viernes, 6 de marzo de 2020

BREVIARIO HISTÓRICO DEL MESÓN OLAS ALTAS



Andrés Montero Flores
Abrimos hoy este espacio cultural de PUERTA NORTE,  a los cronistas e historiadores del Estado de Nayarit, concretamente a los integrantes de LA CRÓNICA DE NAYARIT A.C.,  y presentamos el día de hoy al historiador de Ahuacatlán, ANDRÉS MONTERO FLORES  a quien damos las más cordial bienvenida a este portal nayarita.





Andrés Montero Flores; La Crónica de Nayarit A.C.



Se estima que éste Mesón se terminó de construir en 1827 luego de 7 años de auge comercial y promoción por miembros de la familia Montero: (Severo y Matilde Montero Bonilla). Familias originarias vinculadas a Ahuacatlán con los peninsulares Santiago y Alexandre Montero.

 Fue uno de los primeros planeados para ofrecer servicios completos para la arriería, y el único de los que aún hoy continúa en servicio que conserva éste mural retocado en 1921.



Siendo terrenos bajo control de Cofrades, denominados “Tierras de la Virgen”, se aceptó su construcción en 1820 realizadas en al menos tres etapas.

De la empresa tabacalera llamada “El Dios del Amor”, propietaria que era de cinco barcos mercantes de vapor que viajaban desde San Diego hasta Guatemala, se derivó el nombre “Olas Altas”; terrenos de los cuales la empresa llegó a tener de 277.52 a casi 700 hectáreas de la actual Zona Dorada Mazatleca.

El paseo de Olas Altas del Mazatlán antiguo

Se Infiere el auge regional de que - “El Ultimo vapor de San Francisco se ha ido literalmente atestado de emigrantes de Sonora. En Tepic, el precio de los alojamientos ha subido tres o cuatro veces más de lo que algunos meses ha” (Meyer-Carta Augen 10 mayo de 1866)


Las habitaciones del Mesón, guardan recuerdos alusivos al puerto escritos a lápiz; contornos esbozando barcos, verduguillos, pistolas de mazorca, machetes, cuartas, escopetas y cantimploras que aparecieron bajo el encalado; Se infiere un relato de viajero en 1836 que describe buena atención en su estancia.

Benito Juárez García

Se dice que Benito Juárez pernoctó aquí de forma clandestina, a las orillas del pueblo, en donde estaba entonces El Mesón, mientras era perseguido por las fuerzas del emperador Maximiliano de Habsburgo.

El historiador Jean Meyer escribe:
“Mientras los ejércitos juaristas retomaban las aduanas de San Blas, Mazatlán y Guaymas en 1866-67, ‘Juárez buscaba el apoyo del general Lozada con quien se entrevista en algún lugar de difícil acceso del volcán del Ceboruco – Lozada supo ganarse la buena voluntad de Juárez".

En consecuencia, una paz de siete años: del 2 de abril de 1866 al 15 de enero de 1873 sobrevino a toda la región debido a la neutralidad y lealtad lozadeña a favor de Juárez. (Ibidem, pág. 264)

SIGLO XX

Las señoras Estéfana y María de los Ángeles Morales Ibarra, siendo hijas de doña Felipa Ibarra Martínez, hija de Marcos Ibarra y Wenceslao Inda, eran sobrinas de la señora Amparo González Ibarra (La Chata), cuya madre, Rafaela Ibarra Mojarro, era hermana de don Emilio Ibarra Montero y Juan Ibarra Montero, presidente de Ahuacatlán en 1925, cuando llegó el ferrocarril por primera vez. Ambas trabajaron cuando niñas con sus tíos en El Mesón desde 1958 hasta 1974, fecha en que dejó de funcionar como tal.

Se atendía con esmero a arrieros frecuentes. Recuerdan a los Machaín; Jesús, Nicolás y Eugenio, originarios de Las Guásimas, quienes traían entre ocho y diez bestias de carga.

En los pesebres de los macheros para las remudas, estaban los macheros derechos (poniente), eran para caballos y mulos; y los de izquierda (oriente) eran para los burros, puesto que eran más bajitos, teniendo ahí amplias canoas de madera, el troje de maíz y la hoja para las bestias estaba en un alto tejaban que se ubicaba en la esquina del fondo, al lado oriente.

Pagaban 150 pesos por usufructo mensual del Mesón a la señora Amparo. Se rentaba a $ 1.50 cada petate, y a cinco pesos el cuarto. La hoja para las recuas costaba 80 centavos, y se ofrecía a los viajeros frijoles con huevo, carne con chile, cocido, etcétera.

Hay historias de apariciones, junto al pozo; y de ruidos de “cadenas que se arrastran” a lo largo del pasillo, desde la cocina hasta la puerta de entrada principal; pues “se sabía” de entierros de cargas de oro en la esquina del machero derecho y en las hornillas de la cocina; penurias encadenadas que nos sugieren el trasiego de los yakis que pudieron pernoctar y morir aquí.


El riesgo en la arriería de ser asaltado en el camino era alto, sobre todo cuando se transportaba oro y plata de las minas de Ahualulco, Etzatlán, San Marcos y El Pilón. Subían el metal a unos barcos en San Blas y Puerto Peñas (Vallarta) de donde traían arroz, café, tabaco, coco de aceite, algodón y otras mercancías.

Don Marcelino Reynosa Altamirano, un viejo arriero ya finado narraba: “Se adelantaba uno en el camino una hora en la mula caponera oteando los peligros. Si no regresaba, sus compañeros no avanzaban las recuas; ocasionalmente debían enterrar las relaciones a orillas del camino y regresar después”.

Los relatos de viajeros que hospedaba éste Mesón incluye el paso de personajes diversos en circunstancias trágicas y otros de amores en trova; hasta asesinatos e intrigas sobre tesoros escondidos por el sinfín de historias narradas por fuereños y comerciantes.

En el Protocolo XVIII, de don Cruz Salazar, notaría pública del Territorio de Tepic, sobre el intestado de don Emigdio Ulloa, de fecha septiembre 6 de 1892, Proyecto de Partición presentado por doña Inés Montero Inda, viuda de Ulloa; como albacea y cónyuge supérstite adquirió el 50% de la herencia, que consistió en más de 26 casas, potreros y solares; mercancías ganado vacuno, caballar, créditos activos y ganancias de sus negocios, entre los que aparece…

# 11 “… La Casa o Mesón del Chiquilichi, cito en el cuartel tercero de ésta villa, en solar propio: compuesto de tres piezas y pasillo de teja, tres patios, corredor de teja y tres corralitos. Linda al oriente con fincas de Ramón Montero (Orozco) y de Dominga Suárez; al poniente calle en medio con finca de Guadalupe Nava; al sur con el cerrito; y al norte calle de por medio, con casa de José de León. Inventariado bajo el Núm. 199 con valor de $ 300.00…”

De éstas tierras y huertos que se extendían desde La Caja de Agua, Atotonilco, el actual Panteón, El Salto y El Corazón, se proveía la familia para la verbena popular que regularmente cada año ofrecía la familia emparentada de Ulloa–Montero; Don Juan Ulloa Patrón y Don Rafael Montero López, poseían juntos más de dos mil hectáreas de la Sierra de Pajaritos.

En un posterior reajuste, en 1934, durante la Reforma Agraria y la apertura de acceso al manantial de Atotonilco por la nueva calle Amado Nervo, El Mesón Olas Altas fue asignado al Cuartel 3do. Manzana 18, donde también se insertó en 1935 Ermita “in memoriam” de la muerte en ése lugar de don Emilio Ibarra Montero.

Don Eusebio Solís López, músico viajante nacido en 1915 recuerda el auge de éste Mesón en los años 30’s y 40’s, cuando era arrendado y regenteado por don Bibiano Chavarían y esposa, quienes tenían una fonda en el lugar que arrendaban.

El 18 de enero de 1965 se traspasó por compra-venta familiar entre Ma. Amparo González Ibarra-Montero y mancomún entre Andrés y José Montero Hernández con aval del Sr. Félix Montero Montero.

Luego de ser hipotecado El Mesón en 1975, estuvo enajenado y abandonado por 20 años, usándose como bodega, granja avícola, cine y centro táctico de policía.

Posteriormente fue recuperado, ampliado y restaurado de nuevo por la familia Montero como Hostal y sitio de descanso.

Actualmente el inmueble ya remodelado bajo la supervisión del INAH

La Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del INAH lo Registra en su Catálogo de Inmuebles con ficha # 0080 bajo la Clave 18 002 001

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