Por:
José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
DE CHILE: Cumplió ya, Claudia Sheinbaum Pardo, un año al frente de la presidencia de la república y, bien vale la pena, hacer un breve balance de su paso por la más alta silla de mando en la nación: justo la del águila, a la que ni de chiste quiso posar su trasero Emiliano Zapata.
Primero, me queda la duda —que ella, “la prasadanta con A”, ha generado— si Claudia es la verdadera y única gobernante de México. A un año de que Andrés Manuel López Obrador, se fuera a “La Chingada” —no soy prosaico, así bautizó el diosito de yeso a su rancho— su nombre sigue figurando en primer plano —muchas veces nombrado por la Sheinbaum en sus discursos y mensajes mañaneros—.
Pareciera que el tlatoani de Palenque, emula a Don Plutarco Elías Calles, quien en verdad movió los hilos tras el poder que en algunos momentos ejercieron Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez, hasta que llegó “Tata” Lázaro y prácticamente en tres patadas lo sacó del país y acabó, de golpe y porrazo con el “maximato”.
Hoy Claudia Sheinbaum, parece ser uno de aquellos tres mandatarios, que obedece ciega y lealmente lo que decide el “macuspano”. Sin embargo, los que queremos a México y que votamos por una nación maravillosa como lo prometía falsamente AMLO: libre de corrupción, con una economía sana y boyante; segura y con servicios médicos, educativos y culturales de primer mundo; una posición envidiable en el concierto mundial de las naciones y un futuro lleno de luz, solo vemos en la actualidad, a un México al borde del barranco, corrupto hasta las cachas, una economía inflada y tambaleante que no crece; y servicios pésimos a los que si les rascamos tantito brota una hedionda y pustulenta secreción.
Vemos, esos mexicanos hartos de las mentiras y datos maquillados por la autoridad, que hay leves, pero seguros indicios de intentos de cambio e independencia de la primera mujer en la presidencia.
De alguna manera, insuficiente, por cierto, pero ha bajado significativamente el número de muertes dolosas. Su “patrón” con la absurda premisa de “los abrazos”, dejó la cifra en 90 asesinatos diarios, hoy anda como el 60, lo cual no es poco. Si bien, Claudia miente mucho, no tiene comparación con Andrés, y en otros rubros ha mejorado también a ojos vista, como en salud, abasto de medicamentos, aún lejos del ideal, y una lucha frontal contra el crimen organizado. Todo ese lío con el irracional e inefable Adán Augusto López, lleva jiribilla, chanfle y rampabolla, lanzada, a mi juicio por la Sheinbaum, cansada ya de tanta bronca y desfiguros del otro tabasqueño, lo que de alguna forma la distanciará un poco o un mucho del tercer emperador de México.
Andy, en el
último mes, ya ni se menciona y hasta a Ricardo Monreal, lo trae en jaque.
Ojalá Sheinbaum, comience a gobernar como Sheinbaum y no como Claudia Sheinbaum
de López Obrador, ella que le quitó el Domínguez a Doña Josefa.
DE DULCE: En el año 2021, meses después de la Olimpiadas de Japón 2020, el presidente del comité organizador nipón, el Sr. Yoshiro Mori, expresó en alguna de las sesiones del mencionado comité: "Oí a alguien decir que si aumentamos el número de mujeres en la junta tenemos que regular el turno de palabra de algún modo o, si no, no terminaremos nunca", es decir, veladamente dijo que, en las reuniones de este cuerpo colegiado, las mujeres hablaban mucho.
En esta época donde todo es de cristal, a este pobre caballero, se le vino el mundo encima, ya que lo tildaron de sexista, misógino y cosas peores. Por ese solo hecho —que, a la vista de muchos, su servidor entre ellos— es una simple babosada, Don Yoshiro, que fue colocado en ese puesto por el mismísimo primer ministro japonés, presentó su renuncia al cargo sin dudarlo, y pidió disculpas a las damas del comité. Por supuesto, a mí me habla de que este educado señor, tiene una honradez, señorío y refinamiento a toda prueba, lo que explica, porqué lo colocaron en esa honorable posición; amén de la educación japonesa que es reconocida en todo el mundo.
Acá, en Mexicalpán de las Tunas, un funcionario público, de primerísimo nivel, actualmente senador de la república y líder de su bancada en la llamada cámara alta —hoy por supuesto, una cámara que se ubica en el sótano—; ex gobernador de una importante entidad del país —¿cuál estado no es importante?—, ex secretario de gobernación —ni más ni menos— y precandidato a la presidencia de México —por si algo faltaba—, y que responde al mal nombre de Adán Augusto López Hernández.
Él, en estos momentos está acusado de colocar como secretario de seguridad pública durante su gobierno en Tabasco, al líder del grupo criminal “La Barredora”, narco hoy tras las rejas. Este mismo personaje Don Adán, se ve muy envuelto y hundido hasta el pescuezo en el tema del “huachicol fiscal”. Por si fuera poco, también se dice de este “simpático ciudadano”, recibió 79 millones de pesos de empresas privadas —muchas de ellas fantasmas o irregulares beneficiadas durante su gobierno— y que no declaró impuestos y, para acabarla de amolar, se dice que metió a su hijo a hacer su servicio social, pero el nene cobró en ese período 800 mil pesos.
Cuatro fechorías monumentales y, es claro, que las niega abiertamente y anda, de “culopronto” organizando conferencias de prensa y entrevistas con machuchones para negar, categóricamente, haber hecho lo que se le acusa, o sea, se pone el huarache antes de espinarse. Dice el draculesco personaje, que es un ángel de dios, blanco como la paloma del espíritu santo, y, lo mejor —para él— “hermano” del ídolo de barro mexica, acomodado en Palenque.
Lo cierto, es que, en estos momentos este oscuro sujeto de la deplorable grilla nacional, no tiene ni una sola carpeta de investigación abierta en la fiscalía; la “prasadanta con A”, en ratos parece que lo defiende a capa y espada, y Adancito sabe que, aunque se comió la manzana, no será expulsado del paraíso, pues el Jehová de cartón escondido en Palenque, lo protege con su manto sagrado.
De hecho, sus
compañeros senadores de Morena, se apresuraron a mostrar su respaldo y lo
volvieron a elegir como su coordinador de bancada, supongo que al grito infame
de “¡No estás solo!”. Si el honrado
señor Yoshiro Mori, hubiera cometido la barbaridad de tan solo una de las cosas
por las que López Hernández, debió renunciar a su cargo, o al menos pedir
licencia mientras todo se aclara, se hubiera hecho el harakiri sin duda alguna.
Aquí Adán, está como su segundo nombre, Augusto y disfrutando el botín.
DE MANTECA: Siempre que hablo o escribo sobre temas de historia, en muchas ocasiones, le he dado la recomendación al que me lee o me escucha, que no debe verse con ojos del siglo XXI o del año 2025, lo que sucedió en el pasado; concretamente al inicio del siglo XIX o 1810, cuando dio inicio esa gesta hoy histórica. Digo eso porque la noche del 15 de septiembre, durante la ceremonia del grito de independencia desde palacio nacional, “la prasadanta con A”, Claudia Sheinbaum Pardo, dio un giro inesperado a la arenga que de modo tradicional se grita desde el balcón principal del antiguo palacio virreinal.
No me queda duda, que sacó un demagógico mensaje feminista, para reconciliarse un poco del mal trato que les dio el diosito de yeso de Palenque. Comenzó la mandataria, con borrarle de golpe y porrazo el apellido Domínguez a Doña Josefa Ortiz, con el pretexto, según expresó: “…las mujeres no somos de nadie. Había esta idea de que pasabas de ser hija de… a esposa de…Yo amo a mi marido, pero no soy de él, yo soy yo y él es él”. Repito, demagogia pura, feminismo trasnochado y mal entendido.
Ya sabemos que Doña Josefa Ortiz, no era propiedad del corregidor Don Miguel Domínguez; tan no era, que al verse descubierta la conjura y todos peligrar, Don Miguel encerró —para protegerla— en un cuarto a Josefa, pero ella, se las ingenió y con un zapato hizo el suficiente ruido —de alguna manera desobedeciendo a su marido, que en aquellos tiempos de principios del siglo XIX, era algo inusitado— para alertar a alguien y darle la instrucción de que se habían descubierto los planes y era urgente ir a avisar al cura Miguel Hidalgo, hasta Dolores, cosa que sucedió y se vino todo lo que ya sabemos.
El hecho, de que Doña Josefa, y todas las demás mujeres, se pusieran el “de”, en este caso “de Domínguez”, era una costumbre muy arraigada, que nada tenía que ver con la desigualdad de la mujer —que por supuesto existía, pero insisto, no veamos estos hechos con los ojos prejuiciosos del siglo XXI—; tan arraigada, que muchas mujeres aún la usan. Mi querida e inolvidable abuela materna Doña Enedina, se firmaba así: Enedina Robles viuda de Sánchez Hidalgo; y mi amada madre se identificaba con el nombre de Norma Sánchez Hidalgo de Morales, y nunca se sintió menos que nadie o que fuera propiedad de mi señor padre, quien —en el colmo dirá alguna feminista de esta generación de cristal— le decía, con inmenso cariño “gorda” y ella a él, “viejo”. Y no pasaba nada.
Hoy a veces
llegamos a extremos ridículos como aquellas feministas que pretenden prohibir
las películas de Blanca Nieves, porque el príncipe, tuvo la osadía de besar a
la bella mujercita, ósculo, por supuesto sin su consentimiento. ¡Vaya pues!
Cuánta farsa. Gracias por seguirme y
recuerden amigos que solo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es
invisible para los ojos. ¡Salud!