Por:
José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
DE CHILE: Tengo la sensación, de que, entre la tribu de la 4T, está de moda el dios pagano Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, ese mítico personaje prehispánico, para mayor efecto uno de los dioses principales de la cosmogonía indígena, y que, según la leyenda, era la deidad creadora del hombre, llamado también el señor de la aurora y la “Serpiente Nube de Lluvia”.
Este dios entregó al hombre el maíz, así como el pulque —hoy conocido entre la raza como “el rico tlachicotón, elixir de los reyes aztecas y filete de los pobres”—. Quetzalcóatl también es el creador del calendario, lo que lo convirtió en una deidad común entre diversas civilizaciones mesoamericanas, porque entre los mayas, un personaje muy similar existió, pero con el nombre de Kukulkán y, asimismo, divinidad entre los toltecas y los olmecas.
Se decía de él que era un hombre de piel blanca y barbado, de ahí que, a la llegada de los españoles, muchos pensaran que se trataban del buen Quetzalcóatl regresando a “sus tierras”. Pero independientemente de todo lo anterior, y como resultado de esa consigna del otro dios maya que es Andrés Manuel López Obrador, de cambiar la historia a voluntad y por conveniencia para meterle al “pueblo sabio y bueno” que los mexicanos, ya existíamos a la llegada de los españoles y que estos, los europeos, eran los más malditos de la película, se vienen presentando ridiculeces como la de los nuevos ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, esos que nacieron, no de Quetzalcóatl, sino de los “benditos acordeones”, los cuales al tomar posesión de su nuevo cargo, “tuvieron a bien” hacerse una limpia entre hierbas de perejil, cilantro y ramitas de pirul, con profusos sahumerios de copal y hierbas finas como la dorada de Acapulco, el sonido de caracoles y cacaraqueos de gallinas, los altos servidores públicos y más de la 4T, recibieron otros bastones de mando como alguna vez el tlatoani de Palenque le dio a su “corcholata” preferida.
Estos inteligentísimos altos jueces, además pidieron al dios Quetzalcóatl y a Tonantzin, figura sincrética de la Virgen de Guadalupe y a las deidades aztecas, al sol, a la luna, a la tierra, a los ancestros, a los naguales que los protegieran de todo mal. Y, lo peor, como si estuviéramos en Venezuela (ya casi), donde al sátrapa Nicolás Maduro se le apareció el gorila Hugo Chávez por medio de un “pajarito”, acá saltó a la patética escena un colibrí representando a las todopoderosas deidades prehispánicas, augurándoles éxito en su perversa misión de desaparecer el poder judicial por órdenes expresas y directas de YSQ.
Otro limón pal´caldo. En Tijuana, durante la ceremonia del grito, la noche del 15 de septiembre, el presidente municipal de esa fronteriza municipalidad, en su larga arenga, tuvo tiempo y ganas de gritar vivas al mismísimo Señor Quetzalcóatl, sumándose a ese nacionalismo exaltado y demagógico que caracteriza a nuestros políticos totonacas. Y, para rematar, durante el desfile tradicional del 16 de septiembre en la CDMX, aparecieron unos cadetes que conformaron la llamada “Compañía Chimaltlalli” del Heroico Colegio Militar, los cuales en sus uniformes llevaban adosados, algo que se les notaba incómodo, una especie de hombreras tipo de los que usan los jugadores de futbol americano, que parecían alas de la serpiente emplumada o platos al revés ensartados en el cogote de los pobres cadetes, quesque para rendir tributo a los guerreros aztecas.
DON PASCUAL ORTIZ RUBIO "EL NOPALITO"
Dijeran mis exalumnos: “¡No manche profe!”. Pues bien, estos ocurrentes sujetos ni
siquiera son originales, porque en 1930, el entonces presidente de la república
Don Pascual Ortiz Rubio, tuvo la “feliz
ocurrencia” de eliminar de un plumazo y por decreto presidencial, al
buenote, rollizo y coloradote Santa Claus, al que consideró una nefasta
influencia extranjera y ordenó, que en esa navidad, la de 1930, a los niños
mexicanos, los juguetes, la ropa y los dulces, se los entregara el dios
Quetzalcóatl, quien bajó de una hechiza pirámide montada en el viejo Estadio
Nacional, para burla de todos los habitantes de aquellos ayeres. A Don Pascual,
no sé si por espinoso o por baboso, el pueblo le decía “Nopalito” … ¿Cómo les diremos a estos ingeniosos sujetos de la 4T?
DE DULCE: Siempre ha sido un “sueño guajiro” de todo mexicano, que, al momento de llegar al poder y ceñirse la banda presidencial en el palacio de San Lázaro, ante todos los legisladores, gobernadores, embajadores de las naciones invitadas, secretarios de estado, entrantes y salientes, así como una runfla enorme de políticos y bribones de todas categorías, y por supuesto, la nación entera viendo aquella parafernalia grillesca por televisión, el presidente entrante, luego del juramento —ese que nadie respeta—: “Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen…bla, bla, bla…”, enseguida diga: “¡mexicanos, como primer acto de gobierno, quiero que inmediatamente metan a la cárcel a este bandido!”, señalando obviamente al presidente saliente; y como en el anuncio de las galletas “Emperador”, llegue una guardia pretoriana y se lleve al “interfeuto” para encerrarlo en el más oscuro y pestilente calabozo. Como dije, eso no pasa de ser un “sueño guajiro”.
Su servidor, nació en los últimos diez meses del gobierno de Adolfo Ruiz Cortines, a partir de ahí transitaron los gobiernos de doce presidentes (¡Achis, ya no me cuezo al primer herbor!), y, ya con algo de conciencia y con la sapiencia de lo que es malo y lo que es bueno, llegué a la nada sesuda conclusión de que el presidente entrante, tiene la consigna de cuidar las espaldas y todas las triquiñuelas del mandatario que se va: López Mateos, cuidó a Ruiz Cortines; el simiesco Díaz Ordaz a Don Adolfo; Echeverría no pisó la cola de Don Gustavo, y a su vez fue bendecido por López Portillo y así hasta López Obrador, del que, los que votamos por él, pensábamos que, ahora sí, el “sueño guajiro” se haría realidad, pero, valga la “rebuznancia” fue triste la realidad, es evidente que AMLO, llegó a un acuerdo con el copetudo personaje Peña Nieto y durante seis años, por lo que no lo tocó ni con el pétalo de una rosa. Incluso, el enemigo número uno de ese desastroso gobierno, fue Felipe Calderón Hinojosa, a quien, en cada mañanera, el macuspano, lo ponía como palo de gallinero.
Por supuesto, Andrés Manuel, dedicó con efusividad, dividir y polarizar a la nación, por ello, peleó con todo lo que se moviera: los intelectuales, los periodistas, los científicos, los padres de niños con cáncer, la clase media, las universidades, especialmente la UNAM, las madres buscadoras y por supuesto, la retahíla que a diario le insertaba en las neuronas al “pueblo sabio y bueno”: neoliberales, políticos de derecha y conservadores, todos ellos racistas, clasistas y traidores a la patria, según su perturbada mentalidad.
Pero el enemigo número uno fue —y sigue siendo con la “prasadanta con A”— Felipe Calderón. Ahora este número de enemigos malignos ha crecido con la Sheinbaum, pues constantemente ataca a Ernesto Zedillo, e incluso a Peña. Lo cierto, es que estos dizque ataques, no son otra cosa más tirarle piedras a la luna, pues ninguna acción legal hay contra estos. Volviendo al “sueño guajiro”, lo ideal es que Claudia y sus machuchones colaboradores, se lanzaran con todo sobre estos ex presidentes que sabemos, tienen una larguísima cola que les pisen. Principalmente el inmediato anterior: AMLO, el rey del cash y del huachicol. Pero, me queda el mal sabor de boca, de que eso, solo seguirá siendo: un inane “sueño guajiro”.
DE MANTECA: Me sigue doliendo, aunque muchos no me lo vayan a creer, que Claudia Sheinbaum, la primera “prasadanta con A”, en la historia nacional, en lugar de administrar al país, dedique su tiempo y todos sus esfuerzos a administrar la supuesta inocencia de un largo listado de bribones y malandrines que conforman la supuesta cuarta transformación de la nación, esa que, su diosito de Tabasco, llegó a exagerar nombrándola como la “revolución de las consciencias”.
Lo peor para la Doctora, es que esa lista de trúhanes es ya muy larga y cada día que pasa, salta una nueva liebre, como hace un par de día apareció la nueva de que el draculesco Adán Augusto López, el carnal incómodo de AMLO, no bastándole con los escándalos de la barredora y el huachicol, ahora nos sale con que habría omitido en sus declaraciones patrimoniales 79 millones de pesos recibidos entre 2023 y 2024 de empresas privadas, muy raras todas ellas.
A ver con qué nos sale la Sheinbaum con su ya
aburrida defensa de este pillo, en la patética “mañanera del pueblo”. Como yo lo veo, y es el más grande mal que
nos dejó López Obrador y lo verdaderamente importante, no es que un puñado de
hombres haga maldades, sino que puedan convencer a una gran mayoría de hombres
comunes de que los ayuden a hacer maldades, y que haya un pueblo tan enojado
con los anteriores y corruptos gobiernos, que hoy aplauden a rabiar los terribles
trastupijes y la depravación moral de los nuevos dueños de México. Es triste. Gracias por seguirme y recuerden amigos que
solo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible para los ojos.
¡Salud!