viernes, 29 de enero de 2010

HONOR A QUIEN HONOR MERECE

Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
En un estado como Nayarit, que ocupa uno de los primeros lugares de alcoholismo en el país, según una encuesta del Instituto Nacional de Psiquiatría para el 2008, vergonzosa medalla de oro que nos debe incomodar y preocupar a todos, resulta una buena dosis de consuelo y esperanza que actividades culturales, como la promoción de la lectura en jóvenes, adultos y niños en plazas y calles,
vengan a ofrecer a la ciudadanía una perspectiva del mundo diferente al común que hoy llena cantinas, bares y centros botaneros. Salas de Lectura en lugar de antros y congales.
Hace unos meses se organizaron en plena plaza pública tres mesas de diálogo sobre la forma en que los ciudadanos podemos participar para elevar la actividad literaria en nuestros barrios, colonias, comunidades u organizaciones, además del fomento a la lectura y la escritura. En esta sesión participaron algunos escritores, periodistas, promotores culturales y de lectura, destacando incluso con la presencia de la Voz Oficial del Estadio Azteca y locutor con 50 años de experiencia, el nayarita Don Melquiades Sánchez Orozco, así como la promotora Alma Vidal, corazón de las nuevas salas de lecturas, de las cuales ya se cuenta con 71 de ellas en los municipios del estado, funcionando con gran éxito, que, creo yo, será una muy buena forma de abatir los altos índices de alcoholismo, adicciones, vandalismo y ocio improductivo.
Es de hacer notar que de esos programas de promoción lectora, hay voluntarios que merecen todo nuestro respeto por su entusiasmo, altruismo y generosidad, de dar a los demás, sobre todo niños y jóvenes, un poquito de su tiempo, sus conocimientos y buena voluntad, para llevar la luz del conocimiento que dan los libros.
Así, las plazas públicas, las calles o los escalones de la explanada de los edificios públicas, se convierten en bibliotecas y fuentes de conocimiento.
Dos ejemplos debemos aplaudir, uno en Acaponeta y el otro en Tecuala. Dos damas estupendas que han hecho de esta iniciativa de las autoridades culturales, dos experiencias exitosas: Fabiola Aguiar Espinosa en la explanada de la Casa de la Cultura, donde todos los jueves se rodea de infantes deseosos de oír la voz de la literatura universal; lo mismo que Blanca León Mayorquín, en la ciudad y plaza pública de Tecuala la orgullosa, recibiendo lo mismo a infantes que a gente de la tercera edad. Ambas admirables ciudadanas, voluntarias, sin paga económica, pero sí llenas de riquezas sentimentales y diamantes del corazón; enseñan a los demás a nunca despreciar un libro, moldean mentes y construyen sueños, en el mundo infinito de la imaginación. Nos hacen recordar las palabras de algún sabio quien dijo que un libro es algo más que entretenimiento y placer. Es también una fuerza invisible, el poder de tu espíritu y tus propias ideas. En tiempos de un materialismo que no te hará feliz, un libro es una necesidad.
Vaya desde aquí un modesto homenaje a Fabiola y Blanca, que junto con otros héroes de nuestros pueblos, nos provocan una sonrisa en medio del pesimismo. ¡GRACIAS!
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