Por: Juan Manuel Estarrón.
Como en los mejores tiempos del salinato, el Partido Revolucionario Institucional está de regreso luego de diez años de impedir mediante chantajes y traiciones los avances políticos que requiere México para salir del pleistoceno jurásico; por el contrario ahora prepara una contramarcha -sus “mayorías estables” -para desandar los pequeños avances que experimentó la democracia. Con su nueva propuesta de reforma política, el PRI cancela los principios democráticos que ese mismo instituto -pero con otros actores- impulsó: equidad, proporcionalidad, gobernabilidad y certeza; la cancelación de uno de ellos nos ha llevado inexorablemente a padecer más desequilibrios de los que actualmente somos testigos y un clima de enrarecimiento político.
Sus propuestas básicas en su (contra) reforma política llevan el sello indiscutible del regreso a Los Pinos, al Congreso de la Unión y al Poder Judicial como mayoría absoluta y no como primera minoría al proponer la sustitución de la cláusula de “gobernabilidad” por otra en el mismo sentido que garantiza al partido mayoritario una sobre representación todavía mayor al 8 por ciento de diputados y senadores. Esa gobernabilidad a nivel federal, por supuesto que los priistas también la buscan en los estados donde son gobierno y de otros que tienen planeado recuperar; en pocas palabras, volver a los tiempos del grotesco “carro completo” para dejarle a la chusma las sobras “generosas” de puestos plurinominales. Al presentar la iniciativa el diputado César Augusto Santiago (25.03.10) dijo: “En lo electoral, proponemos para garantizar la gobernabilidad, la ELIMINACIÓN DE LA CLÁUSULA QUE IMPIDE LA FORMACIÓN DE MAYORÍAS ESTABLES. También el voto a los ciudadanos de 18 años para ser electos a la Cámara de Diputados, y una sexta circunscripción para los migrantes”. Por “mayorías estables” habrá qué entender el derecho de los vencedores para aplastar a los vencidos despojándolos de curules que el principio de PROPORCIONALIDAD debiera asignarles según el porcentaje de votación que haya obtenido cada partido político; para información de mis tres lectores este principio jamás se ha aplicado, sólo conocemos el término de “representación proporcional” pero en la composición de cualquier cámara o cabildo es letra muerta. Ya hablábamos anteriormente que la composición de de la LXI Legislatura por los siete partidos políticos es ni más ni menos una “mayoría estable” al estilo PRI, pero limitada para este instituto -según Emilio Chuayffet Chemor y Francisco Rojas Gutiérrez, impulsores de la nueva iniciativa- nada más porque tienen una sobre representación de 43 diputados, porque matemáticamente tenían derecho sólo a 194 curules y se regalaron más 43 para sumar 237; es decir que les faltaron 14 legisladores para alcanzar eso que proponen: 51 por ciento (251 diputados) para aprobar decretos sin problemas, siempre y cuando no sean reformas constitucionales; aunque no tienen ahorita ese problema porque su aliado histórico -el PVEM- vota incondicionalmente con ellos. La estrategia de los priistas para que los diputados y senadores del Diálogo por la Reconstrucción de México le entren a la reforma en este apartado es otra propuesta que se refiere a la “municipalización” del Distrito Federal donde los perredistas gobiernan 13 delegaciones políticas, 2 el PAN y una el PT; aunque nada qué ver con la reforma de fondo por la creación del Estado del Anáhuac, ni un nuevo congreso. Así lo propone la iniciativa Chuayffet-Rojas: “En el Distrito Federal iniciamos una propuesta para municipalizar las delegaciones políticas, así también varias reformas que tienen qué ver con el desarrollo metropolitano. Es tiempo de que los municipios de México puedan cobrar impuestos prediales por los inmuebles públicos asentados en sus demarcaciones. Aquí está la propuesta”. Seguros de su regreso a Los Pinos, por el otro lado le hacen el feo a la propuesta Calderón de una segunda vuelta en la elección presidencial para la legitimación del Presidente con el 51 por ciento o más de los votos totales; quizá por temor a perder frente a una coalición de partidos en un segundo enfrentamiento. Con esta primera propuesta de reforma claramente los priistas se están planteando gobernar desde los tres poderes con sus “mayorías estables” y que ningún nubarrón les haga sombra; en un descuido aspirar a una mayoría calificada de las dos terceras partes en ambas cámaras para meterle mano a la Constitución con las reformas que quieran. Por suerte que el pueblo ha conservado una capacidad innata: no darle todo el poder a un solo partido, al menos en los últimos cuatro sexenios en que los contrapesos han medio equilibrado los gobiernos de Fox y Calderón, panistas ambos pero con un Congreso de oposición que impidió algunos excesos, pero propició muchos por corrupción y chantajes como el último episodio negro del PRI negociando apoyos para impuestos más altos a cambio de no alianzas del PAN con otros partidos en el Estado de México. Por lo pronto ahí está la tirada de un partido que viene de regreso con todo y por todo sin haberse democratizado -como bien lo planteara Denisse Dresser- arrastrando las mismas mañas y vicios, quizá más hambreado por un largo ayuno de 10 años viene reclamando la totalidad del pastel -eso sí, para unos cuantos- y haciendo a un lado la igualdad, equidad y proporcionalidad. Si el PAN, PRD, PT y Convergencia no los paran en seco antes de que aprueben ese engendro de propuesta, pueden irse despidiendo de algunos avances en estados donde han aprobado alianzas; porque con esas “mayorías estables” se verán más empequeñecidos este mismo año, y en San Lázaro y Xicoténcatl para el 2012. La pregunta del millón ¿Con la construcción de nuevas mayorías estables al viejo estilo del PRInosaurio tendrían sentido las elecciones?
Sus propuestas básicas en su (contra) reforma política llevan el sello indiscutible del regreso a Los Pinos, al Congreso de la Unión y al Poder Judicial como mayoría absoluta y no como primera minoría al proponer la sustitución de la cláusula de “gobernabilidad” por otra en el mismo sentido que garantiza al partido mayoritario una sobre representación todavía mayor al 8 por ciento de diputados y senadores. Esa gobernabilidad a nivel federal, por supuesto que los priistas también la buscan en los estados donde son gobierno y de otros que tienen planeado recuperar; en pocas palabras, volver a los tiempos del grotesco “carro completo” para dejarle a la chusma las sobras “generosas” de puestos plurinominales. Al presentar la iniciativa el diputado César Augusto Santiago (25.03.10) dijo: “En lo electoral, proponemos para garantizar la gobernabilidad, la ELIMINACIÓN DE LA CLÁUSULA QUE IMPIDE LA FORMACIÓN DE MAYORÍAS ESTABLES. También el voto a los ciudadanos de 18 años para ser electos a la Cámara de Diputados, y una sexta circunscripción para los migrantes”. Por “mayorías estables” habrá qué entender el derecho de los vencedores para aplastar a los vencidos despojándolos de curules que el principio de PROPORCIONALIDAD debiera asignarles según el porcentaje de votación que haya obtenido cada partido político; para información de mis tres lectores este principio jamás se ha aplicado, sólo conocemos el término de “representación proporcional” pero en la composición de cualquier cámara o cabildo es letra muerta. Ya hablábamos anteriormente que la composición de de la LXI Legislatura por los siete partidos políticos es ni más ni menos una “mayoría estable” al estilo PRI, pero limitada para este instituto -según Emilio Chuayffet Chemor y Francisco Rojas Gutiérrez, impulsores de la nueva iniciativa- nada más porque tienen una sobre representación de 43 diputados, porque matemáticamente tenían derecho sólo a 194 curules y se regalaron más 43 para sumar 237; es decir que les faltaron 14 legisladores para alcanzar eso que proponen: 51 por ciento (251 diputados) para aprobar decretos sin problemas, siempre y cuando no sean reformas constitucionales; aunque no tienen ahorita ese problema porque su aliado histórico -el PVEM- vota incondicionalmente con ellos. La estrategia de los priistas para que los diputados y senadores del Diálogo por la Reconstrucción de México le entren a la reforma en este apartado es otra propuesta que se refiere a la “municipalización” del Distrito Federal donde los perredistas gobiernan 13 delegaciones políticas, 2 el PAN y una el PT; aunque nada qué ver con la reforma de fondo por la creación del Estado del Anáhuac, ni un nuevo congreso. Así lo propone la iniciativa Chuayffet-Rojas: “En el Distrito Federal iniciamos una propuesta para municipalizar las delegaciones políticas, así también varias reformas que tienen qué ver con el desarrollo metropolitano. Es tiempo de que los municipios de México puedan cobrar impuestos prediales por los inmuebles públicos asentados en sus demarcaciones. Aquí está la propuesta”. Seguros de su regreso a Los Pinos, por el otro lado le hacen el feo a la propuesta Calderón de una segunda vuelta en la elección presidencial para la legitimación del Presidente con el 51 por ciento o más de los votos totales; quizá por temor a perder frente a una coalición de partidos en un segundo enfrentamiento. Con esta primera propuesta de reforma claramente los priistas se están planteando gobernar desde los tres poderes con sus “mayorías estables” y que ningún nubarrón les haga sombra; en un descuido aspirar a una mayoría calificada de las dos terceras partes en ambas cámaras para meterle mano a la Constitución con las reformas que quieran. Por suerte que el pueblo ha conservado una capacidad innata: no darle todo el poder a un solo partido, al menos en los últimos cuatro sexenios en que los contrapesos han medio equilibrado los gobiernos de Fox y Calderón, panistas ambos pero con un Congreso de oposición que impidió algunos excesos, pero propició muchos por corrupción y chantajes como el último episodio negro del PRI negociando apoyos para impuestos más altos a cambio de no alianzas del PAN con otros partidos en el Estado de México. Por lo pronto ahí está la tirada de un partido que viene de regreso con todo y por todo sin haberse democratizado -como bien lo planteara Denisse Dresser- arrastrando las mismas mañas y vicios, quizá más hambreado por un largo ayuno de 10 años viene reclamando la totalidad del pastel -eso sí, para unos cuantos- y haciendo a un lado la igualdad, equidad y proporcionalidad. Si el PAN, PRD, PT y Convergencia no los paran en seco antes de que aprueben ese engendro de propuesta, pueden irse despidiendo de algunos avances en estados donde han aprobado alianzas; porque con esas “mayorías estables” se verán más empequeñecidos este mismo año, y en San Lázaro y Xicoténcatl para el 2012. La pregunta del millón ¿Con la construcción de nuevas mayorías estables al viejo estilo del PRInosaurio tendrían sentido las elecciones?
1 comentarios:
Muito bom post.
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