sábado, 15 de agosto de 2009

EL FINAL DEL PROFETA

Por: Fleur Aguiar.
Desde el punto de vista filosófico la democracia es más que poder del pueblo, es un sistema socio político y económico de hombres libres e iguales; no sólo libres e iguales ante la ley, sino en las relaciones sociales en la vida cotidiana. Y, si la democracia parte de los Partidos Políticos, de sus líderes Y LOS CIUDADANOS que ejercen su derecho a elegir sus gobernantes… ¿por qué estos líderes no son congruentes con lo que manifiestan en sus campañas, en esos periodos de conocimiento mutuo entre votantes y votados? ¿Dónde están las exigencias que como Partido de oposición reclamaban a quien en su momento estaba en el poder, y hoy, ya estando en esos zapatos, olvidan sus ideologías y actúan exactamente como aquellos a quienes criticaban con tanto ahínco? El Dr. Lora Aguilar tuvo como tema principal en su campaña la solución casi mágica para todos los problemas del pueblo de Acaponeta, y hoy, que precisamente está en la Presidencia Municipal enfrenta una realidad que lo rebasa, que lo supera, que va más allá de sus –¿por que no?- genuinos deseos de mejorar las condiciones de su pueblo. Es muy pronto para juzgar, pensarán algunos, pero la verdad es que no intento juzgar ni criticar, simplemente analizo sus promesas de campaña –que debieron ser propuestas-, sus sueños de médico, con la realidad política y social de Acaponeta. Inició con el pie equivocado, definitivamente, ignorando a las mujeres, puesto que su gabinete está conformado casi al 100 % por varones, ¿dónde está la equidad de género? Se consideraba que su bondad y la humanidad que como médico debe tener se reflejaría en sus funciones como Presidente Municipal, ¿y con qué nos encontramos? Con que es muy débil de carácter, tan débil, como para imponerse a lo que es justo y además natural: Respetar la lucha de las mujeres por trabajar en bien de sus familias a través de labores que les permitan no solo una aportación económica, sino el desarrollo de sus facultades. Saltó a la vista muy pronto la ausencia de ideología política, la que le sería muy útil en caso de tenerla; al menos le sería útil para saber cómo actuar en eventos políticos en los que el Protocolo de las ceremonias es muy importante; le serviría para reconocer que ahora es un funcionario Público que tiene el deber de atender a todos los ciudadanos, independientemente de ser o no parte de sus electores; le sería de utilidad reconocer el trabajo y las facultades de las mujeres, independientemente de sus labores en el hogar; Además deberá enfrentar otra realidad ahora: Ya dejó de ser el mesías, el hombre prometido, el Profeta que llegaría a salvar a su pueblo… ahora es el hombre que no sabe cómo cumplir con todas sus promesas, y necesitará una varita mágica que no se encuentra en ningún lugar de este mundo conocido…

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