DE NUEVA CUENTA RECIBIMOS LAS MUY AGRADABLES IMPRESIONES DE LA JOVEN, BELLA E INTELIGENTE DOCTORANTE, LIC. ROCÍO DEL CARMEN LÓPEZ MEDINA, ACAPONETENSE QUIEN DESDE ESPAÑA, NOS ENVÍA SUS AMENAS RELATORÍAS DE SU ESTANCIA EN EL VIEJO CONTINENTE.
Girona Catalunya España
24.05.09
Uno de los corridos más acudidos en las fiestas de familiares o del santo patrono de algún pueblo circunvecino es sin duda “De Mazatlán a Acaponeta”, tal vez el compositor de la letra sentía un especial afecto a este tramo: la distancia que separa el hermoso puerto con la ciudad que delimita al estado nayarita, tal vez vivió entre ambas regiones, no lo sé, el punto es, que a tal melodía se le dio este nombre.Sea el motivo que fuere, lo trascendente es cómo los seres humanos intentamos dejar constancia de una u otra forma del afecto o importante significado por medio del lenguaje, en este caso un lenguaje musical con propiedades que van desde notas emanadas del talento del compositor, propiedades de la conformación de la banda de viento que tanto gusta en un bautizo al estilo Acaponeta (solo por mencionar un ejemplo), y la magistral forma de los intérpretes de cada instrumento.Pensemos un momento en esta singular melodía, imaginemos lo que pudo haber estado pensando el autor de las notas cuando las componía, tal vez tenía en su mente el título por solicitud de un tercero, o tal vez decidió llamar así a esta pieza después de concluida por algún recuerdo agradable, sea el motivo por el que fuese, el punto es que al escuchar esta melodía muchos acaponetenses sentimos orgullo, alegría, emoción o simplemente incentivo para continuar con el “huateque”.Esa es la propiedad del lenguaje, cuando enunciamos, cuando asignamos nombre a ‘algo’ es un signo de marcar poder y territorio, esto lo dicen algunos filósofos de quien hace unos meses no tenía ni idea que existieran, pero comienzo a pensar que tal vez pueden tener razón, puesto que el nombre que asignamos a las cosas se relaciona inmediatamente con nuestra parte sensitiva, y la apropiamos internamente.Mi maestro, mi mama, mi escuela, mi lugar, mis cosas, mi trabajo, mi ACAPONETA, mi casa.Y a mi Acaponeta van dirigidas estas líneas. Gracias a PUERTA NORTE, tengo datos y noticias interesantes de mi terruño, he leído sobre las grietas del malecón, he leído sobre homicidios recientes en la localidad (lo cual me espantó un poco), me he enterado de las últimas actividades del primer edil de nuestro municipio, entre tantos otros detalles que agradezco sobre manera.De esas noticias hay algunas que en su momento causaron cierto temor, como el tema de la influeza porcina (temor acentuado por la imagen de los cerdos que desde siempre ha habido en casa) de este lado del mundo mi compañera y yo fuimos objeto de mofa, no se nos discriminó en sentido despectivo, pero si fuimos protagonistas durante unos días en las charlas del famoso café mediterráneo.Hubo otras noticias que me dejaron perpleja, como el accidente y muerte de uno de los jovencitos de preparatoria en semana santa, sentí tristeza de leer las quejas y problemas ante las autoridades porque parecen ser las mismas de todos los tiempos; vías de comunicación en pésimo estado, basura y suciedad por las calles, contaminación por el exceso de basura de los turistas (acaponetenses y tecualenses en su mayoría) en nuestras playas, falta de seguridad dentro de los cuerpos policíacos, desconfianza total y absoluta de los ciudadanos a nuestras autoridades y una larga lista de etcéteras.Y precisamente de esto quiero hablar, no sin antes aclarar que he decidido titular mi carta de Girona a Acaponeta por la siguiente razón, anoche que paseaba por las calles de Girona, me sentía como en una película, las calles del centro de la ciudad son del Medioevo, para dar una imagen familiar, es muy parecido a Guanajuato pero el ambiente antiguo del lugar es más recargado, es impresionante el orden, la limpieza y los detalles y el respeto de las personas a todo; la hacen mágica.Y me pregunté ¿Qué es lo que no me gusta de esta la ciudad –hablando de infraestructura-? Y no encontré una cosa que físicamente pudiera responderla. Cada que tengo la oportunidad de recorrer las calles, encuentro algo nuevo, algo que me enseña, un detalle que me ilustra, desde las persianas de las ventanas, los colores de las flores, el graznar de las gaviotas, el rostro de las personas o la vestimenta tan peculiar de los europeos, TODO.Y luego de ello pensé en mi Acaponeta, las calles llenas de pancartas políticas que lucen lo bien alimentado de nuestros candidatos con mejillas rozagantes signo de buena salud, la pintura en los muros que anuncian las grandes ideas y proyectos de aquellos que quieren mejorar nuestro terruño, pensé también, en el polvo de las calles que con el calor que ahora vive mi gente es el maquillaje perfecto para acentuar los rasgos pesados del rostro.Imaginé el sopor del mediodía, el sol quemante en los brazos, imaginé la basura por las calles, y vi el abandono de la cultura, la deficiencia en los servicios, la impasible quietud de los ciudadanos ante la vida que transcurre lenta y sin prisa. Vi a los niños con sus caras chamagosas de los dulces que degustan, a los adolescentes que parece nada les inquieta más allá del nuevo narcocorrido de moda y del próximo baile de la "Arrolladora".Vi los rostros cansados de los abuelos leyendo en los surcos de sus ojos una vida consumada y la resignación de que todo acaba, quise llorar ante la imagen de aquellos que creen que todo ha sido destinado de una forma y que es imposible hacer algo distinto, pero desperté de este evocación con el sonido de unas percusiones que como el ratón al queso seguí hasta que encontré la fuente de donde provenía, eran estudiantes de instituto (lo equivalente a prepa) que montados en zancos, con vestimenta negra impactante, maquillaje de espectáculo, y una música de percusiones, daban una muestra de su arte.Pregunté al prójimo más cercano a que se debía ese espectáculo, y dijo a NADA, son chicos que forman un club, ensayan y luego salen a la calle y muestran lo que han preparado para todos. Respiré profundo y me sentí privilegiada, de tanta iniciativa, tanto compromiso, tantas manifestaciones artísticas, culturales, civiles, académicas y nunca políticas (como las conocemos nosotros), y entendí de dónde puede provenir esta especie de frustración de pensar en el regreso de aquellos que al igual que yo han tenido la fortuna de vivir una experiencia como esta.Y ante ese recuerdo me pregunte hay tantas cosas que no me gustan de Acaponeta pero; ¿Por qué siento tanto cariño al recordarla? Y creo que el punto no es reflexionar en lo que se tiene alrededor, sino lo que se lleva dentro, al inicio partí con la idea de que signo de poder, es aquello a lo que damos nombre, y los padres asignan nombre, lugar, pertenencia y familia, estas son cuestiones que condicionan la pertenencia, y por más hermoso que puedan ser otras regiones, otras familias, otras culturas, la propia, el poder de lo señalado al inicio del tiempo es indiscutible, por lo que el verdadero reto es saber guardar las proporciones de cada contexto sin perderse.Retomando el sentimiento evocado por las noticias de mi Acaponeta, quiero decir que cada elemento ha sido útil para la reflexión y el trabajo en ideas personales, pues el sentimiento se agudiza y no puede evitarse la añoranza, tal vez sea la distancia o el estar fuera del fenómeno lo que permite ver de manera más objetiva lo acontecido, pero no por ello limitar la pertenencia, la seguridad, la fuerza, el afecto emanado de la fuente.Fuente que ha suministrado lo necesario para poder fluir como ríos caudalosos por la vida e ir de Girona a Acaponeta y regresar nuevamente.Con todo mi afectoRocío
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