes
documentales más antiguas con el término de Aztatlán- por lo menos a partir del
Postclásico Temprano, fundamentando su poder en el control de los principales
procesos económicos, ideológicos y sociales, entre los que se puede destacar su
activa participación en una extensa y compleja red comercial que involucraba
productos suntuarios, utilitarios y diversos bienes de prestigio (cobre,
turquesa, jadeíta, obsidiana, etc.) que compartían las élites regionales, desde
el Suroeste Americano hasta las tierras bajas del norte de Yucatán. Como
ejemplo de esto mencionaremos que recientemente apareció de manera fortuita al
excavar una fosa séptica en un solar urbano de San Felipe Aztatán una vasija zoomorfa
alóctona del tipo Plomizo Tohil, uno de los principales productos de comercio del
Postclásico Temprano mesoamericano, cuyos talleres de manufactura se
localizaban en la costa del Pacífico, en la zona limítrofe entre Chiapas y
Guatemala.
Actualmente se encuentra en proceso la
inscripción oficial de esta pieza en la base de datos de la Dirección de
Registro Público de Monumentos y Zonas Arqueológicas del INAH, mientras que por
otro lado próximamente será sometida a tratamientos especializados de
restauración con la intención de garantizar su estabilidad estructural y evitar
la degradación de sus pigmentos. El estudio iconográfico y simbólico será
llevado a cabo en los próximos meses por parte del arqueólogo Garduño.
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