EL SIGUIENTE ES UN ARTÍCULO QUE FIGURA EN EL BLOG "EN BICICLETA POR EL PAÍS DE LOS TOPES"
QUE ESCRIBE UN ESPAÑOL RADICADO EN MÉXICO Y QUE HIZO UN VIAJE EN SU BICICLETA A LA QUE LLAMA ROJIGUALDA, POR LA NACIÓN EN UN GRAN RECORRIDO DE 15,998 KILÓMETROS. ÉL SIMPLEMENTE SE FIRMA COMO FACUNDO Y A SU PASO POR NAYARIT Y ACAPONETA, DEJÓ ESTA CRÓNICA DE VIAJE, QUE A LOS ACAPONETENSES NO NOS DEJA BIEN PARADOS.
Por: Facundo
¡He allí a Mexcaltitán! "población ribereña, sustentada con las aguas del flujo y reflujo del mar"...
Veíanse las callecicas, inundadas todas, desembocar en la plaza; chozas y setos en el agua, en cuyo limpio espejo se retrataban...
Veíanse las callecicas, inundadas todas, desembocar en la plaza; chozas y setos en el agua, en cuyo limpio espejo se retrataban...
Entró mi barca en una calle, turbando la tranquilidad de sus aguas; atravesó su encrucijada y la de la calle más ancha, circular y que ciñe a todo el pueblo. También el interior de las viviendas estaba anegado: los catres y otros muebles, en el agua. Pasó luego a otra calle, tan estrecha, que apenas cabían dos barcas de frente, y se detuvo a popa de una barca, a la cual hube de transbordarme, y fue remolcada por dos bogas, hasta que se varó a la desembocadura de la callejuela.
Salí a la plaza única del pintoresco pueblecillo, y único sitio de la isla sobre el nivel de la laguna en el verano, a un pie de altura... (Enrique Barrios de los Ríos. Paisajes de Occidente).
Cuenta una leyenda que la tribu azteca salió en peregrinación de este preciso lugar en 1091, guiados por el Colibrí Hechicero (Huitzilopochtli), con el propósito de encontrar el lugar indicado en sus profecías, el cual sería un islote en donde encontraran un águila devorando una serpiente sobre un nopal y que fue encontrado después de 234 años de peregrinar en el Lago de Texcoco en 1325, donde sería fundada la Gran Tenochtitlan. No sé qué tan cierta sea esta leyenda pero de que la isla de Mexcaltitán tiene un encanto especial, lo tiene. En el año 2002, en el exterior del Bosque de Chapultepec de la ciudad de México, tuve oportunidad de ver una exposición fotográfica muy padre (La tierra vista desde el cielo), con imágenes tomadas desde el aire de diferentes lugares de nuestro planeta. Me impresionaron mucho las correspondientes al continente africano pero hubo una fotografía entre todas ellas que llamó poderosamente mi atención: la de la isla de Mexcaltitán. Y pensé: un día llegaré a ese lugar. Y aquí estoy.
Cuenta una leyenda que la tribu azteca salió en peregrinación de este preciso lugar en 1091, guiados por el Colibrí Hechicero (Huitzilopochtli), con el propósito de encontrar el lugar indicado en sus profecías, el cual sería un islote en donde encontraran un águila devorando una serpiente sobre un nopal y que fue encontrado después de 234 años de peregrinar en el Lago de Texcoco en 1325, donde sería fundada la Gran Tenochtitlan. No sé qué tan cierta sea esta leyenda pero de que la isla de Mexcaltitán tiene un encanto especial, lo tiene. En el año 2002, en el exterior del Bosque de Chapultepec de la ciudad de México, tuve oportunidad de ver una exposición fotográfica muy padre (La tierra vista desde el cielo), con imágenes tomadas desde el aire de diferentes lugares de nuestro planeta. Me impresionaron mucho las correspondientes al continente africano pero hubo una fotografía entre todas ellas que llamó poderosamente mi atención: la de la isla de Mexcaltitán. Y pensé: un día llegaré a ese lugar. Y aquí estoy.
Pero vayamos por partes. Después de pasar seis días en la capital del estado de Nayarit (Tepic) puse rumbo al "lugar donde abundan los perros", es decir, a Santiago Ixcuintla. Llegué empapado a Santiago tras pedalear algo más de sesenta kilómetros con rumbo norte. No, no fue la lluvia la que me hizo mojarme sino el sudor de mi cuerpo, a pesar de que el trayecto no era muy exigente y tampoco era la hora del día más calientita.¿Qué relación hay entre Santiago y los perros? Lo de Ixcuintla le viene porque la raza de perro denominada itzcuintle (perro azteca) es originaria de este lugar. Lo de Santiago, del empeño de mis "paisanos" por introducir los santos en la Nueva España a como diese lugar.
Otros atractivos de Santiago son su Plaza Principal, con sus diferentes Portales (González, Guerra, 20 de Noviembre), el edificio de estilo neoclásico de la Presidencia Municipal cuyo reloj, cuenta la leyenda, estaba destinado originalmente para Santiago de Chile, pero por un "error geográfico", fue desembarcado en San Blas (Nayarit) y posteriormente entregado a las autoridades de Santiago Ixcuintla. En la plaza se levanta un kiosko al que le dicen "de las 7 musas" que a mí me recordó mucho al de la Plaza de Armas de la ciudad de Guadalajara. Asimismo visité el Templo del Señor de la Ascensión, donde caché a unas señitos en pleno Rosario. El templo, ruega por nosotros, fue edificado durante el siglo XIX y el medallón, el arco y la cruz que se observan en el exterior del mismo, ruega por nosotros, datan del siglo XVII y fueron traídos en 1958 de San Marcos Coyutlán (Nayarit), ruega por nosotros. Yo lo que deseaba era ver el Cristo hecho de pasta de caña, ruega por nosotros, pero faltaba de su emplazamiento (quizás los de San Marcos llegaron a hacer justicia), ruega por nosotros.
La isla, vista desde el aire, tiene forma ovalada. Una calle, también ovalada, la circunda. Cuatro calles principales la cruzan, dando lugar a cuatro sectores como representando cuatro mundos. En el centro está la plaza, de donde salen hacia las orillas, como rayos de sol, diversas callejuelas. Cuando las mareas son muy altas la isla se inunda y sus habitantes deben recurrir a las barcas como medio para transportarse por las calles que se convierten en canales, razón por la cual algunos le dicen a Mexcaltitán "La Venecia Mexicana".
El día arranca bien temprano, cuando a las cuatro de la madrugada se cantan las mañanitas a San Pedro y San Pablo. A continuación viene un maratón de misas (la del alba, la de primeras comuniones, la de los peregrinos), que convierten al Padre en el hombre más ocupado de la isla. La misa solemne es la de las doce y es precedida por una procesión por la "gran avenida" de Mexcaltitán en la que los lugareños desfilan detrás de los santos homenajeados, caracterizados por dos jóvenes mexcaltitenses que son paseados a bordo de sendos bici-carros.
Sin embargo, el acto principal de la fiesta, el paseo y bendición de las aguas, se realiza a media tarde. Las imágenes de San Pedro y San Pablo, una en cada canoa, se colocan dentro de la laguna, con el resto de las embarcaciones a su alrededor semejando una isla de madera. El Padre oficia una misa de campaña, bendice las aguas e implora a Dios por una buena temporada para los pescadores. A continuación, la gente se moja con el agua recién bendecida, se baña y algunos guerrean con ella. Finalmente, las dos canoas con las imágenes, emprenden la carrera de regreso a la isla entre vivas y gritos que animan a la embarcación de San Pedro, para que sea este santo el que llegue primero, pues según la creencia es signo de abundancia de camarón.
Además de todos estos actos religiosos hay fuegos pirotécnicos, bandas de música, bailes populares, tamales de camarón (sabrosísimos) y mucha cerveza. Vi algunas gentes tomadas pero, aparentemente, no había pleitos. También fue curioso ver que, mientras en el interior de la iglesia se celebraba la misa solemne de las doce, en el exterior de la misma y aprovechando la sombrita que proporcionaban los muros del sacro-santo lugar, un grupo de vecinos había organizado otra celebración, ésta consistente en la ingesta de ostiones y caguamas (cervezas de a litro).
El último lugar del estado de Nayarit que conocí fue Acaponeta, visita que por diferentes motivos no me resultó demasiado agradable. Les cuento. Como llegué a la hora de la comida acudí al mercado. Pedí albóndigas y me trajeron un plato de sopa en el que, como si se tratase de una alberca, se encontraban nadando cuatro albóndigas tan chiquitas que me las comí en cuatro bocados (un bocado por albóndiga). Como allí no parecía que fueran a traer más viandas, le pedí a la seño que me trajera un plato de arroz pues necesitaba llenar mi estómago con algo. Me trajo una ración de arroz tan escasa que apenas alcanzó para hacer dos tacos. Así que, después de beberme mi vasito de agua de nanchi, pregunté cuál era el costo del banquete. Treinta pesos. Vieja fodonga, hija de Kalimán...
Como me sentía empachado por el atracón decidí comprar una botella de agua. ¿Quieren creerme que otra vieja, ésta además de fodonga, metiche, quería cobrarme once pesos por una botella que cuesta ocho? No terminaron aquí mis desventuras. Acudí a visitar la Casa Museo Vladimir Cora y la encontré cerrada y, por supuesto, sin ninguna información acerca de los días y horas en que se puede visitar. No, no, que no me "invite" nadie a regresar a la ciudad de la gallina Caponata porque al caballero pedaleante no le vuelven a ver por allí.
Con el mal sabor de boca que nos deja nuestro paso por Acaponeta abandonamos el estado de Nayarit dejando una cuenta pendiente: recorrer las localidades de su región costera. Lo mismo nos ha sucedido con los estados de Jalisco y Michoacán. Luego luego regresaremos pero ahorita continuamos con rumbo norte y nos adentramos en el mero Sinaloa. Sólo con escuchar ese nombre me entran ganas de zapatear. A los amigos sinaloenses les pido que tengan lista la tambora pues el caballero pedaleante llega ganoso de parranda. Será la próxima semana cuando podamos contagiarnos de la alegría que se respira por aquellos lares.
Facun.
Me causó una buena impresión esta población nayarita. Hay algunos pueblitos grandes de México por los que paso sin pena ni gloria pero en el caso de Santiago Ixcuintla me sentí muy bien. Sus habitantes son bien platicadores, poseen una exquisita amabilidad con las personas que les visitan y están ilusionados con la inminente apertura de la Universidad Tecnológica de la Costa.
Lo que más me gustó fue el mural denominado "Nuestras raíces", elaborado con materiales cerámicos industriales en combinación con los propios de la región costera de Nayarit: conchas, arena, obsidiana, vidrio, mosaico, etc. Las imágenes plasmadas son un conjunto de figuras que abordan el tema de las raíces indígenas de la región, las tradiciones culturales propias del pueblo de Santiago Ixcuintla y las señales de la "modernidad" que, a veces, logran eclipsar las raíces y las tradiciones.
Junto a uno de los fragmentos del mural se puede leer un poema de Octavio Campa Bonilla (Leyenda y tradición) que a mí me gustó bastante y me hizo reflexionar tantito. Aquí se los echo a ver qué les parece a ustedes.
Se funden en mi pueblo tradición y leyenda
y caminan asidas de la mano
trepando los cantiles
de la inmutable sierra
convergen como el sol y el horizonte
en hermosos matices cuando el ocaso llega
como paloma y nido,
como mazorca y siembra,
como gozo y sonrisa,
como dolor y queja,
como río milenario y errabundo
que va lamiendo en su rodar la tierra.
Se funden como el mar, que en estertores
agoniza en la margen de doradas arenas
como el punto de cruz de los vestidos
que bordan los huicholes en la sierra
¡Oh tradición de siglos!
¡Oh mágicas leyendas!
que tejieron los nahuas peregrinos
en su paso perenne por mi tierra.
Siglos de hondo mutismo
que el estruendo flagela
cuando la luminosa chispa del progreso
a las inhóspitas regiones llega
cuando el ruido infernal de los buldozer
rasga la entraña de la Madre Tierra...
cuando el vuelo del ave se interrumpe
por otra ave de acero que se eleva
y las ventiscas civilizadoras
como ladrón que acecha
penetran en los pueblos al filo de la noche
trastocando la calma en las aldeas.
Lo que más me gustó fue el mural denominado "Nuestras raíces", elaborado con materiales cerámicos industriales en combinación con los propios de la región costera de Nayarit: conchas, arena, obsidiana, vidrio, mosaico, etc. Las imágenes plasmadas son un conjunto de figuras que abordan el tema de las raíces indígenas de la región, las tradiciones culturales propias del pueblo de Santiago Ixcuintla y las señales de la "modernidad" que, a veces, logran eclipsar las raíces y las tradiciones.
Junto a uno de los fragmentos del mural se puede leer un poema de Octavio Campa Bonilla (Leyenda y tradición) que a mí me gustó bastante y me hizo reflexionar tantito. Aquí se los echo a ver qué les parece a ustedes.
Se funden en mi pueblo tradición y leyenda
y caminan asidas de la mano
trepando los cantiles
de la inmutable sierra
convergen como el sol y el horizonte
en hermosos matices cuando el ocaso llega
como paloma y nido,
como mazorca y siembra,
como gozo y sonrisa,
como dolor y queja,
como río milenario y errabundo
que va lamiendo en su rodar la tierra.
Se funden como el mar, que en estertores
agoniza en la margen de doradas arenas
como el punto de cruz de los vestidos
que bordan los huicholes en la sierra
¡Oh tradición de siglos!
¡Oh mágicas leyendas!
que tejieron los nahuas peregrinos
en su paso perenne por mi tierra.
Siglos de hondo mutismo
que el estruendo flagela
cuando la luminosa chispa del progreso
a las inhóspitas regiones llega
cuando el ruido infernal de los buldozer
rasga la entraña de la Madre Tierra...
cuando el vuelo del ave se interrumpe
por otra ave de acero que se eleva
y las ventiscas civilizadoras
como ladrón que acecha
penetran en los pueblos al filo de la noche
trastocando la calma en las aldeas.
Otros atractivos de Santiago son su Plaza Principal, con sus diferentes Portales (González, Guerra, 20 de Noviembre), el edificio de estilo neoclásico de la Presidencia Municipal cuyo reloj, cuenta la leyenda, estaba destinado originalmente para Santiago de Chile, pero por un "error geográfico", fue desembarcado en San Blas (Nayarit) y posteriormente entregado a las autoridades de Santiago Ixcuintla. En la plaza se levanta un kiosko al que le dicen "de las 7 musas" que a mí me recordó mucho al de la Plaza de Armas de la ciudad de Guadalajara. Asimismo visité el Templo del Señor de la Ascensión, donde caché a unas señitos en pleno Rosario. El templo, ruega por nosotros, fue edificado durante el siglo XIX y el medallón, el arco y la cruz que se observan en el exterior del mismo, ruega por nosotros, datan del siglo XVII y fueron traídos en 1958 de San Marcos Coyutlán (Nayarit), ruega por nosotros. Yo lo que deseaba era ver el Cristo hecho de pasta de caña, ruega por nosotros, pero faltaba de su emplazamiento (quizás los de San Marcos llegaron a hacer justicia), ruega por nosotros.
Finalmente, decir que en Santiago hay varias casonas antiguas y edificios de estilo colonial, mudos testigos del paso del tiempo, que le proporcionan un toque de nostalgia al lugar.
Decidí visitar la isla de Mexcaltitán antes de que se llenase de gente, de cohetes y de santos paseando por sus calles, es decir, antes del día grande de sus fiestas en honor a San Pedro y San Pablo (29 de junio). Como me parecía excesivo desembarcar en la isla con la rojigualda y mis tiliches, utilicé el transporte público (las combis salen de la Terminal de Taxis Foráneos de Santiago, en el número 73 de la calle Juárez) para llegar hasta el embarcadero de "La Batanga", distante unos treinta kilómetros de Santiago Ixcuintla. El ambiente festivo se respiraba ya en la combi que nos llevó el viernes 27 de junio de 2003 al embarcadero. El pasillo central del carro se llenó de flores, de huevos, de chicharrón, de cubetas de plástico llenas de provisiones. Estuvo canijo dar cabida a todas aquellas mercaderías y además poder sentarnos todos los que aquel día deseábamos viajar a "la casa de la luna". Se trataba de que nadie se quedase en tierra. La nave de cuatro ruedas arrancó finalmente y navegó por la carretera pavimentada para encontrarse con otra nave, ésta de madera, alargada, más espaciosa y también dotada de motor para surcar las aguas de la albufera que forma el río San Pedro, la laguna de Mexcaltitán.
Tras un breve recorrido (aproximadamente 20 minutos) por canales bordeados de la exuberante vegetación del mangle blanco y el tule, llegamos a la isla. Lo primero que llamó mi atención fue observar que los habitantes de aquel lugar pareciera que no tuvieran nada que ocultar pues las puertas de prácticamente todas las casas estaban abiertas de par en par. Lo segundo, que allí no había carros, ni calles pavimentadas, ni cajeros automáticos, ni policías. En fin, un pequeño paraíso.
La isla, vista desde el aire, tiene forma ovalada. Una calle, también ovalada, la circunda. Cuatro calles principales la cruzan, dando lugar a cuatro sectores como representando cuatro mundos. En el centro está la plaza, de donde salen hacia las orillas, como rayos de sol, diversas callejuelas. Cuando las mareas son muy altas la isla se inunda y sus habitantes deben recurrir a las barcas como medio para transportarse por las calles que se convierten en canales, razón por la cual algunos le dicen a Mexcaltitán "La Venecia Mexicana".
Aunque la isla está bien chiquita (alrededor de cuatrocientas casas y dos mil habitantes), cuenta con un kinder (jardín de niños), escuela primaria y telesecundaria, iglesia, servicios médicos, una planta para el tratamiento del agua, electricidad, teléfono, varios restaurantes, un pequeño hotel y un museo: el Museo del Origen, donde además de conocer las particularidades de la isla, hay bastante información sobre el mundo mexica.
El área de esteros y marismas que rodean la isla es rica en especies acuáticas como camarón, jaiba, ostión y mojarra, las cuales son la base de su economía y gastronomía. Las aves también constituyen uno de los atractivos naturalísticos de la isla. Residentes o migratorias, encontramos numerosas garzas, patos, pelícanos, cigüeñas, gruyas, gansos, gaviotas, águilas pescadoras, etc.
El área de esteros y marismas que rodean la isla es rica en especies acuáticas como camarón, jaiba, ostión y mojarra, las cuales son la base de su economía y gastronomía. Las aves también constituyen uno de los atractivos naturalísticos de la isla. Residentes o migratorias, encontramos numerosas garzas, patos, pelícanos, cigüeñas, gruyas, gansos, gaviotas, águilas pescadoras, etc.
Pues bien, todo este ambiente de tranquilidad, paz y sosiego se rompe cada 29 de junio, el día grande para los habitantes de la isla de Mexcaltitán, culminación de las festividades religiosas que, en honor de San Pedro y San Pablo, se celebran desde el día 20 (novenario). Por esas fechas se abre oficialmente la temporada para la captura de camarón y la fiesta tiene por finalidad pedir que la "cosecha" de ese año sea abundante.
El día arranca bien temprano, cuando a las cuatro de la madrugada se cantan las mañanitas a San Pedro y San Pablo. A continuación viene un maratón de misas (la del alba, la de primeras comuniones, la de los peregrinos), que convierten al Padre en el hombre más ocupado de la isla. La misa solemne es la de las doce y es precedida por una procesión por la "gran avenida" de Mexcaltitán en la que los lugareños desfilan detrás de los santos homenajeados, caracterizados por dos jóvenes mexcaltitenses que son paseados a bordo de sendos bici-carros.
Sin embargo, el acto principal de la fiesta, el paseo y bendición de las aguas, se realiza a media tarde. Las imágenes de San Pedro y San Pablo, una en cada canoa, se colocan dentro de la laguna, con el resto de las embarcaciones a su alrededor semejando una isla de madera. El Padre oficia una misa de campaña, bendice las aguas e implora a Dios por una buena temporada para los pescadores. A continuación, la gente se moja con el agua recién bendecida, se baña y algunos guerrean con ella. Finalmente, las dos canoas con las imágenes, emprenden la carrera de regreso a la isla entre vivas y gritos que animan a la embarcación de San Pedro, para que sea este santo el que llegue primero, pues según la creencia es signo de abundancia de camarón.
Además de todos estos actos religiosos hay fuegos pirotécnicos, bandas de música, bailes populares, tamales de camarón (sabrosísimos) y mucha cerveza. Vi algunas gentes tomadas pero, aparentemente, no había pleitos. También fue curioso ver que, mientras en el interior de la iglesia se celebraba la misa solemne de las doce, en el exterior de la misma y aprovechando la sombrita que proporcionaban los muros del sacro-santo lugar, un grupo de vecinos había organizado otra celebración, ésta consistente en la ingesta de ostiones y caguamas (cervezas de a litro).
Aproveché mi estancia en Santiago Ixcuintla y la espera antes de la celebración de la fiesta en la isla de Mexcaltitán para visitar Tuxpan, la segunda ciudad en importancia del estado de Nayarit. Tuxpan tendrá el dudoso honor de ser uno de los lugares más feos que he visitado hasta el momento en nuestra bici-pato-aventura. Caminé durante un par de horas por la ciudad pues me resistía a pensar que en el México lindo y querido pudiera existir un lugar tan horroroso como aquel pero no logré encontrar nada reseñable, exceptuando unos chavos que, desde el kiosko del Jardín Principal y con un potente equipo de sonido que escupía grandes éxitos de música-disco, estaban tratando de completar un kilómetro de despensa (ropa, alimentos, juguetes, etc.) para apoyar a personas de bajos recursos. Las cosas donadas estaban alineadas sobre el piso de la plaza siguiendo el trazado de los jardines.
El último lugar del estado de Nayarit que conocí fue Acaponeta, visita que por diferentes motivos no me resultó demasiado agradable. Les cuento. Como llegué a la hora de la comida acudí al mercado. Pedí albóndigas y me trajeron un plato de sopa en el que, como si se tratase de una alberca, se encontraban nadando cuatro albóndigas tan chiquitas que me las comí en cuatro bocados (un bocado por albóndiga). Como allí no parecía que fueran a traer más viandas, le pedí a la seño que me trajera un plato de arroz pues necesitaba llenar mi estómago con algo. Me trajo una ración de arroz tan escasa que apenas alcanzó para hacer dos tacos. Así que, después de beberme mi vasito de agua de nanchi, pregunté cuál era el costo del banquete. Treinta pesos. Vieja fodonga, hija de Kalimán...
Como me sentía empachado por el atracón decidí comprar una botella de agua. ¿Quieren creerme que otra vieja, ésta además de fodonga, metiche, quería cobrarme once pesos por una botella que cuesta ocho? No terminaron aquí mis desventuras. Acudí a visitar la Casa Museo Vladimir Cora y la encontré cerrada y, por supuesto, sin ninguna información acerca de los días y horas en que se puede visitar. No, no, que no me "invite" nadie a regresar a la ciudad de la gallina Caponata porque al caballero pedaleante no le vuelven a ver por allí.
Con el mal sabor de boca que nos deja nuestro paso por Acaponeta abandonamos el estado de Nayarit dejando una cuenta pendiente: recorrer las localidades de su región costera. Lo mismo nos ha sucedido con los estados de Jalisco y Michoacán. Luego luego regresaremos pero ahorita continuamos con rumbo norte y nos adentramos en el mero Sinaloa. Sólo con escuchar ese nombre me entran ganas de zapatear. A los amigos sinaloenses les pido que tengan lista la tambora pues el caballero pedaleante llega ganoso de parranda. Será la próxima semana cuando podamos contagiarnos de la alegría que se respira por aquellos lares.
Facun.
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