viernes, 27 de marzo de 2009

EL PERIQUITO DE MARGARO GUERRA ¡AGUA DE CEBADA!

Don Margarito, un hombre que vendía agua de cebada en su natal Acaponeta y que para deleitar a su clientela contaba fantásticas historias producto de su desbordada imaginación, era un hombre ya entrado en edad, color blanco de ojos azules y no menos de un metro ochenta centímetros de estatura, encorvado pero todavía visiblemente fuerte, apenas comenzaba a instalarse y ya la gente se paraba a su alrededor, decía Margarito: en mi casa tengo un perico muy listo, me ha dado a ganar mucho dinero el animalito, todos los días lo alquilo en los velorios y novenarios pues es muy bueno para rezar el rosario, no se cansa de repetirlo, se sabe tambien todas las letanias, ¡Agua de Cebada! Una vez llevé este Perico para el rumbo del Palmar que está allá por Tuxpan, al andar por ahí, se me perdió mi Periquito, duró perdido varias semanas, por más que lo busque no lo encontraba, hasta que me van diciendo que por las mañanas los jornaleros que pasan por el Palmar escuchan que las parvadas de pericos que ahí anidan comienzan desde muy temprano a recitar: Santa Maria Madre de Dios... Ruega por Nosotros. -oyen que contesta otro grupo de pericos, a jijos, me dije, ahi debe seguir mi periquito, ya le enseñó a hablar a los demás. Voy por él. Lo encontré y me lo traje de vuelta para la casa. ¡Agua de Cebada! Ayer salí muy temprano de mi casa, me fui al monte a cazar venado con mi viejo rifle, de esos que se retaca la pólvora con una varilla, creo que les dicen "mecheras", al llegar a una laguna que veo a un venado tomando agua, ni tardo ni perezoso le apunté y ¡pum! Disparé. De pronto que me doy cuenta que no había sacado la varilla del rifle, el venado cayó muerto al instante, atravesado por la bala y por la varilla, la bala le dio en el mero corazón, y la varilla le atravesó el pescuezo, al salir yo a recuperar la varilla al otro lado de la laguna, antes de llegar al árbol donde estaba incrustada la varilla, escuche como que aplaudían, !ah jijos¡ y quien me aplaude me pregunté, pues no era otra cosa más que cuando disparé, la varilla salió en vuelo directo hacia el venado, lo atravesó, así como la laguna, pero al pasar por la laguna, entro al agua y paso llevándose cuatro mojarras de más de un kilo y al moverse entre sí, se escuchaba como que aplaudían, este es mi día me dije, ni tardo ni perezoso jalé la varilla para arrancarla del tronco del árbol donde estaba enterrada y cuál fue mi sorpresa que empezó a brotar miel del agujero, había dado con un panal entonces que saco una bolsa que llevaba y recogí la miel que la naturaleza tan amable me regalaba, cuando guardé la bolsa con miel, me dispuse a limpiarme las manos con un poco de hojarasca seca que había por ahí y menuda sorpresa me voy llevando, al agarrar las hojas, también pesco a un conejo por las orejas, lo metí al morral y regrese bien contento a mi casa con venado, mojarras, miel y conejo. ¡Agua de cebada! Continuará…

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