Por:
José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
DE
CHILE: En México, muy desafortunadamente, tendemos a la
mediocridad. Un ejemplo claro es el futbol soccer en el país, que siendo, como
algunos pregonan con mucho orgullo, “el deporte
nacional”, es una liga mediocre, donde no gana el mejor, los partidos son
infumables; tiene una liga donde no existe el ascenso ni el descenso al nivel
inmediato; donde lo que vale es el dinero y la forma de hacer negocios con los
equipos, los estadios y los propios jugadores a los que venden como puercos
flacos; con una selección nacional, que es una auténtica vergüenza, misma que,
en los próximos 390 años, no será campeón del mundo y sí quedará estancado ahí
donde vive hoy plácidamente, en una incomprensible zona de confort y dentro de
la también hipermediocre Concacaf.
La educación en México, el deporte en general —nomás vean los pobrísimos resultados en las olimpiadas—, el sistema de salud, las estrategias económicas, las terribles y abominables mañaneras; las políticas culturales, el tema pavoroso de las estrategias de seguridad, la ciencia y otros temas más, son simple y llanamente mediocres.
Esta medianía mezquina,
adquiere su máximo esplendor en las cámaras de diputados y senadores, donde sus
integrantes: 500 diputados federales y 128 senadores, han dado muestras claras
de su mediocridad, lo mismo los del partido oficial Morena, que los de
oposición —que por mediocres están al borde de la desaparición—.
Lo que vimos esta semana en la cámara de senadores donde, como en una kermés de rancho “nuestros representantes” montaron una tómbola donde definieron por sorteo, 711 plazas de jueces, esto como primer paso de la reforma al Poder Judicial, ocurrencia vengativa del expresidente Andrés Manuel López Obrador, la cual, entre sus principales lineamientos, derivará en la elección popular de jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para 2025.
La tómbola se usó en el senado haciendo más grande la burla al “pueblo sabio y bueno” —léase mediocre— por parte de la llamada transformación de cuarta, pero lo mismo pudo haber sido un “águila o sol” con una moneda, o de plano un “piedra, papel o tijera”. Para no verse tan idiotas, los dilectos senadores pudieron haber usado fórmulas mágicas como: “Abracadabra, sim salabim, hokus pokus, chim pum pam tortillas papas y sadakadula chalchikomula bibidibadi dibú. Así que imagine usted amable lector la clase de ministros, magistrados y jueces que tendremos en este remedo de nación, que, en efecto, si de algo necesita es de una integral y racional reforma judicial, pero con lógica, orden y coherencia, no a base de ocurrencias y disparatadas barrabasadas nacidas del odio y de la insensibilidad.
No se puede, no se debe y nadie queremos que sea el azar, a la pura suerte, mediocremente, “al a´í se va”. Como Morena y sus aliados parásitos y son dueños únicos de la manoseada y violada Doña Constitución, han aprobado la dichosa convocatoria y, querer competir para un cargo en el poder judicial, es un verdadero galimatías imposible de entender. Ahora sí, AMLO, llevando por delante a su sacerdotisa, la magnánima Claudia, logra su sueño dorado, ser como la divina trinidad, tres personas en uno: el ejecutivo, el legislativo y el judicial, aunque se haya asesinado a la República. ¡Amén!
DE
DULCE: Muy buena iniciativa —vuelvo a insistir en ello— ha sido
el plan de “Cero Basura, Cero Tolerancia”,
porque, siempre lo he dicho, “perro viejo
no aprende truco nuevo”, es necesario sancionar a quienes no quieren entrar
al aro, o bien de plano, les vale madre y por mulas, por ignorantes o
caprichosos no hacen caso; es necesario darles un “toquecillo” en el bolsillo para que aprendan que viven en comunidad
y no, todos, en una cueva. ¡Felicito al Ayuntamiento por esta medida, que he
visto que ha dado resultado! El único prietito que he visto en el arroz son las
canastillas que han colocado en algunas esquinas, que invitan a los potenciales
cochinones a dejar sus bolsas con desperdicios. Ojalá, sean los primeros en
sancionar.
Otro grave problema que tenemos en Acaponeta y es como la pandemia del maldito Covid 19, que poco a poco se fue metiendo con igual número de bajas, problemas y perjuicios, el de las motos y los motociclistas que han llenado calles y avenidas convirtiendo las vialidades de la ciudad en una auténtica pesadilla propia de película de terror. Todos los que vivimos en esta ciudad —y conste que es un mal nacional, pero a mí solo me importa mi comunidad—, hemos sufrido con estos cafres —no podemos, como en todo, generalizar, porque hay conductores prudentes y cumplidos con las reglas de movilidad— y, el pueblo, ya se hartó de tal contrariedad: transitan en sentido contrario, se suben a las banquetas, corren como si les hubieran mentado la madre y tuvieran prisa por cumplir el encargo; rebasan por la derecha sin ningún cuidado, algunos malditos, abren el escape para sentirse seres superiores y, por lo mismo, no escuchan las mentadas de menta que les gritamos a su paso; asimismo no respetan al peatón, menos el “uno y uno”; usan unas luces que serían la envidia del Faro de Alejandría, amén de que estacionan en cualquier lado y en mala posición. Todo eso sin contar, que su propia seguridad les importa un cacahuate: hemos visto todos, motos con hasta cinco o seis pasajeros, ninguno con casco, y el dueño de la moto, con chanclas de “horcapollo”, van echando carreras y saltan los topes como van saltando a la parca, y en presuntuosa veleidad, elaboran piruetas como los “caballitos”. Me tocó ver a un —supongo matrimonio—, donde la esposa, una mujer de notable tonelaje llevaba en una mano, dos o tres bolsas del mandado colgadas del lado izquierdo y en la otra mano, un bebé de meses colgando al igual que las bolsas, pero del lado derecho…me pregunté ¿cómo irá agarrada esta gordita? Y supe que iba asida de la mano de la Virgen Morena.
Existe la experiencia, que
cuando hicieron operativos para exigir a los motociclistas el uso obligatorio
del casco, se detuvo y sancionó a decenas de incumplidos; resultado: todos se
pusieron casco, desaparecieron los operativos, desaparecieron también los
cascos.
Hace falta una campaña contra
los motonautas, al igual que la basura, de cero tolerancia. Solo así.
DE MANTECA: Dos pájaros de cuenta, ambos en chirona, recibieron su sentencia definitiva y pasarán buena parte de su negra existencia tras las rejas. Primero, el caso histórico de Genaro García Luna, quien, junto con Rosario Robles, en su momento fue secretaria de desarrollo social (Sedesol) y previamente de desarrollo social, territorial y urbano (Sedatu); y el extraño y sonado caso del Gral. Salvador Cienfuegos, secretario de la defensa nacional con Peña Nieto; son los tres secretarios de estado que yo recuerdo han caído al fresco bote.
38 años le dieron a jefazo García Luna, por lo que, si se mantiene
sano, come bien y se la lleva tranquis, tranquis, volverá a respirar aire
fresco cuando ronde los 90 años de edad, así que, el juez gringo Cogan, prácticamente
le dio cadena perpetua disfrazada a quien fuera mano derecha de Felipe Calderón
Hinojosa, a quien su servidor no le cree ni un comino que no supiera lo mañoso
de su secretario de seguridad y que estaba tan metido como el hoy preso ex
funcionario. El “Tomandante Borolas”
Calderón, debería estar al menos en un juicio enfrentando a la justicia.
El otro infeliz sujeto que recibió sentencia, fue el nayarita Luis Manuel Hernández Escobedo, ex líder del Sindicato de Empleados y Trabajadores de la UAN (SETUAN), quien fue acusado de los delitos de peculado, pues dicen que hacía uso prohibido de las cuotas sindicales, y ejercicio indebido de funciones. 19 años de cárcel le dieron al popular “Pelón”, y descontando los tres años que ya pasó tras los barrotes, pasará los próximos 16 sin ver la luz del sol en libertad; calculo que Luis Manuel, tiene alrededor de 68 años, por lo que saldrá libre más o menos a los 84 años. Conocí al “Pelón” Hernández Escobedo, cuando me tocó ser consejero universitario y debo reconocer que me gustaba mucho cuando en el Consejo General Universitario, él tomaba la palabra, pues era sin duda un gran orador, había gran claridad en sus ideas y se notaba que era un personaje culto. Los trabajadores de la universidad, en verdad que lo adoraban, y es porque hacía su chamba de líder sindical: siempre les dio la cara, consiguió apoyos y nunca los dejó de su mano. Hoy muchos le lloran. ¡Ni hablar, dijo Panchito!
Siempre he creído que la
justicia consiste en dar a cada hombre lo que legítimamente le corresponde, y a
estos dos, eso les toca por sus acciones. … ¡Nos saludamos en la próxima
entrega amigos!