lunes, 29 de agosto de 2011

DESCUBREN NUEVOS PETROGRABADOS EN EL CERRO DE COAMILES



* Se trata de un conjunto de gráfica rupestre arqueológicamente inédito integrado al menos por 30 petrograbados

* Su estudio permitirá conocer más acerca de las prácticas rituales de la cultura costera Aztatlán
Recientes trabajos de prospección llevados a cabo por investigadores del Centro INAH Nayarit (INAH-CONACULTA) en el sitio arqueológico de Coamiles, uno de los principales núcleos de población de la cultura Aztatlán (850/900-1350 d.C.) ubicados en la franja costera noroccidental de Nayarit, permitieron localizar numerosos petrograbados distribuidos a lo largo del piedemonte bajo del cerro, concentrados en su ladera norte.

Lo anterior fue dado a conocer por el Arqlgo. Mauricio Garduño Ambriz, quien señaló que a partir de recientes reconocimientos de campo efectuados en parcelas ubicadas en la base del cerro -donde se pretendía construir un relleno sanitario que finalmente fue reubicado por su proximidad con montículos y otros elementos arqueológicos- fueron localizados alrededor de 30 petrograbados esculpidos en bajorrelieve, labrados sobre rocas de origen volcánico, que habían permanecido inéditos para la comunidad científica especializada en la arqueología del Occidente de México.


 
“La mayor parte de estos elementos se localizan sobre una cresta rocosa natural de forma lineal, conformada por numerosos afloramientos de rocas ígneas extrusivas, donde los petrograbados se presentan de forma aislada o formando complejos paneles de diseños simbólicos (volutas, grecas, espirales, discos solares, motivos serpentinos, etc.) cuya iconografía en algunos casos remite a las elaboradas cenefas distintivas de la cerámica decorada Aztatlán de uso ritual, donde son frecuentes las representaciones de bandas celestes, nubes y motivos ligados con el culto solar”, señaló el especialista Garduño Ambriz.

Dentro de los petrograbados registrados destaca por su significativa distribución espacial un conjunto de concavidades hemisféricas de contorno circular con un diámetro de entre 4 y 6 cm. y una profundidad variable de entre 1 y 6 cm. -rasgos que son comúnmente referidos en la literatura arqueológica como pozuelos-, que se distribuyen linealmente sobre un eje de orientación Oriente-Poniente y que se encuentran directamente asociados a la representación de un disco solar, lo que sugiere que estas jícaras probablemente fueron utilizadas como receptáculos de ofrendas propiciatorias de petición de lluvias dentro del ciclo ceremonial anual de carácter agrícola.

El hallazgo de estos pozuelos, que generalmente se asocian a la ocupación pre-Aztatlán del periodo Clásico (200-900 d.C.) en sitios costeros, es de gran relevancia dentro del contexto de la historia cultural del asentamiento prehispánico de Coamiles, si consideramos que dentro del conjunto de alrededor de 150 petrograbados previamente registrados en el sector Suroeste del sitio no se encuentra ningún pozuelo, precisó Garduño.

Además, algunos de estos petrograbados podrían haber funcionado como marcadores astronómicos de uso calendárico, lo que resultaría congruente con el reciente hallazgo, en las plataformas superiores del sitio, de un conjunto arquitectónico de uso ceremonial que fue planificado en función de la observación astronómica de la aparición del disco solar en los equinoccios, teniendo como punto sacralizado de observación el centro del montículo principal de la Acrópolis Norte, el emplazamiento localizado a mayor altura (77 m.s.n.m.) sobre la planicie aluvial adyacente, señaló.

Finalmente, el arqueólogo apuntó que el estudio de estas manifestaciones gráfico-rupestres enriquecerá significativamente el corpus iconográfico de los petrograbados que fueron registrados por la misión arqueológica francesa (EHESS/Paris) que trabajó en el sitio en la década de los ochenta, la mayor parte de los cuales se encuentran emplazados hacia el Poniente, al pie de la ladera suroeste del Cerro de Coamiles.

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