viernes, 14 de septiembre de 2012

REMEMBRANZAS...CASI UNA AUTOBIOGRAFÍA (16a. PARTE)




Por: José B. Algarín G.

MUERE UN HOMBRE DE BIEN...

A pesar de ya vivir en Guadalajara, mis visitas a mis padres en Acaponeta eran frecuentes, y siempre sentía la nostalgia de ellos en cuanto los dejaba, quizá por ya sentir cerca la partida de ellos, sobre todo de mi papá, quien en una de sus venidas a Guadalajara, se le diagnosticó un cáncer pulmonar. Desgraciadamente por su localización y el tipo de cáncer estaba ya mas allá de la cura. Sin embargo se sometió a varios tratamientos de quimioterapia y radiaciones, que le prolongaron la vida. La agonía de mi papá, duró más de un año, pero esa agonía que él nunca vio con desesperación o amargado de la vida, sino que él seguía siendo el eterno bromista hasta de su mismo padecimiento.

Un sobrino de él, primo mió de nombre Alonso López Sánchez (Hijo de mi tía Chila y de mi bien recordado tío Pedro, primo de mi papá, sí, el mismo que nos facilitó una modesta casa para estudiar en la Escuela Secundaria de 1948 a 1951 en Tepic), quien en ésa época tenia una granja avícola y cada que iba para Acaponeta, le llevaba uno o varios de sus mejores pollos, y mi papá le decía: ¡Mira nomás lo que me produjo el comerme tus mentados pollos..!
Sintiendo ya cerca su ida de éste mundo, no desaprovechaba momento para seguirnos dando un claro ejemplo, de cómo se vivía y de cómo se moría dentro de nuestras Creencias, en la Santa Madre Iglesia Católica.
Por fin un día de un mes del año de 1977 de madrugada, y estando yo presente, y llamando – cosa rara-- a su Papá, expiró en mis brazos.  Me consta como médico, que vi morir a varios pacientes míos y ellos pedían la presencia de su mamá...


SE VA UNA SANTA...

Mi querida “NINA” se nos va al encuentro de Cristo, a los pocos años de haber terminado mi Padre, su periplo por éste mundo.
Es una muerte que sentí hasta lo más profundo de mi ser...
Sabía de antemano que iría directa al Cielo, con todo y sus pequeñas “pantuflas” que ella usaba. Pues ella se fue al encuentro de quien se había desposado muchos años antes....CRISTO...
Debo recordarles que la “NINA”, fue la que crió a tres generaciones; a mis padres (la Nina hizo las veces de mamá de mi madre, pues le llevaba 15 años de edad) y prácticamente desde el nacimiento y hasta entregarnos casados nos crió a todos nosotros, y además Dios le dio vida para formar a nuestros hijos.
Se me rueda una lagrima sentida al evocar tu memoria...
Mi querida Nina...
Años después de su partida física, porque la presencia en espíritu de ella me acompañará toda mi vida, me encontré con una poesía de Jaime Sabines, que transpolando el nombre de la “Tia Chofi” por el de la Nina tiene un mensaje que a mí, en lo personal me gustó mucho...

Miren:

Tía Chofi.
Amanecí triste el día de tu muerte, tía Chofi,
pero esa tarde me fui al cine e hice el amor.
Yo no sabía que a cien leguas de aquí estabas muerta con tus setenta años de virgen definitiva,
tendida sobre tu catre, estúpidamente muerta.
Hiciste bien en morirte, tía Chofi,
porque no hacías nada, porque nadie te hacía caso,
porque desde que murió abuelita, a quien te consagraste,
ya no tenías nada qué hacer y a leguas se miraba
que querías morirte y te aguantabas.

¡Hiciste bien!
o no quiero elogiarte como acostumbran los arrepentidos
porque te quise a tu hora, en el lugar preciso,
y harto sé lo que fuiste, tan corriente, tan simple,
pero me he puesto a llorar como una niña porque te
moriste.
¡Te siento tan desamparada,
tan sola, sin nadie que te ayude a pasar la esquina,
sin quién te dé un pan!
Me aflige pensar que estás bajo la tierra
fría de Berriozábal,
sola, sola, terriblemente sola,
como para morirse llorando.
Ya sé que es tonto eso, que estás muerta,
que más vale callar,
¿pero qué quieres que haga
si me conmueves más que el presentimiento de tu muerte?

Ah, jorobada, tía Chofi,
me gustaría que cantaras
o que contaras el cuento de tus enamorados.
Los campesinos que te enterraron sólo tenían
tragos y cigarros,
y yo no tengo más.

Ha de haberse hecho el cielo ahora con tu muerte,
y un Dios justo y benigno ha de haberte escogido.
Nunca ha sido tan real eso en lo que tu creíste.
Tan miserable fuiste que te pasaste dando tu vida
a todos. Pedías para dar, desvalida.
Y no tenías el gesto agrio de las solteronas
porque tu virginidad fue como una preñez de muchos hijos.
En el medio justo de dos o tres ideas que llenaron tu vida
te repetías incansablemente
y eras la misma cosa siempre.
Fácil, como las flores del campo
con que las vecinas regaron tu ataúd,
nunca has estado tan bien como en ese abandono de la
muerte.
Sofía, virgen, antigua, consagrada,
debieron enterrarte de blanco
en tus nupcias definitivas.
Tú que no conociste caricia de hombre
y que dejaste que llegaran a tu rostro arrugas antes que besos,
tú, casta, limpia, sellada,
debiste llevar azahares tu último día.
Exijo que los ángeles te tomen
y te conduzcan a la morada de los limpios.
Sofía virgen, vaso transparente, cáliz,
que la muerte recorra tu cabeza blandamente
y que cierre tus ojos con cuidados de madre
mientras entona cantos interminables.
Vas a ser olvidada de todos
como los lirios del campo,
como las estrellas solitarias;
pero en las mañanas, en la respiración del buey,
en el temblor de las plantas,
en la mansedumbre de los arroyos,
en la nostalgia de las ciudades,
serás como la niebla intocable, hálito de Dios que despierta.

Sofía virgen, desposada en un cementerio de provincia,
con una cruz pequeña sobre tu tierra,
estás bien allí, bajo los pájaros del monte,
y bajo la yerba, que te hace una cortina para mirar al
mundo.

Que tal?. Es para llorar deveras, como una niña al sentir la ausencia de tan gran pequeña dama...

(Continuará...)


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