Por: Dr. Efraín Rangel Guzmán
A pesar de que en
algunos textos se nombra “tepehuanes” a los integrantes del grupo étnico que nos ocupa, a lo largo de este trabajo
utilizaremos la palabra “tepehuanos” para denominarlos ya que por un lado los nativos de las partes
bajas de Nayarit, especialmente los huajicorenses comúmente así les llaman, y por otro,
hemos encontrado que miembros de esa etnia también así se autodenominan. También los mestizos del norte
de Nayarit suelen identificar a los indígenas indistintamente del grupo que sean como
“poblanitos” o “coritas”.
2. EL MITO FUNDACIONAL ENTRE LOS MESTIZOS
La narración que cuentan
los huajicorenses sobre el origen de Nuestra Señora de Huajicori, de acuerdo a
su estructura señala un principio, un desenlace y un final. El mito que conocen
los huajicorenses ilustra el origen de la virgen, la travesía que emprende para
llegar al pueblo y las condiciones que establece a los nativos para quedarse
con ellos. La virgen decide huir de su lugar primigenio en busca de sus fieles y de un
espacio más apropiado para establecer el culto.
El mito lo dividiremos
en cuatro etapas fundamentales: en la primera se describen las condiciones en
que se encontraban los moradores de Huajicori antes de la aparición de la
virgen; en la segunda se aborda las causas que originaron el abandono de los indígenas
de Sihuacora y la ruta que siguió la imagen para llegar al pueblo; en la
tercera, se describirá el momento de la aparición; y en la cuarta, el
establecimiento del culto en el lugar elegido por la imagen.
A) PRIMERA ETAPA: APARICIÓN EN EL GUAJE
Señalan los nativos de
Huajicori que “en el verano (Palabra utilizada localmente para llamarle
a las parcelas que siembran
en tiempo de secas o de aguas) de los Juárez” había una
capilla donde se veneraba a San Sebastián. Fue la primera capilla y primera
imagen que se tuvo en el lugar (Aseguran los más viejos que todavía
alcanzaron a ver pilares y paredes de adobe ya deterioradas de ese templo) Una vez en temporada de
aguas duró varios días lloviendo y creció tanto el río que arremetió contra la
iglesia y el pueblo, se llevó todas las casas de palma, animales y hasta el
santo, quedó desierto el lugar. En ese tiempo
el pueblo estaba por la ribera del río Acaponeta, protegido por un malecón
natural de paredones de tierra y peñascos. Cuando pasó la terrible inundación
los indígenas quedaron muy desconsolados al ver que todos sus bienes se habían
ido en el río, la iglesia había sufrido grandes daños y el santo había desaparecido
junto con las demás cosas. Al poco tiempo sucedió algo muy extraño. Resulta que
a las afueras del pueblo, en el monte se apareció la virgen al pie de un “guaje
o árbol cuastecomate” (Tecomate o cuastecomate, es una especie maderable que se
desarrolla en climas calidos-semisecos se adapta
fácilmente a suelos de baja calidad, presenta flores sesiles adheridas al
tallo, las cuales dan origen a frutos en forma esférica que cuando maduran
son de color ocre. Al fruto de este árbol le suelen llamar, guaje, tecomate o cuastecomate. En cuanto al aprovechamiento de ésta
madera es para la fabricación de artesanías como fustes o sillas de montar.
También al fruto se le atribuyen propiedades medicinales para
curar la enfermedad de la tos, mediante la preparación de un jarabe
que se realiza agregándole un poco de alcohol y dejando fermentar el
fruto). Un indígena la encontró,
llevó el aviso al pueblo, la recogieron y la trasladaron a la iglesia ruinosa
de San Sebastián. El suceso milagroso les trajo alivio y pensaron que se había aparecido
para ocupar el lugar de San Sebastián. Pero a los pocos días los sorprendió una
nueva noticia, se dieron cuenta que los indígenas de la comunidad de Sihuacora
andaban buscándola porque se había venido de con ellos y querían regresarla a
su pueblo. Decían que había huido porque cuando le estaban celebrando su fiesta
el dos de febrero los indígenas cometieron algunas faltas que no fueron de su
agrado, se enojó y los abandonó (Primera etapa: “Precisamente ahí en donde
hoy son los veranos de con los Juárez había una capilla que le
hicieron a San Sebastián al que veneraban como patrono los indios. Y
según platicaban que fue esa la primera iglesia que hubo en el pueblo.
Y sí, porque yo todavía alcancé a ver así como pilares de lo que
quedó. Esa iglesia se acabó, porque dizque un día se vino un vendaval que
pegó tan fuerte, que luego se comenzó a trepar el agua por los
paderones alcanzando las casas de palito parado de los indios,
capilla, santo, gente, dizque se fue comúnmente lo que alcanzó.[...] quedó
pelón todo aquello [...] Días después [...] pasó una cosa que les causó mucha
almiración a los indios. Y pos era la virgen que se había aparecido en
un guaje retiradito del pueblo. Seguro se apareció para ocupar el
lugar de San Sebastián, que sabrá Dios dónde quedó enterrado cuando
se lo llevó el río. En eso pos ya este, los indios la pusieron en la
capilla de San Sebastián para que no estuviera en lo raso. Al
tiempecito, [...] dizque llegó la noticia que la virgen venía de juida de allá
de Sihuacora, un pueblito de indígenas que en la mera sierra, todavía
más arriba de San Andrés Milpillas, por Durango pues. Entonces
dizque, a la virgen le celebraban su fiesta el día 2 febrero, igual
que después aquí, verdad. Y pues se les vino [...] porque según
platicaban que una vez en la fiesta de ella algo hicieron que no le
gustó a la virgen y se les vino [...] enojada. Dizque la buscaron por
donde quiera [...])
(Sr. Pedro Guzmán Juárez y Sra. María de Jesús
Cortez Mesa).
(Continuará...)
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