Andrés Montero Flores |
Abrimos hoy este espacio cultural de PUERTA NORTE, a los cronistas e historiadores del Estado de Nayarit, concretamente a los integrantes de LA CRÓNICA DE NAYARIT A.C., y presentamos el día de hoy al historiador de Ahuacatlán, ANDRÉS MONTERO FLORES a quien damos las más cordial bienvenida a este portal nayarita.
Andrés
Montero Flores; La Crónica de Nayarit A.C.
Se estima que éste Mesón se terminó de construir en
1827 luego de 7 años de auge comercial y promoción por miembros de la familia
Montero: (Severo y Matilde Montero Bonilla). Familias originarias vinculadas a
Ahuacatlán con los peninsulares Santiago y Alexandre Montero.
Fue uno de
los primeros planeados para ofrecer servicios completos para la arriería, y el
único de los que aún hoy continúa en servicio que conserva éste mural retocado
en 1921.
Siendo terrenos bajo control de Cofrades,
denominados “Tierras de la Virgen”, se aceptó su construcción en 1820
realizadas en al menos tres etapas.
De la empresa tabacalera llamada “El Dios del Amor”,
propietaria que era de cinco barcos mercantes de vapor que viajaban desde San Diego
hasta Guatemala, se derivó el nombre “Olas Altas”; terrenos de los cuales la
empresa llegó a tener de 277.52 a casi 700 hectáreas de la actual Zona Dorada
Mazatleca.
El paseo de Olas Altas del Mazatlán antiguo |
Se Infiere el auge regional de que - “El Ultimo vapor de San Francisco se ha ido
literalmente atestado de emigrantes de Sonora. En Tepic, el precio de los
alojamientos ha subido tres o cuatro veces más de lo que algunos meses ha”
(Meyer-Carta Augen 10 mayo de 1866)
Las habitaciones del Mesón, guardan recuerdos
alusivos al puerto escritos a lápiz; contornos esbozando barcos, verduguillos,
pistolas de mazorca, machetes, cuartas, escopetas y cantimploras que aparecieron
bajo el encalado; Se infiere un relato de viajero en 1836 que describe buena
atención en su estancia.
Benito Juárez García |
Se dice que Benito Juárez pernoctó aquí de forma
clandestina, a las orillas del pueblo, en donde estaba entonces El Mesón,
mientras era perseguido por las fuerzas del emperador Maximiliano de Habsburgo.
El historiador Jean Meyer escribe:
“Mientras los
ejércitos juaristas retomaban las aduanas de San Blas, Mazatlán y Guaymas en
1866-67, ‘Juárez buscaba el apoyo del general Lozada con quien se entrevista en
algún lugar de difícil acceso del volcán del Ceboruco – Lozada supo ganarse la
buena voluntad de Juárez".
En consecuencia, una paz de siete años: del 2 de abril
de 1866 al 15 de enero de 1873 sobrevino a toda la región debido a la neutralidad y lealtad lozadeña a favor de Juárez. (Ibidem, pág. 264)
SIGLO XX
Las señoras Estéfana y María de los Ángeles Morales
Ibarra, siendo hijas de doña Felipa Ibarra Martínez, hija de Marcos Ibarra y
Wenceslao Inda, eran sobrinas de la señora Amparo González Ibarra (La Chata),
cuya madre, Rafaela Ibarra Mojarro, era hermana de don Emilio Ibarra Montero y
Juan Ibarra Montero, presidente de Ahuacatlán en 1925, cuando llegó el
ferrocarril por primera vez. Ambas trabajaron cuando niñas con sus tíos en El
Mesón desde 1958 hasta 1974, fecha en que dejó de funcionar como tal.
Se atendía con esmero a arrieros frecuentes.
Recuerdan a los Machaín; Jesús, Nicolás y Eugenio, originarios de Las Guásimas,
quienes traían entre ocho y diez bestias de carga.
En los pesebres de los macheros para las remudas,
estaban los macheros derechos (poniente), eran para caballos y mulos; y los de
izquierda (oriente) eran para los burros, puesto que eran más bajitos, teniendo
ahí amplias canoas de madera, el troje de maíz y la hoja para las bestias
estaba en un alto tejaban que se ubicaba en la esquina del fondo, al lado
oriente.
Pagaban 150 pesos por usufructo mensual del Mesón a
la señora Amparo. Se rentaba a $ 1.50 cada petate, y a cinco pesos el cuarto. La
hoja para las recuas costaba 80 centavos, y se ofrecía a los viajeros frijoles
con huevo, carne con chile, cocido, etcétera.
Hay historias de apariciones, junto al pozo; y de
ruidos de “cadenas que se arrastran” a lo largo del pasillo, desde la cocina
hasta la puerta de entrada principal; pues “se sabía” de entierros de cargas de
oro en la esquina del machero derecho y en las hornillas de la cocina; penurias
encadenadas que nos sugieren el trasiego de los yakis que pudieron pernoctar y
morir aquí.
El riesgo en la arriería de ser asaltado en el
camino era alto, sobre todo cuando se transportaba oro y plata de las minas de
Ahualulco, Etzatlán, San Marcos y El Pilón. Subían el metal a unos barcos en
San Blas y Puerto Peñas (Vallarta) de donde traían arroz, café, tabaco, coco de
aceite, algodón y otras mercancías.
Don Marcelino Reynosa Altamirano, un viejo arriero
ya finado narraba: “Se adelantaba uno en el camino una hora en la mula caponera
oteando los peligros. Si no regresaba, sus compañeros no avanzaban las recuas;
ocasionalmente debían enterrar las relaciones a orillas del camino y regresar
después”.
Los relatos de viajeros que hospedaba éste Mesón
incluye el paso de personajes diversos en circunstancias trágicas y otros de
amores en trova; hasta asesinatos e intrigas sobre tesoros escondidos por el
sinfín de historias narradas por fuereños y comerciantes.
En el Protocolo XVIII, de don Cruz Salazar, notaría
pública del Territorio de Tepic, sobre el intestado de don Emigdio Ulloa, de
fecha septiembre 6 de 1892, Proyecto de Partición presentado por doña Inés
Montero Inda, viuda de Ulloa; como albacea y cónyuge supérstite adquirió el 50%
de la herencia, que consistió en más de 26 casas, potreros y solares;
mercancías ganado vacuno, caballar, créditos activos y ganancias de sus
negocios, entre los que aparece…
# 11 “… La Casa o
Mesón del Chiquilichi, cito en el cuartel tercero de ésta villa, en solar
propio: compuesto de tres piezas y pasillo de teja, tres patios, corredor de
teja y tres corralitos. Linda al oriente con fincas de Ramón Montero (Orozco) y
de Dominga Suárez; al poniente calle en medio con finca de Guadalupe Nava; al
sur con el cerrito; y al norte calle de por medio, con casa de José de León.
Inventariado bajo el Núm. 199 con valor de $ 300.00…”
De éstas tierras y huertos que se extendían desde
La Caja de Agua, Atotonilco, el actual Panteón, El Salto y El Corazón, se
proveía la familia para la verbena popular que regularmente cada año ofrecía la
familia emparentada de Ulloa–Montero; Don Juan Ulloa Patrón y Don Rafael
Montero López, poseían juntos más de dos mil hectáreas de la Sierra de Pajaritos.
En un posterior reajuste, en 1934, durante la
Reforma Agraria y la apertura de acceso al manantial de Atotonilco por la nueva
calle Amado Nervo, El Mesón Olas Altas fue asignado al Cuartel 3do. Manzana 18,
donde también se insertó en 1935 Ermita “in
memoriam” de la muerte en ése lugar de don Emilio Ibarra Montero.
Don Eusebio Solís López, músico viajante nacido en
1915 recuerda el auge de éste Mesón en los años 30’s y 40’s, cuando era
arrendado y regenteado por don Bibiano Chavarían y esposa, quienes tenían una fonda en el lugar que arrendaban.
El 18 de enero de 1965 se traspasó por compra-venta
familiar entre Ma. Amparo González Ibarra-Montero y mancomún entre Andrés y
José Montero Hernández con aval del Sr. Félix Montero Montero.
Posteriormente fue recuperado, ampliado y
restaurado de nuevo por la familia Montero como Hostal y sitio de descanso.
Actualmente el inmueble ya remodelado bajo la supervisión del INAH |
La Coordinación Nacional de Monumentos Históricos
del INAH lo Registra en su Catálogo de Inmuebles con ficha # 0080 bajo la Clave
18 002 001
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